BDI-International Magazine - Issue-4-Yumpu

jóvenes enfrentan un gran desafío:
recuperar las expectativas de un futuro
que parecía prometedor, pero que ahora
es incierto.
La primera generación que enfrenta
dos crisis globales
Los millennials se han convertido en la
primera generación que ha visto dos crisis
globales casi consecutivas (poco más de
10 años han pasado desde la primera).
Para estos jóvenes, lo más lamentable es
que esta situación de pausa se suscitó en
el momento más productivo para ellos,
con los planes y sueños en la cúspide
de sus vidas. Desafortunadamente, el
panorama es todavía más adverso. No
son los millennials, precisamente, los
responsables de poner en práctica una
estrategia para evitar que la economía
mundial entre en etapa de depresión,
pues en la mayoría de los países, los
líderes no son millennials. Así que esta
generación tendrá que adecuarse a las
consecuencias de la crisis, y esperar que
sus proyectos puedan realizarse aun con
los cambios que esto supone. Lo que es
cierto, es que el futuro de los jóvenes
ha cambiado de manera drástica de un
minuto a otro.
“Somos la generación a la que se le
van aplazando los planes.” Frases
como ésta se leen en varios diarios
internacionales. Es normal que las
emociones de los millennials, en este
momento, sean frustración, impotencia,
temor, incertidumbre y enojo. Además,
las estadísticas laborales no son muy
alentadoras: más del 50% de los
desempleados son jóvenes menores de 35
años, quienes han perdido sus empleos
por la pandemia. Hoy los millennials
están viviendo una vida opuesta a la
que tenían en sus mentes; les ha tocado
adecuarse a sus posibilidades y al crítico
contexto mundial.
Una generación que creció
con muchas expectativas
La generación millennials se caracteriza
por ser personas familiarizadas con la
tecnología, pues crecieron rodeados de
internet y de herramientas digitales que,
en cada versión, agilizaban y facilitaban
las tareas cotidianas. Los millennials
son hijos de los boomers, considerados
la primera clase media de la historia
de la humanidad. En sus tiempos, los
boomers ya tenían vivienda propia,
coche, trabajo fijo, hijos y sueldos
dignos. Justo en la edad que hoy tienen
los millennials.
Por esta misma razón, es que los
millennials crecieron con grandes
expectativas. Pues han podido acceder
a una formación superior más prolija.
Esto los llevó a ganar el título de “la
generación más preparada de la historia”.
El mundo tenía los ojos puesto sobre los
millennials, pues todo apuntaba a que
tenían todos los recursos para triunfar.
Si bien en la crisis del 2008, muchos
millennials no tenían edad para trabajar,
les tocó ver cómo sus padres perdían
sus empleos, casas, coches, negocios y
demás propiedades. Era la primera gran
prueba que enfrentaban los millennials.
Con lo adverso que parecía el panorama,
muchos países pudieron reponerse
de esta gran recesión, aquellos que
tenían los recursos. Para la generación
millennials, las expectativas crecieron
y, con ellas, nuevos proyectos
y planes comenzaron a
surgir.
¿Cómo es el actual comportamiento de
los millennials?
Aunque la crisis ha afectado más a unos
que a otros, ha ocasionado algún efecto
en la vida de todo ser humano. En el
caso de los millennials, actualmente se
han considerado como “la generación
estresada”. Este estrés es producto de los
problemas financieros y la inestabilidad
laboral que se está viviendo en todos
los rincones del mundo hoy día.
Lamentablemente, la crisis por el
COVID-19 tomó a los millennials por
sorpresa, como a todos, por supuesto.
Los jóvenes estaban en el mejor
momento para emanciparse, realizarse
profesionalmente, formar una familia,
adquirir propiedades e ir forjando
su patrimonio. Ahora enfrentan una
situación de incertidumbre y frustración.
¿Habrá un mejor mañana?
Las consecuencias en la economía
mundial son innegables, no se pueden
obviar. Sin embargo, no todo está
dicho. Toda crisis es detonante de
nuevas oportunidades. Al paso que la
nueva normalidad se haga presente,
las estrategias para salvar la economía
también se pondrán en práctica. El
estrés es normal, pero no puede ser
dominante.
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