crónicas gc. jul-ag
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s<br />
MUNICIPIOS<br />
& AGAETE<br />
JUL-AGO 2023<br />
17<br />
Sin embargo, hay una que, sin<br />
desmerecer a ninguna otra, sin<br />
pretender coronar nada, sin sentirse<br />
más prot<strong>ag</strong>onista que de sí<br />
misma, surge casi en el meridiano<br />
de este tiempo estival como punto<br />
de inflexión de toda expresión<br />
festiva isleña, como zenit de un<br />
orbe festero donde el isleño parece<br />
encontrarse consigo mismo. Es<br />
“La Rama”, fiesta grande donde<br />
las haya en la sencillez de su expresión<br />
formal. Una fiesta que<br />
hunde sus raíces en un pasado<br />
más ignoto de lo que se suele<br />
creer normalmente, pero que<br />
a través de los siglos ha estado<br />
allí, en ese Agaete que cada comienzo<br />
de <strong>ag</strong>osto se instaura en<br />
meridiano que guía el acontecer<br />
insular, y aquí, en la aurícula<br />
más honda del corazón de cada<br />
grancanario que, en el fr<strong>ag</strong>or del<br />
baile o desde la distancia más<br />
sentida, la tiene como santo y<br />
seña de este tiempo de alegrías<br />
y tradiciones.<br />
¿Fiesta ancestral votiva del<br />
<strong>ag</strong>ua o enramada al modo y manera<br />
que se caracterizaron muchas<br />
otras fiestas en siglos anteriores<br />
y aquí pervivió y revivió en el<br />
esplendor ramero que hoy conocemos<br />
y disfrutamos? De ello ya<br />
se habló en los años sesenta del<br />
siglo pasado cuando la fiesta se<br />
potenció y tomó nuevos bríos<br />
y aires, pero por el momento<br />
simplemente señalar, y eso la<br />
engrandece, que es heredera de<br />
todo ello y mucho más, pero de<br />
lo que no hay duda alguna es<br />
que existe un antes y un después<br />
de esa época que se pudo<br />
conocer ya en los años sesenta<br />
del siglo pasado, como también<br />
LA RAMA, SUEÑO DE<br />
VERANO GRANCANARIO<br />
Un rosario de eventos y fiestas señaladísimas recorre<br />
el estío grancanario desde sus primeros días, allá por<br />
las fogaleras del Señor San Juan, y hasta pasado el Pino<br />
cuando se despide con un multitudinario charco de<br />
alegría vitalísima y, pocos días después, con el “perro<br />
maldito” suelto por la im<strong>ag</strong>inación más creativa y<br />
ancestral. Todas ellas conforman una temporada estival<br />
singular y sugerente en Gran Canaria, con sentimientos,<br />
modos y expresiones que saben a tradición, pero que<br />
también señalan una sociedad vital, pujante, que<br />
siempre ha sabido mirar al futuro y al progreso desde su<br />
cosmopolita y acogedor enclave atlántico, y la fiesta ha<br />
sido y es expresión de todo ello.<br />
que la fiesta ha evolucionado y<br />
que en algunos aspectos cada<br />
generación la ha ido adecuando<br />
a sus modos y maneras para que<br />
se perpetúe en su esencia. Y se<br />
aprecia esencia y trascendencia<br />
de esta “Rama” ya en los versos<br />
floridos de Cairasco de Figueroa<br />
cuando canta el esplendor de la<br />
“Selva de Doramas” y señala la<br />
gloriosa existencia “…de árboles<br />
tan fértiles,/ que parece que<br />
estuvo regalándose/ en ellos el<br />
artífice/ de la terrena y celestial<br />
fábrica…”, como en las reflexiones<br />
de los mencionados años sesenta<br />
cuando el escultor José de Armas<br />
Medina refería una “…fiesta<br />
llamada La Rama, tan secular<br />
como el propio pueblo de Agaete<br />
y tan bella en su policromía<br />
como el pluripaisaje del lugar<br />
norteño que la enmarca…”, y<br />
en las palabras y versos más<br />
actuales de escritores, poetas,<br />
cantantes y periodistas, entre<br />
