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Página | 1 - Guadalajara de Buga
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asistieron grandes personalidades, además de infinidad de fieles<br />
devotos, procedentes de diferentes sitios del país.<br />
En 1970 el Papa Pio XI, expidió el Decreto, concediendo el título<br />
de Basílica, debido a los numerosos milagros y al volumen de<br />
peregrinos que la visitaban.<br />
El Templo mide 80 metros de largo por 33 de altura. Entre las<br />
dos hermosas torres hay una estatua del Sagrado Corazón de<br />
Jesús de 2.5 metros de altura, en hierro fundido. El Campanario<br />
consta de cinco campanas francesas. Es el mayor de la nación y<br />
el más sonoro. La campana del Milagroso, da la nota Mi, la del<br />
Perpetuo Socorro emite el Fa sostenido y la campana<br />
consagrada a la memoria de Santa Teresa del Niño Jesús da la<br />
nota Sol. El reloj de la torre es de fabricación francesa y da las<br />
horas desde el 18 de Marzo de 1909.<br />
Leyenda del Señor de Los Milagros<br />
En el año de 1580 Buga era un pequeño caserío. El río corría, en<br />
aquel entonces, por el sitio donde ahora está el Templo del<br />
Señor de Los Milagros. Al lado izquierdo del río había un rancho<br />
de paja donde vivía una india anciana cuyo oficio era lavar ropa.<br />
Su ilusión era comprarse un crucifijo y para ello estaba<br />
reuniendo setenta (70) reales. Iba a llevarle al cura párroco el<br />
dinero, cuando pasó por allí un hombre llorando, le iban a<br />
mandar a la cárcel porque debía setenta reales y no tenía con<br />
qué pagarlos. Ella se llenó de tristeza y prefirió dejar su anhelo<br />
para más tarde y le ayudó al pobre hombre que la bendijo por<br />
haberle salvado. Días después estaba lavando, cuando por la<br />
corriente del río le llegó a sus manos un crucifijo. Como no<br />
podía pertenecer a nadie, se fue feliz con su hallazgo, le<br />
improvisó un altar y lo colocó en una caja de madera. Una noche<br />
oyó golpes y se llevó una gran sorpresa, cuando vio que el Santo<br />
Cristo y la caja habían crecido notablemente. La imagen siguió<br />
creciendo y cuando advirtió tenía ya cerca de un metro de<br />
estatura. Le avisó al cura párroco y a los señores más<br />
importantes del pueblo, quienes al verlo corroboraron que era<br />
un milagro. Los devotos empezaron a quitarle pedazos para<br />
llevarlos consigo y fueron deteriorándolo hasta que, un visitador<br />
especial llegado de Popayán, ordenó quemarlo. Al ser echado a<br />
las llamas, empezó a sudar copiosamente. Después la imagen<br />
resultó más hermosa. La gente empezó a tener gran devoción;<br />
llegaban de todas partes peregrinos y romerías, obteniendo<br />
curación los enfermos y beneficios los necesitados. Cuenta la<br />
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