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Un canto a la
libertad
Diego Galán
Fernando Fernán-Gómez interpreta al
maestro republicano, viejo soñador,
honesto y frágil
Manuel Rivas había obtenido el Premio Nacional
de Narrativa 1996 por su libro ¿Qué me quieres,
amor?, uno de cuyos relatos, La lengua de las
mariposas (A lingua das bolboretas, en su original
gallego), conmovió a los lectores de forma
especial. Es la Galicia rural anterior a la Guerra
Civil. Moncho, más conocido como Gorrión, niño
de ocho años, vulnerable y curioso, recibe
lecciones de don Gregorio, entrañable maestro
republicano que educa a sus alumnos en el
convencimiento de que "la libertad estimula el
espíritu de los hombres fuertes". Ignora el anciano
que a su alrededor se está tejiendo la maraña
fascista que dará origen a la Guerra Civil... con la
que acabarán sus sueños de un mundo mejor: "Si
conseguimos que una generación, una sola
generación, crezca libre en España, nadie les
podrá arrancar nunca la libertad, nadie les podrá
robar ese tesoro". Sin embargo, el maestro, ya
jubilado, verá con amargura cómo le traicionan
sus antiguos amigos, atenazados por el miedo y,
entre ellos, el niño Gorrión, que con tanto asombro
había descubierto junto a él un mundo inesperado
y fascinante. No resultó extraño que el productor y
director José Luis Cuerda, que ya había adaptado
al cine la novela de Wenceslao Fernández Flórez
El bosque animado (1987), volviera a verse
afectado por los sentimientos "bruscos e intensos"
que asegura le produce Galicia, ni que se sintiera
cómplice de tan hermoso canto a la libertad, ni
que las ricas sugerencias de los relatos de Rivas,
tan abiertos a la imaginación, estimularan su
creatividad cinematográfica: "Era una oportunidad
de contar algo que me obligaba a indagar en mí
mismo, y no desde el conocimiento, sino desde la
ignorancia, sin saber si encontraría una
respuesta". Cuerda contó con el apoyo
incondicional del coproductor Fernando Bovaira,
aun sabiendo éste que era un proyecto "que no
tenía un público claro: lo único claro era la
decisión de producirla". Encargaron al guionista
Rafael Azcona la construcción de una historia
cinematográfica en la que se incluyeran
personajes y situaciones de otros relatos de Rivas
(Carmiña y Un saxo en el bosque), publicados
en el mismo libro. Azcona, con el talento ya
demostrado en su larga carrera, "transformó la
materia orgánica en materia de precisión, y
convirtió un paisaje mental en un pasaje
geográfico y humano", según reconoció Manuel
Rivas. Al año siguiente, Azcona lograría por este
trabajo el Goya al mejor guión adaptado. Se tejió
así la que acabaría siendo una de las películas
españolas de mayor éxito en 2000, igualmente
aplaudida por la crítica, así como en cuantos
festivales fue presentada y en cuantos países se
estrenó. Era y es difícil sustraerse a su tono
conmovedor y poético, o a lo que The New York
Post consideró "su sutil y eficaz metáfora de los
peligros del fascismo". La lengua de las
mariposas se sitúa en la Guerra Civil española
trascendiendo a una historia de contenido
universal: la amistad y la traición, el miedo, el
amor, el afán de venganza, el descubrimiento de
la vida. "La Guerra Civil fue una metáfora de todas
las guerras", declararía Rivas. "Todo el planeta se
sintió partícipe de esta historia. Lo que había
pasado aquí anteayer pasó luego en los Balcanes
o en Timor. Por eso la guerra nos interpela. Yo no
la juzgo. Pero creo que nos despierta preguntas".
El éxito de la película se debió igualmente a la
muy sensible composición que hizo Fernando
Fernán-Gómez del maestro republicano. Impregnó
de verosimilitud y humanidad al viejo soñador, tan
coherente, honesto y frágil, heredero probable del
espíritu de la Institución Libre de Enseñanza.
Fernán-Gómez recibió con este motivo el Premio
Donostia en el Festival de San Sebastián, que
aceptó con gusto ante un público que le
ovacionaba en pie. Según contó luego al
entrevistador Enrique Brasó, La lengua de las
mariposas le había parecido "una de las mejores
películas que había visto, pero no como decimos,
al elogiarnos en España, 'es una de las mejores
películas españolas'. No, a mí me pareció una de
las mejores películas que había visto... sin más".
La mirada del niño Manuel Lozano significó uno
de esos descubrimientos mágicos que a veces da
el cine. Ha intervenido desde entonces en varias
películas, convirtiéndose en figura popular. En La
lengua de las mariposas estuvo rodeado de un
excelente plantel de intérpretes, a los que dio
réplica con inocencia y eficacia. Quizá su
momento cumbre sea el del emotivo duelo de
miradas entre niño y maestro en el último instante
de la película. El propio José Luis Cuerda quedó
emocionado: "Por primera vez he rodado una
película que ha hecho que mis tripas vibren como
las cuerdas de un contrabajo".