ellos el poeta madrileño Luis<br />
Antonio de Villena extasiado<br />
ante una Rama en Agaete que<br />
“… en tal sentido, no es el resto<br />
de un culto remoto. Es un culto<br />
presente, y la constatación de<br />
una necesidad…” Pero tampoco<br />
Llega La Rama y con ella una<br />
sugerente cons<strong>ag</strong>ración del<br />
verano grancanario en las<br />
hondas tradiciones que retoma,<br />
en los sentires isleños<br />
que ventea, en la génesis de<br />
sueños y sentimientos que<br />
a cada generación propone,<br />
en los pasos enramados<br />
que ventean el alma isleña,<br />
en este Agaete que se<br />
enrama en el ser y sentir<br />
de la grancanariedad más<br />
universal.<br />
puedo olvidar que La Rama, que<br />
parece ser fiesta en sí misma, y<br />
en alguna manera lo es también,<br />
es una parte sustancial y sustanciosa<br />
de las fiestas grandes<br />
que los <strong>ag</strong>aetenses celebran cada<br />
año en honor de Ntra. Sra. de<br />
Las Nieves, por lo que miles de<br />
grancanarios procuran además<br />
no perderse el día grande de la<br />
festividad en el que, con el eco<br />
de las ramas blandidas a todos<br />
los vientos atlánticos aún resonante<br />
en los riscos coronados<br />
de pinares y en los callaos de<br />
la negra playa norteña, el histórico<br />
y flamenco cuadro de la<br />
Virgen avanza en procesión con<br />
sus llamativos “reyunos”, muy<br />
despacito, recreándose en la complacencia<br />
y el fervor de cientos<br />
de vecinos y foráneos; y no se<br />
puede eludir nunca una emoción<br />
jubilosa en el momento de<br />
brillante esplendor de su llegada<br />
ante el hermoso y pétreo pórtico<br />
del templo parroquial cuando al<br />
unísono se le canta un himno, con<br />
letra y música de Tomás Martín<br />
Trujillo, con el que le piden que<br />
“…del Hornillo hasta el Dedo de<br />
Dios,/ haz que vivamos todos en<br />
el pueblo,/ unidos por el amor…”,<br />
una honda aspiración trasladable<br />
al conjunto de la Gran Canaria.<br />
Agosto por Agaete trae recuerdos<br />
intensos que erizan la piel,<br />
como esa vieja foto en blanco y<br />
negro que recoge un momento<br />
del baile de La Rama, en aquellos<br />
primeros años sesenta del pasado<br />
siglo, donde niños y mayores<br />
<strong>ag</strong>itan sus ramas entre los pap<strong>ag</strong>üevos,<br />
algunos de ellos con<br />
los rostros caracterizados de los<br />
personajes populares de la villa<br />
en aquel entonces, como fueron<br />
El Pupulo, La Pelica, Vicentillo,<br />
El Paletúo ó Manué, en su trayecto<br />
frente a la antigua Casa<br />
del Médico.<br />
Son los días en los que, en<br />
toda la isla, se palpa el sereno<br />
despertar de un mediodía estival<br />
que tiene aromas de mar, de<br />
pinares, de alegrías festeras; el<br />
Puerto de Las Nieves pone proa<br />
a Agaete y Tamadaba, que es<br />
llegada la hora de comenzar, un<br />
año más, el camino romero con el<br />
que ramas y peregrinos alzarán<br />
todas las inquietudes con las que<br />
ya se espera el comienzo de las<br />
fiestas. Fiestas de esperanza, de<br />
fecundidad, de ruegos y de bullicio<br />
imparable, pues la Virgen<br />
de Las Nieves vuelve a la Villa<br />
para celebrar su festividad, y<br />
para que le bailen su rama. Y<br />
es que Las Nieves, su popular<br />
“Rama”, son fiestas de las gentes<br />
de esa Villa norteña, de su Puerto,<br />
pero también de toda una isla<br />
que en estos días se siente muy<br />
Agaete, y despierta encendida<br />
en un regocijo que es algarabía<br />
de los sentidos, bullicios de los<br />
cuerpos. apple<br />
Juan José Laforet