Trobairitz 4 - 2023 JUL
Crecemos de a poco, caminamos lento. Nadie nos corre, nadie nos espera con un premio. Andamos por ahí, recogiendo letras y disfrutando del camino como se pueda, con el alma en una mano y una lapicera en la otra. Te invitamos, siempre te invitamos, a ser parte, en encontrarnos, a abrazarnos y reírnos o llorar hasta que pase la tormenta. Nada que valga la pena es sencillo. «Ad astra per aspera».
Crecemos de a poco, caminamos lento. Nadie nos corre, nadie nos espera con un premio. Andamos por ahí, recogiendo letras y disfrutando del camino como se pueda, con el alma en una mano y una lapicera en la otra. Te invitamos, siempre te invitamos, a ser parte, en encontrarnos, a abrazarnos y reírnos o llorar hasta que pase la tormenta. Nada que valga la pena es sencillo. «Ad astra per aspera».
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día —que no tengo la menor duda llegará— en
que la Atlántida será estudiada como cualquier
otro tema histórico-científico en las cátedras universitarias.
—Ahora bien: tanto los griegos como diferentes
pueblos coetáneos entendían la historia no
solo como una colección de hechos fehacientes,
sino que también daban cuenta del imaginario de
los pueblos en tanto soporte vital para la (re)construcción
de los acontecimientos que querían preservar.
Entonces… ¿La escisión actual entre el extremo
materialismo y la espiritualidad extrema no
nos dejan ver la problemática de la investigación
histórica en su conjunto?
—Cierto. Ha sido un grandísimo error ese
injustificado «divorcio» entre el patrimonio material
(directamente mensurable) y el patrimonio inmaterial
(indirectamente mensurable). El pasado,
sobre todo el prehistórico, no se debe medir e interpretar
solo desde la evidencia física, tangible
(patrimonio material), sino también desde la evidencia
intelectual que se infiere desde las leyendas
y mitos, que aunque difícilmente es mensurable
por evidencias tangibles, nos revelan una importante
información sobre el patrimonio inmaterial
de los pueblos, en el cual entran sus creencias y su
espiritualidad, inferibles (ya sea con textos antiguos
o sin ellos) por sus leyendas y mitos. Antes
del surgimiento de la historikê (indagación, investigación)
iniciada por Heródoto y Tucídedes como
método principal para redactar «historias», los griegos
se valían para lo mismo de la «Logografía», y
esta no presentaba tal divorcio entre lo tangible
(material), el «hecho histórico» propiamente dicho,
y lo legendario o mitológico (inmaterial). Sucesos
que se consideraban reales, históricos, eran narrados
en plena convivencia con sucesos legendarios
o míticos. Para los primeros «historiadores» (logógrafos)
no existía apenas diferencia, y este es el
tipo de «historia» que vemos en el Timeo y en el
Critias de Platón: una logografía donde la mayor
parte de lo que se describe pertenece al mundo de
lo tangible o material (realidades geográfico-históricas)
y una muy pequeña parte (apenas en el comienzo
y en su final incompleto) pertenece al
mundo de lo legendario o mitológico. No debe
pues extrañarnos que varias veces se puntualice
que lo que se está narrando en esta ocasión en el
Critias (adelantado con un breve resumen en el Timeo)
es una «historia verdadera, no un mito fabricado
(o inventado)». Platón no oculta en ninguno
de sus diálogos cuando recurre a un mito o leyenda
o a una mera alegoría simbólica, pero en
cuando a la logografía de la Atlántida, deja más
que claro que no se trata de un mito, sino de una
historia (logografía) verdadera.
—Hace algunos meses te vimos hacer campaña
por la preservación de un sitio arqueológico
en Jaén. ¿Podrías contarnos su importancia, la
problemática que surgió y el estado actual del sitio?
—Bueno, la campaña realmente fue una
iniciativa del equipo de la Revista Argárica y el Instituto
Almenara para el Progreso y el Desarrollo de
Andalucía, donde mi papel no ha sido mucho mayor
que el que cumplieron muchas de las personas
que lo han apoyado y entre las cuales te hayas tú
misma. Mi aporte se mide desde la investigación
histórico-científica sobre tan importante yacimiento
arqueológico y en especial por la asociación
que he propuesto entre el mismo y la tradición
o leyenda de la Atlántida, así como el haberme
percatado de una serie de histórico-científicos
que habían pasado inadvertidos (no explícitamente
mencionados) sobre Marroquíes Bajos (el
nombre arqueológico dado a la ciudad prehistórica
de la Primigenia Jaén), una megalópolis, o
sea, una «ciudad gigantesca», según clasificación
arqueológica internacional. Tales hitos se pueden
enumerar:
1. «La más antigua megalópolis de Europa».
Dicho de otro modo: la más antigua y más
grande ciudad de Europa.
2. «La más antigua megalópolis fortificada
de Europa». Dicho de otro modo: la ciudad amurallada
más antigua y más grande de Europa.
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