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consecutivas y algún aliado, por reformar la Ley de<br />
Planeación para que tuviera perspectiva de género,<br />
que de la LVIII legislatura a la LXI vivió una suerte de<br />
avatares en un ir y venir de la Cámara de Diputados<br />
a la de Senadores. ¿No suena lógico entonces que en<br />
consecuencia ahora tendría que reflejarse en el<br />
presupuesto y en las estructuras institucionales y sus<br />
programas?<br />
Hay que argumentarle al señor Videgaray que con el<br />
recorte al gasto y el reajuste presupuestal, el régimen<br />
estará ávido de aprobación social: incorporen a las<br />
mujeres al desarrollo. En realidad se le daría una buena<br />
vuelta a la tuerca a la democratización de la participación<br />
social en la vida pública; se revitalizaría la<br />
relación entre la población y las instituciones. Y de<br />
paso se refrescaría la operatividad de la ejecución de la<br />
política pública porque se tendría —para ser ágil y<br />
viable— que modernizar y tecnologizar el servicio<br />
público y acabar con todo tipo de mediadores o coyotes.<br />
El rediseño del gasto tendría que venir también con un<br />
rediseño de los programas y de las reglas del juego.<br />
En este sentido, así como el Presupuesto, tampoco<br />
puede ser inercial la ejecución de la política pública.<br />
Abriría las ventanas hacia la transparencia efectiva:<br />
porque la gente se involucre en los procesos como<br />
beneficiaria y como observadora. Sería un sueño dar<br />
al traste con la corrupción y con la simulación, que<br />
son los males de nuestras instituciones públicas.<br />
¿Qué sería la eficiencia y cómo se mediría? No es lo<br />
importante, por ejemplo, saber cuántos refugios o<br />
centros de justicia se establecen, o a cuántas mujeres<br />
han atendido (lo que esto quiera decir, si bien o mal<br />
o suficiente) acaso si han dejado de violentar a las<br />
mujeres y de asesinarlas. E incluso, cómo y en qué<br />
medida, en qué actividades, en qué escalafones, con qué<br />
sueldos, o cómo participan en los sectores productivos<br />
de la economía, con qué financiamiento. Es decir, el<br />
impacto de la política pública medido en disminución de<br />
la violencia y el feminicidio como en oportunidades.<br />
Las Unidades de Género de las dependencias de la<br />
Administración Pública Federal no tienen articulación<br />
al interior ni entre sí. No sirven más que para hacer<br />
numeritos el 8 de marzo por el Día Internacional de las<br />
Mujeres o el 25 de noviembre por el Día Internacional<br />
de la No Violencia hacia las Mujeres. Los titulares<br />
(secretarios de Estado) se paran delante de las trabajadoras<br />
(exclusivamente) a tirarse rollos sobre algo que<br />
no va más allá de lo políticamente correcto o a platicar<br />
anécdotas de los buenos padres de familia, esposos<br />
que son y los agradecimientos a sus progenitoras que<br />
les dieron la vida. Es como si en el año ahora hubiera tres<br />
días de la madre. Hay quien les rifa otra vez utensilios<br />
y aparatos para el hogar: la liberación de línea blanca.<br />
O sea que no sirven para educar al personal femenino,<br />
ni al masculino.<br />
Por todo eso es necesario partir de una visión federalista<br />
que trace las rutas en el sistema federal como en los<br />
estados y municipios. Darle arraigo a la política pública<br />
con perspectiva de género, con cartas de naturalización:<br />
reformas a la Ley Orgánica de la Administración Pública<br />
Federal y el proceso de homologación a las correspondientes<br />
de los estados y municipios. Hacerlo sistema.<br />
¿Cuántas leyes de planeación en las entidades<br />
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