alexandra guggenheim - Punto de Lectura
alexandra guggenheim - Punto de Lectura
alexandra guggenheim - Punto de Lectura
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
—¿Habéis oído? —exclamó el hombre <strong>de</strong>l sombrero,<br />
dirigiéndose a la multitud—. Cree a su mujer<br />
antes que a un reconocido artista sanador como yo,<br />
que ha obrado incontables prodigios por todo el país.<br />
—¡Eh, no seas tan remilgado, carcamal! ¡Hay que<br />
sacarse la muela podrida, o si no acabas pudriéndote<br />
entero! —berreó una mujer con la cara picada <strong>de</strong> viruelas,<br />
y maldijo a un par <strong>de</strong> críos que habían atado un<br />
cencerro a la cola <strong>de</strong> un gato. El animal <strong>de</strong>sapareció<br />
<strong>de</strong>trás <strong>de</strong> un ten<strong>de</strong>rete <strong>de</strong> pescado dando gran<strong>de</strong>s bufidos,<br />
mientras los presentes festejaban lo ocurrido a<br />
carcajada limpia.<br />
Una horda <strong>de</strong> mendigos malolientes avanzó por<br />
entre los puestos <strong>de</strong>l mercado. De sus cuerpos famélicos<br />
colgaban jirones <strong>de</strong> sucios harapos y tenían el rostro pálido<br />
y hundido. A algunos les faltaba un pie o una pierna,<br />
y se movían con dificultad apoyándose en muletas.<br />
—Por caridad, buena gente, un poco <strong>de</strong> pan. Nos<br />
morimos <strong>de</strong> hambre.<br />
Aunque me dieron miedo, sentí compasión <strong>de</strong> aquellos<br />
hombres. Saqué <strong>de</strong> mi zurrón un trozo <strong>de</strong> pan negro<br />
que había guardado antes <strong>de</strong>l viaje y se lo di al más joven<br />
<strong>de</strong> todos ellos. Sería algo mayor que yo, tenía el pelo <strong>de</strong><br />
un color rojo encendido y arrastraba una pierna. Toda<br />
su figura transmitía <strong>de</strong>samparo. Apenas tomó el pan con<br />
<strong>de</strong>dos ávidos, los otros se precipitaron sobre él, lo golpearon<br />
con sus muletas y trataron <strong>de</strong> quitarle un pedazo.<br />
Por fin llegamos a la Westerkerk. La enorme iglesia estaba<br />
junto al Prinsengracht. El barrio <strong>de</strong>l Jordaan empezaba<br />
al otro lado <strong>de</strong>l canal. En aquella zona vivían<br />
28