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CUENTOS PARA NUESTROS FUTUROS ALUMNOS

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Maestros Escribiendo

CUENTOS PARA NUESTROS

FUTUROS ALUMNOS

COORDINADORA

IXCHEL AGUILAR RANGEL

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DIRECTORIO

MVZ. Francisco Domínguez Servién

Gobernador Constitucional del Estado de Querétaro

M. en C. José Carlos Arredondo Velázquez

Secretario de Educación

Lic. Fernando Urbiola Ledesma

Director de Educación

Lic. Jesús Hernández Briseño

Director de la Escuela Normal Superior de Querétaro

Todos los derechos reservados. Cualquier forma de reproducción, distribución,

comunicación pública o transformación de esta obra sólo puede ser realizada con la

autorización expresa de su titular, salvo excepción prevista por la ley.

D.R. © 2021 Escuela Normal Superior de Querétaro

Colón 14, Centro Histórico, C.P. 76000

TEL: 2144941

Querétaro, Qro.

Primera edición: Mayo 2021

ISBN: 978-607-9435-17-2

Impreso en México

Printed in Mexico

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PRESENTACIÓN

Una de las competencias más trascendentales de los docentes en formación es sin duda

la que se refiere a la construcción de textos literarios. Pues a través de su producción los

estudiantes desarrollan habilidades como: describir, resumir, definir, explicar, justificar,

argumentar y demostrar. Para esto se deben considerar tres aspectos: la planeación, la

contextualización y la revisión.

Para la creación de los textos los estudiantes normalistas deben emplear diversas

técnicas de redacción: descripción, exposición, comparación y narración. Una parte de

vital importancia es la motivación hacia la construcción de este tipo de textos que el

docente debe impulsar entre sus estudiantes.

“Redigere” significa precisamente “poner en claro”, y la redacción de todo tipo de textos

en el egresado del nivel medio superior es una de las competencias comunicativas

básicas del perfil de egreso. Sin embargo, la realidad nos muestra otra versión: a los

alumnos no les gusta escribir, y no les gusta porque no conocen la mayoría de ellos la

normatividad gramatical sintáctica básica para la redacción.

La escritura de textos literarios por lo tanto, se constituye en un fenómeno complejo,

que exige la integración de quien escribe de una serie de habilidades cognitivas que

le permitan generar ideas, organizarlas de forma coherente, escribir correctamente,

hacer borradores, tener y manejar un amplio vocabulario para enfrentar esta tarea en los

cursos de la malla curricular.

Hemos detectado en nuestra escuela formadora de docentes que escribir en el contexto

de la formación docente inicial, requiere de procesos de enseñanza que potencien en

los estudiantes, el desarrollo de habilidades para producir textos académicos durante su

trayecto formativo y su futuro ejercicio profesional docente. “Si el docente no escribe, el

alumno tampoco lo hará”.

Por ello, ha sido intención de la Escuela Normal Superior de Querétaro que los futuros

docentes adquieran la confianza de que escribir textos de tipo literario o narrativo, no

es privativo solo de quienes ingresan a una especialidad de español, lingüística o de

lenguas y letras. La capacidad relatora de textos literarios puede ser una actividad

de toda aquella persona que desee a través de la palabra escrita plasmar sus ideas,

sentimientos o emociones sobre un papel.

En el presente texto “Maestros escribiendo” coordinado por la Dra. Ixchel Aguilar Rangel,

los alumnos de la especialidad de telesecundaria plasmaron sobre el papel toda clase de

ideas, sentimientos, emociones, anécdotas, historias de todo tipo de género que pasaron

por infinitas mentes con tal de cumplir con una encomienda. Quizá para unos solo fue

el cumplimiento de una tarea, pero estoy seguro que algunos descubrieron un placer

totalmente desconocido hasta entonces.

Descubrieron que el deslizar la pluma sobre el papel, se hace un camino que deja una

huella profunda indeleble producto de un momento único. Con la intención de añadir más

tinta a la ya puesta en las pocas páginas en torno a la producción escrita de docentes

en formación, además de reconocer la necesidad de narrar las experiencias que surgen

de su propio existir, los estudiantes de la especialidad de Telesecundaria de la ENSQ,

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agregaron una habilidad más a su multifacética carrera: la capacidad creadora de escribir

textos literarios.

Felicito ampliamente a la intención incentivadora de sus docentes para inspirar a los

normalistas a escribir sin temores, sin tapujos ni prejuicios de que solo los genios locos

pueden escribir y componer narrativa y lírica. La creación literaria no es solo privativa de

unos cuantos, como docentes se tiene la obligación moral de ser ejemplo de composición

creativa. El maestro no puede dar lo que no tiene, por ello, es imprescindible que el

maestro escriba para que el alumno también lo haga.

Mtro. Roberto Compeán Martínez

Director de la ENSQ

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Introducción

En la presente obra la narración es el eje de articulación de las distintas historias que la

integran. Se trata de un libro colectivo pensado para compartir palabras y relacionarlas

con los temores, deseos, memorias, dudas, esperanzas, necesidades y conocimientos

propios del lector. Lo que se espera, es que quien tenga en sus manos este texto

pueda relacionar las palabras con su propio ser, construir nuevos significados y recrear

imágenes e ideas a partir de lo que los autores proponen.

Al escribir las páginas de este libro, se pensó en jóvenes de secundaria. Para lo cual se

partió de una reflexión sobre nuestros intereses lectores en esa etapa estudiantil y lo que

podría interesar a nuestros futuros alumnos. Las repuestas fueron muy diversas, igual

que las historias que aquí se presentan.

En esta compilación podrá encontrar textos de amor, de terror, suspenso, historias

de vida, leyendas, en fin cada uno de los autores se expresó desde su individualidad

dejando una huella que lo trascenderá.

Esperamos que la lectura que está por iniciar la disfrute tanto como nosotros lo hicimos

al escribirla.

Ixchel Aguilar Rangel.

Lic. en Telesecundaria, 1º semestre.

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Carta para ti

Autora: Amanda López Olvera

Hace algunos años me preguntaba por qué llegaste. Me sentía diferente, podía jugar

con mis muñecas sin sentirme extraña, mis padres me permitían vestir como quisiera, no

importaba el día que fuera, me sentía tranquila. Pero aquel momento en el que desperté

con un horrible dolor, quedé aterrorizada, entendí que algo había cambiado. Mamá

me dijo que esto sucedería tarde o temprano, charló conmigo sobre crecer, nunca lo

comprendí. Todos en mi familia parecían muy contentos al saber que habías llegado,

hablaban que ya era toda una mujer, como si antes de eso no lo hubiese sido. Las

mujeres de mi familia se encargaron, cada una, en decirme que debía de empezar a

comportarme como una mujer adulta, ya que con tu presencia mi vida daría un giro

rotundo.

Llegaste en un momento en el cual mi cuerpo, mis pensamientos y mi entorno estaba

cambiando por completo. Mi apariencia física era muy distinta a las de mis primas

menores y parecía que los juegos que antes me encantaban ahora eran muy aburridos

o absurdos, además que mis sentimientos se encontraban en una montaña rusa,

algunos días me sentía la persona más contenta del mundo y por la noches no me

sentía bien ni siquiera para salir de la cama. No entendía las razones por las que estaba

experimentando este proceso y sentía que todos a mi alrededor hacían como si esto

fuera inexistente.

Me disponía a cursar mi primer año en la secundaria, sería un poco complicado ya que

tendría que ir a una nueva escuela con personas distintas y sin conocer a nadie. No

era una idea que me agradara, nunca he sido buena adaptándome o haciendo amigos

nuevos.

La escuela era diferente. Mis nuevos compañeros hablaban de cosas que yo no

comprendía, los hombres de mi salón se referían de forma despectiva hacia algunas

compañeras, mientras que las mujeres aparentaban que solo se preocupaban por lucir

bien. No considero que una mujer no deba buscar lucir bien, es algo que cualquier

ser humano busca, pero el punto era que se juzgaban entre ellas, como si fuese una

competencia ser la chica más atractiva, según los ojos de los compañeros.

Creo que todos pasamos por momentos parecidos, tal vez para ellos es lo que los ayuda

a sobrepasar toda la mezcla de sentimientos que estábamos teniendo.

Los días pasaron y algo llamó mucho mi atención. Encontrándonos en la clase de

biología la maestra comenzó a explicarnos cómo era el proceso de la menstruación y

todo lo que esto traía consigo, en seguida las burlas y la cara de incomodidad por parte

de mis compañeras apareció, fue uno de los momentos en los que me di cuenta que para

todos, tenerte como tema de conversación era una situación compleja.

Algunas de mis compañeras hablaban sobre ti, era más sencillo entender códigos

secretos que la forma en la que se expresaban, parecía que si mencionaban tu

nombre una manada de militares vendrían por ellas. No solían hablar de ti, solo si era

estrictamente necesario, o si ocurría un accidente.

Una mañana de jueves en la clase de matemáticas, todo transcurría como siempre,

hasta que una compañera se puso de pie y en un segundo se escuchaba una ola de

murmullos y risas burlonas, le había llegado su menstruacion. Nadie se atrevía a decirle

nada a ella directamente hasta que la maestra se dio cuenta y le brindó ayuda. Todo el

día se escucharon comentarios de los compañeros tales como: “que era una sucia por no

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saber cuando iba a comenzar a sangrar” o que “no podían creer que no pudiese aguantar

su regla y que era completamente asqueroso y desagradable”.

Al escuchar eso quedé perpleja. Entender que ellos no saben nisiquiera que cuando una

mujer cruza por la adolescencia es muy común que su menstruación sea irregular o que

realmente no se sabe cuándo aparecerá o el comentario más ilógico que he escuchado

sobre “aguantarse”, me dejó claro que ellos para nada estaban informados y que lo unico

que sabían era que la mujer sangra cada mes. Esto me llenó de rabia, saber que para

ellos un proceso normal era algo desagradable.

Recuerdo hablar de ti frente a un chico de mi clase, quien al escuchar tu nombre quedó

paralizado, como si le hubiera dicho la lista más grande de ofensas. Yo pensaba que

era normal, así como los demás estornudan. No sabía si la que se había equivocado en

mencionarte había sido yo o él por no comprenderme.

Pasó un año y los cambios que se estaban presentando en mi cuerpo eran realmente

notorios al paso de los días. Me encontraba en clase de educación física, la maestra

nos pidió trotar por la cancha, todos nos encontrábamos en fila y de pronto escuché

a una compañera decirle a sus amigas que no podía creer que fue tan sínica. En ese

momento no lo entendí, pero terminando la clase unos compañeros comenzaron a hacer

comentarios de muy mal gusto sobre lo rápido que me estaba desarrollando. Fue uno

de los momentos más complicados, me sentí tan mal por el simple hecho de crecer. No

comprendía por qué eran tan crueles, era algo que estaba fuera de mi control.

Me preguntaba constantemente por qué para los hombres era tan importante la

manera en la que la mujer se desarrolla, sintiéndose con el derecho de juzgarla y hasta

categorizarla dentro de sus estándares que ellos consideran buenos. Creo también que

las chicas lo hacen a su manera, decidiendo quien les parece más atractivo o con quien

sí quieren tener una relación de amistad, pero, no comprendo la necesidad de querer

clasificarnos a todos y ser tan crueles.

Creo que me estoy haciendo muchas preguntas y no tengo las suficientes herramientas

para contestarlas sin embargo, he llegado a un punto.

La conclusión más rápida que obtuve fue que, aunque estés conmigo y con todas

las mujeres del mundo parece que tenemos que hacer como si fueras invisible, decir

que, aunque me provoques un fuerte dolor tengo que decirles a los demás que eres

un dolor estomacal. Debemos tener que pasar las compresas entre mis compañeras

como si fuera algo del otro mundo, decir que mi mal humor se debe únicamente a tú

llegada, aunque hayan mil cosas más que verdaderamente provocan mi disgusto. Que

si estoy sensible es porque viniste a visitarme, tener que aguantar las burlas y caras

de desagrado si menciono que estás conmigo. Y evidentemente viviré rodeada por los

constantes comentarios de los hombres que me rodean, los cuales evidentemente no

pido con la esperanza de que ellos se sientan tranquilos porque luzco bien y no estoy

actuando de forma distinta a la que las demás lo hacen.

Me niego a aceptar eso, aunque tengamos una relación distinta, sé que estás y estarás

en mi vida, no me avergüenza saber que estoy contigo, que a pesar de cómo me haces

sentir a veces estoy feliz de ser una gran mujer como todos lo mencionan, que ni mi

humor ni mis sentimientos dependen de ti, que, aunque estés conmigo tengo el mismo

valor al igual que si no estuvieras. Entiendo que no puedo educar a todas las personas

que hacen comentarios totalmente fuera de lugar y que es algo que va más allá.

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Sé que soy joven y tal vez no entienda los motivos por los cuales los demás te ignoran,

pero estoy segura que no hay nada de malo contigo, tengo la esperanza que en un

tiempo mis amigas y yo podremos hablar sobre ti sin sentir vergüenza o querer darte mil

nombres diferentes para evitar el tuyo. Estoy segura que llegará un momento en el que

no importará el día que estés, me sentiré segura de tenerte conmigo. Que no tendré la

necesidad de soportar que me llamen de cierta manera por la forma en que luzco y, que

en determinado momento las demás mujeres dejaremos de ver a la de a un lado como

una competencia sino como una compañera.

Es algo que estoy segura que sola no lo podré cambiar, pero las luchas siempre tienen

un inicio y sé que esta es una de las más importantes, se trata de mi integridad y de todas

las mujeres, por sentirte mejor por el simple hecho de ser mujer.

Me siento segura al saber que no soy la única que se preocupa por estos temas y por ti.

Alrededor del mundo existen mujeres las cuales, día a día se esfuerzan por tener algo

mejor para su futuro y para el de todas las que vienen.

Quería expresar todas las cosas por las que pasé en estos años, sé que son los primeros

que estamos juntos, pero de verdad no sé si mamá y las mujeres de mi entorno de esto

hablaban sobre todo lo que implicaba convertirse en mujer. Realmente me confunde el

saber si ellas tuvieron que pasar por todo esto y no pudieron hacer nada para modificar

mi presente. El tiempo cambia y estoy segura de que esto es bueno, no tenemos los

mismo pensamientos que hace cientos de años, es una promesa muy grande, ya que

todo el tiempo se está viendo un avance.

Estaré aquí haciendo mi mayor esfuerzo para cambiar las cosas, haré lo que esté en

mis manos para ayudarte a que tú también te sientas feliz de estar, los años pasarán y

los tiempos cambiarán. Algún día podremos estar sin preocuparnos de lo que los demás

digan.

Te espero con una mezcla de sentimientos, aquí estoy y estaré lista para dar un cambio

pequeño o grande sobre lo que piensan de ti.

Con cariño

Artemisa.

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EXAMEN

Autor: José Eduardo Ferrer Vázquez

Como estudiante de secundaria hay días en los que me distraigo pensando en cosas

sin importancia, ejemplo de ello era que últimamente mi mente se ocupaba en imaginar

exactamente en qué pensaba la persona que construyó mi escuela.

Tres grandes edificios construidos alrededor de una gran explanada y un edifico más

pequeño funcionando como fachada, edifico administrativo y único acceso al recinto.

Cada uno de los grandes edificios constaba de tres pisos y tres salones por piso. Dando

un total de nueve salones por edifico y un total de veintisiete salones.

Cada edificio en algún momento tenía un nombre, pero ahora solo eran reconocidos por

Bloque A, B y C. Al entrar a la escuela por el edifico administrativo de frente quedaba el

Bloque B, a la izquierda el A y a la derecha el C.

El primer piso de cada bloque es utilizado para laboratorios de Biología en el Bloque A,

Física en el Bloque B y Química en el Bloque C. El segundo piso del Bloque A y B está

diseñado para la toma de Talleres (Corte y confección, carpintería, electrónica, dibujo

técnico, etc.), en el segundo piso del bloque C los salones son para tomar clases de

inglés de manera más práctica. El tercer piso de cada bloque es donde se encuentran los

salones de clase. En el bloque A los de primer grado, segundo en el B y tercero en el C.

Es una gran molestia cuando tienes que ir de tu salón en el tercer piso al taller en

el segundo piso en un edificio diferente, por lo menos hay baños en cada piso de lo

contrario sería un gran problema el tener que ir al primer piso.

Siguiendo la estética estándar de escuelas en el país había rejas por todas partes.

Rejas en las escaleras, rejas en los pasillos que miran a la explanada, rejas en todas

las puertas y ventanas, sin importar que tan pequeña sea la ventana. Grandes bardas

de un tamaño superior a dos pisos rodena al recinto y para mayor seguridad una red

electrificada en lo más alto de las mismas.

Nunca he estado en una cárcel, pero sin duda mi escuela era lo más cercana a una. Una

broma común entre los alumnos era que el nombre de la escuela se omitía y solo nos

referíamos a ella como la cárcel 7.

Si no fuera por la cafetería en el edifico administrativo, la cancha de futbol y de básquet

en la parte de atrás del Bloque B cualquier atisbo de relajación desaparecía.

A pesar de lo grande de la escuela, el material de los laboratorios era escaso, los

talleres estaban descuidados, los salones de inglés tenían un montón de tecnología

“antigua” y los salones de clase poseían el mobiliario mínimo: pupitres de medio uso con

desperfectos por todos lados, un pizarrón blanco con manchas que probablemente ni

siquiera el limpiador mas fuerte en el mercado quitaría, un escritorio tambaleante y una

silla para el profesor que probablemente termine cayendo.

La escuela prometida en campañas electorales se quedó en eso, promesas. El

mantenimiento y reparación de las grietas era realizado por la “cooperación voluntaria”

recaudada en cada reinscripción y el trabajo de los padres de familia en cada jornada de

limpieza iniciada por la escuela.

El ambiente creado por los edificios cuadrados, pintados de gris, con una gran cantidad

de rejas y la posibilidad de equipar con cámaras de vigilancia no era exactamente uno

propicio para aprender.

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Lo único bueno de esta escuela eran los profesores, no todos eran exactamente grandes

maestros que fomentaban la enseñanza, pero por lo menos los malos maestros eran la

excepción y no la regla.

Entre ambos grupos se encontraba un maestro en particular no era el mas inteligente,

pero sin duda sabia como hacer que las cosas fueran fáciles de aprender y quedarse

en tu cabeza por mucho más tiempo que otros profesores con mejores calificaciones

y mayor preparación. Era lamentable que parecía tener poca o nula motivación para

enseñar. Solo realizaba lo mínimo necesario pautado en su programa.

—Para terminar la clase tengo buenas y malas noticias — dijo el maestro de cabello

negro prolijamente peinado asía atrás, lentes cuadrados sin verdadera utilidad más que

lucir mayor y más sabio, un traje negro liso, corbata a juego con su camisa blanca y de

zapatos negros limpios y relucientes.

Todos incluyéndome realizamos una protesta bastante vocal ante la perspectiva de un

obstáculo en nuestro periodo vacacional.

—Tranquilos, aun no digo de que se trata y ya están perdiendo la cabeza.

El profesor, Adán, sonrió triunfante como si todo ya hubiera sido predicho por el.

—Sé que quieren unas vacaciones sin tarea y el resto de sus maestros ya ha dicho que

no les dejarán nada, pero yo soy diferente — con un plumón negro escribió opción 1 y

con plumón azul opción 2 —. Para que vean que soy bueno les dejo escoger su veneno

— señaló la opción 1 —. Pueden escoger entre realizar una investigación exhaustiva

de mínimo 10 cuartillas con portada y bibliografía o — señalo la opción 2 — un simple

y rápido examen de opción múltiple. Ambas opciones tienen el mismo valor para su

calificación final.

De inmediato se formaron dos bandos aquellos que preferían realizar un trabajo a jugarse

su calificación en un examen para el que no se sentían preparados y por otra parte los

preferían una mala calificación a pasar dos semanas preocupados por un trabajo que

puede salir mal.

—¿Cuál es la buena noticia? — alguien entre el mar de gritos parecía recordar que aún

había una cosa buena.

—Ese es el truco — el profesor sacó de entre sus cosas un juego de copias que no se

veía demasiado grueso —. Este es el material resumido de todo lo que hemos visto hasta

el momento. Solo tendrán que leerlo para que puedan pasar con 10.

Lo siguiente fue un ir y venir de negociaciones entre los dos grupos y el profesor.

Finalmente se acordó que se aplicara un examen el último viernes antes de las

vacaciones.

Con una semana para el examen, con el material resumido y con el tiempo de su clase

para estudiar se podría decir que todos teníamos una alta posibilidad de aprobarlo con

alta calificación. Solo que aquí es cuando pasa lo que a menudo puede considerase el

comportamiento normal de un estudiante.

Estaba el grupo de los estudiosos, que como era de esperar ya estaban listos para

aprobar con la máxima calificación, pero aun así seguían repasando sus juegos de

copias.

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Luego estaban los “esto ya valió” personas que ya se habían rendido tras un poco de

esfuerzo y no notar ningún progreso por lo que pasan su tiempo corriendo y gritando en

el salón de clases.

Finalmente estaban las personas desidiosas o que les gusta postergar las cosas. En este

grupo en particular se encontraba el 80% de las personas en el salón.

En lo que a mí concierne no era exactamente un buen estudiante sin embargo, me

encontraba por encima del promedio en cuanto a calificaciones así que tampoco estaba

tan preocupado y consideraba las copias más como un medio para dar un repaso rápido

y memorizar las cosas que podían ser más difíciles para mí.

Como un desidioso me encontraba, siempre con el objetivo de leer las copias, pero

siempre aparecía la falta de motivación o surgía una actividad de poca relevancia que

utilizaba como excusa únicamente para evitar leer las copias.

Así pasaron los días y el jueves por la tarde como buen desidioso me puse a leer y releer

las copias, intentando memorizar lo más difícil y esperando que el examen de opción

múltiple fuera tan sencillo que no necesitara poner mucho de mi parte para acreditarlo.

Viernes

Las clases pasaron una tras otra con pláticas amenas con los profesores acerca de los

planes que tenía cada uno sobre lo que harían durante el periodo vacacional por semana

santa.

Para el final del día todos ya estaban ansiosos por iniciar su descanso, libres de cualquier

preocupación surgida de los deberes escolares. Lamentablemente todos sabíamos que

antes de disfrutar tendríamos que enfrentar un examen.

Los más tranquilos eran los más estudiosos y los que se habían rendido antes de

siquiera comenzar, mientras que los desidiosos estábamos llenos de malestar de todo

tipo, esperando el examen. Algunos se lamentaban su poco compromiso con el estudio,

otros maldecían el hecho de tener mil y una cosas extra que hacer en las tardes, también

estaban los que se quejaban del poco tiempo y la “gran” cantidad de copias (solo eran

10 por ambos lados) por leer.

