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“A propósito de una costumbre que deberíamos imitar imperiosamente
y ésta es dedicar un día a enaltecer a la madre”. 1
El derecho de las mujeres a decidir, cualquiera que
sea la elección que se presente, constituye una legítima
demanda que aún aguarda respuestas y es producto
de un largo y complejo camino que ellas han recorrido a
través de los siglos. En épocas no muy lejanas, la lucha
se debía a reivindicaciones que hoy nos parecen fuera
de toda disputa; tal es el caso, por ejemplo, de la selección
en el matrimonio y la planeación sobre el número de
hijos dentro del mismo. Estos asuntos, junto con otros
como el derecho a recibir educación sexual, se discutían
públicamente dentro de diversos espacios que la coyuntura
de la Revolución Mexicana ofreció a las mujeres.
Ejemplos representativos de dichos debates tuvieron
lugar en los congresos feministas de Yucatán en
1916 y en el Primer Congreso Feminista de la Liga
Panamericana de Mujeres en la Ciudad de México en
1923. En éstos, las mexicanas no sólo abordaban las
reivindicaciones mencionadas, sino también su derecho
a participar en la reconstrucción nacional. Ante semejantes
reclamos, la respuesta del patriarcado se tradujo
en reforzar los argumentos que coadyuvaban a mantener
a las mujeres en lo que entonces se consideraba su esfera.
La táctica por excelencia utilizada para confinarlas al
espacio de lo doméstico fue, sin duda, apelar al ejercicio
de la maternidad como una obligación tanto moral
como política que, por un lado, reforzaba los valores de
domesticidad y obediencia y, por el otro, ponía en
marcha la política del Estado de afianzar a la familia
nuclear como pilar de la sociedad.
En los congresos feministas de Yucatán en 1916 las
mexicanas hicieron públicas sus principales inquietudes
en materia de educación, trabajo y derechos políticos. No
obstante, fue la polémica en torno a la educación sexual,
la selección en el matrimonio y el divorcio, las que
causaron mayor alboroto: eran temas verdaderamente
progresistas para la época. 2 Unos años más tarde, en
el Primer Congreso Feminista de la Liga Panamericana
de Mujeres en la Ciudad de México, el feminismo de
los años veinte presentó avances significativos en el
planteamiento de sus demandas. 3 Entre otros temas
cuestionaron la Ley de Relaciones Familiares expedida
en 1917 arguyendo que, si bien se habían logrado
algunos avances en cuanto a su situación legal, varios
de sus artículos constituían una total desigualdad entre
1
Rafael Alducin, Excélsior, 13/abril/1922.
2
Las resoluciones de los congresos feministas de Yucatán pueden consultarse en: Primer Congreso Feminista de México, 1916, México: INFONAVIT,
1975; Rosa María Valles Ruiz, “Segundo Congreso Feminista en México: Una historia olvidada”, Revista de Investigación Social ICSHU, Universidad
Autónoma del Estado de Hidalgo, México, 2012, pp. 125-156.
3
El documento Conclusiones del Primer Congreso Feminista de la Liga Panamericana de Mujeres puede consultarse en Julia Tunón (comp.), Voces a
las mujeres: antología del pensamiento feminista mexicano, 1873-1953, México: Universidad Autónoma de la Ciudad de México, 2011, pp. 248-259.