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Trobairitz 4 - 2023 JUL

Crecemos de a poco, caminamos lento. Nadie nos corre, nadie nos espera con un premio. Andamos por ahí, recogiendo letras y disfrutando del camino como se pueda, con el alma en una mano y una lapicera en la otra. Te invitamos, siempre te invitamos, a ser parte, en encontrarnos, a abrazarnos y reírnos o llorar hasta que pase la tormenta. Nada que valga la pena es sencillo. «Ad astra per aspera».

Crecemos de a poco, caminamos lento. Nadie nos corre, nadie nos espera con un premio. Andamos por ahí, recogiendo letras y disfrutando del camino como se pueda, con el alma en una mano y una lapicera en la otra. Te invitamos, siempre te invitamos, a ser parte, en encontrarnos, a abrazarnos y reírnos o llorar hasta que pase la tormenta. Nada que valga la pena es sencillo. «Ad astra per aspera».

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Sebastián Saavedra:

cocina y algo más

VÍAS DEL FERROCARRIL,

HUERTA Y TARTA DE ACELGA

Ante la ausencia de personas transcendentales

de nuestras vidas nos damos cuenta de

la importancia de los recuerdos. En este caso,

este mes, les traigo una de las memorias de mi

abuela materna, Irma, cuya casa terminaba sobre

las vías del ferrocarril y donde parte del patio

estaba cargado de tablones de huerta de verduras

como zanahorias, zapallitos troncos, berenjenas,

calabazas, también acelga, perejil y no

podía faltar el apio que era el gran aliado en la

cocina de Abuelita.

Una de las tantas cosas que ella cocinaba

era su famosa tarta de acelga. Pero no solo porque

era de acelga de su cosecha sino también

por los otros ingredientes que usaba y, por sobre

todo, por esa masa agridulce que hacia una

combinación y explosión de sabores al comerla.

Debo reconocer que en ese momento no

era amante de lo agridulce pero esta tarta era la

única excepción que aceptaba.

Siempre hablamos de «legados» y lo asociamos

al éxito profesional o empresarial que

podemos alcanzar. Pero a

veces, un legado puede

ser esta costumbre de cocinar

con amor para

nuestra gente, para aquellos

a quienes amamos;

que el objetivo de cocinar

sea más que comer algo

rico, que sea crear esos

momentos, esas memorias

de compartir, de recolectar

hojas de acelga

de una huerta, de preparar

una masa, de estirarla

y ponerla en un molde

para llenarla de sabores y

hornearla. Ese legado

que dejó se repite con mi

mamá y sus hermanas, y

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