—Buenos días.

Entrando al salón con su traje negro habitual el maestro Adán sonreía como niño con

juguete nuevo.

Había un rumor sobre que tenía cientos de juegos de ropa similares o que nunca se

cambiaba. Yo espero que fuera lo primero de lo contrario sería realmente asqueroso

pensar que lo segundo fuera la realidad.

—Espero que todos hayan hecho por lo menos el mínimo esfuerzo de darle una leída al

material y que nadie traiga un “formulario”.

Por supuesto, nadie dijo nada sobre que la mayoría solo lo había leído un día antes o que

algunos ya tenían sus acordeones listos para la prueba de fuego.

17


Cinco minutos de preparación después todos teníamos nuestros exámenes boca abajo

esperando la señal del profesor para comenzar.

—Empiecen

Como si de una caricatura se tratara el sonido de papel arrugándose llenó el salón de

clases acompañado por el ruido de los lápices y las plumas chocando rítmicamente

contra las mesas de madera de los pupitres.

Yo era el único que no movía como poseído mi lápiz.

— ¡¿Qué es esto?! — Me mostraba tranquilo por el exterior, pero interiormente estaba

en agonía.

Las cosas en mi hoja de examen claramente no tenían nada que ver con lo que estaba

en las copias.

Sin perder el tiempo levante mi mano.

—¿Qué pasa? —pregunto el maestro desconcertado porque la primera pregunta

surgiera tan pronto

—Mi examen está mal

El profesor tomo mi examen leyéndolo por unos segundos.

—No veo ningún problema en el — dijo desconcertado por mi desacuerdo —. Pero para

que no que no haya problema te lo cambio por otro.

—Gracias.

Estaba desconcertado por lo que había dicho de no haber ningún problema, pero

esperaba que con un cambio de examen todo fuera mas fácil. Tal vez era solo la

redacción de las preguntas.

Al tomar mi nuevo examen me sorprendí porque no había ninguna oración solo problemas

matemáticos y la opción múltiple por ningún lugar.

Tomo una respiración profunda tratando de clamarme.

—Claramente hay algo mal en todo esto — pensé alarmado por la clara inconsistencia

en los exámenes.

Sin querer causar más revuelo decide evaluar mi situación comparándola con el resto de

mis compañeros que tan animosamente movían sus instrumentos de escritura.

Con la mayor discreción posible mire a los exámenes de mis compañeros. A mi izquierda

se encuentra uno de los mejores estudiantes de la escuela resolviendo sin problema

lo que claramente era un problema de física. A la derecha estaba mi mejor amigo

respondiendo un examen de historia de opción múltiple. Mi compañero delante mío, con

el cual tenía poco contacto, borraba y escribía un montón de fórmulas químicas.

—Okey esto es peor de lo que alguna vez pensaba.

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Sin duda la situación había paso la línea de lo extraño y entro en un reino desconocido

irreal y misterioso.

—Obviamente esta es la materia de… — lo pensé por varios segundos sin llegar a una

respuesta —. Bien esto claramente está muy mal es imposible el olvidar el nombre de

una materia o lo que hemos visto en la misma desde agosto.

Calmando mi ansiedad mire a mi alrededor en búsqueda de pistas de lo que pasaba.

Mis compañeros agachados en sus pupitres vistiendo el clásico uniforme de suéter y

pantalón de vestir para los chicos y las chicas con una falda larga de cuadros y un suéter.

—Eso es normal, solo el ¡maldito color! No es parejo ni de broma.

Por donde viera los colores eran diferentes, grises, amarillos, naranjas, verdes y lo

que claramente estaba sacado de una pintura expresionista teñía las ropas de mis

compañeros que hasta no hace mucho eran de un uniforme…

—O envejecí muy rápido en los últimos minutos hasta el punto de desarrollar algún

trastorno de la memoria o esto es…

*TIC**TAC*

Mis pensamientos fueron interrumpidos por el sonido claro y profundo de las manecillas

del reloj en la parte alta del pizarrón.

—Eso no estaba allí antes.

Sabía que en algún momento los salones habían tenido un reloj de manecillas, pero

había sido retirado por petición de alumnos alegando que no era agradable tener un reloj

en un salón durante los exámenes.

*TIC**TAC*

No lo entendí en su momento cuando me lo dijeron, pero ahora entendía por completo a

esos alumnos mayores. El sonido no era fuerte y casi se podía ignorar.

*TIC**TAC*

Pero su constante y rítmico sonido destacaba sobre la cacofonía de el lápiz chocando

contra madera y las hojas moviéndose una tras otra. Era molesto, no solo molesto era

irritante y constantemente recordaba el paso del tiempo.

*TIC**TAC*

—Sueño estúpido — murmuré molesto.

Era claro que esto se trataba de un extraño sueño causado por los nervios del examen.

*TIC**TAC*

—Yo me voy de aquí.

Sin siquiera tomar mis cosas me dirigí a la entrada del salón de clases.

19


—¿A dónde vas? — pregunto el “maestro”

No respondí su pregunta o a los comentarios de mis compañeros, estaba completamente

seguro de que todo lo que me rodeaba no era más que la creación de mi nerviosismo

por el examen.

Pasando por el umbral de la puerta lo que me esperaba del otro lado fue.

—Todos prepárense para el examen.

A escasos centímetros se encontraba el maestro en su característico traje.

—Señor ¡”!$”$!# me alegra ver que estas listo para el examen.

No pude escuchar mi propio nombre

—Lo siento profe pero tengo algo importante que hacer así que me voy

Di un paso atrás sin perder de vista la mirada de asombro del maestro

—Tonto

Fue por un fugaz momento, pero había visto que sonreía de tal forma que su rostro se

distorsionaba de manera espeluznante.

Desperté sobresaltado en mi cama cubierto por una capa de sudor frio.

—Estúpido sueño.

—Tu eres el estúpido — dijo una voz profunda y distorsionada

Gire rápidamente mi cabeza y ahí estaba mi profesor con su traje negro.

—Ponerse de pie en medio del examen y decir que soy un estúpido no es muy brillante

de su parte.

Mire a mi alrededor estupefacto por estar rodeado de mis compañeros de clase vestidos

en ropas “normales” con suéteres de un color azul oscuro y píntalos de grises para

chicos y faldas grises para las chicas.

—Yo lo siento tuve un mal sueño.

El profesor pareció herido por un momento — Que triste que parezca que mi examen

esta fácil que incluso causa sueño — sonriendo con malicia dijo —. Entonces que tal si

subimos de nivel.

Repentinamente el suelo bajo mis pies colapso

—¡¡¡MALDICIOOOOOONNNNNNN!!!

Grite un atropello a todo volumen por la repentina desaparición de terreno solido

—No deberías gritar en clase.

20


Sin darme tiempo para ajustarme a la situación un hombre regordete, con un peculiar

bigote y una cabeza con un claro caso de calvicie mal disfrazado miro con desprecio

directamente a mis ojos.

—Yo… yo

Mis palabras no salían por más que lo intentara, el cambio constante de escenario era

demasiado para ajustarme a la nueva situación.

—Si terminaste de hacer un tonto de ti mismo te sugiero que tomes asiento y preste

atención a las clases.

Sin poder decir nada, tome asiento. Mire a mis compañeros susurrando entre si por mi

arrebato anterior.

—Mal sueño — dijo lo más callado que podía mi mejor amigo

—No lo creerías — respondí aun alterado por toda la experiencia

—Inténtalo

—Yo estaba…

Antes de poder decir más el sonido fuerte y salvador de la campana de la escuela

termino con todo.

—Bien jóvenes espero que disfruten sus vacaciones — el hombre regordete fue más

rápido que cualquiera en abandonar el aula

—Vámonos

Saliendo del salón al lado de mi mejor amigo disfrute por un momento los cálidos rayos

del sol que caen en la explanada de la escuela.

Caminando rodeado por los demás estudiantes podía tranquilizarme, aun no entendía

como es que me quede dormido durante clases. Había maestros aburridos que

provocaban sueño y me había tocado ver a algunos de mis compañeros perder la batalla

contra la somnolencia causada por sus clases, pero jamás había esperado que yo

también caería en la misma situación.

—Que bueno que ya terminó.

—¡Cuidado!

Repentinamente sentí como era jalado asía atrás.

—¡¿Qué?! — dije sorprendido.

El jalón fue tan fuerte que perdí por completo el equilibrio cayendo asía atrás y golpeado

con bastante fuerza el suelo.

Me queje fuertemente por el golpe.

Sin poder recuperarme del golpe en mi espalda y cabeza fui sujetado por varios de mis

compañeros de clase.

21


—Que pasa contigo

—Estás loco

—Como se te ocurre hacer algo así

—¿Qué pasa?

—¿Qué pasa dices? — de entre las personas una mujer joven camino hasta estar

delante de mí, su mirada era una combinación entre contrariada y preocupada —. De

repente te pusiste de pie y caminaste hasta la barandilla, te subiste ahí y si no fuera por

tu amigo en este momento serias una mancha en el suelo.

Me sorprendí por las palabras de la mujer, después de todo jamás atentaría contra mi

propia vida de ninguna forma.

Mire al barandal que evita que los alumnos caminaran al vacío cada vez que salían de

los salones de clase.

—¿Y los barrotes? — pregunte sin darme cuenta.

—Tonto

Los rostros de mis compañeros comenzaron a disolverse, cayendo como agua cualquier

rasgo facial dejando únicamente una capa de piel sin forma de diferenciar entre sí.

Los seres sin rostro se amontonaron uno sobre otro sobre mi cuerpo cortando cualquier

posibilidad de escape y con ello mi fuente de oxígeno.

Mi conciencia comenzó a oscurecerse hasta que todo lo que me rodeaba era la oscuridad.

—Buenos días.

Abrí mis ojos siendo recibido por la imagen del maestro Adán y mis compañeros

preparándose para el examen.

—Esto ya no es divertido — es lo único que podía pensar al encontrarme con una

situación tan extraña.

No soy un genio o un tonto, pero por experiencia propia sabia que los sustos fuertes, las

caídas o el dolor fácilmente podían hacer que saliera de mi sueño sin importar que tan

profundo fuera. En los últimos minutos había pasado por caer, golpear mi espalda contra

el suelo y ver una imagen que me perseguirá por el resto de mi vida y nada de eso me ha

llevado de nuevo a mi cama, donde estoy seguro que aún me encuentro.

— Espero que todos hayan hecho por lo menos el mínimo esfuerzo de darle una leída al

material y que nadie traiga un “formulario”. Después de todo sus vacaciones dependen

de que pasen este examen

Sentía como mis manos se movían sin control, mi respiración era demasiado errática,

mis pies no querían moverse y aun podía sentir el dolor de ser azotado contra el suelo.

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Permanecí congelado en mi lugar esperando que algo aún más loco de lo que ya había

vivido saltara de cualquier lugar. Al no ver ningún cambio en lo que me rodeaba pude

suspirar tranquilo.

Alguien más ya habría gritado o comenzado a realizar una cantidad de cosas locas para

despertarse, pero soy una persona cuidadosa y un poco cobarde por lo que después de

una experiencia tan desagradable cualquier idea de saltar de un balcón, golpearme o si

quiera salir del salón estaba bastante atrás en mi lista de cosas a intentar para salir de lo

que podría ser un sueño extremadamente pesado

—Empiecen

Una vez mas el sonido de lápices y plumas golpeado la madera y el de las hojas

moviéndose me rodeo.

—Todo esto es tu culpa

Si no fuera por este examen yo no estaría experimentado el peor, y por mucho, sueño de

mi vida. Estoy seguro de que todo este se debe al estrés por sacar una buena nota, la

ansiedad por no saber que tan difícil es el examen, el miedo a fallar, el arrepentimiento

de no haber estudiado antes y la incomodidad surgida por el constante recordatorio de

lo inevitable del examen.

Me molestaba mucho que este simple pedazo de papel tuviera tanto peso sobre mí.

Como deseo romperlo, arrojarlo, maldecirlo y quemarlo mientras me rio de victorioso.

No entiendo porque los profesores realizan este tipo de cosas que no es muy diferente

de la tortura prolongada. Después de todo varios de ellos ya habían admitido que no

demostraban si realmente habíamos comprendido un tema o no.

A pesar de todo mi malestar no sabia si romperlo o cualquier otra acción en su contra

me traería algún nuevo y extraño viaje a lo desagradable. Así que con todo mi malestar

y odio decidí no hacer nada en su contra.

—Eres el ultimo

Salte de mi asiento al sentir una mano colocarse repentinamente en mi hombro y una voz

provenir demasiado cerca como para sentirme cómodo

—Tranquilo

Demasiado cerca como para sentirme cómodo, mi maestro estaba ahí sonriendo como

si nada hubiera pasado.

—Lo siento — me disculpe por mi repentina acción, más por habito que por realmente

sentirlo —. Solo me tomo por sorpresa.

—Deberías apresúrate a contestar, no quieres pasar tus vacaciones en este lugar.

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Asintiendo con la cabeza volví a tomar asiento, percatándome que era verdaderamente

el ultimo en el salón, solo siendo acompañado por el sonido del reloj y la presencia del

profesor.

*TIC**TAC*

Con poca motivación mire el examen de una materia que había cursado el año pasado,

Física.

—Genial una cosa que no recuerdo

Con lo poco que recordaba respondí lo más sencillo.

*TIC**TAC*

Como para incrementar mi malestar el reloj no parecía moverse, pero su sonido era

constante, permaneciendo siempre faltando cinco minutos para el final de la clase.

Con mas de medio examen en blanco y con casi ninguna motivación entregue mi examen

—Bueno parece que tendrás que repetirlo — dijo el profesor tras ver el examen por solo

un momento

—¿Qué?

Mi mirada se oscureció por un par de segundos

—Empiecen

Nuevamente había regresado a mi asiento mirando a mis compañeros resolviendo sus

exámenes

—Esto es…

Mire a mi alrededor, desde el mas listo al menos hábil estaban encorvados sobre sus

exámenes, sin apartar la vista y sin despegar sus lápices o plumas.

—Eres el ultimo, deberías apresurarte — susurro el maestro en mi odio

Quería voltear y alejar su mano mi hombro, sin embargo, no podía mover mi cuerpo.

El “nuevo” examen ahora era un cuestionario de Historia

Estrujando mi cerebro respondí pregunta tras pregunta, bien o mal no me importaba

tanto solo quería terminar y que “eso” apartara su mano de mi hombro.

—Que mal tendrás que hacerlo de nuevo

—Empiecen

—Esto es una locura — pensé alarmado por lo que esto podría significar

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—Eres el ultimo

—De nuevo

—Empiecen

—De nuevo

—Empiecen

—De nuevo

—Empiecen

Cuantas veces había pasado por este ciclo.

Cientos, tal vez miles de veces. No podía saberlo con certeza en algún punto había

dejado de contar. Estaba seguro que había pasado decenas de veces cada una de las

materias que había tenido desde la primaria.

Hubo momentos en los que tuve todas las respuestas correctas a pesar de que siempre

cambiaran. A veces las preguntas eran simples otras eran muy difíciles, el formato

pasaba de respuestas abiertas o de opción múltiple. Todo gracias a una combinación de

suerte o de arduo estudio.

Nunca hubo un examen igual.

Hubo momentos donde decidí no responder, pero el reloj nuca llego a la hora límite

por lo que permaneció por lo que podrían ser días en el salón de clases. El “profesor”

parecía poco importarle que me pusiera de pie y caminara por el salón, sacara mis libros

o incluso gritara.

El poder sacar mis libros era una ventaja, en especial por que parecía que cualquier libro

que quisiera podía ser retirado de la mochila, sin embargo, no podía consultar ningún

libro que tuviera relación con el examen que estaba haciendo en el momento.

El tiempo que llevaba aquí era el periodo mas largo de tiempo que había pasado

estudiando cualquier cosa.

El salir del salón no era una opción lo había intentado un par de veces y siempre

terminaba con cosas horrorosas o dolorosas ocurriendo una detrás de otra para terminar

siempre en el salón de clases. Así que había dejado de intentarlo.

—Espero que todos hayan hecho por lo menos el mínimo esfuerzo de darle una leída al

material y que nadie traiga un “formulario”.

Nuevamente estaba en el inicio de todo.

—Esto ya no tiene ningún sentido.

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—Que pasa amigo acaso no leíste las copias.

Esta conversación ya la había tenido cientos de veces, siempre con el mismo resultado,

el prestándome sus copias para una lectura de ultimo segundo, solo para que el examen

se una materia completamente diferente.

—Empiecen

Mire mi nuevo examen, cuyo contenido estaba seguro de que un estudiante de secundaria

no tendría que saber, con un primer vistazo sabia la mitad de las respuestas, mientras

que el resto me eran desconocidas.

Levante la mano — Profesor mi examen está mal — por experiencia sabia que cambiar

el primer examen me traería uno mas sencillo, pero un tercero sería mucho más difícil y

a partir de ahí solo se harían más y más difíciles

El profesor cambio sin ninguna queja mi examen dejando una vez más uno más sencillo.

—Esto no venia en las copias — murmure frustrado

—¿Qué dijiste? — pregunto el profesor.

—Esto no venía en las copias — dije molesto por todo lo que había pasado hasta el

momento

—Déjame ver tus copias — pidió

Rebuscando entre mis cosas encontré el juego de copias maltratado, con sumo cuidado

entregué las cosas al profesor que las leyó por varios segundos.

—Ah, parece que tienes malas suerte — el profesor suspiro mientras me regresaba el

juego de copias —. Parece que te di el juego equivocado, por lo que tienes la opción de

hacer el examen o el trabajo.

Me quede congelado por un momento mientras pensaba en lo que acaba de decir el

profesor.

—El trabajo — dije sin pensar mucho.

—Entonces espera afuera del salón en lo que terminan tus compañeros.

Quería apelar a la decisión de salir del salón, pero su sonrisa de niño en juguetería

estaba ahí una vez más.

Con reticencia camine lo mas lento posible a la entrada del salón.

—Sabes no somos monstruos

Sin que pudiera reaccionar fui empuja a través de la puerta del salón.

—¡Despierta amigo!

Fui sacudido por mi mejor amigo que me miraba con preocupación.

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—¿Qué pasa? — pregunte

—Te desmayaste después de que el profesor entrara al salón.

Hasta ese momento me había dado cuenta que estaba en el suelo siendo sostenido por

mi mejor amigo.

—Supongo que este no es el mejor momento de un examen — dijo el profesor con una

mirada de preocupación.

El profesor no estaba lejos, junto a la enfermera de la escuela que parecía acababa de

llegar.

—Es mejor que no te levantes tan rápido chico — dijo la enfermera que comenzó a

revisarme

—Bueno chicos supongo que tendremos que posponer el examen hasta después de

vacaciones, no quiero que otro de ustedes se desplome y me metan en problemas —dijo

el maestro intentando aligerar el ambiente

Con ayuda de mi mejor amigo fui llevado a la enfermería donde permanecí hasta el final

de las clases

—Supongo que realmente fue un sueño terrible — dijo mi mejor amigo, después de que

le contara mi muy larga experiencia.

—Ni que lo digas — dije recostado en una de las camas de la pequeña enfermería.

—Aunque si lo ves por el lado amable ahora tienes más tiempo para estudiar

—jajaja — hice una risa muy burda y sobre actuada —. Mejor ve por nuestras cosas que

quiero irme lo más rápido que pueda de este lugar

Esperando en la enfermería mire por una de las ventanas que daban a la explanada, las

cortinas blancas entraban y salían sin ningún impedimento guiadas por el aire de la tarde.

Los demás alumnos ya salían corriendo de sus salones ansiosos por las vacaciones.

Lo que había pasado era demasiado desagradable como para describirlo en palabras,

si tuviera una forma de nunca mas regresar a esta escuela, puedes estar seguro que

lo haría, pero no había otra escuela cerca y mis padres no tenían mucho dinero como

para cambiarme a una privada así que tendría que vivir con lo horrible de la experiencia

deseando jamás volver a pasar por ella.

Pocos minutos después mi mejor amigo llego cargando nuestras mochilas y con una

gran sonrisa en su rostro.

—¿Por qué tan contento? — le pregunte

—Sabes el profe reviso las copias que nos dio la semana pasada y parece que se

equivoco de juego, por lo que aun si no te hubieras desmayado el examen se hubiera

aplazado.

Yo miro a mi amigo asombrado y asustado al mismo tiempo. Para él podía parecer

que no había ningún problema, pero yo que había pasado por una experiencia que no

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le desearía ni a mi peor enemigo solo podía hacer una cosa. Tomé mi mochila de sus

manos y salí lo más rápido que pude de la escuela.

Sin que pudiera salir ahí en la entrada ya se encontraba el maestro Adán despidiéndose

de los estudiantes.

Mi cuerpo se detuvo en seco en el momento que el cruzo su mirada con la mía.

Sus movimientos fueron lentos, casi como si fueran en cámara lenta. Se acerco hasta

estar a mi lado y con aquella voz que nunca olvidaría dijo —Espero que estudies estas

dos semanas después de todo no quieres estar angustiado por nada de nuevo ¿cierto?

Volteé rápidamente mi rostro en su dirección y ahí estaba el sonriendo, no de mala o

buena manera solo sonreí.

Salí lo más rápido que pude de la escuela jurando que nunca jamás dejaría nada para el

último momento de nuevo.

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Un sueño de leyenda

Autora: Nelsy Peralta Vázquez

Me han hecho sentir que es lo último a lo que puede llegar mi vida. Todos los días me

levanto y al abrir los ojos logro ver el amanecer desde mi hamaca, acompañado del

canto de los gallos, grillos y las aves sobre las ramas de los grandes árboles verdes que

rodean mi casa.

Mi madre nació con el gran talento de darle un toque especial a todo lo que prepara con

sus preciadas manos, ella me espera en la cocina muy contenta. En la mesa hay 3 tazas

con café de olla que se cosecha en las siembras, la tercera taza es para mi padre un

hombre que toda su vida se ha dedicado a trabajar en el campo y a pasar la mayor parte

de su tiempo rodeado de la fauna y flora que nace en estas tierras.

Tengo 17 años me siento joven y grande al mismo tiempo. Lo puedo todo y podría

cambiar al mundo con tan solo resolver un problema matemático en la escuela o de

poder llegar a la cima de los árboles por una naranja. En mi corta y a la vez larga edad

me he dedicado a estudiar, actualmente curso la preparatoria ubicada en una ciudad

cercana llamada Poza Rica de Hidalgo; soy un alumno foráneo y en vacaciones me

dedico ayudarles a mis padres con la siembra, cosechas de plantas o crianza de

animales comestibles y algunos otros que no lo son tanto.

