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y en ese semestre en el torneo de la preparatoria ocupó el segundo lugar en cantidad
de goles anotados. Para el fin del semestre aprobó exitosamente las materias, con sus
carencias y su esfuerzo. Sin embargo, tuvo que dejar de estudiar un semestre ya que a
la frutería donde trabajaba quebró, se sintió desmoralizado y sin tener para pagar la renta
de su cuarto el dueño lo corrió, sin preguntar.
Así volvió a las calles nuevamente y viviendo de lo que tiraban en las tiendas y fruterías,
siguió buscando trabajo hasta que le ofrecieron uno en una tienda de abarrotes como
ayudante. Volvió a juntar dinero y a rentar otro cuarto para poder vivir. Al paso del tiempo
ya había cumplido los 18 años y regresó a seguir estudiando la preparatoria. Ingresó al
segundo semestre y como pudo concluyó también esta etapa de sus estudios.
Nuevamente la vida le jugó una mala pasada y tuvo que dejar la escuela ya que no tenía
dinero para inscribirse a la universidad. En una ocasión cuando regresaba de trabajar
trataron de asaltarlo, pero el al no querer dar sus pocas pertenencias con las que contaba,
se resistió, esto no salió nada bien para Roberto, pues al estar en desventaja de números
fue golpeado fácilmente, término en el hospital, con algunas costillas rotas y adolorido
por los golpes que había recibido en todo el cuerpo y perdió el trabajo por inasistencias.
Anduvo buscando trabajo y entró a trabajar como ayudante de carnicero. Ahí aprendió el
oficio y al paso del tiempo adquirió la habilidad para poder hacer los cortes por lo que le
dieron el puesto de encargado, con un mejor sueldo. Habló con sus patrones para que le
permitieran continuar sus estudios y así cuando salieron las convocatorias para ingreso
a la facultad de ingeniería se preparó para el examen, pero para su mala fortuna no logró
quedar seleccionado para la carrera.
Se lo comunicó a sus patrones y ellos le dijeron que no se desilusionara, que en el
próximo periodo de convocatorias se preparara mejor. Al siguiente año volvió a presentar
el examen y en esta ocasión sí logro quedar. El apoyo que no le brindaron sus padres
biológicos se lo brindaron sus patrones, porque él era muy dedicado a su trabajo y
honrado.
Un buen día, su patrón lo encontró contando el dinero de la renta para su cuarto en el
cual habitaba. Por lo que le preguntó, ¿que haces Juan? ¿Para qué quieres ese dinero?,
él le respondió -es para pagar mi renta del cuarto de vecindad donde vivo-, extrañado
le preguntó: ¿no vives con tus padres?, a lo que él respondió: no señor, mi madre me
maltrataba y mi padre nos abandonó, así que decidí abandonar mi casa a la edad de
13 años y desde entonces he luchado para poder vivir. Me fui de casa a la edad de 13
años, cuando apenas cursaba el segundo de secundaria y desde entonces he vivido
en la calle. Cuando logro trabajar, rento un cuarto en vecindades, pero siempre me he
propuesto a seguir mis estudios porque, aunque mi madre no me lo haya querido apoyar,
eso no quiere decir que no vaya a realizarlos. No tengo porque ser una mala persona, así
me la he pasado, alguna ocasión cuando recibí mi pago me esperaban otros muchachos,
me asaltaron y golpearon, fui a dar al hospital. A lo que su patrón preguntó y tu madre
¿no te ha buscado?, a lo que él le respondió: No patrón ella no me busca ni quiere
saber de mí ya que yo soy un hijo no deseado, y al parecer le arruiné la vida. El patrón
le preguntó: Entonces te las has arreglado solo, el responde: si sr. en alguna ocasión la
busqué, pero me dijo que no quería saber nada de mí, que para ella yo no existía, que
había sido un error el que yo haya nacido.
Vaya que contrariedad, respondió su patrón, así el joven siguió trabajando y estudiando.
Al paso del tiempo cuando ya estaba por terminar su educación profesional el patrón
volvió a platicar con él. -Oye muchacho, tú sabes que yo solo tengo un hijo y el ya hizo
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