Simequeréis,irse.© Aintzane Hipólito
REVISTA BIBLIOTEK@Nunca fui una alumna brillante,nunca saqué un sobresaliente enninguna materia, nunca fui popular,nunca destaqué en ninguna actividad...nunca, nunca, nunca, hasta que los‘nuncas’ se convirtieron en ‘siempres’.Mi nombre es Aintzane Hipólito y estaes mi historia en el Instituto Cristo delRosario, el sitio que me hizo crecer ybrillar.Llegué al instituto tan pequeña,que ni recuerdo cómo cargaba con unamochila que pesaba casi tanto comoyo, lo que sí recuerdo es la sensaciónde fracaso que sentía constantementepor no ‘encajar’ en ninguna disciplina;esa mochila albergaba miedos, dudas yemociones.Recuerdo deambular por lospasillos maldiciendo encontrarme enuna rutina que detestaba, las clases seme hacían largas y tediosas, mi cuerpose encontraba en el aula, pero mi mentehabía volado de ahí, quedándomeabsorta en mi imaginación.Estaba obsesionada con las luces,sombras, contrastes, los colores, brillos yformas, y me di cuenta que no tenía lamisma percepción de las cosas ‘bellas’que el resto de la gente. Donde todosveían una ‘simple hormiga’ cargandouna miga de pan de nuestros bocadillosdel recreo, yo veía una fotoimpresionantemente bella, que metransmitía fuerza y constancia. Mecentré tanto en ver lo que a los demás seles escapaba a simple vista, que empecéa investigar por mi cuenta acerca de lafotografía, siempre me había gustado,pero no sabía hasta qué punto.Mis horas libres fuera del centro,las “malgastaba” (aunque yo considero,las invertía) en coger mi vieja cámaray capturar todo lo que veía, mis notasfueron en declive, aún más.Mi cerebro iba aún más lento,haciendo hipotéticas fotos con misojos en el aula, cada vez encajabamenos entre la gente del centro, lasdisciplinas populares y, por supuesto, lasactividades comunes.Y llegó el momento que me hizoexplotar, enfrentarme a la pregunta ‘¿aqué te quieres dedicar?’ en una edad tandifícil, primero debería saber contestar‘quién soy, qué me gusta y qué detesto’.¡Como para poder decidir sobre mifuturo!Me afectaba pensar en quédedicar toda una vida, me afectaba aúnmás saber que lo que yo quería: en elfondo lo tenía muy claro, pero me dabamiedo afrontar una idea que ‘no medaría de comer’.Mientras todos mis compañerosdecían de manera automática a quéquerían dedicarse y sabían qué ramaescoger para alcanzar sus metas. ¿Yyo? Repetí curso, me obcequé en negarlo evidente, y es que no era menosválida que nadie, solo que mi validezno la medirían ahí. Recuerdo el eco dela voz de una profesora a la que estaréeternamente agradecida, Ana Aparicio.Me empujó a volar y salir de la jaulay, gracias a todo su apoyo, me fui acursar el bachiller artístico en Mérida.Me encontraba más agusto, la gente,las asignaturas... todo, parecía estarhecho en detalle para mí, incluso misnotas mejoraron. Sí, yo, una alumnarepetidora que a duras penas llegaba alCorresponsal en Puebla de Sancho Pérez89