Mi abuelo, que en paz descanse hablaba lengua totonaca y vestía un traje blanco

con un pañuelo que desde su cuello caía hacia su espalda. Él pasó los últimos días de

su vida contándonos historias de terror. Mis primos y yo, los domingos por la noche, nos

reuníamos en el jardín de mi mamá, prendíamos una fogata y sacábamos a mi abuelo en

su silla de ruedas, ansiosos por escuchar sus historias. Él nos decía:

-Tanta tawila- (que en español es siéntense nietos) y empezaba a narrar.

Hoy es viernes 15 de octubre del año 1999. Me he despertado con el pensamiento

de mi abuelo, dando vueltas y vueltas en mi cabeza la última historia que nos contó aquel

domingo antes de fallecer.

Faltan un par de horas para medio día, es extraño, esta mañana me sentía más libre

que de costumbre. Salí a correr acompañado de mi compañero de vida, mi gran coyote

un animal de raza salvaje que fue domesticado por mi abuelo. Corrimos hasta llegar a

un cerro con una gran vista hacia la comunidad en la cual vivo. Cerré los ojos por unos

minutos, desperté a causa de los aullidos de los coyotes salvajes, me acompañaba la

hermosa menguante. Me levanté del suelo y un poco atemorizado de no saber la hora

caminamos guiados por la poca luz de la luna. A pesar de los cantos de los grillos y el

brillo de las luciérnagas, la noche no dejaba de ser tenebrosa, caminamos por varias

horas, estábamos perdidos por lo que me recargué para pensar sobre el sagrado árbol

de la ceiba, en el cual se encontraba un tecolote de gran tamaño, cansado de tanto

caminar y de forma burlesca le dije:

-Tecolote, ¿acaso no me tienes miedo?, yo podría arrebatarte la vida, tu sabes que mis

parientes piensan que tú eres un ave de mala suerte que atraes a la muerte-

Un poco lleno de locura lleno de gracia le repetía con frecuencia contándole mis

desgracias.

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Al distraerme por el cansancio, con un gran susto y con el corazón casi en la mano,

una luz muy resplandeciente salió de las ramas del enorme árbol, y el tecolote habló

moviendo sus alas.

- Soy un ave nocturna, yo me encuentro en la que es mi casa. El temeroso por su

vida deberías ser tú al estar a estas horas de la noche en el gran monte-

Le dije con gran valentía yo no le temo a nada, inclusive no le temo a la muerte ¿es cierto

que tienes tratos con la muerte? El tecolote moviendo sus grandes alas y mirándome con

sus grandes ojos me contesto.

- Todo ser humano le teme a la muerte, la muerte se encuentra todos los días

trabajando y visitando a los desdichados o dichosos a los que ya se les ha llegado

el día de su muerte, no vayas a sorprenderte si la ves andando por los cerros.

De forma burlesca le dije que yo no creía en la muerte, que las personas solo dejamos

de existir, que no existe algún espíritu o dichosa muerte. El tecolote muy enojado por mi

actitud, bajó sus alas en forma de indignación y exclamó:

- ¡Sube a mis alas¡, te voy a enseñar cómo se escucha el camino hacia la muerte,

pero con la condición de que no debes abrir los ojos. Corta la rama de un árbol para

cubrirlos y sube a mis alas -

Yo de forma burlesca le dije:

- No seas ridículo tecolote, JA JA JA. Tu no soportarías mi peso eres demasiado

pequeño para llevarme a dar un paseo en tus alas-.

El tecolote insistió de nuevo en cubrirme los ojos, y subir a sus alas. Él prometía que me

llevaría a visitar a mi abuelo, que escucharía al menos una vez más aquellas historias

que en mi niñez me hicieron muy feliz; después de un rato me convenció de subir a esas

pequeñas alas. Pensé que era lo más absurdo que podía haber hecho en mi corta vida,

pero al cubrirme los ojos ya no pude sentir noción del lugar en donde me encontraba.

Logré sentir el aire en mis pies y unas suaves plumas muy impresionado por lo que

sentía, gritaba de manera escandalosa

-tecolote ¿a dónde me llevas? -

A lo que él solo contestó no vayas abrir los ojos por ninguna razón. Te llevaré a que

escuches los grandes caminos de la muerte. En ese lugar encontrarás a tu abuelo.

Lo único que logré percibir fue el vuelo en zig zag por los grandes vientos y con mi mano

cuidadosamente empecé a sentir algunas plumas que se movían por la fuerza del viento.

De repente, empecé a sentir mucho frio. No podía sentir el aire, era como si el

tecolote dejara de volar. Empecé a escuchar los horrorosos ecos, discusiones entre

personas, lamentos de aquellos enfermos, respiraciones agitadas, muchos bebés

llorando y sonido de algunos animales. Me dí cuenta de que realmente estábamos en el

camino de la muerte. Conforme pasó el tiempo los sonidos eran diferentes, yo podía jurar

que estaba en los mismos infiernos.

El tecolote cantaba y cantaba, era como si pudiera comunicarse con aquellas

almas. Sin embargo, yo no podía percibir más que el sonido. No pude contenerme más,

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me invadía la intriga y, abrí los ojos. Fue como pude percatarme de que realmente era

terrorífico el paisaje sobre el que el tecolote y yo volábamos. El tecolote, al darse cuenta

de mi desobediencia y la inquietud que había tomado poder sobre mí, dejó de volar en

las alturas y empezamos a caer sobre calles compuestas por piedras y arenas blancas.

Primero a lo lejos y cada vez más cerca, logré observar las almas encaminadas hacia

un destino desconocido. Al caer al suelo, comprendí que aquellas almas mandaban

mensajes al exterior, al mundo humano a través del tecolote.

Estaba muy asustado, me daba terror no poder salir de ahí, así que corrí y corrí. En

mis brazos llevaba cargando al pequeño tecolote quien había perdido su encanto cuando

rompí las reglas. Me escondí dentro de una casa abandonada y le pregunté cómo podía

regresar a la tierra, al mundo de los vivos, no respondió. Al levantar la mirada a lo lejos

ví a mi abuelo caminando, realmente se veía muy feliz en su nueva forma de vivir en

aquello que algunos llaman la siguiente vida después de nacer. Quise correr hacia él

para abrazarlo cuando de repente empecé a caer de manera repentina en un gran vacío

y sentía que mi cuerpo se sacudía. ¿Han escuchado hablar de la “Sacudida hípnica?

Aquella sensación que al quedarte dormido sientes que caes al vacío. Precisamente así

me sentía yo.

Al despertar, el sol seguía en la misma dirección. Junto con mi mascota corrí hacia la

casa de mis abuelos, para contarles que ya sabía la razón por la que los tecolotes por

las noches salen de sus árboles a cantar sobre las casas.

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Mi primer Amor

Autor: Omar Arellano Martínez

Mi nombre es Arturo y es mi primer año en preparatoria es una nueva etapa, nuevas

personas, nuevos amigos y la oportunidad de conocer a alguien para amar, pero… este

no es el caso, ya que he estado enamorado de la misma persona desde que tenía 9

años.

La vi por primera vez mudándose a un lado de mi casa. No podía quitarle la mirada era

como divisar a un pequeño ángel, estaba completamente impactado y ella notó que la

estaba mirando.

Se me acercó y mi corazón empezó a latir muy rápido. Me dijo: -hola me llamo Ana desde

hoy viviré a un lado de tu casa, seamos amigos- y yo le dije sí y me quedé callado. No

podía creer que una niña tan hermosa quisiera ser mi amiga y desde ese momento Ana

y yo fuimos los mejores amigos.

Cuando salía de la escuela iba corriendo a mi casa para poder jugar con Ana a veces

ella me visitaba o yo a ella. Me sentía el niño más feliz de mundo, pero esa felicidad

solo duró un año debido al trabajo de sus padres tenían que mudarse muy a menudo.

Recuerdo perfectamente el día de nuestra despedida jugamos todo el día deseando que

el tiempo se detuviera, pero en la noche se fueron.

A Ana nunca le gustó decir adiós. Para ella, mencionar esa palabra era como jamás

volverse a ver, en su lugar me dijo -hasta luego Arturo- y yo le respondí -hasta luego

Ana-.

Después de que ella se marchó cada día estuve pensado en ella. Cuando entré a

secundaria ninguna chica llamó mi atención incluso acabé rechazando a algunas que

querían ser mis novias yo a la que quería era a Ana. En la secundaria únicamente era

bueno con las calificaciones ya que no era muy deportista y no tenía muchos amigos.

Cuando me inscribí a la preparatoria tampoco fue muy emocionante pues desde que

Ana se fue mi mundo se volvió gris. Sin embargo, cuando iba camino a mi primer día

de escuela vi a lo lejos a Ana y mi corazón empezó a latir muy fuerte. Estaba tan feliz

porque vi que tenía el mismo uniforme que yo. Pero de pronto a lo lejos vi que otro chico

la alcanzaba y la tomaba de la mano. Ver esa escena me rompió el corazón, después de

cinco años de no verla y cuando al fin la volví a encontrar resultó que tenía novio.

Al parecer el destino no quería que estuviéramos juntos. Esperé a que ellos se

adelantaran, -apenas está iniciando mi día y ya comenzó mal- pensé. Aunque después

de todo, me puse feliz de volver a ver a Ana. Me gustaría mucho poder hablar con ella,

aunque creo que ya se olvidó de mí, no tiene caso, mis pensamientos daban vueltas

en mi cabeza, entré al salón de clases, tomé asiento en la parte de atrás y justo en eso

el profesor dice -bueno al parecer son todos voy a cerrar la puerta-. Para mi sorpresa,

en ese momento entra Ana diciendo -espere falto yo, disculpe es que no encontraba

el salón- el maestro la dejo entrar diciéndole que por ser la primera vez le permitiría el

acceso.

Casi todos los lugares estaban ocupados excepto uno frente a mí cuando lo vio se fue

hacia el. Como yo tenía una sudadera me tapé con el gorro. Preguntó que si el lugar

estaba ocupado y le respondí que sí. Se sentó. No lo podía creer, que el amor de mi

vida estuviera frente a mí y que no tuviera el valor de hablarle. Durante la toda la clase

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me la pasé viendo su cabello, admirando su agradable aroma y recordando los buenos

momentos que pasamos. Cuando llegó la hora del receso decidí que le iba hablar, pero

en la puerta ya la estaba esperando su novio. Vi como se tomaron de las manos y se

alejaban del salón. Volteé a mi alrededor y me di cuenta además de que todos mis

compañeros de clase ya tenían amigos, en este primer día mientras yo estaba solo.

Aunque prefiero estar así, pensé, he visto personas que han tenido muchos amigos y

después los traicionan, hoy en día tener buenos amigos es casi imposible.

Al sonar el timbre del final del receso yo seguía en el salón, lo que me permitió observar

como mis compañeros iban ingresando, hasta que entró Ana. Estoy seguro que pasó

todo el recreo con su novio. Y así, transcurrieron las clases de ese día simplemente

mirándola por la espalda.

Al finalizar las clases todos salieron acompañados con sus nuevos amigos, los únicos

que salimos solos fuimos Ana y yo. Pero a ella ya la estaba esperando en la puerta de

la escuela su novio.

Escuché a un grupo de chicos decir que Ana era muy hermosa pero que era una pena

que ya tuviera novio. De esa plática escuché el nombre del susodicho, su nombre

era Marco. Durante el camino hacia mi casa estuve pensando en hablarle a Ana o no

hablarle y seguir así. Por lo que en ese trayecto tuve una gran cantidad de sentimientos

encontrados, me sentía feliz y al mismo tiempo triste.

Cuando entré a casa, mi madre muy emocionada me dijo -hijo no vas a creer quien

regresó- confundido le dije que no sabía. Me llevó a la sala y ahí estaban los padres

de Ana quienes me preguntaron ¿eres Arturo? sí que has cambiado, de pequeño eras

muy alegre y ahora pareces más serio. Yo estaba totalmente sorprendido, pero Ana

no estaba. -No te preocupes Arturo, Ana llegará en cualquier momento- dijo su padre.

Al momento de terminar la frase sonó el timbre de la puerta. Mi madre la abrió y Ana

apareció en la sala. Al verme dijo -buenas tardes-, a lo que su madre le reprochó - ¿solo

le dirás buenas tardes a tu gran amigo de la infancia? - Ana volteó a verme una vez más

y me preguntó - ¿eres Arturo? - le respondí un poco tímido -sí soy Arturo-

Corrió hacia mí y me dio un gran abrazo. Me dijo -Arturo te he extrañado tanto- Al

escuchar esas palabras de su boca solo quería llorar de alegría, pero me contuve. -Vaya

sí que has cambiado mucho, no te reconocí. Pensé que eras un chico solitario cuando

te vi- me dijo. A lo que respondí ¿entonces, sí me viste? Sí-respondió- pero nunca pensé

que cambiarias tanto además siempre fuiste un niño alegre fue por eso que no te hablé.

Creo que tú tampoco me reconociste. Le respondí -yo sí te reconocí desde el instante

en que te vi, pero pensé que ya no me recordarías- me respondió -te dije hasta luego lo

cual significa que nos volveríamos a encontrar-. Cuando dijo eso, deje de ver en blanco

y negro al mundo otra vez tenia color.

Hablamos toda la tarde sobre como nos había ido en la secundaria, aunque yo no tenía

mucho que contar ya que era muy reservado. En cambio, Ana me dijo que fue a varios

lugares del mundo, que hizo muchos amigos pero que nunca conoció a alguien como yo.

Llegó el momento de que se fueran a su casa y Ana me dijo que tenía que empezar a

conocer más personas y salir con amigos, que disfrutara mi juventud. Yo le dije que lo

intentaría y le dije hasta luego y ella también me dijo hasta luego. No podía creer que Ana

y yo estuviéramos juntos otra vez. Era como estar en un gran sueño y no me importaba

que ella tuviera novio.

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Al día siguiente, me levanté muy feliz y salí a toda prisa a la escuela para poder ver a

Ana. En el camino la encontré, pero iba acompañada de su novio Marco. No supe que

hacer así que no le hablé. Llegué a la escuela y entré al salón, Ana ingresó detrás de mí

y me saludó. Me preguntó cómo estaba y le respondí que bien, y entonces le pregunté si

tenía novio y me dijo que sí, que tenían 3 meses de relación. No era mucho, pero se veía

que Ana lo ama. En eso, ella me preguntó que si yo tenía novia y le dije que no.

Inició la clase. El maestro nos pidió que nos reuniéramos en binas para realizar una

actividad, yo quería ser con Ana, pero la eligió primero otra compañera. Estaba muy

nervioso porque la única persona con la que hablaba era con Ana y veía como todos

tenían sus parejas menos yo. Me sentía un poco nervioso cuando de repente escuché

que alguien a lo lejos me preguntaba -oye Arturo ¿quieres trabajar conmigo? - Estaba

totalmente sorprendido porque esta chica conocía mi nombre y yo jamás la había visto en

mi vida. Muy apenado le pregunté ¿quién eres? ¿Ya nos conocíamos? Ella me respondió

riéndose un poco -soy Ema íbamos juntos en secundaria siempre tenías el primer lugar

con las mejores calificaciones y yo tenía el segundo nunca pude superarte-. Pensé que

nadie de la secundaria me recordaría, pero al parecer había alguien que sí. Pasamos

toda la clase hablando sobre cuál iba a ser el tema que trabajaríamos. El tiempo se

acabó y no pudimos ponernos de acuerdo.

Cuando sonó el timbre para salir a receso yo solo pensaba en estar con Ana, pero ella

se fue con Marco. Al verlos supuse que otra vez lo pasaría solo, sin embargo, Ema me

dijo -ven conmigo es mejor que estar solo- y me invitó a conocer su grupo de amigos.

Estaba integrado por tres personas: su hermano mayor Alan, su mejor amiga María y

su novio Edwin. Yo estaba nervioso ya que nunca había socializado con alguien más. Al

momento que Ema me presentó ellos empezaron a preguntarme muchas cosas. Alan me

preguntó si era más listo que su hermana, María me preguntó si yo tenía novia y Edwin

me preguntó si podía ayudarlo en su tarea. Me sentí atacado con tanto cuestionamiento,

no sabía como reaccionar, pero Ema me ayudó diciéndoles que no me presionaran de

esa manera. Alan dijo -tienes razón perdón por esa primera impresión no tienes que

contestar todas nuestras preguntas, aunque quisiéramos ver si nos puedes ayudar con

una sola cosa-, a lo que respondí claro ¿qué necesitan?, -pues nuestro amigo Edwin

necesita ayuda con su tarea yo ya le expliqué, pero sigue sin entenderme- respondió

Alan. Sí yo también ya le expliqué y tampoco me entendió, dijo María. Yo no le expliqué

porque no tengo paciencia, dijo Ema. Por lo que me ofrecí a ayudarlo con su tarea. Traté

de ser claro explicándole lo que tenía que hacer y si me entendió, -vaya, sí que eres

muy bueno explicando muchas gracias Arturo eres un buen amigo- dijo Edwin. Yo le dije

-gracias, si alguna vez necesitas ayuda no dudes en preguntarme-

Nunca había tenido amigos, porque pensé que eran muy difíciles de encontrar. Pero

cuando Ema me los presentó ellos me recibieron con una gran sonrisa. Pasamos todo

el receso juntos platicando y conociéndonos mejor y la verdad me cayeron muy bien.

Cuando el receso terminó todos nos fuimos a nuestros salones y Alan nos dijo a todos

que deberíamos salir juntos algún día. Eso me hizo sentir incluido a su grupo de amigos

y cuando entré al salón de clases Ema me dijo -vaya les caíste muy bien y además se

ve que a ti también te cayeron bien-, yo le contesté -bueno, es que como son tus amigos

imaginé que son buenas personas-, sí por eso te los presenté. El primer día de clases vi

que estabas solo y me pareció triste, también en la secundaria eras así, muy solitario y

creí que ya era hora de que tuvieras amigos y disfrutaras de tu juventud, contesto Ema.

Cuando las clases terminaron, Ema me dijo que aún no decidíamos cuál tema íbamos

a abordar en nuestra exposición y le ofrecí que fuéramos a mi casa para ponernos de

acuerdo. Cuando caminábamos juntos vi a Ana. No me habló, pero sí sonrió. Eso me

hizo preguntarme sí acaso Ana imaginaba que Ema y yo éramos novios. Me respondí

que eso era imposible ya que a la única que amaba era a ella.

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Cuando llegamos a la casa, empezamos a hablar Ema y yo sobre cuál iba ser nuestro

tema al final escogimos el romanticismo. Esa misma tarde terminamos la exposición.

Me divertí mucho a pesar de que estábamos haciendo tarea. Era de noche y Ema se

fue a su casa. Yo me empecé a sentir algo raro, no me sentía enfermo ni mal, pero me

sentía extraño. Supuse que era porque estaba cansado y me fui dormir. Al día siguiente

nuevamente me dirigía hacia la escuela y en el camino me encontré con Ema y con mis

nuevos amigos y nos fuimos caminando juntos.

Durante la clase estuve pensado lo mucho que había cambiado mi vida en tan poco

tiempo. Ana había vuelto y ahora también tenía amigos.

Al salir de clase, mis amigos y yo fuimos al cine a ver una película. Yo nunca había ido al

cine con amigos. Había ido solo o con mi familia. Pasamos un gran día. Nos despedimos

para irnos a nuestra casa excepto Ema y yo pues tomamos un autobús juntos. Le dije

-gracias Ema por ti ahora tengo amigos y estos días han sido muy divertidos no me

reía tanto desde hace mucho tiempo, aunque no sé porque decidiste hablarme, sé

que íbamos en la misma secundaria, pero aun así no creo que sea por eso-. Bueno,

la verdad es que tú me gustas desde secundaria-respondió- cuando supe que tenía el

segundo lugar quería saber cómo era el que me había ganado y cuando te vi la verdad

me decepcionó un poco, pero pensé que tu realmente no eras así y quería ser tu amiga,

pero nunca tuve el valor para hablarte. Cuando vi que estabas en la misma escuela y

en el mismo salón supe que tenía que hablarte y presentarte a mis amigos para que

pudieras mostrarles tu verdadera personalidad.

Al hacerlo, conocí como eres realmente -un chico alegre y divertido- dijo Ema. Me quedé

mudo, no sabía que decir hasta que el autobús llegó a la parada donde debía descender

Ema. Se bajó, no sabía qué hacer. Siempre he amado a Ana, pero Ema me ha amado

desde hace tres años y gracias a ella tengo amigos y mis días como solitario se habían

acabado. Y Ana tenía novio.

Con todo y eso, me hacía muy feliz volver a ver a Ana, sin embargo, sentía que tenía

que decirle algo. Fue entonces que me animé a tocar en su casa y le pregunté si

podíamos hablar. Ella me dijo que sí. Salimos a hablar afuera. Me preguntó qué era

lo que necesitaba. Le respondí -vine a decirte adiós- ella se quedó impactada y me

respondió - ¿por qué dices eso? sabes que decir adiós significa no volvernos a ver-, yo

le respondí -Ana, he estado enamorado de ti desde hace cinco años, pero ahora conocí

a alguien que me ha ayudado mucho y que además yo también le gusto vine a decirte

adiós porque ya no te veré con ojos de amor sino como una gran amiga-. Ana me dijo

¿así que al fin estas disfrutando de tu juventud? estoy feliz por ello, espero conocer a tu

novia pronto. Le respondí sí yo espero también conocer a tu novio. Me fui casa, sintiendo

una combinación de paz y felicidad.

Al día siguiente me encontré con Ema y le pregunté si quería ser mi novia y ella me

respondió que sí. Al final de las clases decidimos ir a un lugar especial para celebrar

que éramos novios. Íbamos de camino cuando Ana me marcó para preguntar si ella y

su novio podían reunirse con nosotros a lo que todos respondieron que sí ya que Ana

era mi amiga.

No podía creer lo que estaba viviendo. Ana volvió, tengo amigos y también tengo una

novia mis días de solitario terminaron y creo que me espera una gran vida.

