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Centurion Argentina Summer 2018

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Incluso los empresarios

Incluso los empresarios MÁS AMBICIOSOS y EXPERIMENTADOS son conscientes de que a lo largo de sus carreras algunos proyectos solo tendrán cabida en sus sueños y jamás llegarán a hacerse realidad. Pero que a nadie se le ocurra insinuar semejante idea a Ahmed Saleem, el empresario y arquitecto maldivo que diseñó, allá por 2005, el primer restaurante submarino. De nombre Ithaa (nácar en divehi, el idioma oficial de Maldivas), este espectacular espacio hizo su debut en el resort de su compañía, el Hilton Maldives Resort & Spa (más tarde rebautizado como Conrad Maldives Rangali Island), recibiendo entusiastas alabanzas desde todos los rincones del planeta. Ahora Saleem tiene un nuevo sueño. Un sueño que contempla una cálida mañana de febrero en un taller de soldadura de un parque industrial de Singapur. «Cuando abrimos el Ithaa, enseguida se me ocurrió esta idea», explica mientras recorre el espacio con la mirada. Jovial, no muy alto, de ojos brillantes y sonrisa amplia, el empresario está aquí para inspeccionar su próximo éxito, «mi último gran trabajo antes de retirarme», confiesa. Se trata de la primera habitación submarina del mundo, que se inaugurará en el Conrad a finales de año. «Sabía que quería hacer un dormitorio. Dubái ya cuenta con habitaciones sumergidas, pero están dentro de un acuario. Esta se encuentra en el mar». Sobre el papel, la iniciativa parece ridículamente ambiciosa: la villa Muraka (que significa coral), con un costo de US millones, será una vivienda con sala de estar, comedor y varios dormitorios sobre el agua; todo ello, preludio de la habitación bajo el agua con paredes acristaladas que brindará a los huéspedes un entorno sin igual. «En nuestra compañía [Crown Resorts] nos gusta llevar a cabo lo que otros consideran imposible. Nosotros creemos que todo es posible –admite Saleem–. Hay un vasto conocimiento repartido por todo el mundo; solo es cuestión de encontrarlo –explica con un brillo en los ojos–. Fui el primer arquitecto de las Maldivas. Cuando me gradué, el turismo estaba en una fase incipiente. Quería que el país supiera todo lo que un arquitecto es capaz de hacer». Saleem ha diseñado ambos proyectos y en los dos ha trabajado con el mismo ingeniero marino, sin embargo, la habitación ha planteado muchos más retos que el Ithaa. «Esto es mucho más sofisticado. Hemos de tomar muchas más medidas de seguridad porque aquí van a dormir personas. Necesitamos un suministro constante de oxígeno y para garantizarlo disponemos de dos sistemas. También debemos contar con una escalera de emergencia adicional, alarmas contraincendios, iluminación, sistemas de emisión de gases y sensores electrónicos. El mayor desafío fue colocar las cortinas de forma que no estropearan la vista». Saleem quiere que esta villa sea como una casa opulenta. Ubicada en su propia área privada dentro del complejo de 150 habitaciones, la vivienda está conectada al resort por un puente de 300 metros. Además, está equipada siguiendo los estándares más elevados, incluso «dispondrá de mayordomo privado – explica Saleem–. Si un huésped desea langosta y champaña a las tres de la mañana, podemos conseguírselo». Los interiores diseñados por Yuji Yamazaki, el arquitecto japonés radicado en Nueva York, resultan acogedores. En ellos destaca la suave alfombra de color café intenso confeccionada en mezcla de seda, los tenues tonos en café oscuro y las superficies reflectantes que inundan el espacio de luz. Las noticias sobre el proyecto –que hasta ahora se había mantenido en secreto– incitarán a otros a copiarlo. «Todo el mundo lo intentará, pero para lograrlo se necesitan recursos económicos. Tenemos la ventaja de que yo soy un profesional con experiencia y formación. Con asesores externos no resulta fácil tomar decisiones acertadas». Mike Murphy, el ingeniero del proyecto, desprende el mismo entusiasmo juvenil que Saleem. Antes de construir su primer acuario en los años 80 en su Nueva Zelanda natal, trabajó en fábricas, carreteras y puentes. La villa, su segunda colaboración con Saleem después del Ithaa, es «definitivamente más compleja [que el restaurante]». Los dormitorios necesitan puertas y paredes ignífugas, alarmas y luces de emergencia. La fontanería y los saneamientos son cuestiones de enorme importancia. Además, las juntas [entre los paneles] se deben cubrir con tiras acrílicas para evitar que los gusanos marinos las dañen». Saleem se había puesto en contacto con él 18 meses antes para discutir el diseño y ambos estuvieron sopesando diversas ideas. «El proyecto crecía, se hacía demasiado pesado y a continuación se encogía», explica. Hasta encontrar puntos en común barajaron «cuatro o cinco» diseños diferentes. Murphy nunca tuvo ninguna duda sobre la viabilidad del plan: «Con mi experiencia pensé que sería fácil de hacer». Habla con claridad sobre la necesidad de realizar cálculos precisos para los refuerzos estructurales, los casos de carga, los cálculos de flexión de los cristales curvos y la variabilidad de la presión del agua una vez sumergido. «Cuando ya está abajo [bajo el agua], compruebo el interior en busca de fugas o deformaciones del acrílico y a partir de ese momento ya puedo relajarme. Un diez para Saleem y su equipo por tener el valor de llevar a cabo este proyecto», concluye. La inmersión de la villa en las Maldivas en marzo pasado se desarrolló sin problemas, cuatro horas de izar, bajar, situar y asegurar con el máximo cuidado. La villa submarina se sitúa ahora a cierta distancia del resort, como un faro en el extremo de una pasarela privada elaborada en madera y concreto, y «sin barandillas, con la idea de que uno se sienta libre al caminar por ella –explica Stefano Ruzza, el director general italosuizo del resort–. Será como una isla privada. En la parte de atrás habrá motos de agua y una barca que los huéspedes podrán llevar a cualquier sitio. Ni siquiera necesitarán poner un pie en la isla principal. Si desean comer 54 CENTURION-MAGAZINE.COM

