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crónicas gc. jul-ag

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REPORTAJE<br />

& LA ESTIBA<br />

JUL-AGO 2023<br />

42<br />

“La niña ha muerto”. Así anunció Remigio Vélez,<br />

histórico líder sindical de los estibadores, el<br />

fallecimiento de la adolescente Belén María, hija<br />

de un compañero, que había sido atropellada la<br />

tarde anterior en una protesta laboral en la Isleta.<br />

Era la madrugada del 25 de <strong>jul</strong>io de 1980 y los<br />

presentes lo que recuerdan es el silencio denso<br />

que se fr<strong>ag</strong>uó alrededor de la fatídica noticia.<br />

BELÉN MARÍA<br />

LA NIÑA QUE LOGRÓ LA<br />

PAZ EN LOS PUERTOS<br />

Si el mundo fuera más limpio<br />

Si el hombre aprendiera a amar<br />

Si el hombre supiera darse<br />

nada estaría mal<br />

No habría tantas guerras<br />

y brillaría la paz<br />

Si el hombre fuera otro hombre<br />

Si el hombre supiera amar<br />

Sabrías en su mirada<br />

Las verdades descifrar<br />

En el brillo de sus ojos<br />

Habría sinceridad<br />

Las palabras de sus labios<br />

Hablarían la verdad<br />

Todos juntos de las manos<br />

El camino caminar<br />

Qué lástima,<br />

Señor mío,<br />

Que el hombre no sepa Amar.<br />

(Poema escrito por Belén María)<br />

reestructuración del sector por parte<br />

de la Administración. En palabras de<br />

Manolo Hernández, entonces dirigente<br />

del sindicato de estibadores de Las<br />

Palmas: “tras largos años de vínculo<br />

con la OTP, va el Gobierno y nos dice<br />

que esta no es nuestra empresa, y que<br />

nos manda al paro”. El abogado laboralista<br />

Enrique González Araña, asesor<br />

del colectivo estibador, lo resume en la<br />

misma línea: “La ‘reforma’ de la OTP<br />

era el pretexto para una desregulación<br />

bestial de las condiciones laborales y<br />

organizativas de los estibadores portuarios”.<br />

La medida afectaba a 14.000<br />

estibadores de toda España, entre ellos<br />

unos dos mil hombres en Canarias que,<br />

junto a Barcelona, vive el conflicto con<br />

especial virulencia.<br />

En diciembre de 1979 empieza una<br />

huelga estatal que vuelve a tener un momento<br />

álgido a partir de mayo, cuando<br />

en una reunión en Madrid los portuarios<br />

constatan una actitud muy cerrada por<br />

parte de las empresas. Los trabajadores<br />

reanudan, pues, la estrategia de huelga<br />

a aquellas compañías que no firmen su<br />

adhesión a un convenio estatal.<br />

“Hay que tener en cuenta que en esa<br />

época la huelga no estaba clarificada<br />

en sentencias ni en la práctica, y que,<br />

declarada la huelga, las empresas empiezan<br />

a cargar con esquiroles. Ese era<br />

el escenario, la situación era por tanto<br />

de vida o muerte, no de si me p<strong>ag</strong>an<br />

o no un duro más. Y eso lo vivían no<br />

solo los estibadores, sino la familia y el<br />

barrio”, explica González Araña.<br />

“Ni mi marido me obligó a mí a ir a<br />

aquella manifestación, ni yo a mis hijos”,<br />

rememora Fefa Ojeda Falcón, madre<br />

de Belén María, actualmente fallecida,<br />

en el libro Belén María, historia de un<br />

símbolo. “Tengo mi conciencia tranquila,<br />

porque nosotros no les indicamos a<br />

mis hijos lo que tenían que hacer, ellos<br />

decidieron ir cuando vieron, como lo<br />

vi yo, que teníamos que apoyar a Juan<br />

(padre de Belén María) porque después<br />

de tantos sacrificios podía quedarse sin<br />

nada. Es más, recuerdo que Belencita<br />

me llegó a decir: Mamá, tú te quedas<br />

en casa si quieres, pero yo voy a donde<br />

tengo que ir”.<br />

Y fue. 63 hijos de estibadores, según<br />

algunas <strong>crónicas</strong>, organizados entre ellos,<br />

cortan el tráfico en señal de protesta<br />

en la plaza que hoy lleva su nombre.<br />

Sobre las 17.40 horas un Alfa Romeo<br />

rojo se salta el cordón policial, los hijos<br />

de los portuarios rodean el coche que<br />

boicotea su manifestación, este acelera<br />

y engancha la ropa de Belén María, que<br />

entonces tenía 16 años, a la que arrastra<br />

hasta la subida al Sebadal, con el<br />

fatídico resultado que ya conocemos.<br />

La muerte de Belén María generó un<br />

dolor intenso, rabia e impotencia, en el<br />

corazón de su familia, por supuesto, pero<br />

también en el de todos los portuarios,<br />

de Las Palmas, fundamentalmente, del<br />

resto de islas y del país; en el barrio<br />

de La Isleta y en la sociedad canaria.<br />

Unas 30.000 personas, según las <strong>crónicas</strong><br />

del momento, acuden al entierro<br />

en la tarde del domingo 27 de <strong>jul</strong>io, el<br />

más multitudinario que se recuerda<br />

en Gran Canaria. Una marea humana<br />

recorre la ciudad, en silencio, desde<br />

las oficinas de la OTP, donde se había<br />

colocado el féretro, hasta San Lázaro.<br />

El periodista del diario La Provincia<br />

escribe lo siguiente: “Algo que nos llamó<br />

poderosamente la atención, aparte<br />

del cuidado orden y a la emoción que<br />

a todos embargaba, fue el paso por los<br />

distintos sectores de la ciudad y barrios,<br />

Remigio Vélez contó la desgracia en<br />

las oficinas de Las Palmas de la Organización<br />

de Trabajos Portuarios (OTP),<br />

cuya reforma había sido el detonante<br />

de las huelgas que los estibadores habían<br />

iniciado en todos los puertos de<br />

España, donde, acontecido el accidente,<br />

se habían reunido un nutrido grupo de<br />

personas de distintas organizaciones<br />

que apoyaban a los portuarios.<br />

Para entender la m<strong>ag</strong>nitud de lo que<br />

ocurrió en esos días hay que situarse en<br />

el ambiente convulso de aquella época,<br />

con una transición aún inmadura y una<br />

crisis económica que sacudía el país<br />

desde 1975, con un aumento extraordinario<br />

del paro, que las nuevas condiciones<br />

políticas no habían podido frenar.<br />

En este contexto, en 1979, empiezan a<br />

llegar noticias de las pretensiones de

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