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Compartir no empobrece

Autora: Atenea Pérez Arredondo

Había una vez una familia de apellido González, estaba integrada por el Sr. Manuel y

la Sra. Mari, tenían dos hijos, uno llamado Juanito y el otro se llamaba Pedro. El señor

Manuel era una persona muy seria, pero muy amable y muy trabajadora, la señora Mari

era una persona muy compartida y agradable; Pedro, es el más grande de sus hijos era

muy serio y responsable, siempre preocupado por sus actividades; y el más pequeño

se llamaba Juanito, era un niño muy amable y alegre, se la pasaba sonriendo haciendo

el bien por los demás. Los habían educado con muchos valores y sobre todo habían

aprendido respetar a todo tipo de personas, sin importar su color, su condición o su

posición social, ellos trataban a todas las personas por igual.

Vivían en una casa muy grande de madera, la cual los padres habían ido construyendo,

con la mejor madera del lugar pues vivían en la sierra, donde el bosque era muy espeso y

en su fauna, tenía arboles muy grandes y frondosos. Generalmente era un lugar húmedo

y muy frío; la casa tenía una chimenea encendida, la cual siempre mantenía caliente la

casa. Contaban con mucho terreno, donde sembraban todo el año, recogían muchos

frutos de temporada, que estaban muy grandes y jugosos, a pesar de que no contaban

con ningún sistema de riego, lo cual no era necesario por la humedad que tenían en el

bosque.

La familia llevaba una vida muy tranquila pues se encontraban muy alejados de las

comunidades, los medios de comunicación eran escasos por lo que era muy complicado

comunicarse a la ciudad y solo había una carretera para llegar a las poblaciones

más cercanas. Las constantes lluvias provocaban que se desgajaran los cerros y por

consecuencia había algunos accidentes, por lo que continuamente se cerraba el paso.

La carretera era insegura y peligrosa y la familia en diversas ocasiones se había quedado

incomunicada.

En este lugar se daban las mejores frutas de la región. La familia acostumbraba que cada

tres de marzo del año, iban algunas personas del pueblo a visitarlos y los recibían con

mucho cariño. Les ofrecían un gran banquete y con las mejores frutas de su cosecha

elaboraban mermeladas para que los visitantes las degustaran. Los niños jugaban a las

escondidillas, hacían rondas, les mostraban el pequeño establo donde tenían vacas,

un gallinero con guajolotes, gallos y gallinas. Por las noches hacían una fogata donde

contaban historias de Drácula, de brujas, de la llorona; les brindaban su hogar con

mucho cariño. Las personas disfrutaban tanto de la hospitalidad de la familia como los

hermosos paisajes, los grandes lagos, en fin, todo era felicidad. Algunas personas se

quedaban en el lugar hasta una semana para disfrutarlo.

Pasó el tiempo, el Sr. Manuel enfermó por lo que se fue a buscar a un Doctor al poblado

más cercano, caminó una noche y dos días. Al llegar al pueblo acudió a la consulta

médica, por lo que el Dr., le recomendó reposo, motivo por el cual, tuvo que ir a ver a su

compadre Genaro, al cual le pidió asilo para recuperarse. Los compadres, lo entendieron

muy bien en su casa, una vez que el Sr. Manuel se recuperó un poco, dio las gracias y

se retiró. Al llegar a casa le comentó a su familia las amabilidades que los compadres

habían tenido con él, durante el tiempo que estuvo ahí. Les dijo que habría que darles

las gracias, que esperarían a que pasaran las lluvias.

En agradecimiento al gesto tan amble de los compadres, en la siguiente cosecha,

escogieron las más grandes y mejores manzanas, y le dijeron a Pedro, el hijo mayor

que por favor se las llevara a su padrino. Le explicaron cómo llegar al poblado, este

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sin pensarlo fue a llevar la canasta de mimbre llena de manzanas, la taparon con una

servilleta muy bonita bordada por la Sra. Mari.

Pedro emprendió su camino. Al caer la noche buscó un lugar donde pasarla y encontró

un árbol muy frondoso y bonito, por lo que decidió quedarse a dormir ahí. Mientras

dormía, llego una ancianita, revisó la canasta, vio que traía manzanas y esperó a que el

joven despertara.

Pedro despertó aún estaba obscuro. La ancianita muy amable lo saludó, y le preguntó

¿qué llevas en esa canasta?, Pedro se quedó pensando, si le digo que son manzanas le

voy a tener que dar una, pero si le doy una, están muy grandes, no, no, mejor le digo…,

ya sé, le diré que traigo serpiente y arañas. Cuando le comentó lo que traía en la canasta,

ella le respondió -si mientes tus mentiras se harán realidad-, Pedro no le dio importancia

a las palabras de la ancianita, así que se despidió y siguió su camino a la casa de su

padrino.

Cuando llegó a la casa, le dijo que sus padres le habían enviado las mejores manzanas

de la cosecha. Su padrino muy agradecido lo pasó a su casa y le dieron de comer.

Cuando terminaron el padrino dijo que tomaría una manzana como postre, sin embargo,

al levantar la servilleta, salieron arañas y serpientes de la canasta. El padrino no daba

crédito a lo que estaba sucediendo, por lo que mandó que metieran a Pedro a la cárcel,

pues lo acusó de intento de asesinato.

Pasaron 15 días, Pedro no regresaba, sus padres muy preocupados, le pidieron al hijo

menor, que fuera a buscar a Pedro a casa de su padrino, por lo que Juanito juntó otra

canasta llena de las mejores manzanas y partió a casa de su padrino. Por la noche, llego

al mismo árbol y la situación se repitió la dulce ancianita, reviso la canasta de Juanito,

vio que eran nuevamente manzanas, por lo que lo esperó a que despertara y, cuando

Juanito despertó le pregunto que a dónde iba y este le contestó: --Voy a buscar a mi

hermano Pedro, tiene 15 días que se salió de la casa, iba al pueblo y no ha regresado.

Mis padres están preocupados. La ancianita lo escuchó con atención y le preguntó --

¿Qué traes en esta canasta?, Juanito muy emocionado le contestó, traigo las mejores

manzanas de la cosecha de la huerta de mis padres, ¿no quiere una?, le preguntó. La

ancianita le respondió, que se lo agradecía mucho, pero que no quería. Juanito con una

gran sonrisa le dijo: --Por favor señora acepte la manzana está muy jugosa y dulce, ya

verá. La bruja muy contenta la aceptó y le dijo: Te digo que en esta canasta va llena de

oro a partir de este momento, será suficiente para que a ti y tu familia no les falte nada.

Juanito nuevamente sonrió y le dijo: --Mi querida Sra. ya que Diosito nos de salud es

suficiente, compartir una manzana no empobrece, bueno me retiro el camino aún es

largo.

Al llegar a la casa de su padrino se encontró con que Pedro estaba en la cárcel. Juanito

entregó la canasta de manzanas que sus padres le enviaron nuevamente, el padrino muy

molesto no la quiso, le explicó a Juanito lo acontecido, por lo que le pidió que se retirara

de su casa.

Juanito muy triste, sin entender lo que sucedía se retiró, fue a buscar a su hermano a la

cárcel, lo que le generó mucha angustia ya que el no traía dinero para pagar la fianza

para que pudiera salir. Anduvo tratando de conseguir trabajo, pero pronto atardeció y sin

suerte se sentó en una banca en el jardín del pueblo a descansar.

Su mente seguía girando y tratando de buscar opciones. Se puso a analizar el problema,

y ver qué podía hacer. Una vez caída la noche, una persona que estaba en el jardín

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que observaba a Juanito le pregunto: ¿Qué haces en la calle hasta esta hora?, Juanito

muy triste le platicó lo que sucedía con su hermano, el hombre le preguntó: ¿dónde vas

a pasar la noche? A lo que Juanito respondió -en este lugar no tengo donde dormir-, el

hombre le contestó: -si gustas te puedes ir a mi casa a pasar la noche comes algo y

mañana vemos que hacer con tu hermano-, Juanito muy contento le contesto que sí.

Al día siguiente Juanito desde muy temprano estaba levantado, en agradecimiento limpió

el patio de la casa. Cuando el Sr. Se levantó y vio el patio muy limpio le agradeció y le

dijo que no era necesario, -Juanito vamos a desayunar para ir a la delegación a ver cómo

podemos sacar a tu hermano-, desayunaron y fueron a la delegación, se encontraron con

que la multa era muy alta, por lo que el Sr., le dijo a Juanito que lo único que podría hacer

era ir a ver a su padrino para que retirara los cargo. Juanito acudió a la casa del padrino,

al llegar y explicarle, este muy enojado le dijo que de ninguna manera los retiraría.

Juanito regresó a la cárcel a visitar a su hermano y le dijo: -no te preocupes esto se

va solucionar, ya verás-, Juanito salió y empezó a caminar ya era tarde nuevamente y

tenía mucha hambre, por lo que abrió la canasta, para comer sus manzanas. Se llevó

la sorpresa de su vida, la canasta estaba llena de oro. En ese momento, recordó las

palabras de la viejecita, por lo que corrió a pagar la fianza.

Cuando por fin pudo sacar a Pedro de la cárcel, se fueron muy contentos a comprar

regalos para llevarle a sus padres. Al llegar a casa les platicaron lo sucedido, muy

emocionados, aunque su madre no entendía de donde había salido el oro, pero dio

gracias por los regalos.

Como conclusión de esta historia podemos rescatar que la avaricia no es buena.

Debemos aprender a ser compartidos, a ser honestos y respetuosos pues no empobrece

a nadie, por el contrario.

FIN

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MI BELLO PUEBLITO

Autora: María José Ramos Hernández

- ¿Lo extrañas verdad? - pregunto mi mejor amigo

- ¡por supuesto! - conteste

- ¿y qué tiene de especial?

me inspiré y comencé narrando:

Me gustaba mi pueblo, estaba entre cerros verdes, lleno de fauna y eso era tranquilo. Me

gustaba despertar por las mañanas y ver a mi abuela en el fogón mientras hacia unas

ricas tortillas, en ocasiones me gustaba acompañarla al molino eso de las 05:00 o 04:30

de la mañana, aunque siendo sincera me costaba mucho trabajo despertar. Al verla

haciendo las tortillas, sabía que desayunaría unos tacos de frijoles, queso y salsa con

tortillas recién hechas, y para beber sería un rico atole de masa o piloncillo. En el pueblo,

comer esto por las mañanas era lo mas exquisito.

Después de ese manjar, debía ir a la escuela, para llegar allá tenia que caminar

aproximadamente 20 minutos, era algo cansado porque tenia que pasar por un cerro,

había muchas piedras y subidas muy pesadas; pero algo que me gustaba de eso, era

que, cuando empezaba a subir por ese cerro se veía el amanecer. Se podía sentir como

el calor del sol te calentaba poco a poco, y la luz que trasmitía era la mas preciosa que

podías ver por las mañanas, las nubes eran blancas y esponjosas, ¿te imaginas ver el

sol saliendo por detrás de otro cerro y que a su alrededor estén las nubes más blancas y

esponjosas que hayas visto? ¿te imaginas la paz y tranquilidad que se siente? Otra cosa

que me gustaba cuando iba camino a la escuela, era que al empezar a subir y cruzar el

cerro se veían los canarios, gorriones, sensontles huitlacoches, calandrias y colibríes,

entre los nopales, maguey, mezquite y garambullos, me gustaba ver a los gorriones de

color rojo, aunque había de otros colores, específicamente me gustaban los de ese color,

me gustaba ver a los colibríes tomar el polen de las sábilas y del maguey, era lindo ver a

un tlacuache con su cría y a la vez raro ya que casi no salían de su escondite; conforme

pasaba ese cerro veía los verdes cerros y las parcelas en tiempo de cosecha que se

encontraban alrededor de mi pueblo.

Cuando llegaba a la escuela lo primero que hacía era dejar la mochila en el salón y salir

a ver a mis amigos que ya habían llegado. Mis amigos eran humildes y buenos. Durante

las clases nos ayudábamos unos a otros. Siempre fui muy parlanchina, no importaba a

que lugar me cambiara el maestro, siempre tenia alguien con quien platicar.

Cuando se llegaba el receso, entre mis 3 amigas y yo hacíamos intercambio de comida,

o nos compartíamos; nuestra chuchería favorita eran unos chetos, todos decían que

sabían raro, pero por alguna extraña razón a nosotras nos gustaban mucho. Antes

de que terminara el receso siempre comprábamos bolsitas de agua de horchata para

tomar durante las clases, pues después de las 12 empezaba hacer calor. Convivir con

mis compañeros me alegraba el día, todos tenía buen humor. A la salida llenábamos

nuestras botellas de agua para el camino, el caminara a casa era agotador por el calor

que hacía, pero lo que nos aliviaba un poco era la refrescante sombra de los mezquites

que se encontraban en el cerro. Cuando pasábamos los cerros íbamos a casa de una

viejita, le decíamos Doña Irma, ella vendía todo tipo de dulces. Diario comprábamos

congeladas de fruta o paletitas de hielo.

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Al llegar a casa, mi abuela tenía siempre comida preparada y una jarra de agua fría.

Cuando terminaba de comer hacia tarea para después de las 4:00 de la tarde poder salir

con mis amigos a caminar por el cerro más grande mi pueblo. Era divertido, llevábamos

una garrafa de agua y en ocasiones comida. Cuando caminábamos por el cerro nos

parecía gracioso perseguir a las vacas o borregos que había, y cuando el dueño se

daba cuenta todos corríamos lo más rápido posible escondiéndonos entre los nopales y

garambullos, porque claro, no quería que Don Gollo fuera a mi casa a decirle a mi abuela

que iba con mis amigos espantando a sus borregas o vacas.

Cuando llegábamos hasta la punta del cerro sacábamos la comida que llevábamos y la

garrafa de agua, mientas comíamos buscábamos piedras de mármol, dinero que señores

enterraban y también buscábamos tumbas de niños que habían enterrado en ese cerro;

aquí les hago una pequeña pausa, los señores que enterraban el dinero ahí era porque

simplemente eran personas ambiciosas o no sabían dónde guardarlo, siempre tuvimos

la esperanza de encontrar algo, ya que Don miguel (mi vecino) había encontrado dinero

en ese mismo cerro, cerca de las tumbas de los niños. Se dice que hace muchos años,

cuando las señoras daban a luz y sus bebés salían sin vida, iban y los enterraban ahí,

o cuando los bebés no eran deseados, simplemente los desechaban y los enterraban

ahí. De igual manera lo hacían con los fetos. Por supuesto, nunca tuvimos la fortuna de

encontrar dinero, pero si muchas tumbas. Durante los fines de semana íbamos a las

cuevas, en donde llevábamos cuerdas, y lámparas, los que entraban sujetaban la cuerda

a sus caderas mientas los demás esperábamos a fuera con el otro extremo de la cuerda.

No quería que anocheciera, pues todo era tan lindo, sin embargo, a la hora de ir a dormir

lo que pensaba era “mañana será otro día, nuevas aventuras y nuevas experiencias”

- La verdad es que me la pasaba muy bien en mi pueblito

- Ya veo, de verdad era lindo estar allá.

- Que no daría por volver a vivir esos momentos.

- Tranquila, aquí también se disfruta, sabes, hay muchas cosas para hacer.

- Sabes que no es lo mismo. Aquí los amaneceres son grises, no veo las nubes

como en mi pueblo.

Por situaciones profesionales, tuve que dejar mi pueblo y venir a vivir a la ciudad a otro

continente, siendo franca, no todo es tan malo, hay cosas para distraerse, puedo salir de

fiesta, al cine, ir de compras… pero sabes, nada es igual, aquí en la ciudad no encuentro

la misma tranquilidad que hay en mi pueblo. Y de verdad lo extraño.

Una tarde llegando del trabajo sobre el desayunador vi un par de boletos de avión con

destino a mi país, mi reacción fue de felicidad, sin embargo, no sabía quién los había

dejado ahí.

- ¡Sorpresa!

- Por Dios! no me espantes de esa manera. y dime, ¿qué haces aquí?

- Vengo a decirte que empaques tus maletas, hoy nos vamos a tu país, de verdad

quiero conocer tu pueblito.

Se me hacía algo raro que alguien de ciudad como Mariano quisiera conocer algo tan

simple como un pueblo.

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- Está bien, iremos a mi pueblo y te mostraré la tranquilidad que hay.

- Pues date prisa, que el vuelo sale mañana temprano

De verdad estaba emocionada, era increíble que después de 3 años volvería a mi pueblo.

Amaneció e increíblemente no me costó ni poquito despertar y pararme para salir al

aeropuerto. Al tomar el avión no dejaba de pensar en lo reconfortante que sería llegar a

ese lugar, lleno de tan buena vibra.

- Llegamos - dijo Mariano

- Está bien, solo hay que tomar un taxi para llegar a mi pueblo.

Camino al pueblito, Mariano no dejaba de ver por las ventanas, como si fuera una

experiencia única. Cuando llegamos al pueblo, fue genial, puesto que justo habíamos

llegado en el momento en que estaban celebrando las fiestas tradicionales que se hacen

cada año.

- Es bastante alegre, ¿Qué es eso que están haciendo?

- Son danzantes folclóricos.

- ¿Por qué bailan?,¿Ese pedazo de trapo es lo único que los cubre?, ¿Por qué

tiene cascabeles en los pies? ¿Y por qué usan plumas en la cabeza?

- El bailar así, es como una manera de honrar a los dioses, antes de bailar bendicen

4 puntos cardinales, esto por la religiosidad, de lo contrario los danzantes serian

castigado, y la razón por la que visten así es porque cuyo propósito es revisar

la historia de las raíces ancestrales desde el punto de vista antropológico y

arqueológico, situándose antes de la llegada de los españoles, y de esta manera

toman las herencias indígenas.

- Qué va, esto de seguro tiene mucha Historia.

- Esto es poco de lo que te puedo platicar acerca de las raíces de mi pueblo, sin

embargo, deberías probar la comida, es algo delicioso.

Nos dirigimos a casa de mi abuela, en donde mi familia estaba haciendo unos platillos

típicos, como las palochas, chivito tapeado, nopal en penca, lengua mechada y gorditas

de migaja; y por supuesto para tomar había un delicioso pulque, mejengue y charape. Al

principio a Mariano le parecía algo extraño comer una lengua, y al parecer su apariencia

no ayudaba mucho, finalmente terminó comiendo de todo un poco, aunque para él lo

más delicioso que había probado fue el pulque y la nieve de mantecado.

Por la tarde decidimos pasear por el cerro al que iba con mis amigos, fue ahí donde mi

amigo presenció un bello atardecer, vio como el sol se escondía tras los cerros, y vio

como los rayos se desvanecían poco a poco.

Por la noche se escuchaban las lechuzas, las luciérnagas y uno que otro animalillo que le

da ese toque tranquilo a las noches que se pasan en el pueblo. Por primera vez Mariano

dormía sin antes ver las luces de la ciudad. Esta vez lo que vio antes de dormir fueron las

estrellas, las más lindas que pudo haber presenciado, pues en la ciudad las estrellas no

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se aprecian tanto por la luz que emiten los edificios y calles alumbradas.

Al día siguiente lo que más deseaba era caminar por un cerro y ver el amanecer, así

que lo desperté temprano, desayunamos un rico atole y unos taquitos de frijoles, queso,

salsa y tortillas recién hechas por mi abuela, y después lo lleve a caminar por aquel viejo

cerro, en donde sentía como los pájaros cantaban, los garambullos ya daban frutos, justo

llegando a la punta del cerro. El amanecer fue el mismo que apreciaba hace unos años

atrás, era igual. El sol saliendo detrás del cerro, el cielo azul y las nubes más blancas y

esponjosas que puedas ver. Ví en la cara de Mariano tranquilidad.

Finalmente, terminé de mostrarle el pueblo y todo lo que me ofrecía ese lugar, la gente

cálida y humilde que se encontraba ahí.

- Es precioso este lugar- me dijo

- Todo lo que viví aquí es hermoso.

- Sabes algo, pese a que estás en la ciudad, no hay un día en el que no aprecie lo

mucho que conservas la cultura y sencillez que tu pueblo te ha dado, es admirable.

Fue un halago escuchar eso.

Por el tiempo y cuestiones de trabajo, tuvimos que regresar rápido a otro país. Cosa que

tanto a Mariano como a mí nos ponía tristes, dejar ese lugar de paz.

Algo que he aprendido, es que sin importar a donde vayas, debes conservar tu cultura,

seas del país que sea, siempre hay que estar orgulloso de tus raíces, jamás debes

avergonzarte por comer algo tan sencillo, vestir diferente, hablar diferente o lucir diferente

en el aspecto que sea.

La cultura es uno de los más bellos tesoros que puede existir en el mundo.

No importa a donde vaya, mis raíces siempre me acompañan y nunca las

olvidare”

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Bella Soñadora

Autora: Ariana Citlali Romero Paulino

Tal vez esta historia te suene conocida, tal vez nunca la habías escuchado, tal vez te

identifiques con ella, tal vez le pasó al primo de un amigo o cualquier otra cosa, pero te

aseguro que te conmoverá tanto como lo hizo con el narrador.

Había una vez en un lugar no tan lejano una viejita sentada en su mecedora, recordando

cómo fue su vida a partir de que se casó con un príncipe azul, porque en los cuentos

siempre se habla de amor, finales felices, vivieron felices para siempre pero nunca

hablan que pasó después. Nunca se cuenta que va mas allá, qué pasó con las personas,

si les siguió yendo bien o mal pero bueno esta vez les contaré como fue la vida de nada

más y nada menos que de la bella durmiente sí, aquella muchacha que fue tristemente

maldecida por una bruja mala y quien a los 100 años despertó por el beso de un príncipe

azul, de ojos azules, güero, alto, todo hombre de ensueño (físicamente de acuerdo al

cuento).

Después de la boda ella se preguntaba por qué nada era como antes, obviamente por

qué había estado dormida tanto tiempo, por qué no estaban los niños con los que jugaba,

por qué el pueblo ya no era el mismo. Pero a pesar de todas sus preguntas nadie le

respondía nada. Todas las personas a su alrededor decidieron ocultárselo para evitar

que la bruja mala volviera y otra vez lograra hacer de las suyas.

Pasaron así unos cuantos años, casada con su príncipe y se dio cuenta que le hubiese

gustado estudiar algo más, disfrutar de la vida, conocer lugares nuevos, visitar pueblos,

más reinos, conocer a más amigos, ser una licenciada, o tal vez doctora, pero poco a poco

todos esos pensamientos y sueños se fueron desmoronando, se fueron destruyendo y

haciéndose cada vez más pequeños. En lugar de recibir apoyo por parte de su padre y su

ahora marido solamente se rieron, le dijeron que las mujeres no tenían porque estudiar.

Las princesas, le comentaron, únicamente deben dedicarse a sus hijos y marido, estar

en su casa y sobre todo, ella como era una futura reina, no sufriría nunca por nada. Todo

lo que ella quisiera estaría a sus pies con solo pedirlo.

