You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
lámpara iluminaba el grupo del asesino y de la mujer. Y se vio brillar como
un relámpago el buido puñal. El expreso marchaba a toda velocidad; de un
salto, sin darse cuenta, el maquinista bajó de la locomotora. El fogonero,
cansado de la jornada, estaba durmiendo. Un poco más allá de la casita se
inicia la curva, en pendiente, y era preciso poner lentitud en la marcha. Sin el
maquinista, el expreso se precipitó por la pendiente con una velocidad
vertiginosa. Y ocurrió la espantosa catástrofe.
—Y si murió el maquinista cuando se tiró del tren al ver que estaban
asesinando a su mujer y murieron también los dos discípulos de Maserling —
pregunté yo—, ¿cómo ha podido saberse lo de la proyección de la imagen del
crimen?
Don Pablo sonrió.
—Los primeros en acudir en auxilio de los heridos fueron la mujer del
maquinista y los niños. Naturalmente, no había habido tal crimen. Los dos
discípulos del maestro murieron en la catástrofe. Lo de la proyección es un
secreto; el maestro no ha dicho nada a nadie. Pero…
Al llegar aquí, don Pablo se detuvo y nos miró en silencio. Su mirada
parecía decir: «¿Estoy seguro de ustedes?»
—Pero ¿qué, don Pablo? —pregunté yo resueltamente.
—Pero yo —contestó don Pablo—, yo tengo tanta fuerza de irradiación
como el maestro, y lo he visto en su cerebro.
Nos despedimos de don Pablo al llegar a San Sebastián. En el andén,
como yo notara que Paco Vela no venía, me volví y lo vi, en la plataforma del
coche, abrazado estrechamente con don Pablo. Al fin, como si hiciera un gran
esfuerzo, Paco se desasió del caballero y vino hacia mí.
—¿Has visto qué cosa tan extraña? —le dije a mi amigo.
—¿Extraña? —replicó él.
—El mundo está lleno de locos —añadí yo.
Y él, poniéndose grave:
—No, no; son cosas muy serias, muy serias.
Y a seguida, inclinando la cabeza:
—Yo también soy discípulo de Maserling; pero estoy en el primer grado.
Página 28