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indios y poblados negros, mulatos y zambos rodeados por feudos de hacendados sobre “un<br />
fondo de tierras sin conquistar”. (Helg 89-90).<br />
Cartagena, Santa Marta y Riohacha, eran los centros administrativos del poder<br />
colonial alrededor de los cuales se organizaban las provincias. Esto se evidencia en la<br />
presencia de censos sobre estas regiones. Mompox y Valledupar eran centros importantes<br />
para el comercio legal y el contrabando pero su administración dependía de Cartagena. El<br />
conjunto de los habitantes se agrupaban en pueblos y villas cerca a los ríos principales y en<br />
algunas partes de la costa. (90).<br />
Aunque la población de la zona en ningún momento se rebeló contra el gobierno, esto<br />
no indica una conformidad pasiva con el orden colonial. Como lo expone Helg, los<br />
hombres y mujeres utilizaron una miríada de estrategias para conseguir reconocimiento<br />
social o hacer valer sus causas. Por lo demás, al ser tan numerosos y por su importancia<br />
militar y económica, “los libres de color” dificultaron la aplicación cabal de las políticas<br />
que España les imponía 24 . (151).<br />
Estos “libres de color” son el resultado de la mezcla entre los pobladores de la época.<br />
El mestizaje fue producto del concubinato y el matrimonio mixto mutuamente deseado,<br />
pero también de abusos de poder. En ese entonces, el control sobre las infracciones<br />
sexuales era poco y se presentaron continuamente, en especial durante las campañas<br />
militares de reasentamiento durante el siglo XVIII y Las Guerras de la Independencia.<br />
(Helg 446). El mestizaje constituye uno de los aspectos centrales para la construcción de la<br />
identidad social y cultural del Caribe neogranadino. Adolfo Meisel Roca al referirse a este<br />
tema cita un relato sobre la diversidad racial en Cartagena en el siglo XVIII que escriben<br />
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