También, aprovecharon para exigirle que tuviera un hijo pronto pues debían tener un

heredero el trono, cuando ambos murieran, Rey y Príncipe obviamente.

Ella lloró y habló con su mamá pues no era justo que no la dejaran superarse. La madre,

en lugar de apoyarla y alentarla a cumplir sus metas le dijo que ellos tenían la razón.

Estaba claro que ella se había resignado y solo vivía por y para el rey. Esto hizo sentir

a Bella muy mal pues esa plática le sirvió para darse cuenta cómo era que su madre en

realidad vivía y todo lo que había sufrido en estos años, lo cual le hizo reflexionar que

ella no quería seguir el mismo patrón de su madre es decir, no quería vivir y estar como

su madre, a lo que un hombre le dijera qué hacer, cómo hacerlo, si hacerlo o no, lo que

está bien lo que no, todo a como él quisiera y entre más lo pensaba más se daba cuenta

que su matrimonio iba encaminando por el mismo rumbo ya que el príncipe, aunque de

manera amable, la trataba como su padre trataba a su madre.

Pasaron unos cuantos meses y la princesa Aurora decidió escaparse por las tardes al

pueblo para poder ver si podía hacer algo más de su vida, pero en todos lados, por ser

hija del rey, le negaban la oportunidad. Al ver que era ella todo le llevaban, le servían y

le negaban la oportunidad de hablar, comer, reír, vestir, bailar e incluso cantar con ellos.

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Así sufrió por un tiempo hasta que se le ocurrió la grandísima idea de disfrazarse. Un día

robó una falda, unos zapatos y un paño blanco con lo que pudo camuflajear su identidad.

Al ir por el pueblo nadie la reconocía, aunque quedaban un poco desconcertados por

la aparición de una joven bonita que nunca habían visto, sin embargo, a pesar de ello

nunca levantó sospechas y logró convivir con la gente, comiendo, bailando, ayudando a

vendedores, pero no todo fue felicidad.

Un día su madre enfermó de gravedad y al no haber un doctor cercano puesto que

apenas empezaba a llegar la universidad al pueblo falleció, dejando completamente sola

a Aurora. Esta cayó en depresión por un tiempo reclamando a su padre que si la hubiese

dejado estudiar nada de eso hubiera pasado porque ella quería ser doctora para ayudar

a los demás y tener la oportunidad de brindarles un poco más tiempo de vida a las

personas, pero su padre solo le exigía nietos y nietos y nietos.

Cansado el príncipe de esta situación, puesto que él también quería ya tener hijos decidió

marcharse del castillo, pues la relación con la princesa solo era de enojos y peleas todo

el tiempo porque Aurora no se dejaba manipular como su madre.

El rey apoyó al príncipe y todo el tiempo se la pasaba reclamándole a Aurora que era su

culpa el haberlo perdido. Ella cansada de esta situación decidió dejar a su padre solo,

yéndose a vivir cerca del pueblo. Ahí decidió cambiar de look. Se cortó el cabello, se

vistió diferente y se cambió de nombre. Ahora se llamaba Flor.

Poco a poco todos los habitantes del pueblo le fueron tomando un gran cariño pues

como ya se había rodeado antes de mucha gente y estaba súper familiarizada con todo

lo que pasaba ahí no le fue tan complicado adaptarse a estar lejos de su casa, claro que

extrañaba a su padre, pero estaba dispuesta a salir adelante por ella misma.

Al instalarse en el pueblo Flor empezó a empaparse de información para entrar a

estudiar. Conoció a un maestro que le ayudó a comprender temas que a ella le fallaban

un poco y con base en la perseverancia y constancia se ganó el cariño y confianza de

ese maestro. Todo su esfuerzo tuvo resultados y logró entrar a la universidad a estudiar.

Al nadie reconocerla pudo encontrar también dos trabajos. El primero, con una señora

costurera a la cual le ayudaba a diseñar grandes y hermosos modelos de ropa que

pronto la gente empezó a comprar ayudando así a la señora a salir adelante puesto

que su negocio, antes de ella llegar, estaba en la quiebra. Sin embargo, Flor llegó con

grandes ideas de moda por lo que rápidamente pudo volver a resurgir aquella boutique.

La señora con la que Flor antes Aurora trabajaba le comentó que no debía de estudiar

para ser doctora, si no diseñadora de modas a lo que ella contestó “esto solo es un bonito

pasatiempo que me heredó mi madre, pues ella amaba diseñar, crear, dibujar y siempre

me hacía mis vestidos, moños y unos que otros zapatos, pero lo que en realidad quiero

ser es doctora para tener la oportunidad de estar más cerca de la gente y ayudarlos de

una manera inigualable”

Al sacar el tema de la madre, la señora le preguntó qué hacia sola en el pueblo, en

dónde estaban sus padres y por qué vivía en una cabaña retirada del pueblo. También le

cuestionó el por qué nunca antes la había visto por ahí.

Ella se puso muy nerviosa, y solo le dijo que venía de un pueblo muy muy lejano y que su

madre había fallecido y de su padre le dijo que él era el que la había mandado a estudiar.

La señora no muy convencida con la respuesta decidió creerle.

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Además de la costura, Flor también tenía otro pequeño trabajo los fines de semana.

Se dedicaba a cantar en el pequeño teatro ganándose el corazón de todos pues tenía

una voz hermosa incluso un viajero de ese entonces trato de llevársela a concursar a

Estados Unidos, pero ella se negó porque a pesar de que estaba lejos de su padre lo

extrañaba mucho y sabía que yéndose tal vez ya no regresaría nunca. Ella se negó a

la oportunidad diciendo que a eso no se quería dedicar, seguía en pie su sueño de ser

doctora, la primera doctora del pueblo.

Regresando a como vivía Aurora ahora Flor, sus empleos le permitían mantenerse, pagar

sus estudios y al fin estaba cumpliendo uno de sus grandes sueños. Dentro de esta vida

falsa fue investigando poco a poco lo que había sucedido con su vida mientras dormía

pues ella no recordaba nada. Todos seguían sin darle respuesta, unos le decían que

renacieron, otros que se fueron y volvieron, otros que eran brujos, total nunca llegaron a

ninguna conclusión lógica.

Con el paso del tiempo llegó a vivir una viejita muy rara siempre andaba con capucha y

muy pocas veces se veía por el pueblo, se la pasaba en el bosque. Muchas personas le

decían a Flor que esa señora se la pasaba vigilando todo lo que hacía, pero como ella

nunca la veía no le pareció tan raro.

Sí había veces que de repente sentía una mirada un poco pesada, pero al ella buscar

quien la veía nunca encontraba a nadie. De tantas veces y tanta gente que se lo decía

un día decidió prestar atención a ello y en un descuido repentino, cuando entró a una

panadería para llevarle su pan de diario a la costurera, le pidió a la empleada que la

estaba atendiendo que se cambiaran de ropa, que más tarde le daría explicaciones.

Lo hicieran rápido. La muchacha con la ropa de Aurora salió y se dirigió a la plaza del

pueblo mientas ella se quedaba en la panadería entonces se dio cuenta de que mientras

caminaba la muchacha vestida como ella, la anciana sí la seguía pero únicamente en

ratos, es decir, para que no notaran lo que hacia ella se metía a tiendas o tomaba otras

calles para después salir un poco más adelante en su camino.

La muchacha regresó a la panadería como a los 5 minutos y volvieron a cambiar de

ropa. Aurora le explicó que ya se había dado cuenta que lo que le decían todos era

verdad, alguien la vigilaba, pero le pidió discreción. Así pues, salió de nuevo Aurora de la

panadería como si nada, como si se le hubiese olvidado algo por lo cual, a la anciana no

le pareció raro que regresara dos veces a la panadería.

Así pasaron los días hasta que Aurora decidió enfrentar a la viejita y preguntarle qué era

lo que buscaba en ella. La viejita le respondió -yo tengo algo que buscas, sígueme- y

Aurora la siguió hasta su cabaña alejada en el bosque ahí juntas la señora, la pasó a su

casa, le ofreció una taza de café y se sentaron en el comedor.

La ancianita le dijo que ella sabía que su verdadero nombre era Aurora y que la felicitaba

por el valor que tuvo al perseguir sus sueños a lo que Aurora sorprendida y con miedo

preguntó que quién era y cómo sabia esas cosas. Le respondió que no tuviera miedo que

ella no era mala que lo único que hacía era protegerla de la verdadera bruja que le quería

hacer daño y hacerle algo peor que lo que le había hecho años antes. Aurora aprovechó

para preguntar por su pasado, quería que le contara todo.

La señora dudó en un inicio, pero Aurora insistió y le pidió eso como prueba para poder

creer que en realidad era buena. Inició relatando que la bruja mala era la culpable de

que durmiera por 100 años, pues al cumplir los 16 años hizo que se pinchara el dedo por

lo cual cayó profundamente dormida. No solo ella, si no todos los que en ese momento

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estaban en el castillo, por lo que éste quedó en el abandono total hasta que llego el

príncipe a rescatarla con un beso.

Aurora respondió que ahora todo tenía sentido y esa era la gran razón por la que no

recordaba absolutamente nada y todo le parecía extraño. También entendió porque todos

en el pueblo decidieron ocultárselo, pero concluyó que solo le afectó el estar dormida

puesto que tanto su madre como su marido y su padre seguían con pensamientos de 100

años atrás, donde las mujeres no tenían oportunidades y únicamente tenían que estar

en el hogar sirviendo y a disposición del marido y los hijos ya que no la dejaban hacer

lo que ella más quería que era estudiar, salir del castillo, conocer nuevas caras, nuevas

oportunidades, nuevos saberes.

Fue así que la señora siguió contándole que a partir de su huida del castillo su padre

había caído en depresión, que se la pasaba sentado en su trono todo el día y por las

noches se iba a dormir, siendo esta su rutina diariamente. Había días en los cuales

no quería comer, comía muy poco o solo probaba la comida y la dejaba casi intacta.

El castillo se había venido abajo, había pocos trabajadores que ayudaban a su padre,

únicamente quedaban los hombres más fieles a él, se había quedado solo.

Todo esto que le había contado la bruja buena a Aurora le lastimó muchísimo el corazón y

comenzó a recordar todo lo que había vivido en su infancia. Recordaba como su papá la

consentía tanto, la cargaba, jugaba con ella y con su madre, le había enseñado a montar

caballo, la instruía sobre como caminar, comer, hablar, etc. Y ella lo había abandonado

justo cuando más se necesitaban los dos.

Con lágrimas en los ojos en ese momento y estando a unos días de graduarse Aurora fue

a ver a su papá al castillo presentándose como Flor la doctora. Al entrar pudo observar

que el castillo estaba irreconocible, despintado, viejo, polvoso, sin plantas verdes ni

flores que lo hicieran ver hermoso. Caminó hasta la puerta con gran nerviosismo, tomó

la llave que le había dado la bruja buena y abrió, subió por las escaleras hasta llegar al

segundo piso, tocó la puerta de la habitación en la que estaba el rey y al nadie contestar

abrió rápidamente pues pensó que ya había muerto.

En cuanto entro, el rey le dijo que se fuera a lo que ella respondió -yo sé que tengo que

estar aquí- y se acercó más hacia la cama del rey. Lo revisó y le tomó la mano diciendo

que nada lo curaría de ese mal que tenía en el corazón, que no había ni una medicina

mágica. Al escucharlo, Aurora comenzó a llorar y el Rey le preguntó que ¿qué era lo

que tenía? ¿que le había dicho de malo a esta increíble doctora? En ese momento,

reconoció a Aurora, se abrazaron y lloraron juntos pidiéndose perdón mutuamente. El

rey le pidió perdón por no apoyarla y pisotear sus sueños y Aurora por ser irrespetuosa

ante su persona y abandonarlo cuando más se necesitaban. Se abrazaron y permitió

que Aurora lo revisara.

Aurora valoró los síntomas con algunos Doctores maestros, le dieron la medicina que

necesitaba para seguir adelante y nunca se habló de que enfermedad tenía. Lo único

que se cuenta es que sí salió de la cama muy rápido. Aurora lo invitó a su ceremonia de

graduación, al verlo llegar todos se sorprendieron porque jamás pensaron que seguían

vivos ambos. Para celebrar, tuvieron una gran fiesta en el castillo y por la noche se

escuchó un caballo relinchar afuera del castillo. Era nada más y nada manos que el

príncipe llegando a pedir perdón a la princesa, claro como Aurora estaba más bonita que

nunca, con carrera y persiguiendo sus sueños.

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Aurora le hizo saber que no era necesario seguir juntos. Que comprendió que la vida

te da y te quita personas y que aún sin ellas se puede vivir. Lo más importante era que

había comprendido que un hombre no era necesario para la felicidad de una mujer, que

ella misma podía construir su propio camino. Le comentó que se había dado cuenta

que cuando más lo necesitó no estuvo y ahora que estaba perfectamente bien no lo

necesitaba.

El príncipe se fue triste y enojado porque él seguía sin comprender los pensamientos y

sentimientos de Aurora. La amenazó con que ella algún día lo buscaría a lo que todos los

presentes comenzaron a reírse de él. Al ver semejante reacción el príncipe se fue furioso

en su caballo, entonces Aurora se quedó con la esperanza de que algún día pudieran

comprender sus palabras y que a su vez ella pudiera encontrar también a alguien que

la entendiera.

Mi vida no ha sido fácil, dijo Aurora, perdí a mi padre años después, me dolió su perdida,

pero a pesar de todas las cosas buenas de mi infancia nunca lo había visto tan feliz y

sonriente. Lo que más me alegra es saber que no murió por ninguna enfermedad si no

por edad, ahora me llena de alegría el que mis padres están juntos en alguna parte y que

siguen disfrutando de su compañía uno del otro.

Yo seguí con mi vida como la había planeado, me dediqué a lo que más me gustaba

y encontré a un hombre amoroso que me respeta, sin buscarlo claro. Un día tocó mi

corazón porque obviamente no estamos exentos de encontrar el amor. Este siempre nos

llega cuando menos lo esperamos, simplemente se da.

Pero ojo sí hay que fijarnos en quien nos enamoramos, porque no por amor vamos

a aguantar malos tratos, humillaciones, burlas, etc., al contrario, debemos de buscar

el lugar que nos haga felices, estar con esa persona, compartir momentos de alegría,

comprensión y mucho amor, como mi esposo, que hasta la fecha (y vean mi edad)-

Sonrió- me apoya y me ama. Ahora comprendo que la vida nunca es un vivieron felices

para siempre, siempre hay problemas, lo que hace feliz es saber afrontarlos de la mejor

manera.

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El protector del bosque

Autor: Juan Aarón Valdés Soto

Érase una vez un planeta habitado únicamente por animales, leones en enormes

manadas, jirafas con un cuello larguísimo, tiburones grandes, pescados brillosos, lobos

grandes de diferentes colores, águilas con enormes alas y plumas de colores, pájaros

cuyo canto era hermoso, tigres, y todos los animales que conocemos.

En este lugar sólo existían selvas con grandes árboles y mucha vegetación, mares y

ríos repletos de agua cristalina que permitía ver las rocas, moluscos, peces o cualquier

cosa que estuviera dentro. El bosque tenía inmensos pinos, había neblina, tierra, plantas

y caminos que permitían ver la majestuosidad del sitio. Desiertos con mucha arena,

grandes rinocerontes, leones, hienas.

En este gran planeta había un bosque en particular. Tenía pinos grandísimos, los más

grandes que se habían visto. Estaba lleno de árboles impresionantes cuyo tronco era

enorme y la punta del mismo apenas se alcanzaba a ver de lo alto que estaba. Había

arbustos llenos de fruta, una vegetación verde que brillaba impresionante. Cada mañana,

cuando salía el sol, las hojas irradiaban un resplandor tan hermoso que parecían hechas

de oro. Los senderos y los ríos que corrían por el bosque eran un deleite para aquellos

que los contemplaran, el agua era cristalina, se veían los peces nadar corriente abajo,

el agua corría rápidamente, fluía como su propia naturaleza lo exigía y brillaba como si

tuviera pequeños diamantes en su interior, se veía perfectamente la vegetación marina.

Y ni hablar de la noche, cuando se asomaba la luna, el paisaje era completamente

distinto, pero igual de impresionante. La luna cubría con su luz a los arboles gigantescos,

se reflejaba su silueta junto con las estrellas en los largos ríos. El sonido del agua apenas

estática llenaba de tranquilidad y paz el oído de todas las criaturas que vivían en el

bosque, águilas, pájaros, ardillas, lagartijas, insectos, entre muchas más. Este bosque

era un completo paraíso.

En este bosque, vivían principalmente familias de águilas, de 3 o 4 integrantes

aproximadamente. Ellas sabían que su hogar era un lugar hermoso lleno de naturaleza

y grandiosos paisajes, lleno de comida, lleno de vida. Pero allí mismo había una riqueza

especial, una riqueza que se debía proteger pues en manos equivocadas podría

utilizarse para causar destrucción, para causar maldad, sumisión, violencia en todo el

planeta, podrían acabar con la tranquilidad, la paz, la armonía que existía en cada rincón

de este mundo.

Por esta razón, las águilas eran los animales encargados de proteger la montaña. En

lo más alto había un vegetal llamado “la planta exousía”, era una planta que otorgaba

fuerza sobrenatural, rapidez o velocidad mayor que cualquier otro ser, regeneración,

protección a aquel que la consumía.

Cada águila que vivía en este bosque tenía una función diferente, existía un águila que

era el líder de todas las demás, tenía a varias águilas más que junto a él protegían y

custodiaban el bosque de aquellas criaturas que intentaban invadir y robarse la rara

planta “exousía”.

Era como una tribu con lazos estrechos, como un ejercito de águilas dispuestas a

proteger su hogar, su bosque, su mundo y a todos aquellos que habitaban en él. Eran los

protectores de este bosque. Cuando cada águila realizaba la labor que le correspondía,

todo fluía con armonía, había grupos que se encargaban de vigilar por las tardes, otros por

las noches y otros más por las mañanas. Había otro grupo encargado de la recolección

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de insumos para la subsistencia de toda la especie, un grupo más se encargaba de

cuidar y vigilar a las águilas recién nacidas, otros se encargaban de la salud de aquellas

águilas que presentaban alguna dificultad para volar, para caminar, respirar, etc. Y no

olvidemos al grupo que se encargaba de la seguridad y protección del lugar.

Cada año, las águilas jóvenes se sometían a una prueba para poder entrar al grupo de

águilas protectoras, entrar a este grupo era el sueño de casi todas las águilas jóvenes,

era un orgullo ser parte de los protectores del bosque, muchos querían entrar, pero no

todos lograban superar las diferentes pruebas que se requerían para ser parte de este

ejército. Esta era una prueba que demostraba si estaban listos para pertenecer a este

grupo, si contaban con las destrezas que se requerían, si eran lo suficientemente fuertes,

rápidas, si contaban con una buena visión, etc.

Las águilas jóvenes esperaban con ansias el día de la prueba, en su sangre ardía el

deseo de luchar, la emoción de portar el traje de águila protectora. La determinación de

proteger a su familia, a su bosque, al mundo.

Una tarde con un clima extremo y extraño, con una lluvia gigantesca al amanecer y

un calor infernal por la tarde, por fin llegó el momento, el día tan esperado en el que el

águila líder convocaba a las águilas jóvenes para participar en dicha prueba. Para ello,

se preparaban con anticipación a fin de no fallar y poder entrar al ejército protector.

Semanas previas a la competencia, las águilas entrenaban sus habilidades y destrezas.

Hacían competencias de velocidad, de fuerza, de agilidad, de visión, de actitud.

Entrenaban decenas de águilas, pero muchas se quedaban en el camino al no sentirse

preparadas para la gran competencia.

Llegado el día de la prueba se encontraban 35 águilas concursando para ganar un

lugar junto a su líder, un lugar privilegiado que cambiaría el rumbo de aquellas águilas

jóvenes que competirían, un lugar en el cual podrían morir honorablemente al cuidar de

su especie y del mundo.

Una de estas 35 águilas era un águila macho llamado “Xhela”, era muy inteligente, ágil,

rápida y muy valiente, pero tenía muchos nervios pues ningún integrante de su familia

había formado parte del ejército, su padre no había pasado la prueba de visión, su

hermana no había pasado la prueba de rapidez y su madre no había pasado la prueba

de agilidad.

Comenzó la prueba con una carrera para demostrar qué tan veloces eran los participantes

El ambiente se llenó de euforia y silbidos por parte de las águilas espectadores, sin

embargo, Xhela bloqueó sus oídos, miró fijamente hacia su destino. Parecía que el

mundo se detenía y empezó a observar el transcurrir de su existencia en cámara lenta,

miró a la izquierda y luego a la derecha y volvió a fijar su mirada en su destino.

Escuchó el sonido que indicaba que había iniciado la carrera y empezó a volar. Se elevó

tan rápido como pudo y su velocidad aumentó cada segundo, para fortuna suya, quedó

en 5º lugar, lo que la colocó en un buen puesto en la tabla de puntajes. Siguieron las

diferentes pruebas, las familias eufóricas alentaban a sus hijos, hermanos, amigos que

estaban concursando, todos con entusiasmo de que sus seres más cercanos lograran

calificar con éxito el concurso y así pertenecer al ejército.

Al transcurrir las pruebas de visión, valentía, compañerismo, fuerza, actitud, Xhela se

dio cuenta que no le estaba yendo muy bien. Los nervios empezaron a correr por todo

su plumoso cuerpo, quedaba una sola prueba y si fallaba, no lograría entrar al ejército.

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El líder anunció: “Esta es la última prueba de los competidores, aquí se demostrará que

tan capaces son de pertenecer a la guardia, la prueba consiste en encontrar el mayor

numero de piedras rosas escondidas a lo largo de los arbustos del sendero, al llegar al

final del sendero se contabilizarán y aquellos que logren recolectar la mayor cantidad,

habrán ganado el reto” su lugarteniente sigue, “sólo aquellos que verdaderamente tengan

la pasión y la vocación de servir con el ejército, lograrán calificar e ingresar exitosamente

a este grupo, recuérdenlo”. .

Los competidores se alistaron para iniciar la prueba no sin antes hidratarse, pues habían

puesto mucho esfuerzo físico a lo largo de la intensa jornada de pruebas. Había llegado

el momento de hacer la última, se alistaron y se escucharon diversos murmullos. Los

nervios paralizaron a Xhela que tardó en oír el silbido de que había comenzado la

prueba. Cuando se dio cuenta, las águilas volaban sendero abajo a gran velocidad y

fue hasta entonces cuando corrió, su cuerpo no demoró mucho en reaccionar y elevarse

rápidamente. En un instante se encontró en sí, en el presente y comenzó a idear su

estrategia para alcanzar a aquellas que llevaban ventaja.

