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obra de Friedrich Nietzsche, un padre jubilado y
cocainómano, un cuñado experto en la vida y la
obra de Marcel Proust (¿hay mayor perdedor?), y
una cría obsesionada con los concursos de
belleza infantiles. Así, los autores cargan contra
esas infames pasarelas de la belleza en las que
se viste a las niñas con lencería fina ante los
atónitos ojos de unos y las cómplices miradas de
sus salvajes progenitores.
Pequeña Miss Sunshine utiliza para ello un
lenguaje entre el desenfado y la hondura cargado
de mala baba, y narra su odisea a través de una
estructura de alocada road movie con diversas
paradas en forma de vía crucis. Exhibida en el
mercado independiente del Festival de Sundance,
donde no participó en ninguna sección a
concurso, la película fue comprada por la Fox para
su distribución y gracias al boca-oído se ha
convertido en una de las películas del año en
Estados Unidos y en una aspirante a conseguir
alguna candidatura para los Oscar, sobre todo en
el apartado de guión. Fresco y profundamente
divertido, crítico y al mismo tiempo
tremendamente doloroso, el debú de Faris y
Dayton viene avalado por el reciente Premio del
Público en el Festival de San Sebastián.
OBJETIVOS
Con el visionado de la película pretendemos:
a) Ser conscientes de la importancia del cine
como recurso de aprendizaje. Seguir con atención
y disfrutar la película.
b) Ser críticos ante las actitudes y
comportamientos de los personajes de la película,
especialmente los relacionados con el fracaso, la
comunicación y el cuidado de los demás.
c) Conocer y valorar mejor las emociones propias
y las de los demás.
d) Reflexionar y aprender sobre nuestro grado de
tolerancia ante la frustración y el fracaso.
e) Evitar formas de relación basadas en la
falsedad, la dependencia, el autoritarismo o la
explotación.
f) Favorecer modos de comunicación asertivos,
emocionalmente equilibrados.
g) Respetar la diversidad y ser sensibles ante las
necesidades de los demás, evitando cualquier tipo
de prejuicio o daño.
TEMAS PRINCIPALES
El concepto de éxito.
La dicotomía éxito/fracaso es una constante en la
película y se hace patente desde el discurso
explícito de Richard, con su énfasis en “lo que
hacen los ganadores” y sus lecciones de filosofía
triunfadora, hasta en las reflexiones de Dwayne
sobre la competición en la vida, pasando por las
ilusiones —claramente marcadas por el género—
de Olive y por el lenguaje no verbal de Frank. Los
personajes “perdedores” de esta historia lo son
porque no se adaptan al prototipo de “ganador/a”
de la sociedad capitalista en general y
estadounidense en particular. El mensaje final de
quien dirige parece ser el de crítica hacia ese
prototipo imposible de alcanzar para la mayoría y
de deconstrucción del concepto de “triunfador/a”.
Dicho mensaje se pone en boca del personaje con
más experiencia y trayectoria vital del filme: el
abuelo Edwin (“los perdedores son los que tienen
tanto miedo a ganar que ni lo intentan”).
El canon de belleza occidental.
Toda la historia se construye sobre la idea de la
competición de las mujeres y las niñas en
concursos en los que tienen que exhibirse como
muñecas-objeto y mostrar “talentos” relacionados
con el aspecto físico. La joven protagonista de la
película es una niña cuyo aspecto ordinario choca
radicalmente con el de sus competidoras en el
certamen “Pequeña Miss Sunshine” –todas ellas
con un aspecto terriblemente artificial basado en
la Barbie– , y ese choque pone de manifiesto lo
absurdo e imposible de un canon que obliga esas
“mujeres en miniatura” que vemos en pantalla a
estar delgadas, usar maquillaje, broncearse sólo
lo justo y caminar como modelos adultas por una
pasarela ante cientos de ojos escrutadores.
El modelo de familia tradicional.
Pequeña Miss Sunshine es, entre otras muchas cosas,
una ácida sátira sobre el modelo de familia nuclear,
pilar clave de la identidad estadounidense más
tradicional. Aunque aparentemente son la familia
perfecta (matrimonio heterosexual, un hijo y una hija
sanos, un abuelo que aporta experiencia, un cuñado
nada “gorrón”), los Hoover son todo lo contrario de lo
que se podría esperar en una historia sobre el Sueño
Americano: están desestructurados como grupo y
descolocados como individuos; sus relaciones son
tensas y complicadas y para nada irradian armonía ni
felicidad. Esto es precisamente lo que les hace
interesantes como personajes y lo que provoca que su
esfuerzo conjunto por llegar a Redondo Beach, su
reacción solidaria a la muerte del abuelo y su
despliegue final de afecto ante el desastre del concurso
ganen valor como modelos positivos de convivencia, en
clara alternativa al modelo doméstico tradicional,
basado en la desigualdad entre los sexos, la división de
tareas en función del género y la visión androcéntrica y
consumista del mundo.