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saber cuando iba a comenzar a sangrar” o que “no podían creer que no pudiese aguantar
su regla y que era completamente asqueroso y desagradable”.
Al escuchar eso quedé perpleja. Entender que ellos no saben nisiquiera que cuando una
mujer cruza por la adolescencia es muy común que su menstruación sea irregular o que
realmente no se sabe cuándo aparecerá o el comentario más ilógico que he escuchado
sobre “aguantarse”, me dejó claro que ellos para nada estaban informados y que lo unico
que sabían era que la mujer sangra cada mes. Esto me llenó de rabia, saber que para
ellos un proceso normal era algo desagradable.
Recuerdo hablar de ti frente a un chico de mi clase, quien al escuchar tu nombre quedó
paralizado, como si le hubiera dicho la lista más grande de ofensas. Yo pensaba que
era normal, así como los demás estornudan. No sabía si la que se había equivocado en
mencionarte había sido yo o él por no comprenderme.
Pasó un año y los cambios que se estaban presentando en mi cuerpo eran realmente
notorios al paso de los días. Me encontraba en clase de educación física, la maestra
nos pidió trotar por la cancha, todos nos encontrábamos en fila y de pronto escuché
a una compañera decirle a sus amigas que no podía creer que fue tan sínica. En ese
momento no lo entendí, pero terminando la clase unos compañeros comenzaron a hacer
comentarios de muy mal gusto sobre lo rápido que me estaba desarrollando. Fue uno
de los momentos más complicados, me sentí tan mal por el simple hecho de crecer. No
comprendía por qué eran tan crueles, era algo que estaba fuera de mi control.
Me preguntaba constantemente por qué para los hombres era tan importante la
manera en la que la mujer se desarrolla, sintiéndose con el derecho de juzgarla y hasta
categorizarla dentro de sus estándares que ellos consideran buenos. Creo también que
las chicas lo hacen a su manera, decidiendo quien les parece más atractivo o con quien
sí quieren tener una relación de amistad, pero, no comprendo la necesidad de querer
clasificarnos a todos y ser tan crueles.
Creo que me estoy haciendo muchas preguntas y no tengo las suficientes herramientas
para contestarlas sin embargo, he llegado a un punto.
La conclusión más rápida que obtuve fue que, aunque estés conmigo y con todas
las mujeres del mundo parece que tenemos que hacer como si fueras invisible, decir
que, aunque me provoques un fuerte dolor tengo que decirles a los demás que eres
un dolor estomacal. Debemos tener que pasar las compresas entre mis compañeras
como si fuera algo del otro mundo, decir que mi mal humor se debe únicamente a tú
llegada, aunque hayan mil cosas más que verdaderamente provocan mi disgusto. Que
si estoy sensible es porque viniste a visitarme, tener que aguantar las burlas y caras
de desagrado si menciono que estás conmigo. Y evidentemente viviré rodeada por los
constantes comentarios de los hombres que me rodean, los cuales evidentemente no
pido con la esperanza de que ellos se sientan tranquilos porque luzco bien y no estoy
actuando de forma distinta a la que las demás lo hacen.
Me niego a aceptar eso, aunque tengamos una relación distinta, sé que estás y estarás
en mi vida, no me avergüenza saber que estoy contigo, que a pesar de cómo me haces
sentir a veces estoy feliz de ser una gran mujer como todos lo mencionan, que ni mi
humor ni mis sentimientos dependen de ti, que, aunque estés conmigo tengo el mismo
valor al igual que si no estuvieras. Entiendo que no puedo educar a todas las personas
que hacen comentarios totalmente fuera de lugar y que es algo que va más allá.
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