FOTOGRAFÍAS CORTESÍA DE CONRAD MALDIVES RANGALI ISLAND en un restaurante, pueden ir en la barca, amarrarla junto al restaurante y entrar». Esa sensación de privacidad total en lo que ya se considera un alojamiento de ensueño es un argumento de venta seductoramente atractivo. Las instalaciones del Conrad se reparten entre dos islas conectadas por un puente de 500 metros; la isla de forma ovalada alberga villas en la playa y en el agua, un centro de deportes acuáticos, spa, club infantil y la mayor parte de los 12 bares y restaurantes del resort; la otra, alargada como un dedo extendido, acomoda villas sobre el agua y un spa, lo que la hace popular entre las parejas. El complejo es tan grande que incluso tiene rutas para correr ilustradas en un mapa en el exterior del gimnasio. Actualmente, la pasarela termina en una enorme plataforma de concreto. Aquí En sentido de las manecillas del reloj desde arriba a la izquierda: vista aérea del Ithaa, la anterior obra maestra subacuática de Saleem; interior del restaurante; dormitorio sumergido; plataforma sobre la que se construirán las habitaciones sobre el agua se ubicará el nivel superior de la villa con una cocina completa, una terraza exterior con alberca privada, un gimnasio y una serie de habitaciones para el personal de servicio, los mayordomos y el personal de seguridad. Ruzza enciende la linterna de su celular para iluminar la escalera de caracol de 45 peldaños que lleva a la habitación sumergida y, al dar la última vuelta de la escalera, aparece un ventanal desde el que se ven los peces. El interior es luminoso y los tonos en café oscuro del mobiliario, la alfombra y la carpintería no se reflejan en el cristal del techo, permitiendo una clara visión del exterior. Arriba, a través de las secciones curvadas de cristal del dormitorio, el agua se mueve suavemente, de arriba abajo, de izquierda a derecha, el suave juego del océano sin freno. Tumbado sobre la cama, casi puedo ver a mis hijos nadando en el agua que hay sobre mi cabeza, saludándome desde ahí arriba. Es una fantasía irreal que cobra vida. En la zona del lounge junto al dormitorio, una gigantesca sección de cristal curvado de 180 grados mira directamente al agua, es una hipnotizante ventana al mar. Un lado de la habitación sumergida se abre al arrecife –parte del cual se está rehabilitando y para cuando se haya finalizado la construcción estará repleto de peces–, el otro lado se asoma al mar abierto por donde se deslizan tiburones, tortugas y mantarrayas. «Esta es mi parte favorita», Ruzza hace un ademán mientras abre una puerta corredera que da paso al cuarto de baño. El aseo, el tocador y la regadera tienen una vista panorámica del arrecife. «Me quedaría para siempre en la regadera. Es impresionante», asegura con una sonrisa. E indudablemente lo es, un sueño hecho realidad. El Muraka abrirá hacia finales de este año; conradhotels3.hilton.com. Si no quiere perder la oportunidad de ser el primero en alojarse en esta extraordinaria residencia, consulte nuestra contraportada interior. PARA RESERVACIONES CONTACTE AL SERVICIO DE CENTURION CENTURION-MAGAZINE.COM 55

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