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Valencia Escribe. Número 8.b

Número 8 de la Revista Digital Valencia Escribe, con más de cien páginas de relatos, micros, poesía, crítica literaria y una sección para los más pequeños.

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—Oímos el estruendo del accidente pese<br />

al ruido de la tormenta de rocas. Esas tormentas<br />

siempre ocasionan accidentes. La<br />

hemos traído a mi casa. Estamos celebrando<br />

mi boda. Es usted una invitada sorpresa.<br />

—¿Qué hora es? Necesito marcharme<br />

urgentemente.<br />

Negaron con la cabeza. Hablaban todos<br />

a la vez. Entendió que su coche estaba con<br />

el motor destrozado al igual que la carretera.<br />

Tardarían varios días en arreglar ambas<br />

cosas.<br />

¡Adiós a su firma de libros! Le dijeron<br />

que la tormenta había anulado la recepción<br />

de señal telefónica. Estaba atrapada e incomunicada.<br />

Pasó cuatro días con estas gentes. Eran<br />

amables y se mostraron hospitalarias en<br />

todo momento. Y conoció a un niño que<br />

siempre estaba solo.<br />

—¿No quieres ser mi mamá? —le preguntó<br />

como saludo, mostrando una sonrisa<br />

triste.<br />

—¿Eres huérfano?<br />

—Cuando yo sea grande voy a ser muy<br />

importante para mi mamá. La voy a querer<br />

mucho y se sentirá orgullosa de mi. Seré<br />

muy bueno y muy listo ¿sabes? ¿No quieres<br />

ser mi mamá?<br />

Después cambió de tema cogiéndole la<br />

mano y llevándola a ver cosas mágicas en<br />

una cueva que sólo él conocía.<br />

El niño pasaba todo el tiempo que le dejaban<br />

los mayores haciendo cosas divertidas<br />

con ella y cuando al cuarto día le presentaron<br />

su coche, ya arreglado, y la despidieron<br />

deseándole suerte y felicidad, el niño le dio<br />

un beso y una piedra en forma de corazón.<br />

Le volvió a preguntar: ¿No quieres ser mi<br />

mamá?<br />

Con lágrimas en los ojos se alejó del<br />

lugar. Una vez en la carretera sonó su teléfono.<br />

Era su agente. Confirmaba la hora de<br />

inicio de la entrevista con la prensa.<br />

—¿Es hoy? —preguntó sorprendida—.<br />

No era hace cuatro días... y no pude llegar.<br />

—No me fastidies, Elena, te dije claramente<br />

que era hoy día 10 de abril a las<br />

11:00 de la mañana.<br />

—Tranquilo Ernesto, estoy de camino<br />

No comprendía. No habían pasado cuatro<br />

días. No había tenido un accidente, no<br />

había habido tormenta de rocas, pero en el<br />

salpicadero del coche estaba la piedra con<br />

forma de corazón que le dio el niño. La<br />

tomó en sus manos emocionada y con una<br />

sonrisa melancólica se acarició su vientre y<br />

dijo:<br />

—Si, cariño. Sí que voy a ser tu mamá.<br />

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