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Así sufrió por un tiempo hasta que se le ocurrió la grandísima idea de disfrazarse. Un día
robó una falda, unos zapatos y un paño blanco con lo que pudo camuflajear su identidad.
Al ir por el pueblo nadie la reconocía, aunque quedaban un poco desconcertados por
la aparición de una joven bonita que nunca habían visto, sin embargo, a pesar de ello
nunca levantó sospechas y logró convivir con la gente, comiendo, bailando, ayudando a
vendedores, pero no todo fue felicidad.
Un día su madre enfermó de gravedad y al no haber un doctor cercano puesto que
apenas empezaba a llegar la universidad al pueblo falleció, dejando completamente sola
a Aurora. Esta cayó en depresión por un tiempo reclamando a su padre que si la hubiese
dejado estudiar nada de eso hubiera pasado porque ella quería ser doctora para ayudar
a los demás y tener la oportunidad de brindarles un poco más tiempo de vida a las
personas, pero su padre solo le exigía nietos y nietos y nietos.
Cansado el príncipe de esta situación, puesto que él también quería ya tener hijos decidió
marcharse del castillo, pues la relación con la princesa solo era de enojos y peleas todo
el tiempo porque Aurora no se dejaba manipular como su madre.
El rey apoyó al príncipe y todo el tiempo se la pasaba reclamándole a Aurora que era su
culpa el haberlo perdido. Ella cansada de esta situación decidió dejar a su padre solo,
yéndose a vivir cerca del pueblo. Ahí decidió cambiar de look. Se cortó el cabello, se
vistió diferente y se cambió de nombre. Ahora se llamaba Flor.
Poco a poco todos los habitantes del pueblo le fueron tomando un gran cariño pues
como ya se había rodeado antes de mucha gente y estaba súper familiarizada con todo
lo que pasaba ahí no le fue tan complicado adaptarse a estar lejos de su casa, claro que
extrañaba a su padre, pero estaba dispuesta a salir adelante por ella misma.
Al instalarse en el pueblo Flor empezó a empaparse de información para entrar a
estudiar. Conoció a un maestro que le ayudó a comprender temas que a ella le fallaban
un poco y con base en la perseverancia y constancia se ganó el cariño y confianza de
ese maestro. Todo su esfuerzo tuvo resultados y logró entrar a la universidad a estudiar.
Al nadie reconocerla pudo encontrar también dos trabajos. El primero, con una señora
costurera a la cual le ayudaba a diseñar grandes y hermosos modelos de ropa que
pronto la gente empezó a comprar ayudando así a la señora a salir adelante puesto
que su negocio, antes de ella llegar, estaba en la quiebra. Sin embargo, Flor llegó con
grandes ideas de moda por lo que rápidamente pudo volver a resurgir aquella boutique.
La señora con la que Flor antes Aurora trabajaba le comentó que no debía de estudiar
para ser doctora, si no diseñadora de modas a lo que ella contestó “esto solo es un bonito
pasatiempo que me heredó mi madre, pues ella amaba diseñar, crear, dibujar y siempre
me hacía mis vestidos, moños y unos que otros zapatos, pero lo que en realidad quiero
ser es doctora para tener la oportunidad de estar más cerca de la gente y ayudarlos de
una manera inigualable”
Al sacar el tema de la madre, la señora le preguntó qué hacia sola en el pueblo, en
dónde estaban sus padres y por qué vivía en una cabaña retirada del pueblo. También le
cuestionó el por qué nunca antes la había visto por ahí.
Ella se puso muy nerviosa, y solo le dijo que venía de un pueblo muy muy lejano y que su
madre había fallecido y de su padre le dijo que él era el que la había mandado a estudiar.
La señora no muy convencida con la respuesta decidió creerle.
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