Empezó a buscar las piedras, encontró algunas, pero se dio cuenta de que las demás

águilas tenían muchas más que ella. La consumían los nervios, mas no lo paralizaban.

Era una actitud que aprendió a desarrollar con el paso de los años, el miedo no la

paraliza, la despierta y la hace idear un plan b, c, d o f.

Casi llegando al final del sendero observó que un águila chocó contra un árbol y cayó

al suelo. Sin pensarlo dos veces, Xhela fue a auxiliarla para que se reintegrara a la

competencia, la levantó para que esta águila se recuperara y recogiera sus piedras, más

adelante vio que otra águila estaba exhausta y cayó a un arbusto, e hizo lo mismo. Le

ayudó a incorporarse de nuevo a la competencia… finalmente, terminó la prueba.

Comenzaron a contabilizar las rocas rosadas y Xhela fue una de las que tenían menor

número de rocas, había pasado la prueba, sin embargo, por el número de rocas que logró

conseguir era prácticamente imposible que lograra superar la prueba. Todos guardaban

silencio y se asombraron, hasta que llegó el líder diciéndole “Xhela, efectivamente

conseguiste un número de piedras muy bajo, sin embargo, tuviste la capacidad de no

dejar a tus compañeros derrotados, los ayudaste a reincorporarse y seguir compitiendo.

En realidad, cada prueba no se mide por el número de piedras que alcanzas, ni por la

velocidad que tienes, ni por la visión que alcanzas a percibir sino por la forma en la que

consigues pasar cada situación. En este caso, más allá de ver una ventaja sobre las

demás águilas, pudiste ver que alguien necesitó ayuda y fuiste a auxiliarlo, sin importar

que perdieras tiempo valioso para recolectar más piedras, eso se llama solidaridad. Por

lo tanto, quiero anunciar que, en esta competencia, tú y las 34 águilas que concursan han

sido aceptadas para formar parte del ejército”.

En ese momento empieza la celebración y el ritual de iniciación para las águilas, les

colocaron una marca en su ala izquierda que representaba su nombramiento como parte

del ejército. Las águilas comenzaron a silbar y se escuchó por todo el bosque el canto de

éstas. Todo era paz, armonía y alegría.

Xhela miró hacia el cielo a manera de agradecimiento por lo que había logrado cuando…

de pronto sucedió algo extraño. El cielo se tornó en una sombra gris y obscura, y un

sonido diferente al de las águilas se acercó con una penetrante armonía que hizo mover

las ramas y los arbustos, entonces se dieron cuenta de que habían llegado los cuervos.

Un ejército tan basto que superaba a las águilas se aproximaba al bosque para penetrar

sus barreras y robar la riqueza que se encontraba en ese lugar.

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Las familias se alteraron y comenzaron a refugiarse para no ser devoradas por los

cuervos, que se aproximaban cada vez más y con mucha rapidez. Xhela sabía que

debería luchar en ese momento, a pesar de nunca haberlo hecho y no estar preparada

mentalmente para ello, sabía que no había opción. Ahora pertenecía al ejército de

águilas protectoras y se encontraba en el momento justo para demostrar su valentía y su

decisión por proteger a toda su especie.

Comenzó la lucha, las águilas más experimentadas fueron las que atacaron primero y

lograron derribar a uno que otro cuervo, pero llegó un grupo de al menos dos cuervos

más para picotearlas, no había suficientes águilas para luchar. Xhela observaba como

poco a poco las águilas iban cayendo y los cuervos se acercaban cada vez más al lugar

en donde se encontraba la planta que habían venido a saquear. De pronto, vio a uno

de sus amigos luchando contra varios cuervos, sin pensarlo fue a su rescate. Con su

gran pico logró derribar a un par de cuervos que su amigo tenía encima, de pronto, dos

cuervos más estaban encima de ella, le picoteaban el cuello y no sabía cómo reaccionar

o de qué manera zafarse de las garras y picos filosos de estos cuervos. A lo lejos observó

que venían más cuervos en su contra, entonces le surgió una idea, sabía que ella era

buena para volar. Sabía también que tenía una rapidez que le permitiría alejarse de los

cuervos mientras buscaba un plan, y lo hizo. Voló con toda la rapidez que pudo colina

arriba. Voló tan pero tan alto que pudo ver la punta de los inmensos arboles del bosque.

Hasta que de repente, dejó de sentir dolor en su cuello. Su cuerpo pareció ser más

liviano y dejó de escuchar a los cuervos que traía encima suyo. Paró el ritmo y volteó su

mirada hacia abajo. Se dio cuenta que los cuervos habían desaparecido, pues se habían

quedado sin oxígeno ya que sus cuerpos no tenían la capacidad para respirar a alturas

muy elevadas.

Con ello se pudo percatar que sería una estrategia efectiva para ahuyentar a los cuervos

restantes. Entonces bajó a toda velocidad y les comunicó a sus compañeros que seguían

luchando fuertemente contra los cuervos “elévense, vuelen alto, los cuervos no pueden

respirar en las alturas, vuelen, vuelen alto y de esa manera se irán desvaneciendo”, y

comenzaron a ascender las águilas.

Muchas de ellas picoteadas, ensangrentadas y cargando en su cuello al menos a un

cuervo que no paraba de atacar. Afortunadamente el plan funcionó, poco a poco y los

cuervos fueron cayendo sin control de su cuerpo, pues se habían quedado desmayados

por la falta de oxígeno.

De esa manera lograron apaciguar la ardiente lucha contra los cuervos. Cuando se

dieron cuenta, el número de cuervos había descendido considerablemente. Poco a poco

los cuervos cayeron desde las alturas y comenzaron a huir, hasta que por fin lograron

derrotar al último cuervo. Había sido una victoria inminente, sin embargo, también habían

perdido a muchos elementos del ejército protector, muchas águilas se encontraban

malheridas por los picotazos que les habían producido los cuervos y, otras tantas no

lograron sobrevivir en la batalla, una de ellas era el líder del ejército, un águila con basta

experiencia en el grupo, pero también con una edad avanzada que le impidió salir con

vida de la batalla.

Las pérdidas eran muchas, pero habían ganado la batalla. El ejército no tenía líder, sólo

habían quedado guerreros sin alguien que los dirigiera. El resto de las águilas salieron al

rescate, auxiliaron a los heridos y prepararon todo para la ceremonia de los que habían

perdido la vida en la batalla.

Horas más tarde, las águilas se dirigieron al rio que se encontraba al sureste del bosque.

Las águilas fallecidas fueron envueltas en hojas grandes secas, las colocaron encima

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de una tabla de encino y las metieron al río. Ahora, el río se encargaría de llevar a estas

nobles y valientes águilas a un lugar desconocido, a un lugar en el que elevarían su vuelo

más allá de lo inimaginable.

Fue un día intenso para Xhela y para toda la especie, primero por la competencia y

después por la lucha exhaustiva que llevaron en contra de los cuervos. Xhela aprendió

mucho en ese día, primero el valor de la solidaridad al auxiliar a las demás águilas sin

importar las circunstancias, después a tener valentía, pues supo que las situaciones se

presentan de un momento para otro, en cualquier lugar, en cualquier momento, espacio

o tiempo, también supo que era imposible derrotar a los cuervos luchando cuerpo a

cuerpo y entendió que las batallas no se ganan quebrándose el cuerpo completamente

ni gastando toda la energía posible luchando, se gana con estrategia, aprovechando

sus habilidades y destrezas, encontrando puntos fuertes y utilizarlos responsablemente.

Al pasar de los días fue llegando la normalidad poco a poco, la estabilidad y armonía

en el bosque fue surgiendo con el paso del tiempo. Aún así había un hueco y era que

el ejército de las águilas no tenía líder, entonces se reunieron para elegir al sucesor.

Muchos creían que su lugarteniente debería ser quien ocupara el puesto, otros creían

que el más veloz era quien debería ser el nuevo líder, otros más dijeron que el más fuerte

y otros estaban a favor de que el águila con las plumas más grandes debería ser el nuevo

líder, no se ponían de acuerdo y discutían y se enredaban cada vez más.

De pronto, el amigo de Xhela quien había sido auxiliado por esta en la batalla, pidió la

palabra, dijo que el proponía que Xhela fuera el nuevo líder del ejército, pues a pesar

de su poca experiencia en batalla, había descubierto una estrategia efectiva para salir

victoriosos en la lucha. Los ahí presentes observaron y discutieron durante un momento.

Al cabo de un rato, tomaron la decisión de someterlo a votación. Un gran número de

águilas no votaron a favor de Xhela pues argumentaban que un águila recién ingresada

al ejército no tenía la suficiente experiencia para dirigirlos, pero otro gran número de

águilas votaron a favor de Xhela pues creían que había sido quien los había salvado de

la derrota que se aproximaba.

La cosa iba muy pareja cuando de pronto apareció por los cielos aquella Águila líder que

había muerto en la batalla, era una silueta perfectamente visible, relucía con un brillo

impresionante, era el espíritu de esta águila que había ido al bosque a emitir su voto, él

creyó que Xhela era lo suficientemente capaz de dirigir al ejercito por lo que emitió su

voto y su consentimiento para que Xhela fuera el nuevo líder de las águilas protectoras,

y así fue como Xhela se convirtió en el protector del bosque.

“El único pájaro que se atreve a picotear un águila es el cuervo. Se sienta sobre su

espalda y muerde su cuello. Sin embargo, el águila no responde ni lucha con el cuervo;

no gasta tiempo ni energía en él, simplemente abre sus alas y comienza a elevarse más

alto en los cielos. Cuanto mas es el vuelo, más difícil es para el cuervo respirar y luego

el cuervo se cae por falta de oxígeno. Deja de perder el tiempo con los cuervos. Con esa

gente dañina que sólo se acerca a tu vida para intentarte desestabilizar, para proyectar

sobre ti sus propias tormentas. Sólo llévalos a tus alturas y se desvanecerán solos”.

(Claudia P.)

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No estoy tan bien, pero tampoco tan mal y eso está muy bien

Autora: Violeta Guerrero Hernández

Era un 14 de junio del 2016, cursaba el tercer grado de telesecundaria cuando lo conocí

a él, el niño más popular de la escuela. Era un año menor que yo, él estaba en segundo

grado, le gustaba jugar futbol era el mejor defensa yo lo observaba desde la ventana

del salón, mi amiga en cuanto lo notó me dio un golpe en la cabeza y me dijo: ¿te gusta

verdad? es lindo, le respondí. -Tal vez te haga caso se ve que le lates, también él te mira

cuando salimos a la clase de educación física- respondió mi amiga.

Un día, no recuerdo la fecha, yo iba casi corriendo con el tiempo contado para entrar al

salón de clase. Casi siempre traía el tiempo encima, muy pocas veces salía a tiempo.

Al entrar al portón de la escuela no recuerdo bien como fue volteé a su salón el cual

quedaba frente al mío. Él me miró y me sonrió. En ese momento me puse como un

jitomate que creo se me olvidó hasta como caminar, me puse tan nerviosa y seguí a mi

salón.

Estaban a punto de tocar el timbre, cuando entró el profe directo a buscar en su escritorio

un libro, pues era viernes de lectura y ella lo había olvidado. No había escogido a alguien

específico que fuera a leer al otro salón, pues cada viernes nos tocaba intercambiar

salones a fin de practicar fomento a la lectura y bueno; para no hacer la historia más

larga la maestra me miró y me nombró. Dijo que me tocaba ir a leer al salón de 2º “B” el

cual era su salón. Yo me quedé callada mirando a mi amiga y solo respondí que sí, estiró

la mano y me dio el supuesto libro que iba leer.

Yo estaba súper nerviosa le confesé a mi amiga. Ella solo me aconsejó que hiciera lo que

iba a hacer y ya. Lo tomé como un consejo absurdo, pero así fue como pasó. Llegué a

su salón y me presenté junto con mi libro, terminé la lectura y rápido salí, en ese mismo

instante él se levantó y pidió permiso para salir al baño. Salió tras de mí, pensé que me

diría algo… pero no fue así. Ahí comenzó mi etapa del enamoramiento. Cada que lo

miraba me daban esas cosas llamadas mariposas en el estómago.

Yo jugaba en un equipo de futbol los sábados y domingos era la delantera titular, todos

los días por las tardes entrenaba con el equipo y el director técnico nos retaba a jugar

con chavos para que nos esforzáramos y diéramos más rendimiento, en uno de esos

equipos estaba él.

Una tarde una compañera del equipo me comentó que el chico que me gustaba me

esperaría al terminar el entrenamiento que ¿si me podía acompañar a mi casa? yo sin

pensar le dije que sí, y así fue nuestra primera charla. Me preguntó mi nombre, mis

gustos y varias cosas sobre mí y claro incluyó también la pregunta de si tenía novio, ¡no

podía faltar! a lo que yo le respondí que no.

Durante semanas platicamos demasiado, hasta que por fin un día se decidió y me invitó

a cenar. El día lo recuerdo perfectamente fue un 10 de septiembre y ese mismo día

me pidió ser su chica, en ese momento me quitó el sueño de poder llamarle amigo.

No niego que me enamoré como nunca antes, para mí fue el mejor noviazgo, yo sabía

que él me quería porque me lo demostraba y se notaba. Los fines de semana era su

invitada especial para ver sus partidos, nos dedicamos muchas cartas, canciones y los

pequeños logros que nos sucedían al pasar el tiempo, le dediqué mis mejores notas en

la secundaria.

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Hasta que llegó el día en el que me inscribí a la preparatoria. Mi tiempo para él ya no

era el mismo y nos dejamos de ver por las tardes en esos entrenamientos que teníamos,

pues solo lo podía ver los fines de semana. Había amigos que me preguntaban por él,

que como iba mi relación, yo respondía que bien, pues así lo consideraba yo. Lástima

que no era lo que pensaba, ellos sabían algo que no me querían decir.

Un día cualquiera entré al salón de clase y me llegó un mensaje de él, que decía: -es

mejor dejarle hasta aquí con lo nuestro, lo nuestro ha terminado-. Yo estaba confundida

no sabía que hacer, solo recuerdo que Alfredo, mi mejor amigo, quien se sentaba detrás

de mí, me abrazó al enseñarle el mensaje, y me dijo -yo lo sabía, porque los panas lo

comentaron, él se ve con otra chica-.

Créanme que yo no lloré, solo me quedé en silencio. Llegó el profesor y empezamos

la clase de química. El día pasó muy rápido para mí y yo no dejaba de pensar en el

mensaje que me llegó al empezar el día. Por la tarde tenía pendientes unas tareas, las

cuales me impidieron asistir al campo a seguir con mi entrenamiento, solo avisé en el

grupo de WhatsApp que no podía asistir. Luz, así se llamaba la chica que era cómplice

de mi primera cita con él, me mandó un mensaje diciendo que él pregunto por mí y ellas

le respondieron lo que yo había enviado al grupo.

Pasaron los días, dejé de responder sus mensajes. Fue entonces que me mandó decir

con Luz que necesitábamos hablar. Me citó en los callejones que cruzaban el campo de

la comunidad, fuí a las 5 de la tarde, por primera vez estaba en mi cita puntual. Llegó

con un chocolate que había comprado para mí, me lo obsequió y me comenzó a abrazar.

Me pidió volver a intentar la relación que en un principio fracasó, me dijo que esta vez

funcionaria lo nuestro. Que él jamás me fallaría de nuevo. Fueron tantas cosas que dijo

que no recuerdo más. Yo estaba ilusionada de volverlo a intentar, le dije que sí quería

intentarlo una vez más. Las mariposas en el estómago me revoloteaban nuevamente.

Llegó el 6 de febrero la fecha que más esperaba en ese mes, era su cumpleaños número

16. Le hice un cartel con bastantes fotos, con los momentos que habíamos pasado

juntos, no le regalé chocolates porque casi no le agradaban, le regalé un pans deportivos

que era similar al mío para llevar a los partidos los domingos por la mañana. Le hice

muchísimos recados cursis confesándole mi amor, salíamos al centro los domingos y

para comer pedíamos tortas esas deliciosas tortas caprichosas que eran gigantes, el

pedía agua de horchata y yo siempre jamaica, caray el amor se notaba en todo.

Nuestros conocidos y amigos nos deseaban lo mejor, todos nos decían que hacíamos

una muy bonita pareja. Recuerdo las veces que íbamos a su casa a ver películas, su

mamá era muy cordial, me trataba muy bien, era muy gentil la señora, aunque casi no

platicaba con ella. Su papá sí me hablaba mucho de él, me hacía mucha plática. No es

por ser presumida como dicen; pero, mi enamorado me decía que era su primera novia

que sus papás aceptaban en su casa. Me contó que tuvo una noviecita anterior a mí, que

no le caía muy bien a su papá porque era algo grosera, decía mi suegro que era muy mal

hablada. Un día a mí me dijo que su familia pensaba que yo era un buen partido para él,

porque yo era una chica que salía poco, era inteligente, era bonita, era todo lo que sus

padres querían para su hijo.

Así pasamos mucho tiempo juntos, casi 2 años. Hasta que lo nuestro se hizo una rutina.

Se empezó a perder el interés uno en el otro. Eran muchas las peleas sin sentido, yo

no niego que me convertí en una persona un poco celosa y muy posesiva, tenía miedo

de perderlo. Le empecé a prohibir amistades que pensaba yo, eran una mala influencia.

Pasaba el tiempo y como algunas parejas nos dejábamos y volvíamos una y otra vez.

Creo que ese fue un gran problema, que cuando nos enojábamos y regresábamos

pensábamos que todo el tiempo estaríamos para perdonarnos y continuar con la relación.

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Hasta que un día, al volver del centro con mi mamá, casi llegando a la casa, pasó un

carro y en el iba un chavo con quien nunca había platicado, pero si lo había visto seguido

en la calle. En ese instante cruzamos las miradas y me sonrió. Fue todo.

Llegamos a casa, mi mamá y yo, comimos y recogimos la casa como siempre. Se

empezó a meter el sol y comenzó a llegar la noche. Fue en ese momento que recibí un

mensaje del chavo este que miré en la calle ese día. El mensaje solo decía -hola, linda

noche-. Yo no le contesté el mensaje porque ya se llegaba la hora de ver a mi novio, y

a él le molestaba que yo platicara con otros chicos por mensajes, había veces que me

revisaba el celular para asegurarse de que eso no pasara, así que dejé el mensaje sin

respuesta.

Ese día mi novio y yo solo fuimos a cenar tacos y nos quedamos a platicar un rato en

la banqueta por fuera de mi casa. Cuando llegó la hora de pasarme a mi casa, abrí ese

mensaje nuevamente y le contesté con un -hola, gracias igualmente-. El chavo enseguida

me contestó, empezamos a platicar constantemente, aunque tenía que eliminar sus

mensajes cada que veía a mi novio, si no me metía en un problemón que ni les cuento.

Así pasamos varias semanas contándonos de nosotros, era muy lindo conmigo, muchas

veces me escribía los buenos días, mejor que ni mi novio.

Así pasó el tiempo, hasta que un día me hizo la invitación a cenar. Yo primero lo tomé como

una equivocación de remitente pensé que se había confundido de chat y únicamente le

contesté con un hola nuevamente. El chavo me volvió a mencionar la invitación y siguió

en espera de esa respuesta para salir a cenar. Yo le dije que no podíamos salir pues yo

tenía novio. Entonces le propuse salir a charlar en el antiguo campo, la cita quedó a las 8

con 30 minutos. Llegué al lugar y él estaba ya ahí esperándome, enseguida con su mano

derecha me tomo la cintura y con la izquierda tocó mi cuello y me saludó con un beso

en la mejilla. Yo tenía miedo de que alguien nos pudiera ver y contarle a mi novio que yo

me miraba con alguien más a escondidas. Empezamos a platicar de todo un poco, de

mis proyectos a futuro, que es lo que quería estudiar, de nuestros gustos y demás. Su

plática era muy diferente a la que tenía con mi novio. Con él no había corazones ni cosas

bonitas en nuestro chat, sin embargo, muchas veces me ayudaba con las tareas que se

me dificultaban, y así empezó a crecer el interés entre nosotros pues nos contestábamos

en seguida.

Por otro lado, las cosas con mi chico fueron cambiando. Seguíamos discutiendo por

cosas sin sentido. Muchas veces porque yo estaba en línea y no contestaba sus

mensajes al instante, él me empezaba a insultar con comentarios que afectaban mi

autoestima. Yo le perdoné todos esos insultos que me hacían sentir mal. Duramos casi

3 meses con esas mismas discusiones en la relación.

El 20 de diciembre una amiga me mandó un texto por mensaje preguntado cómo estaba

y cómo iba mi relación, a lo que yo le platiqué todo desde que empecé a salir con el

otro chico. Ella me hizo una llamada y lo primero que me dijo fue que mi novio también

se veía con otra chica. Era muy linda físicamente, sin embargo, él no sabía que ella no

estaba interesada en algo formal como él imaginaba. Yo sentí que el mundo se me venía

encima pues ella cumplía con los requisitos físicos que mi novio me pedía y que muchas

veces me lo restregaba en la cara. Me sentí tan miserable que pensé en hacerme un

daño pues esa ruptura amorosa no la iba a superar, ahí entendí porque mi novio se

enojaba por cosas sin sentido, me hacía comentarios sobre mis defectos corporales.

Sobra decir que terminamos.

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Muchas noches en la madrugada despertaba llorando por él, pues me recordaba todo

lo lindo que pasamos juntos, todos los momentos de alegría que no volverían más. Le

conté a mi mamá la triste historia que estaba viviendo y mi mamá me prohibió verlo más y

por supuesto tampoco sería aceptado en la casa. Después de eso, me abrazó muy fuerte

y me dio un beso en la frente y me dijo -si quieres desahogarte puedes hacerlo conmigo

yo estoy para ti-, la abracé más fuerte y le respondí que a pesar de todo yo lo seguía

amando, a lo que mamá me respondió; -lo sé, pero tienes que dejar ir a las personas que

no están a gusto con lo que tienen, debes valorarte, quererte y aprender a soltar a quien

ya te soltó-, son los consejos que como mamá te doy.

Yo no tenía ganas de absolutamente nada, no tenía hambre, no quería salir, yo solo

pedía que me dejaran sola en mi habitación, llore y llore hasta la mañana siguiente que

amanecí con los ojos hinchados y rojos. Mi mamá me preparó mi desayuno favorito, eran

hot cakes, pero no era suficiente para sacarme una sonrisa yo estaba totalmente triste.

