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profesorado narrando la épica labor del
humanista Jean Itard para que un niño salvaje
aprenda a comunicarse, acepte reglas,
afiance su sentido de la justicia, descubra el
placer, la utilidad o la necesidad del
conocimiento.
Hollywood, con menos afanes didácticos pero
sabiendo lo que exige la taquilla, también ha
frecuentado con más trampas que verdad,
con tesis convenientemente edulcoradas, con
la convicción de que finalmente todo el mundo
es bueno, las inicialmente conflictivas
relaciones entre profesores y alumnos. Y
afortunadamente, en los últimos años,
directores más preocupados por la cruda
verdad que por la tranquilizadora ficción,
como Bertrand Tavernier en Hoy empieza
todo, Zhang Yimou en Ni uno menos y David
Simon y Ed Burns en la cuarta temporada de
la serie de televisión The wire, se han
propuesto extraer realidad y conclusiones
duras de lo que ocurre o puede ocurrir en las
aulas, de las relaciones entre profesores y
alumnos, de la simbiosis entre las tensiones
del mundo exterior y lo que sucede en el
colegio, de la sufrida y frecuente imagen del
educador que se toma en serio su trabajo,
que a pesar de los pesares no se resigna a la
derrota, a lanzar la toalla.
Laurent Cantet se suma con la excelente e
inaplazable La clase (el título original Entre
las paredes es más adecuado) a los que se
han propuesto con éxito retratar el muy duro
aquí y ahora en la problemática labor de
enseñar y de aprender. Nada huele a
impostura en esta película. Cantet adapta un
libro del profesor Francis Bégaudeau, que
interpreta a su propio personaje, en el que
cuenta su experiencia a lo largo de un año en
un instituto de la periferia de París, habitado
por la multirracialidad, por los hijos de la
inmigración o por nativos de clase baja
lumpen, por alumnos negros que ejercen el
racismo con los magrebíes y viceversa, por
gente con recelo o desidia ante la autoridad
que encarna ese tenaz profesor que se ha
propuesto enseñar la asignatura de lengua a
sus impuestos, indiferentes o agresivos
parroquianos. No le amenazan con pistolas
pero los estallidos de violencia entre ellos o
contra él pueden ser muy fuertes, tienen sus
días mejores y peores, hay listos, normales,
tontos, retorcidos, limpios, traumados,
osados, dóciles. Hay de todo, como en la
vida, pero las posibilidades de que el
verdadero profesional de la enseñanza sienta
que ha logrado los frutos que se proponía y
que los alumnos asuman que estar entre las
paredes es gratificante o decisivo para su
futuro, pertenecen al reino de la utopía.
Cantet narra esta historia sin solución y
claustrofóbica con espíritu documentalista,
plasmando la autenticidad de personajes y
situaciones, haciendo que alumnos y
profesores se interpreten a sí mismos,
huyendo del efectismo, el discurso y la
moralina. Y lo hace admirablemente, logrando
que el espectador se sienta incómodo, testigo
de algo que se parece excesivamente a la
vida cotidiana.
Biofilmografía de Zhang
Yimou
Nació el 14 de noviembre de 1951 en Xiam
(China)
Director y fotógrafo chino, Zhang Yimou era
hijo de un militar del ejército de Chiang Kai-
Chek. En el represivo régimen comunista de
Mao Tse Tung, Yimou, abandonó pronto sus
estudios para trabajar en el campo y en una
fábrica textil. En su tiempo libre soñaba con
convertirse alguna vez en director de cine,
pero la Escuela de Cine había sido cerrada
por el gobierno.
En 1976 murió Mao y se produjo una cierta
apertura que permitió a Zhang Yimou
matricularse a comienzos de los años 80 en la