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¡Haz música!
Autor: Emiliano Calderón Saldivar.
Una eternidad esperé este instante... Estar acostado escribiendo de algo que me
apasiona como miles de soles que alimentan por fotosíntesis a una dulce flor.
Estimada amiga lectora, o, amigo lector; siéntete cómodo, y feliz por tener la oportunidad
de tener la capacidad de leer esto, y entender, pero sobretodo, estar en confianza,
porque, en el tiempo que estoy elaborando este texto; cuyo mero propósito es propiciarte
las ganas de amar, entender y hacer música. Tengo la misma edad que tienes, o a la
que te acercas. Aclaro que son apenas 19 años, 19 años por los cuales, la música ha
generado un cambio abismalmente precipitado en mi vida, capaz de dar una vuelta de
180 grados a la realidad.
Mi objetivo, sintetizado de manera más definida es, empaparte en un mundo de notas
y sumergirte en las melodías que tu “corazón” reclama, haciendo una conexión con los
sonidos más exquisitos para el oído humano. Todo esto lo agradezco a mi tan amado
padre, un verdadero “rockstar”.
Te contagiaré mi sinergia y amor por este hermoso “don” que todos poseemos,
contándote mi historia:
Mi padre, una súper estrella de rock, con tatuajes de los más laborioso e impresionantes
que hacen temblar hasta a los mismísimos ángeles bajo el rojo cielo, es poseedor de una
cabellera tupida que sobrepasa las caderas y mantiene el tan famoso estilo “Caprice”
de los comerciales, además de un carisma envidiable, tiene un gran corazón al que
se le compara con el calor, la bondad, el amor y el cariño de un centenar de galaxias
danzantes en precipitado polvo espacial y miles de partículas vibrantes, mi padre
posee también, unos gustos de excelencia y un inmenso intelecto. En pocas palabras,
lo considero “Un padre de oro”. A él, la música, como, podrán imaginarlo; también le
impactó de una manera muy notoria.
En fin, gracias a este gran señor, mi estadía en el estómago de mi “mami” fue todo un
deleite musical. Ella es una mujer hermosa, de cualidades excepcionales e inimaginables,
dotada de gracia como un cisne al danzar, con sus suaves manos, se colocaba lo que
en ese tiempo estaba de moda: los audífonos de un “walkman” (dispositivo antiguo que
funcionaba a manera de reproductor musical… Como un teléfono, pero más grande y
aparatoso) escuchando música de un género que me gusta mucho, hablo del heavy
metal.
Sin embargo, este relato no es para contarles la historia de mis progenitores, sino que
esta es ahora, mi historia.
Como les mencioné anteriormente, me parece que yo, aun siendo tan pequeño, y
muy probablemente inconsciente, disfrutaba de la música que llegaba a mis oídos, por
ocurrencias de mis padres.
Hoy puedo reconocer muy fácilmente, por ejemplo; a la banda, “Iron Maiden” es una
banda londinense, que, resalta por su ejecución de los instrumentos, guitarras celestiales,
batería retumbante y un vocalista que hará a tu mente brincar y bailar de emoción en una
catarsis de afecciones indistintas. Saliendo de mi primera casa (o sea, el vientre de mi
linda madre) el descubrimiento con la música no paraba. Diario, mi madre, con su voz
angelical, tarareaba las canciones que le gustaban. Diría que fue mi primer acercamiento
musical, pues, yo le seguía con mis murmullos de bebé, según me cuentan.
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