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CUENTOS PARA NUESTROS FUTUROS ALUMNOS

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MI BELLO PUEBLITO

Autora: María José Ramos Hernández

- ¿Lo extrañas verdad? - pregunto mi mejor amigo

- ¡por supuesto! - conteste

- ¿y qué tiene de especial?

me inspiré y comencé narrando:

Me gustaba mi pueblo, estaba entre cerros verdes, lleno de fauna y eso era tranquilo. Me

gustaba despertar por las mañanas y ver a mi abuela en el fogón mientras hacia unas

ricas tortillas, en ocasiones me gustaba acompañarla al molino eso de las 05:00 o 04:30

de la mañana, aunque siendo sincera me costaba mucho trabajo despertar. Al verla

haciendo las tortillas, sabía que desayunaría unos tacos de frijoles, queso y salsa con

tortillas recién hechas, y para beber sería un rico atole de masa o piloncillo. En el pueblo,

comer esto por las mañanas era lo mas exquisito.

Después de ese manjar, debía ir a la escuela, para llegar allá tenia que caminar

aproximadamente 20 minutos, era algo cansado porque tenia que pasar por un cerro,

había muchas piedras y subidas muy pesadas; pero algo que me gustaba de eso, era

que, cuando empezaba a subir por ese cerro se veía el amanecer. Se podía sentir como

el calor del sol te calentaba poco a poco, y la luz que trasmitía era la mas preciosa que

podías ver por las mañanas, las nubes eran blancas y esponjosas, ¿te imaginas ver el

sol saliendo por detrás de otro cerro y que a su alrededor estén las nubes más blancas y

esponjosas que hayas visto? ¿te imaginas la paz y tranquilidad que se siente? Otra cosa

que me gustaba cuando iba camino a la escuela, era que al empezar a subir y cruzar el

cerro se veían los canarios, gorriones, sensontles huitlacoches, calandrias y colibríes,

entre los nopales, maguey, mezquite y garambullos, me gustaba ver a los gorriones de

color rojo, aunque había de otros colores, específicamente me gustaban los de ese color,

me gustaba ver a los colibríes tomar el polen de las sábilas y del maguey, era lindo ver a

un tlacuache con su cría y a la vez raro ya que casi no salían de su escondite; conforme

pasaba ese cerro veía los verdes cerros y las parcelas en tiempo de cosecha que se

encontraban alrededor de mi pueblo.

Cuando llegaba a la escuela lo primero que hacía era dejar la mochila en el salón y salir

a ver a mis amigos que ya habían llegado. Mis amigos eran humildes y buenos. Durante

las clases nos ayudábamos unos a otros. Siempre fui muy parlanchina, no importaba a

que lugar me cambiara el maestro, siempre tenia alguien con quien platicar.

Cuando se llegaba el receso, entre mis 3 amigas y yo hacíamos intercambio de comida,

o nos compartíamos; nuestra chuchería favorita eran unos chetos, todos decían que

sabían raro, pero por alguna extraña razón a nosotras nos gustaban mucho. Antes

de que terminara el receso siempre comprábamos bolsitas de agua de horchata para

tomar durante las clases, pues después de las 12 empezaba hacer calor. Convivir con

mis compañeros me alegraba el día, todos tenía buen humor. A la salida llenábamos

nuestras botellas de agua para el camino, el caminara a casa era agotador por el calor

que hacía, pero lo que nos aliviaba un poco era la refrescante sombra de los mezquites

que se encontraban en el cerro. Cuando pasábamos los cerros íbamos a casa de una

viejita, le decíamos Doña Irma, ella vendía todo tipo de dulces. Diario comprábamos

congeladas de fruta o paletitas de hielo.

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