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Liubliana - Eduardo Sanchez Rugeles

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Capítulo III

«Los perdedores, para nuestra fortuna, son la mayoría».

Eduardo Camera

1

«Dime que soy la niña más hermosa del mundo». Le respondí con una carcajada. Tenía la cara

llena de pintura, sus mejillas estaban manchadas de colorete. Los tacones se tambaleaban ante el

falso equilibrio de sus pies diminutos. El suelo estaba repleto de estuches de Maquiclub y

delineadores de la señora Lili. «Gabriel —dijo de nuevo—, dime que soy la niña más hermosa

del mundo». «Está bien, Carlita —dije con inevitable sonrisa—. Eres la niña más hermosa del

mundo». Me mostró sus dientes incompletos, se quitó los tacones y salió corriendo.

2

Yo escribí libros de autoayuda para la editorial Vientos de Cambio, dirigida por Eduardo Camera.

La escritura de lugares comunes, la invención de anécdotas edulcoradas, fue mi trabajo mejor

remunerado en Madrid. Cuando Javier Cáceres desapareció y entre bambalinas prefiguró el

derrumbe, se acababa de publicar mi tercer libro, Escucha tu corazón. En la solapa aparecía la

imagen de un japonés risueño ilustrado por un currículo falso. Mi nombre artístico era Jack

Shephard. El concepto de la colección fue diseñado por Eduardo Camera. «El lector es estúpido,

Gabriel —solía enunciar con pedantería—. Un libro firmado por Gabriel Guerrero no lo leería

nadie. Tu nombre no es atractivo». El día que firmamos el contrato expuso su invención: «Te

llamarás Jack Shephard, como el protagonista de Perdidos —en España persiste la costumbre de

traducir al castellano los títulos de las series gringas—. Por ahí atraparemos a más de un incauto.

Además, serás japonés. Los gilipollas que nos leen, por lo general, piensan que los orientales son

sabios, que tienen todas las respuestas, que saben dónde se cuecen las habas». Escupía al hablar,

movía las manos con torpeza. Eduardo Camera es una de las personas más despreciables que he

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