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SEIS SOMBREROS PARA PENSAR

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será efectivamente el de pensador<br />

Muchos se van a apresurar a señalar que esto es absurdo. Me permito, por lo tanto,<br />

señalarlo yo mismo. Si tienes la intención de convertirte en levantador de pesas, ¿basta<br />

esta intención; para que levantes pesas? Si tienes la intención de convertirte en<br />

ajedrecista ¿Hará esto que muevas las piezas del tablero como un experto? La respuesta<br />

es no porque en estos casos estamos buscando un desempeño excepcional<br />

En cambio, si tienes la intención de convertirte en cocinero, y efectúas los movimientos<br />

propios de esa actividad, te convertirás en un cocinero tolerable. No te convertirás en un<br />

maitre a menos que tengas el talento necesario, pero con seguridad serás un cocinero<br />

mucho mejor que cualquiera que no haya tenido la intención ni efectuado los<br />

movimientos.<br />

Advierte, por favor, que la intención no es suficiente. Debes efectuar los movimientos. No<br />

basta que un tibetano tenga sólo la intención de orar: debe hacer girar el molinillo de<br />

oración.<br />

No basta, por cierto que el pensador o la pensadora se consideren pensadores. Esto es<br />

casi exactamente lo opuesto a lo que estoy diciendo.<br />

Si ya te consideras un pensador, probablemente no hagas nada más al respecto — si<br />

estás satisfecho con tu supuesta habilidad.<br />

Una vez le pedí a un grupo de americanos muy bien educados (egresados de la escuela<br />

secundaria) que se calificaran, del uno al diez conforme a su habilidad para pensar. Me<br />

asombró el resultado: la calificación promedio fue ocho sobre diez. En otras palabras, sus<br />

expectativas respecto a lo que puede hacer el pensamiento eran tan limitadas que cada<br />

uno consideraba que su pensamiento era de lo mejor posible. Siendo benévolo, puedo<br />

suponer que gran parte de la audiencia comprendió mal la pregunta. Sabían que siempre<br />

habían estado dentro del diez por ciento de los mejores en la escuela y en la universidad,<br />

por lo que el ocho era un modesto reconocimiento de sus desempeños, Por supuesto yo<br />

estaba buscando una clasificación absoluta. Sin embargo, la gente es admirablemente<br />

tolerante con su pensamiento; no concibe de qué modo podría mejorarlo.<br />

Por ser tan poco habitual, la intención de convertirse en pensador es muy importante. No<br />

recuerdo haber conocido nunca a nadie que realmente quisiera serlo. Lo cual no debiera<br />

sorprender a nadie en vista de lo que vengo diciendo. Por otra parte, el deseo de<br />

convertirse en pensador implica que aún no se lo es. El humor, el sexo el pensamiento<br />

son actividades en las que todos se saben competentes.<br />

Cuando el Dr.; Luis Alberto Machado pidió que lo nombraran Ministro de Desarrollo de la<br />

Inteligencia en el gobierno venezolano, estallaron carcajadas a su alrededor. Pero insistió<br />

y eventualmente se entrenó a 106.000 maestros en el uso de las lecciones TIC. Por ley,<br />

todo alumno en Venezuela debe pasar dos horas por semana desarrollando específicas<br />

habilidades para pensar. Hay lecciones que se llaman "pensar". Los alumnos lo saben, y<br />

los maestros, los educadores y los padres.<br />

Son importantes las capacidades reales que adquieren los alumnos. Pero mucho más<br />

importante es la idea de desarrollar habilidades para pensar. La imagen que<br />

generalmente tiene un joven de sí mismo en la escuela es la siguiente: es "inteligente" o<br />

"no inteligente" según cómo se las arregla en la escuela y agrada a la maestra. Este<br />

concepto de inteligencia es un concepto de valor. Escomo ser bajo o alto, hermoso o feo.

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