alexandra guggenheim - Punto de Lectura
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libros, para llevarlos a su casa. En señal <strong>de</strong> agra<strong>de</strong>cimiento<br />
me regaló una hoja <strong>de</strong> papel con el dibujo <strong>de</strong><br />
una venera, tan <strong>de</strong>licada como el más fino encaje <strong>de</strong><br />
bolillos. Lo llevé a casa, lo metí entre las páginas <strong>de</strong> mi<br />
Biblia y lo conservé como si fuera un tesoro.<br />
El pastor Goltzius era un gran conocedor <strong>de</strong>l arte,<br />
y amaba la pintura por encima <strong>de</strong> todo. Poco antes<br />
<strong>de</strong> la Semana Santa fue al taller <strong>de</strong> mi tío a que le tomara<br />
las medidas para una casaca, entonces me invitó a<br />
visitarle para conocer su colección. Yo nunca había visto<br />
nada tan asombroso ni tan espléndido. La casa estaba<br />
repleta <strong>de</strong> retratos <strong>de</strong> personajes históricos y <strong>de</strong><br />
cuadros que representaban curiosos paisajes. Unas arcas<br />
con valiosas tallas contenían gran cantidad <strong>de</strong> infolios,<br />
anudados con cintas <strong>de</strong> cuero, en los que había<br />
imágenes tanto <strong>de</strong> episodios bíblicos como <strong>de</strong>l pasado<br />
<strong>de</strong> Holanda y <strong>de</strong> los Países Bajos. Ante mis ojos se<br />
abría un mundo maravilloso y secreto. El pastor me<br />
permitió volver cuando quisiera y, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> entonces, visité<br />
a Jan Goltzius todos los días.<br />
Mientras arreglaba mangas <strong>de</strong> camisa en el taller<br />
<strong>de</strong> mi tío acudían a mi cabeza una y otra vez las estampas<br />
<strong>de</strong>l pastor, con aquellos distinguidos burgueses<br />
que llevaban elegantes puños <strong>de</strong> encaje y cuellos redondos<br />
plisados similares a ruedas <strong>de</strong> molino y que daban<br />
al retratado un aspecto tan aristocrático. Si reforzaba<br />
una cofia, se me aparecían imágenes <strong>de</strong> aquellas<br />
mujeres con lustrosos vestidos <strong>de</strong> seda, ca<strong>de</strong>nas y anillos<br />
<strong>de</strong> oro y piedras preciosas.<br />
—Pero Samuel, ¿qué te pasa últimamente? ¿Se<br />
pue<strong>de</strong> saber en qué piensas?<br />
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