You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
CIENCIA Y TECNOLOGÍA<br />
¿QUÉ DESPIERTA LA GULA?<br />
Descubren la hormona culpable<br />
Y es que los investigadores han<br />
descubierto que la activación de la<br />
GLP-1 en el sistema de recompensa<br />
obstaculizó la comunicación<br />
entre las neuronas que controlan<br />
los comportamientos guiados por<br />
el placer, que incluyen a la comida.<br />
Como resultado, los ratones<br />
consumieron menos alimentos y,<br />
además, perdieron su preferencia<br />
por los alimentos altos en grasa.<br />
Grasa corporal y estrés<br />
cerebro controla el estrés y el<br />
metabolismo. Los glucocortidoides,<br />
como el cortisol (la hormona<br />
del estrés) tienen efecto contrario a<br />
la inslulina, liberando glucosa para<br />
poner en marcha la repuesta de<br />
lucha. Estas señales pueden ser un<br />
“salvavidas”, que llevan al cerebro<br />
a regular el balance energético y<br />
que influyen en las respuestas al<br />
estrés de manera beneficiosa. Esa<br />
respuesta a corto plazo es adaptativa<br />
y ayuda a lidiar con el estrés.<br />
Aunque no tengamos<br />
hambre, a veces sentimos<br />
ganas comer algo, un trozo<br />
de chocolate o alguna otra<br />
cosa que nos guste. Quizás<br />
no es gula, sino la falta de<br />
una hormona en el cerebro<br />
la que nos hace caer en esa<br />
tentación.<br />
Eso es lo que sostiene<br />
un trabajo publicado<br />
en “Cell Reports”, que<br />
propone a la hormona<br />
GPL-1 (el péptido 1 similar al<br />
glucagón) como la responsable<br />
de que comamos de más. Esta<br />
hormona que se produce en el<br />
intestino interviene en el control de<br />
los niveles de glucosa y se relaciona<br />
con la tolerancia a la insulina. Y<br />
ahora investigadores de la Universidad<br />
de Rutgers han descubierto<br />
que cuando escasea en el cerebro<br />
de ratones de laboratorio, estos<br />
comen de más y eligen alimentos<br />
con alto contenido en grasa.<br />
“Los ratones en los que se<br />
indujo una deficiencia de GLP-1 se<br />
alimentaron más de lo esperado<br />
por sus necesidades calóricas<br />
y mostraron un aumento de su<br />
preferencia por alimentos con<br />
altos contenidos en grasa”, explica<br />
Vicente Mirabella, coautor del estudio.<br />
“Por el contrario, cuando mejoramos<br />
la señalización de GLP-1<br />
en el cerebro de los roedores,<br />
logramos bloquear la preferencia<br />
por alimentos que tienen alto<br />
contenido de grasa”.<br />
Los péptidos GLP-1 son pequeñas<br />
secuencias de aminoácidos<br />
que tienen muchas funciones, incluyendo<br />
la forma en que el organismo<br />
regula los comportamientos<br />
alimentarios. Se producen en las<br />
células del intestino delgado y<br />
también en el cerebro. Se cree que<br />
avisan de que estamos satisfechos<br />
y debemos dejar de comer.<br />
No está claro cómo contribuye<br />
esta hormona a la regulación<br />
del apetito, ni por qué comemos<br />
por puro placer, en ausencia de<br />
hambre. Y aunque el GPL-1 no es<br />
el único motivo por el que las personas<br />
comen en exceso, el estudio<br />
proporciona nuevas pruebas de<br />
que las neuronas productoras de<br />
dopamina recompensa del cerebro<br />
podrían ser un buen blanco farmacológico<br />
a la hora de controlar la<br />
sobrealimentación y la obesidad<br />
con menos efectos secundarios.<br />
Otro estudio de la Universidad<br />
de Florida publicado en la revista<br />
“Psychoneuroendocrinology” aporta<br />
más datos al control del apetito.<br />
Al parecer, la grasa envía señales<br />
al cerebro que afectan el modo en<br />
que manejamos el estrés. Y explica<br />
por qué el estrés nos lleva a comer<br />
más y favorece el sobrepeso y la<br />
obesidad. Y a la inversa, porque<br />
parece que el exceso de grasa<br />
puede interrumpir la comunicación<br />
con el cerebro e impedir que el<br />
estrés se maneje adecuadamente.<br />
Cómo se comunican el tejido<br />
adiposo y nuestro órgano rector<br />
todavía es un misterio, reconocen<br />
los investigadores. Pero el hallazgo<br />
es importante, porque indica que la<br />
cantidad de tejido adiposo también<br />
influye en cómo responde nuestro<br />
cerebro al estrés, algo que se<br />
desconocía hasta ahora.<br />
“<strong>La</strong> idea de que la grasa habla<br />
con el cerebro para amortiguar<br />
el estrés es algo nuevo”,<br />
resaltan.<br />
El receptor de los glucocorticoides<br />
del tejido adiposo puede<br />
afectar la manera en que el<br />
Los investigadores encontraron<br />
que los glucocorticoides activan<br />
sus receptores en el tejido graso<br />
de una manera que afecta a<br />
un componente principal de la<br />
respuesta al estrés metabólico.<br />
En ratones han visto que hay<br />
una conexión entre la señalización<br />
de glucocorticoides en los<br />
tejidos grasos y la regulación en el<br />
cerebro del balance energético y la<br />
respuesta al estrés.<br />
<strong>La</strong> señalización es crucial para<br />
regular el eje hipotálamo-hipófisis-adrenal,<br />
que desde el cerebro<br />
responde ante el estrés. Por eso<br />
el tejido graso puede afectar las<br />
funciones del sistema nervioso<br />
central que vinculan la obesidad y<br />
las enfermedades metabólicas con<br />
el estrés, dicen los investigadores.<br />
“<strong>La</strong> gran pregunta es la naturaleza<br />
de esa señal que envía la<br />
grasa al cerebro. Tenemos que<br />
aprender a entrar en ese diálogo y<br />
romper el círculo estrés-apetitoaumento<br />
de peso”, señalan los<br />
investigadores. •<br />
Por Pilar Quijada.<br />
Lic. en Ciencias Biológicas y Máster<br />
en Neurociencia por la Universidad<br />
Autónoma de Madrid<br />
34 <strong>La</strong> <strong>Buena</strong> <strong>Vida</strong> Magazine labuenavidamagazine.com labuenavidamagazinev