alexandra guggenheim - Punto de Lectura

El maestro cogió una espátula, un pincel ancho
y una paleta en la que solo se veía una pasta de un blanco
amarillento.
—Esto es una mezcla de blanco de plomo, cal, cola
aguada y un poco de ocre. Con ella se recubren los
nudos y la trama de hilos del lienzo. La primera capa
debe extenderse de manera uniforme por toda la superficie.
No puede quedar ninguna parte sin cubrir —me
advirtió mientras aplicaba la pasta en la esquina superior
izquierda con un par de pinceladas rápidas y seguras.
Entonces me pasó el utensilio—. Toma, Samuel, y
esfuérzate. En la primera lección ya suele saberse si un
alumno está capacitado para el oficio de pintor.
Al principio sentía la mano insegura y el brazo pesado,
pero a medida que iba aplicando aquella primera
capa éste se volvía más ligero, y el pincel se deslizaba
con mayor firmeza. Por la noche, el lienzo era una superficie
uniforme de tono ocre y yo me veía un poco
más cerca de mi gran objetivo.
Nada más cenar me dirigí a mi cuarto, apoyé la cabeza
sobre la gruesa almohada y me dormí. Soñé que
poseía una casa enorme en Muiderkamp, en la que vivía
con mis padres y mis hermanos, y donde cada uno
tenía su propia cama.
Los días siguientes trabajamos codo con codo en el taller,
yo con la capa de fondo de un lienzo y el maestro
con su autorretrato. Para pintar solía ayudarse de un
bastón de madera cuyo extremo acolchado apoyaba en
el bastidor o en el borde del cuadro. En él descansaba
la mano derecha, con la que sostenía el pincel, y así po-
38