Cuando mis demás amigas supieron la traición que me había hecho mi novio no dejaban

de visitarme y trataban de que saliera de esa depresión por la que estaba pasando.

Y claro, el chico con el que platicaba me empezó a conquistar, aunque yo muchas veces

le dije que no quería una relación por el momento, debido a lo que me había sucedido

con mi ex pareja. Al pasar el tiempo, empecé a salir con él. Íbamos a los partidos de

futbol. Yo empecé a trabajar en mis inseguridades y me puse a hacer ejercicio todos

los días. Aunque al chico con el que salía siempre me decía que le agradaba bastante

como era, que no necesitaba cambiar nada. Me llenaba los oídos de palabras que me

hicieron aceptarme nuevamente. Hoy en día sigo saliendo con ese chico y no, aún no

somos novios seguimos saliendo como pretendientes, pero no deja de tratarme siempre

muy cortés.

De mi ex pareja lo último que me dijeron fue que lo han visto trabajando con su padre

en carros de volteo, dicen que está en el gym frecuentemente, no lo sé tampoco, el dejó

de doler hace tiempo. No tengo ninguna comunicación con él, lo eliminé de todas mis

redes sociales.

Aunque fueron varias veces que me buscó y pidió que lo perdone y que volvamos a ser

novios. La última vez que lo vi le regalé una frase que me identifica emocionalmente,

escrita en un papel y dice lo siguiente: No estoy bien, pero tampoco estoy tan mal y eso

está muy bien.

Yo no sé si aún ve con la chica con la cual me engañó, pero estoy segura de que para

ella solo fue una aventura y una triste ilusión para él.

FIN

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¡Haz música!

Autor: Emiliano Calderón Saldivar.

Una eternidad esperé este instante... Estar acostado escribiendo de algo que me

apasiona como miles de soles que alimentan por fotosíntesis a una dulce flor.

Estimada amiga lectora, o, amigo lector; siéntete cómodo, y feliz por tener la oportunidad

de tener la capacidad de leer esto, y entender, pero sobretodo, estar en confianza,

porque, en el tiempo que estoy elaborando este texto; cuyo mero propósito es propiciarte

las ganas de amar, entender y hacer música. Tengo la misma edad que tienes, o a la

que te acercas. Aclaro que son apenas 19 años, 19 años por los cuales, la música ha

generado un cambio abismalmente precipitado en mi vida, capaz de dar una vuelta de

180 grados a la realidad.

Mi objetivo, sintetizado de manera más definida es, empaparte en un mundo de notas

y sumergirte en las melodías que tu “corazón” reclama, haciendo una conexión con los

sonidos más exquisitos para el oído humano. Todo esto lo agradezco a mi tan amado

padre, un verdadero “rockstar”.

Te contagiaré mi sinergia y amor por este hermoso “don” que todos poseemos,

contándote mi historia:

Mi padre, una súper estrella de rock, con tatuajes de los más laborioso e impresionantes

que hacen temblar hasta a los mismísimos ángeles bajo el rojo cielo, es poseedor de una

cabellera tupida que sobrepasa las caderas y mantiene el tan famoso estilo “Caprice”

de los comerciales, además de un carisma envidiable, tiene un gran corazón al que

se le compara con el calor, la bondad, el amor y el cariño de un centenar de galaxias

danzantes en precipitado polvo espacial y miles de partículas vibrantes, mi padre

posee también, unos gustos de excelencia y un inmenso intelecto. En pocas palabras,

lo considero “Un padre de oro”. A él, la música, como, podrán imaginarlo; también le

impactó de una manera muy notoria.

En fin, gracias a este gran señor, mi estadía en el estómago de mi “mami” fue todo un

deleite musical. Ella es una mujer hermosa, de cualidades excepcionales e inimaginables,

dotada de gracia como un cisne al danzar, con sus suaves manos, se colocaba lo que

en ese tiempo estaba de moda: los audífonos de un “walkman” (dispositivo antiguo que

funcionaba a manera de reproductor musical… Como un teléfono, pero más grande y

aparatoso) escuchando música de un género que me gusta mucho, hablo del heavy

metal.

Sin embargo, este relato no es para contarles la historia de mis progenitores, sino que

esta es ahora, mi historia.

Como les mencioné anteriormente, me parece que yo, aun siendo tan pequeño, y

muy probablemente inconsciente, disfrutaba de la música que llegaba a mis oídos, por

ocurrencias de mis padres.

Hoy puedo reconocer muy fácilmente, por ejemplo; a la banda, “Iron Maiden” es una

banda londinense, que, resalta por su ejecución de los instrumentos, guitarras celestiales,

batería retumbante y un vocalista que hará a tu mente brincar y bailar de emoción en una

catarsis de afecciones indistintas. Saliendo de mi primera casa (o sea, el vientre de mi

linda madre) el descubrimiento con la música no paraba. Diario, mi madre, con su voz

angelical, tarareaba las canciones que le gustaban. Diría que fue mi primer acercamiento

musical, pues, yo le seguía con mis murmullos de bebé, según me cuentan.

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Poco tiempo después, como la mayoría de niños, no había día en el que tomara

“prestado” las cacerolas de mi encantadora abuela para así formar una batería, armada

con ollas, botes y como baquetas (los “palitos” de madera con los que se toca un tambor)

las cucharas, tenedores o cucharones. Haciendo ruido sin cesar que resonaba por toda

la casa, desesperando y sacando de quicio un poco a los visitantes, pero sacándole

miradas de ternura, como si estuvieran ante lo más hermoso de mi bello Querétaro... O,

del mundo.

Mi papá, líder y cantante de una banda de rock perteneciente al género de “black death

metal” (y que, por cierto, admiro mucho), llegaba y contaba todo lo de sus ensayos

y conciertos, ponía su disco y todos en la sala guardamos silencio, aunque era de

esperarse, pues la mayoría eran familiares y conocidos de mi padre.

El equipo de audio desprendía agudos sonidos de guitarras infernales con solos

indescifrables de alta maniobrabilidad y una voz de “monstruo” que me encantaba tanto,

que yo la imitaba la mayoría del tiempo.

A día de hoy, sigo teniéndolo en mis discos favoritos, no porque sea mi padre, si no, por

que está en un nivel de calidad exorbitante.

Tiempo después, ya más crecido, mi abuelito me había construido una cama espectacular

que tenía unas varas de madera como cabecera. Esas varas, en tiempos de limpieza, se

convertían en la mejor guitarra de todo el tiempo, tocaba las canciones que sonaran al

instante, no importaba su dificultad, velocidad o artista, con la imaginación podía tocar lo

que yo quisiera, como la raza humana que hace todo lo que se propone.

Así transcurrió el tiempo. Aún recuerdo cuando mi madre, me dio las primeras palmadas

hacia otro de mis géneros favoritos; la Música Clásica. Con una habilidad divina, y

sin miramientos, me inscribió en un coro infantil. He de mencionar, que una actividad

destacada en mi agenda, es cantar, aunque no lo hago muy a menudo. Dentro de esas

clases, empecé a ver a los exponentes primordiales de este bello, bello género.

Beethoven, Carl Orff, Andrea Bocelli, entre muchos más. Entonar cada nota de tan

inmensas obras, erizaba cada bello corporal de mi ser y derretía mi oído como cera o

miel, en un atardecer naranja de verano.

Tuve mi debut en uno de los más prestigiosos lugares de Querétaro, mi tierra natal.

Hablo de nada más y nada menos que el Auditorio Josefa Ortiz de Domínguez. Debo

admitir que tenía un poco de miedo, pero mis ganas de compartir mi talento y hermosa

voz, eran más grandes que cualquier cosa. Salimos triunfantes, con el público en los

bolsillos. Los aplausos no cesaban, igual que tampoco lo hacía el frío en invierno en

aquellas tardes de festivales infantiles queretanos.

Fueron muchos shows que tuve en conjunto con mis amigos y la orquesta. Hubo un

momento en el que, por una chica, no audicioné para uno de los instrumentos que en

esa época llamaba mi atención: el violonchelo. Un instrumento de 4 cuerdas parecido

al violín, pero, más grande, aunque, no tan grande; lo importante aquí, es que aprendí

que solo hay una oportunidad en la vida, la cual, por ningún motivo hay que dejarla

pasar. Tras un rato de darle la vuelta a la zona del bajío en México, me cansé de ser una

“estrella” del mundo clásico, así que, por motivos que sigo sin entender, y de buenas a

primeras, lo dejé.

Por más que no lo aparentara, seguía amando la música. Pasó el rato, y quería regresar

al mundo musical. Actualmente lo veo como una forma de escapar de esta realidad y

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hallarme entre notas. Sonidos antiguos que explotan mis sentidos, lo que me lleva a

platicarles sobre mi época en la secundaria; época en la cual, empecé a tocar la guitarra,

y en la que, a mi manera, me destaco. Sin buscar competencias, ni siendo pretencioso,

pero; yo sé que soy el mejor, haciendo lo que hago.

Aunque la guitarra eléctrica es satisfactoria, buscaba algo más... Algo que encontraría

hace algún tiempo y que me llevó a decirte algo relacionado con ello, pero un poco más

adelante. El bajo eléctrico. Tantas notas resumidas, un sonido muy grave y profundo...

Es simplemente, perfecto.

Bueno, creo que he hablado demasiado, para mi propósito, pero quiero que sepas que mi

historia no importa. La que sí importa es la tuya, lo que tú tienes para decirle al mundo.

La música alimenta tu alma y te ayudará a escapar un momento si así lo necesitas. No

importa si eres bueno o malo en algún instrumento, ya que considero que eso no existe.

Si eres bueno con tu instrumento, entonces es porque estás tocando como te gusta y eso

te nutre y por ende suena bien.

Cualquier persona puede hacer música, hasta alguien sordo, como el gran Beethoven,

quien compuso obras milenarias y trascendentales de la música clásica; o alguien que

tenga problemas del habla puede agarrar una sonaja, pandero o lata y hacer su propio

ritmo al gusto.

Como te comentaba al inicio, en estos momentos estoy muy cercano a tu edad y no solo

eso, estoy pasando por un momento histórico mundial que encapsula los lados más

inimaginables por los que podemos atravesar… El terrible coronavirus, el cual, es un

derivado del antojo de una persona asiática. Quiso darle una melodía sonante de sabores

a su lengua con una sopa de murciélago de dudosa procedencia. Siempre he pensado

que comer animales era malo, pero en esta ocasión lo fue totalmente, nos sumergimos

en una horrible sinfonía de enfermedad y putrefacción en la sociedad, desde negocios

que cierran hasta escuelas que también nos sacaron por el bien de nuestra salud. Como

podrás estar razonando, también cerraron academias de música, donde cualquiera podía

ir sin ninguna experiencia, con ese miedo que nos impulsaba a atrevernos y tocar unas

melodías, sin embargo, no se puede hacer, por nuestra seguridad, salud, seres y seres

queridos, estamos obligados a permanecer en aislamiento para no propagar el virus.

¿Qué se puede hacer si tenemos unas ganas tremendas de hacer música ahora, como

yo en este momento?

Primero, hay que establecer que, la música, es un escape de este mundo, pero

no podemos escapar de nuestros deberes y obligaciones. Cuando adquirimos una

responsabilidad como ayudar a tu hermano con la tarea, poner la mesa para comer o

simplemente hacer el que hacer y estudiar; hay que cumplir. Cuando empezamos a sacar

melodías, no sería muy cómodo estar fascinado en otro espacio mental, gozando del

ritmo mientras tu alma danza y se regocija de felicidad y que de repente llegue tu madre

a tocar la puerta para que le ayudes a hacer algo que debiste hacer desde la semana

pasada. Así que, por favor, antes de empezar, has tu tarea, recoge tu habitación, pasea

al perro, y una vez hecho eso, diviértete y da rienda suelta a tu imaginación para crear lo

más enriquecedor para tu cuerpo.

La música, como a muchas personas, nos ha cambiado la vida, ha habido personas que

dejan los vicios por este, el cual es uno mejor que no daña a nadie a tu alrededor o a ti

mismo o misma. Si tuviéramos que encontrar algo malo en este extravagante mundo,

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sería que, por la situación en la que estamos, no es posible acudir a una tienda de

música, a una escuela de música o tampoco a los conciertos de tu agrado, en caso de

que quieras ver a alguien más ejecutando a tu instrumento con más experiencia o gusto,

claro está.

Otro problema es que, derivado a la horrorosa enfermedad que nos azota, no podamos

salir a comprar un instrumento propio, podríamos perecer en el intento de hacer music,

hacer que esa fantasía desfallezca y se pierda, tal vez para siempre, o podemos hacer el

intento de conseguirlo con algún amigo o familiar para luchar como guerreros o guerreras

que somos.

Aunque si bien, no puedes adquirir un instrumento, te invito a que uses el que por gracia

de la naturaleza tienes desde el instante en el que naciste y no sabías... Tu cuerpo.

Puedes si no,

cantar a todo volumen, aplaudir para mover la cabeza a un ritmo picosito y sabroso,

zapatear... Todo es posible con tu cuerpo, solo usa tu imaginación. No importa que tipo

de música te guste... Trap, Rock, Reggaetón, Ranchera, Corridos, Pop, Clásica, Metal,

Instrumental... No importa.

Si al escuchar tu canción favorita sientes un escalofrío que recorre toda tu espalda,

desde la espina dorsal hasta la cabeza: esa es la música adecuada... Si alguien te niega

que disfrutes lo que haces, niégale el placer de que oiga tu música y solo escucha a

tu instinto y aliméntalo con esas melodías internas. Así que no dudes, confía, relájate,

disfruta y ¿por qué no? ¡Haz música!

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La juventud de Roberto

Autor: Ricardo Martin Pelayo Pérez

Roberto era un joven de apenas 13 años, el vivía grandes dificultades con su familia,

pues su familia era pobre y sus padres abusaban física y verbalmente de él, esto se

podía percibir al momento en que asistía a la escuela. Usualmente iba con sus zapatos

rotos y con su ropa en un estado deplorable. La mayoría de las ocasiones no llevaba que

comer y mucho menos llevaba dinero para comprar algo ahí. Algunos de sus compañeros

le compartían de su comida. Al salir de la escuela y llegar a casa la cosa se ponía peor.

Vivía en una casa solo con su madre, pues su padre los había abandonado cuando él

tenía apenas 2 años, o eso le había contado su madre. Al estar en casa su madre lo

golpeaba y humillaba para que consiguiera dinero y a pesar de todas las adversidades

con las que se veía él tenía en mente el terminar sus estudios, esto por la manera en

que le remarcaban en la escuela que para salir adelante o ser alguien en la vida había

que tener estudios.

Era un niño maltratado por su madre ya que al no conseguir el dinero que ella le pedía

esta lo dejaba en la calle hasta que le consiguiera. Roberto no sabía porque su madre

lo trataba así de mal así que decidió preguntarle la razón, a lo cual ella respondió “eres

un niño que no tenía que venir al mundo, tú me arruinaste la vida y por tu culpa tu padre

me dejo”.

Cuando Roberto supo lo que su madre pensaba de él, tomó una decisión, irse de casa. Al

principio con dudas tales como ¿mi madre estará bien?, ¿cómo viviré si me voy de aquí?

y otras cosas relacionadas sobre dejar su casa.

Al principio vivió en las calles buscando la forma de sobrevivir. Él solo había cursado el

segundo año de secundaria, buscó trabajo en una frutería como ayudante y dormía en un

albergue. Así lo hizo por unos meses. Después de un tiempo empezó a reflexionar lo que

haría con su vida, pues ahora ya contaba con una fuente de ingresos y un lugar al cual

podía llamar “hogar”. Pensó que podría continuar con sus estudios, los cuales no había

terminado, para así lograr ser alguien y así empezó a buscar alguna escuela secundaria

en la cual fuera aceptado.

Cuatro meses después de iniciar su búsqueda, ingresó a la secundaria con ayuda de sus

patrones como tutores, él quería seguir adelante son su vida y ser alguien de provecho

para la sociedad y para su superación pues no quería ser siempre ayudante en una

frutería. Tenía sueños y esperanzas de formar una familia y de no ser igual que su madre

pues veía como niños de su edad se perdían en los vicios. No entendía el motivo por

el cual desperdiciar la vida en drogas o en alcohol, además de ser bastante costosas.

Al paso del tiempo logró reunir algo de dinero y rentó un cuarto. Dormía en unos cartones

y se cobijaba con periódicos. Un día al regresar a su casa encontró una mesita tirada,

la recogió y así tuvo un espacio en donde hacer sus tareas. En otra ocasión encontró

un colchón y como pudo arrastrando y cargando lo llevó a su casa. Y así siguió, con

su trabajo y estudio terminó su tercer año de secundaria. Para entrar a la preparatoria

continuó laborando y al cumplir sus 17 años logró ingresar a la preparatoria.

Su mamá se había olvidado de él, sin embargo, la preparatoria la vivió muy feliz. Cuando

cursaba el primer semestre lo invitaron a jugar futbol y como era su deporte favorito,

decidió entrar al equipo. Recuerdo que jugaba con sus zapatos rotos hasta que un amigo

le regaló unos zapatos de fútbol. Jugaba en la posición de extremo, él era muy bueno

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y en ese semestre en el torneo de la preparatoria ocupó el segundo lugar en cantidad

de goles anotados. Para el fin del semestre aprobó exitosamente las materias, con sus

carencias y su esfuerzo. Sin embargo, tuvo que dejar de estudiar un semestre ya que a

la frutería donde trabajaba quebró, se sintió desmoralizado y sin tener para pagar la renta

de su cuarto el dueño lo corrió, sin preguntar.

Así volvió a las calles nuevamente y viviendo de lo que tiraban en las tiendas y fruterías,

siguió buscando trabajo hasta que le ofrecieron uno en una tienda de abarrotes como

ayudante. Volvió a juntar dinero y a rentar otro cuarto para poder vivir. Al paso del tiempo

ya había cumplido los 18 años y regresó a seguir estudiando la preparatoria. Ingresó al

segundo semestre y como pudo concluyó también esta etapa de sus estudios.

Nuevamente la vida le jugó una mala pasada y tuvo que dejar la escuela ya que no tenía

dinero para inscribirse a la universidad. En una ocasión cuando regresaba de trabajar

trataron de asaltarlo, pero el al no querer dar sus pocas pertenencias con las que contaba,

se resistió, esto no salió nada bien para Roberto, pues al estar en desventaja de números

fue golpeado fácilmente, término en el hospital, con algunas costillas rotas y adolorido

por los golpes que había recibido en todo el cuerpo y perdió el trabajo por inasistencias.

Anduvo buscando trabajo y entró a trabajar como ayudante de carnicero. Ahí aprendió el

oficio y al paso del tiempo adquirió la habilidad para poder hacer los cortes por lo que le

dieron el puesto de encargado, con un mejor sueldo. Habló con sus patrones para que le

permitieran continuar sus estudios y así cuando salieron las convocatorias para ingreso

a la facultad de ingeniería se preparó para el examen, pero para su mala fortuna no logró

quedar seleccionado para la carrera.

Se lo comunicó a sus patrones y ellos le dijeron que no se desilusionara, que en el

próximo periodo de convocatorias se preparara mejor. Al siguiente año volvió a presentar

el examen y en esta ocasión sí logro quedar. El apoyo que no le brindaron sus padres

biológicos se lo brindaron sus patrones, porque él era muy dedicado a su trabajo y

honrado.

Un buen día, su patrón lo encontró contando el dinero de la renta para su cuarto en el

cual habitaba. Por lo que le preguntó, ¿que haces Juan? ¿Para qué quieres ese dinero?,

él le respondió -es para pagar mi renta del cuarto de vecindad donde vivo-, extrañado

le preguntó: ¿no vives con tus padres?, a lo que él respondió: no señor, mi madre me

maltrataba y mi padre nos abandonó, así que decidí abandonar mi casa a la edad de

13 años y desde entonces he luchado para poder vivir. Me fui de casa a la edad de 13

años, cuando apenas cursaba el segundo de secundaria y desde entonces he vivido

en la calle. Cuando logro trabajar, rento un cuarto en vecindades, pero siempre me he

propuesto a seguir mis estudios porque, aunque mi madre no me lo haya querido apoyar,

eso no quiere decir que no vaya a realizarlos. No tengo porque ser una mala persona, así

me la he pasado, alguna ocasión cuando recibí mi pago me esperaban otros muchachos,

me asaltaron y golpearon, fui a dar al hospital. A lo que su patrón preguntó y tu madre

¿no te ha buscado?, a lo que él le respondió: No patrón ella no me busca ni quiere

saber de mí ya que yo soy un hijo no deseado, y al parecer le arruiné la vida. El patrón

le preguntó: Entonces te las has arreglado solo, el responde: si sr. en alguna ocasión la

busqué, pero me dijo que no quería saber nada de mí, que para ella yo no existía, que

había sido un error el que yo haya nacido.

Vaya que contrariedad, respondió su patrón, así el joven siguió trabajando y estudiando.

Al paso del tiempo cuando ya estaba por terminar su educación profesional el patrón

volvió a platicar con él. -Oye muchacho, tú sabes que yo solo tengo un hijo y el ya hizo

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su vida, tú me has ayudado mucho y te has ganado mi confianza, la casa donde vivo es

grande y solo vivo con mi esposa, ¿te gustaría irte a vivir con nosotros? -, él le respondió,

no quiero dar molestias usted es muy buena persona me ha brindado su confianza y me

ha apoyado a lo largo de mi carrera, no quisiera darle molestias ni a usted, ni a su esposa

agradezco su invitación, pero por el momento estoy bien.

Cuando Juan se encontraba realizando su tesis para titulación, su patrón al verlo que

era muy dedicado y que estaba por graduarse le brindó todo su apoyo. Le preguntó:

muchacho ya te vas a graduar, ¿has pensado qué va hacer después de que te titules?

A lo que él le respondió -pues yo agradezco el apoyo que me ha brindado y ya estoy

buscando donde desarrollar mi carrera, pero no porque ya haya terminado mis estudios

quiere decir que los voy a olvidar, al contrario, usted puede contar conmigo-.

Así pasó el tiempo y el joven se graduó, terminó su carrera como ingeniero. Y el patrón

le volvió a preguntar si quería vivir con ellos, ya que se sentían muy solos, y no porque

fuera ingeniero ya que ellos no carecían de nada, sino porque se sentían solos. Y para

entonces él le respondió -si no sería molestia- a lo que el patrón contestó: no joven, yo

te he estado observando y veo que has sabido ser una persona responsable y tienes

mi confianza y gratitud. Juan respondió -está bien patrón ¿cuándo le gustaría que

me mudara? -, el señor respondió: si tú quieres el día de mañana voy a comentarle

a mi esposa que sí accediste y que prepare la habitación donde te quedarás. -No

tengo palabras para agradecer todo el apoyo que usted y su familia me ha brindado y

agradezco su confianza- concluyó Juan.

