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Riesgo y personalidad
Me despierta mucha curiosidad en cuanto a la
reacción que tendrán los espectadores en el
estreno comercial de la nueva película de
Javier Fesser
Carlos Boyero
Me asaltan sensaciones extrañas durante el
metraje de esta película. Me sorprende la audacia
expresiva del director Javier Fesser en el arranque
y me planteo cómo va a salir de un jardín tan
peligroso. El protagonista, segundo entrenador de
un equipo de baloncesto, vocacionalmente
problemático consigo mismo y con los demás,
eterno metepatas, debe redimir su pena por haber
tenido un accidente de tráfico en estado etílico
prestando servicios sociales, consistentes en
entrenar a un grupo de discapacitados. Pero este
señor, sin filtros entre lo que piensa y lo que dice,
se refiere a ellos con descripciones que
actualmente suenan a trueno, tan políticamente
incorrectas como subnormales y mongólicos. De
acuerdo, esto sale de la abrupta boca de un
personaje de ficción que sabemos mostrará
finalmente un corazón de oro y su respeto,
admiración y cariño hacia esta pandilla aquejada
con taras físicas y mentales, pero algún espíritu
agotadoramente sensible puede juzgar
inadmisible que se pronuncien los viejos y
anatemizados términos. Y desde las primeras
secuencias reconoces el muy personal sentido del
humor de Javier Fesser, rozando el surrealismo
en lenguaje y situaciones, independientemente
que los personajes sean de animación o de carne
y hueso, las características y el tono de El milagro
de P. Tinto, La gran aventura de Mortadelo y
Filemón y Mortadelo y Filemón contra Jimmy el
Cachondo. Todas ellas han dispuesto de múltiple
y regocijado público. A mí me cuesta disfrutar con
ese universo, aunque reconozco la insólita e
inquietante personalidad de su autor. Sin
embargo, su vena dura y trágica me provocó
escalofríos y piedad en Camino. Campeones, que
veo y escucho con cierto agrado, me despierta
mucha curiosidad en cuanto a la reacción que
tendrán los espectadores en su estreno comercial.
En los pases de prensa la risa no es muy popular.
Y sabemos que esa reacción es contagiosa, que
la comedia y el cine cómico alcanzan su esplendor
en una sala repleta de público normal. También
me ocurre en la primera visión de esta película
algo patético, que me despierta alarmas sobre los
estragos que me provoca la vejez y el
machaqueo. Lo percibía en la desmemoria, las
lagunas mentales y otras consecuentes
fatalidades, pero lo que me ocurrió con
"Campeones" me deja anonadado. Y es que
durante la proyección pensaba que el grupo de
discapacitados lo interpretaban actores y actrices
profesionales absolutamente creíbles. También
admiro el maquillaje, la peluquería, la
caracterización de sus personajes. Así lo cuento
en un programa de radio en directo. Mi amigo
Carles Francino me revela con tacto, pero también
firmeza, que no son intérpretes profesionales, sino
que todos ellos padecen discapacidad en la vida
real. Me quedo pasmado, no sé dónde meterme,
es que ya no me entero de nada. Recuperado del
susto, aumenta mi admiración hacia la capacidad
de riesgo y el espléndido trabajo que ha realizado
Javier Fesser con ellos, acompañando al siempre
modélico Javier Gutiérrez. Igualmente ha sorteado
otros peligros como el ternurismo o el tono
sensiblero que podría acompañar al delicado
tema. Es una película extraña. En el buen sentido.
Crítica de Campeones: Gracioso
en defensa y muy serio en
ataque
«Si el riesgo y la diversión son dos de
las notas esenciales del cine de Fesser,
en «Campeones» las reúne de un modo
asombroso»
El talento de Javier Fesser es solo comparable a su
voluntad de riesgo, a su gusto por bailotear en el
acantilado, y es más fácil verlo y disfrutarlo desde
cierta distancia que compartir el mareo, la filigrana y
las piruetas de vértigo y reflexión que su cine,
aparentemente de «risa» y singularmente «serio»,
produce en cualquiera de las modalidades que lo
ofrezca, en cortometrajes como «Bienvenidos» o
«17 años juntos», en largometrajes como «El
milagro de P. Tinto» o «Camino», y hasta en spot
publicitarios tan originales como guasones.
Si el riesgo y la diversión son dos de las notas
esenciales del cine de Fesser, en «Campeones» las
reúne de un modo asombroso al irse a explorar con
la indumentaria y utensilios de lo cómico en ese
terreno resbaladizo, quebradizo y emocional de las
discapacidades intelectuales: el hombre que mejor
ha entendido y transfigurado el universo de
Ibáñez, nos ofrece ahora su mirada divertida,
humana, ácida y audaz de ese mundo en el que las
limitaciones mentales y físicas suponen un
aprendizaje, un sobresfuerzo y una relación con el
entorno especial. Hay también algo de Ibáñez en
“Campeones” y mucha puntería al disparar en la
diana de las auténticas discapacidades sociales.