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Aportes Nº 5 - Carta - CELADIC

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Sección Temática<br />

Ya no es más mera utopía, sino la única posibilidad real<br />

de alcanzar un «poder intrínseco», imprimir un desarrollo<br />

auto-sostenido y justiciero y contar efectivamente en el<br />

nuevo orden internacional en ciernes y en las complejas<br />

negociaciones a 360 grados.<br />

La Iglesia, que es sacramento de comunión, tiene una<br />

tarea fundamental como re-generadora de pueblos unidos<br />

desde la misma fe y tradición católica, comunes orígenes<br />

y vicisitudes históricos, semejante sustrato cultural y<br />

lingüístico en la diversidad, y un destino común.<br />

Desde «Medellín», «Puebla» y «Santo Domingo», esa<br />

perspectiva y compromiso ha estado siempre presente.<br />

Es «grave responsabilidad favorecer el ya iniciado<br />

procede de integración de unos pueblos a quienes la<br />

misma geografía, la fe cristiana, la lengua y la cultura<br />

han unido definitivamente en el camino de la historia»<br />

(23).<br />

Todo silencio o escepticismo al respecto sería un<br />

retroceso grave en el testimonio y servicio de la Iglesia<br />

en América Latina.<br />

La integración política y económica sólo marchará<br />

adelante si está sostenida, no por esquemas<br />

ideológicos o meras relaciones de poder, sino por un<br />

trabajo educativo que sea apto para recapitular y<br />

repensar, reformular y reproponer las matrices<br />

culturales e ideales de los pueblos latinoamericanos,<br />

bregando con realismo, pasión y competencia por<br />

sus intereses comunes. Hay en la identificación como<br />

«latinoamericanos» el sentimiento y la inteligencia<br />

perceptiva de un vínculo de pertenencia, de un círculo<br />

singular de fraternidad, de una proximidad de la caridad<br />

y solidaridad, más fuerte que las distancias<br />

geográficas, las fronteras políticas, las barreras étnicas<br />

y la diversidad de sub-culturas regionales.<br />

(V).- Compete también a la Iglesia custodiar las frágiles<br />

democracias en el positivo proceso de democratización<br />

del último cuarto de siglo. Existen actualmente peligros<br />

reales y graves de deriva autoritaria, alimentados por<br />

exasperaciones e intemperancias, mazacotes<br />

ideológicos, desplantes temperamentales, verborragias<br />

virulentas e insidias violentas.<br />

La «libertas ecclesiae», que está en el origen y es<br />

solidaria de todas las libertades, es un criterio seguro<br />

y sensible para estar alerta y vigilante respecto a todo<br />

desborde autoritario. Punto crucial es la libertad<br />

16<br />

aportes<br />

educativa. No se puede acallar la voz y la contribución<br />

de la Iglesia respecto a cuestiones cruciales de la<br />

convivencia nacional. Demasiado han sufrido los<br />

pueblos latinoamericanos por las dialécticas de<br />

violencia y represión.<br />

No hay más segura custodia que la Iglesia de las libertades<br />

y derechos humanos naturales, de la educación a la paz y<br />

del servicio de pacificación.<br />

Es custodia de las personas, que no tienen como referencia<br />

última ni el Estado ni el mercado; y es custodia de los<br />

pueblos, para que no vivan en la inseguridad y<br />

arbitrariedad y puedan ser actores, con el mayor consenso<br />

nacional e ideal, de energías y grandes tareas de<br />

reconstrucción, desarrollo y liberación.<br />

Una democracia que no sepa fundarse y estar animada<br />

por algunos grandes criterios que distingan lo justo de lo<br />

injusto, lo bueno de lo malo, lo verdadero de lo falso, no<br />

genera auténticas conciencias de pertenencia ni se muestra<br />

capaz de grandes y convergentes causas ideales, solidarias<br />

y constructivas.<br />

(VI).- En todo caso, hay que partir siempre de la<br />

convicción y certeza de que no hay mejor servicio a<br />

la persona y a la sociedad que el de la misión<br />

evangelizadora. No hay otra «piedra angular» más<br />

fundamental que Jesucristo para edificar la vida<br />

personal, familiar y social y transformar la sociedad<br />

según formas de vida más conformes a la dignidad<br />

de todo el hombre y todos los hombres.<br />

Es la «revolución del amor» a la que se refirió el Papa<br />

en la Jornada Mundial de la Juventud en Colonia<br />

(Alemania).<br />

Prof. Guzmán Carriquiry Lecour<br />

(23) S.S.Juan Pablo II al inaugurar la IV. Conferencia General del Episcopado (Sto. Domingo-1992).

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