Así el joven huérfano, gracias a su dedicación, honradez y rectitud logró salir adelante y

gracias al apoyo brindado por sus patrones se realizó como persona. Él ahora es dueño

de una constructora y trata de ayudar a sus empleados a que no se conformen, si la

vida los trata mal si no de salir adelante y ser personas de bien para la sociedad, que no

caigan en vicios ni en la delincuencia como muchos otros lo han hecho. Porque como

seres humanos debemos ser las mejores personas con nuestros semejantes, aunque

nuestros padres nos rechacen.

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La codicia

Autora: Janet Peña Bustos

Es 1946, Beatriz, una niña de doce años de tez morena, ojos marrones, bondadosa y

generosa, y es cuidada por sus padres: Pedro de cuarenta años y su madre Magdalena

de cuarenta y tres. Su padre es carpintero y su madre, una mujer que se dedica al campo

trabajando tierras de un hombre que le pagaba por recolectar lo que se cultivaba.

Vivían en un pueblo retirado de la urbanización, donde abundaba la pobreza y escaseaban

los servicios básicos. Muchos de los habitantes se dedicaban al cultivo de las tierras que

pertenecían a un solo dueño y a la venta de leña. Los habitantes se transportaban en

burros o a pie.

Esta familia era humilde, pues Pedro, padre de Beatriz, conseguía muy poco dinero con

los trabajos que realizaba de carpintería y a su madre Magdalena se le pagaba con una

mínima porción de lo que cultivaba en el campo.

Beatriz nunca tuvo la oportunidad de recibir educación al igual que sus padres, pues ni

ellos ni sus abuelos podían pagarla, ya que escasamente les alcanzaba para para vestir

y comer.

Después de once largos años Beatriz ya con veintitrés cumplidos, se había convertido

en una mujer bella. Beatriz empieza a notar que nada es igual a cuando tenía 12 años,

se da cuenta de que ya no es la niña que solía salir a jugar con los niños del pueblo y

llegar a su casa donde la reñían sus padres, porque llegaba sucia, llena de barro y lodo.

Se dio cuenta que había crecido y con ello sus padres también habían envejecido. Las

manos de ellos se les veían arrugadas, les costaba caminar, su cabello se había teñido

de blanco y habían perdido la vista poco a poco.

Un día sus padres se disponían a salir a trabajar como de costumbre. Su madre se sentía

agotada y Beatriz le pidió que no fuera a trabajar hasta que se recuperara sus fuerzas,

pero Magdalena se rehusó, y no accedió a quedarse en casa. Estando magdalena en el

campo, se empezó a sentir cada vez peor y murió a causa de la fatiga. Los capataces

al verla fueron al pueblo a avisar a Pedro y a Beatriz que la señora magdalena había

muerto en el cultivo.

Beatriz estaba destrozada y Pedro se encontraba conmocionado. Ante estas

circunstancias y para que no le sucediera lo mismo que a su madre, Beatriz le pidió

a su padre que se quedara en casa pues podrían vivir con lo que ella ganaba de lavar

ropa ajena. El dinero que consiguiera sería para el sustento de su padre, pensó. Lo que

no sabía era que Pedro se encontraba desolado por la muerte de su esposa y al poco

tiempo sufrió una muerte súbita causada por un infarto estando dormido en su cama.

Con el paso del tiempo, Beatriz encontró compañía con un hombre de quien se enamoró,

llamado Juan con quien se casó. Tres años más tarde Beatriz y Juan esperaban un hijo

y estaban felices por formar una nueva familia.

Beatriz no sabía que Juan se dedicaba al robo de ganado, creía que su esposo era un

hombre bueno y honesto por su parte, Juan quería darle una vida diferente a su futuro

hijo. Y cometió el error de robarle a su patrón y este lo mando matar con crueldad.

A unos cuantos días del nacimiento de su hijo, Beatriz volvió del trabajo y encontró a

su esposo muerto a un lado de la mesa. Beatriz estaba devastada, no sabía qué era lo

que le había ocurrido a su esposo, se sentía infeliz, pues había perdido a sus padres y

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ahora había perdido al amor de su vida. Lo único que le quedaba era su hijo, que estaba

a unos cuantos días de nacer. Beatriz, al sentirse amenazada por lo ocurrido en su casa,

decidió protegerse guardando en un burro el revolver que había pertenecido a su padre.

Pasaron un par de días y Beatriz se percató de que era tiempo de que su bebe naciera y

sin nadie que le pudiera ayudar llegó sola a la casa de la partera del pueblo. Dio a luz a

un bebé de pelo castaño, ojos color marrón, y mirada profunda. Estaba entusiasmada a

pesar de que el padre había sido asesinado sin ella saber el por qué. Por lo que, al ver a

su hijo, decidió que también se llamaría Juan.

Beatriz amaba a su hijo, lo proveía de todo lo que estaba a su alcance. Con el paso

del tiempo intentó inculcarle la conciencia de clase, sin imaginarse que este ser tan

indefenso se convertiría en un hombre sin escrúpulos, quien sería capaz de todo por

conseguir poder y riqueza.

Años más tarde Juan, quien ya había crecido, se convirtió en un joven de 17 años,

inteligente y perfeccionista, admirado por muchos debido a su astucia y su peculiar forma

en que convencía a los ciudadanos para estar de su parte por otro lado, también era

arrogante y se encolerizaba cuando lo contradecían o le hacían saber sus errores.

Juan detestaba que su madre fuera lavandera y ser de bajos recursos, constantemente

se lo recriminaba. Por su parte, Beatriz al ver como Juan crecía con ambiciones de

poder, temía que se convirtiera en un hombre codicioso al que solo le importara él y las

riquezas que podía conseguir.

Juan deseaba recibir educación y estudiar derecho y aunque su madre era consciente

de que no tenían dinero para costearlo hizo todo el esfuerzo con tal de que su hijo saliera

adelante con las oportunidades que ella no tuvo.

Para 1971 Juan quien estaba a punto de egresar de la universidad, se volvió un gran

amigo de Francisco, un compañero de su clase, juntos pusieron su despacho en el

pueblo y por un momento, Juan se olvidó de su codicia. Beatriz se encontraba feliz al

ver que su hijo cambió y convivía un poco más con los habitantes del pueblo, pero, por

desgracia esto duró poco.

Tres años más tarde, Juan volvió a ser un hombre con sed de poder; es así como este

empezó a involucrarse con políticos y con la corrupción, ayudándolos a salir impunes

de sus atrocidades. Juan intentó convencer a Francisco de que se uniera a él, pero

Francisco rechazó su oferta y lo amenazó con relatar sus actos a los habitantes del

pueblo y a su madre. Lleno de ira y al sentirse amenazado sin poder convencerlo de lo

contrario, planeó acabar con la vida de Francisco, esto sería antes del anochecer para

que no contara lo sucedido aquella tarde.

Esa misma tarde Francisco fue a la casa de Beatriz y mientras le narraba en lo que

estaba involucrado su hijo, Juan entró a la casa y fue al cuarto donde Beatriz guardaba

el arma. Antes de que Francisco terminara de hablar, Juan le disparó frente a su madre;

la madre de Juan se encontraba pasmada por el atroz acontecimiento que acababa de

ocurrir frente a sus ojos.

Beatriz seguía atónita, rompió en llanto y miró con desprecio a Juan, olvidando el niño

pequeño e inocente que alguna vez fue. Sintió rencor por la vida, pues pensó en todo lo

que le había ocurrido desde que tenía memoria.

70


Beatriz intentó hacer recapacitar a Juan

- Juan, hijo, en que te has convertido, eres un asesino ¡debes entregarte!

- No ¡Cállate!

- ¿Por qué lo has hecho? ¡no eres más que un ser despiadado!

- ¡Cállate! Ya lo he hecho y no pienso pasar el resto mi vida en una cárcel.

Juan no presentaba arrepentimiento en su rostro y sin más, en un arrebato de ira, intentó

matar a su madre, mirándola a los ojos y sin sentir remordimiento. Beatriz trató de pedir

ayuda, pero unos minutos más tarde Beatriz murió por falta de aire.

Pronto la gente del pueblo se percató del sonido del disparo y de las súplicas de Beatriz.

Se enteraron de la masacre y del presunto responsable y fue así como los habitantes del

pueblo intentaron obtener justicia por mano propia y convertirse en los verdugos de Juan,

pues creían que este representaba un peligro.

Sin embargo y a pesar de todo, en el pueblo hubo un único habitante que no demostró

deseo de represalia contra Juan, Baltazar, un hombre honesto y padre de dos niñas.

El intentó hacer reflexionar a los ciudadanos, pero estos segados por la venganza y el

miedo a Juan intentaron entrar a la casa de Beatriz donde se encontraba Juan encerrado,

pensando en como escapar.

Baltazar sin dudar, ayudó a Juan a salir y pasar desapercibido ante la multitud para

llevarlo ante la ley, donde debía ser juzgado y confesar sus crímenes, sin embargo, Juan

al recordar sus actos y ver que había matado sin remordimiento tanto a su madre como a

su único amigo, decide huir de Baltazar, pues tenía claro que su condena sería extensa.

Juan logró escapar de Baltazar y al día siguiente de los hechos, en la madrugada, llegó

a su casa, vio a su madre y amigo, abrió el refrigerador, bebió un poco de alcohol y se

suicida en su cuarto; Juan no mostraba arrepentimiento ante los sucesos que lo llevaron

a su muerte, solo un acto de cobardía para no enfrentarse ante la realidad de sus actos.

Juan despierta en su recámara y se da cuenta de que todo había sido un sueño, se

levanta de la cama, corre, ve a su madre y la abraza.

El sueño hace reflexionar a Juan sobre lo que podría ser su vida y se da cuenta de que

quiere ser un hombre de bien, honesto y honrado, pues no debía centrarse en aumentar

sus riquezas, si no en disminuir su codicia, a lo que Juan recuerda que Baltazar fue

el único que no sintió deseos de sentenciarlo por sus actos, por lo que reconoce que

llevarlo ante la ley fue la decisión de un hombre sensato y justo, aunque él se haya

negado a ser juzgado por la ley.

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Valor de la familia en tiempo de pandemia

Autora: Michelle Banda

Había una vez una joven llamada Michelle que se encontraba cursando el sexto

semestre de preparatoria. Ella y sus compañeros de grupo se encontraban organizando

la noche de su ceremonia de graduación, así como el día para tomar la fotografía grupal

e individual, todo el grupo se encontraba tan lleno de ilusión que hasta una cena con un

buen menú estaban organizando, para después de la entrega de papeles pasar un rato

muy agradable con sus padre y familiares más cercanos.

Pasaban los días y todo corría más que perfecto, los preparativos estaban por cerrar

solo faltaba que la dirección del plantel les diera la fecha fija para cerrar el trato con los

del salón de fiestas y el banquete. Los muchachos y muchachas se encontraban más

que emocionados pues cada vez se acercaba más el estreno de sus atuendos de gala

preparados para el día de la ceremonia, así mismo también se encontraban poniéndole

más empeño a los asuntos académicos entre ellos proyectos y exámenes del primer

parcial de su último semestre de preparatoria, pero tarde que temprano tendría que

aparecer una piedrita en el camino. Esto se debió a que el 28 de noviembre del 2019, dio

positivo el primer caso de contagio de coronavirus en la ciudad de Wuhan, China. Por lo

que las autoridades avisaron que habría suspensión de clases del 20 de marzo del 2020

y se regresaría el 20 de abril del mismo.

Pero como los casos de contagios seguían en aumento con mucha fluidez el gobierno

adelanto la suspensión de clases y labores, por lo que un 18 de marzo como cualquier

otro el director informó que las clases quedarían suspendidas hasta el 20 de abril, por la

contingencia sanitaria, pero los alumnos de sexto semestre no se alarmaron tanto ya que

estaba dicho que regresarían a para su ceremonia de graduación.

Ese mismo día se dispusieron a ir a la oficina del director para preguntar la fecha exacta

de la graduación y así seguir los preparativos desde casa, por lo que el subdirector ya

tenía la fecha fija la cual era el 02 de julio del 2020, esto aún les dio más confianza para

seguir con su ilusión. Cabe resaltar que cuando se ponían de acuerdo siempre había

discusiones y enfrentamientos en el grupo por que como en todo grupo siempre hay más

divisiones.

Por lo cual ese día los profesores se encargaron de desinfectar todo el plantel con ayuda

de los estudiantes, así mismo ordenando aulas y haciendo la limpieza necesaria por

aula, entre ellas barrer, trapear, sacudir y acomodar butacas, para así para el regreso

tener limpio el aula y fuera menos pesada la limpieza del plantel.

Así como también ese día se utilizó para dejar en claro las tareas y proyectos que se

tendrían que presentar en el regreso a clases, puesto que se regresaría a el cierre del

segundo parcial.

Pues a pesar de todo, los jóvenes se retiraron a sus casas “contentos” porque tendrían

más vacaciones de las normales ellos sin saber lo que pasaría con los días, al llegar a su

casa aventaron la mochila como de costumbre, pero esta vez con una emoción enorme

pues el periodo vacacional sería más largo.

Pues el tiempo pasaba pero la situación en el país seguía empeorando pues a muchos

los estaban dejando sin empleo, muchos sin recursos para poder comer, pues esta

contingencia estaba haciendo una gran crisis económica. Por lo que los alumnos se

empezaron a alarmar puesto que a algunos alumnos sus padres se estaban quedando

sin sostén económico debido a que los despedían de sus trabajos esto debido a que no


había incremento económico, sino que al contrario se estaban dando quiebras en las

empresas puesto a que no había movimiento, ya que todos se encontraban en casa.

En los seguros e hospitales cada vez aumentaban el número de infectados, junto con ello

los fallecimientos. Cada vez el país se encontraba más en peligro por lo que el presidente

decidió alargar el regreso a clases y cada vez se alejaba la posibilidad de que todos los

preparativos se llevaran a cabo.

Los estudiantes de sexto semestre buscaron la forma de poder llevar acabo por lo menos

la fotografía individual con todas las medidas necesarias. Después de meses se dijo que

no habría regreso a clases esto debido a que los contagios seguían. Por lo cual cada

alumno busco la manera de obtener su horario para la toma de fotografía individual, pues

el pago de ella ya estaba realizado antes de que se suspendiera todo.

Moraleja: aprende a valorar la vida día a día, a disfrutar los momentos con tus amigos

y familiares, a abrazarlos cada vez que te sea posible por que como bien dicen hoy

estamos mañana quien sabe.

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¿Gota a Gota?

Autor: Leonardo Arturo Guevara Rivera

Acabo de salir de la nave, no recuerdo mucho de mi misión pasada, pero se que

regrese solo. Recuerdo que en las clases de preparación nos decían que sería una vista

maravillosa, desde la ventana veía grandes relieves, muchos puntos verdes y mucho

movimiento, me encantaba mucho perderme en la ventana. Entonces se me hace

extraño que no recuerde el entorno ni las condiciones de mis misiones.

Estamos a un día del lanzamiento, mi escuadrón será el G, he hecho buenos amigos,

aunque nuestra nave es muy grande siempre me gusto andar por los pasillos conociendo

gente. Desde pilotos hasta mecánicos y científicos.

Nuestra misión es entregar mercancía. Para hacerlo tenemos grandes robots, llamados

EVAS, que nos sirven para transportar el material genético, al menos eso es lo que me

dicen, realmente yo veo múltiples cajas en los contenedores. Bueno finalmente se que es

nuestro trabajo, al terminarlo tenemos una extracción y regresamos a casa.

El gran día llegó; me desperté 3 horas antes del lanzamiento, Roger mi copiloto es un

chico muy risueño, tendrá unos 75, aun es muy joven, pero es muy inteligente, nuestra

científica Grace, es una chica de unos 120, muy bien parecida, entiendo por qué los

pusieron con un compañero con 500, no soy aun viejo, pero se que hay equipos más

homogéneos.

Al salir de mi habitación me di cuenta que Rogers ya estaba listo, traía su característica

mochila, un portafolio café con correa de cuero, sino mal recuerdo me había dicho que

era de su padre, ya portaba nuestro uniforme azul, era un tipo de licra con armazones.

Me regaló el café de la mañana.

- ¿Cuánto tiempo llevas despierto Rogers?

- No he dormido, estaba tan ansioso que no puede pegar mis pestañas

- Controla un poco tu euforia por que debemos estar concentrado.

- ¡Si señor!

- Ya te dije, solo soy tu compañero, deje de ser sargento.

- Lo lamento, pero es todo un honor trabajar con usted señor.

Ya no discuto, se que debí empezar igual, o al menos eso creo. Es muy extraño que

siempre que intento recordar mi pasado, veo imágenes borrosas y un sentimiento de

intranquilidad. Me llega una imagen de unos pulpos, no entiendo que pudo haber pasado

para que perdiera mis recuerdos.

-¿Señor?

Rogers me regreso de mi lapsus, ya estábamos en el hangar. Los pasillos de la nave,

así como varias salas de la nave han tenido problemas técnicos, honestamente me da

un poco de risa que Rogers siempre se ponga tenso cuando parpadea la luz de alguna

lámpara.

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“El caballo de Troya”

Estamos llegando a nuestra bahía, Coyote Tango se encontraba resplandeciendo, era

un EVA de tercera generación, media unas 5u, fabricado con una aleación resistente a

impactos, con el paso del tiempo ha ganado varias “marcas de experiencias”, la más

prominente se encontraba en la espalda, 3 incisiones de gran espesor, asimilaba un

zarpazo. Aunque todos los EVAS comparten el mismo color azul, para mí siempre tendrá

una tonalidad muy especial CT que la diferencia de los otros.

¡Sargento! ¿Seguirá viendo a su EVA o nos ayudará a prepararlo? Salimos en T

menos 30.

Era una voz familiar, la comandante García, una vieja amiga de mi escuadrón inicial, ella

decidió entrar en la burocracia que implica todo el sistema de reclutas y control. Por mi

parte decidí seguir en campo. Al girar en dirección de la voz pude observar a mi amiga,

mínima nuestra diferencia en altura, vestía su uniforme a 5 botones.

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- Comandante, sabes perfectamente que ya no porto dicho título – Le reprochaba.

- Recuerda que siempre serás un sargento en espíritu. ¿Preparando el despliegue?

- Sabes que siempre me ha gustado venir a observar antes de partir.

- Los viejos hábito nunca cambian, aun por malos que sean.

- Así es.

Aunque había toda una operación a nuestro alrededor, EVAS moviéndose y

preparándose, podría jurar que el tiempo de detuvo y recordé esas primeras misiones,

donde el escuadrón de la comandante y el mío nos cuidábamos la espalda. Como lucia

la sala de embarques antes, solo han cambiado algunos EVAS y el personal, aunque

podría jurar que las lámparas fundidas siguen en los mismos lugares que antes. ¿Esta

nave a cuantos pilotos habrá visto hasta ahora? Creo que por esa puerta estaban los

dormitorios de...

- ¡Tcht! – me quejaba.

-¿Sigues con las jaquecas?

-Algo así.

Nuevamente ese sentimiento de inquietud, siento como una descarga cada vez que

pienso en el pasado y mi escuadrón. Justo después llega esa imagen a mi cerebro,

manchas negras con ojos y… ¿Tentáculos?, no termino de distinguir.

- Hangares de la “A” a la “E” prepárense para despliegue. – Se escuchaba la

indicación de los comunicadores.

- Bueno comandante, ha sido todo un placer, pero creo que vamos tarde, tengo que

ir por una científica impuntual. – Le indicaba a García mientras me giraba hacia los

laboratorios.

- Max, si necesitas hablar de Mich sabes que aquí estoy – Me sujetaba de la mano

mientras me hacía voltear a verla.


En ese momento me surgía una silueta en mi memoria, era una mujer, de cabello

pelirrojo, me parecía que debía conocerla…

- Mich… ¡Tcht! Estoy bien – me mentía a mí mismo mientras se desvanecía la

imagen de esa chica con otra descarga.

Al soltarme me dirigí directamente al laboratorio de Grace mientras escuchaba de fondo

la voz de García llamándome.

“Pesadillas vividas”

Mientras cruzaba los pasillos de la nave, iba sufriendo de múltiples sentimientos;

¿Felicidad?, ¿Tristeza?, ahora angustia, ¿Remordimiento?, no entiendo que está

pasando y la risa que escucho en mi cabeza no ayuda.

Al voltear en un pasillo encontré la silueta de la pelirroja de mi recuerdo, mientras un

mecánico pasaba casi arrollándome con su carro de repuestos, después de esquivarlo

me reincorporé mirando a la dirección de la chica, ya no estaba.

Continúe mi camino, llegue al laboratorio, al entrar veía que solo quedaba una posición

con luz, parece que no habían sido eficaces los entrenamientos de despliegue, continua

ahí, toda ajetreada tratando de recoger un matraz con los codos, sosteniendo libros en

una mano y un portafolio en la otra.

- ¿Necesitas una mano?

Justo después de mi pregunta Grace se desplomó en el suelo, su bata blanca había

dejado de ser completamente blanca hace mucho, llena de manchas de descuido y

caídas. Comencé a recoger lo que había en el suelo, además de ofrecer mi brazo para

que se incorporara mi compañera de EVA.

-Debe dejar de espantarme así sargento. – Considero ya innecesario seguir

haciendo la aclaración del título.

-Lo lamento, sin embargo, nos quedan escasos 15 minutos para estar en Coyote

Tango listos para saltar.

-Lo se lo sé, pero para ustedes es muy fácil, no estoy lista, me faltan múltiples

notas de campo y no sé si necesitaremos una vacuna en específico o si necesitare

tomas más de 15 muestras, aunque mi maleta ya está llena me queda otra la cual

puedo llenar con extras, pero eso solo hará que carguemos más. Aunque el EVA

es quien carga… - Se notaba su nerviosismo por sí solo, antes si quiera empezara

a hablar así.

-Vámonos Grace, es una misión de rutina no te preocupes.

La ayude a levantarse y nos dirigimos al centro de la operación. Con una maleta extra

llena de frascos que: “Podríamos usar”. Creo que es algo con lo que tendremos que

trabajar, pero de ello me encargare después, ahora mismo me interesa conocer el motivo

por el que tengo estas visiones y como han pasado de algunas pesadillas a manifestarse.

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