revista 31 - Asociación Cultural Salvadme Reina de Fátima
revista 31 - Asociación Cultural Salvadme Reina de Fátima
revista 31 - Asociación Cultural Salvadme Reina de Fátima
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
Scala Archives<br />
discípulos <strong>de</strong> Quien había proclamado:<br />
“¡Ánimo! Yo he vencido al mundo”<br />
(Jn 16, 33).<br />
“¡Padre, perdóname por<br />
amor <strong>de</strong>l Señor!”<br />
En el período en que el impío Valeriano<br />
asolaba la Iglesia <strong>de</strong> Cristo, se<br />
<strong>de</strong>stacaba en una parroquia <strong>de</strong> Antioquía<br />
un activo sacerdote <strong>de</strong> nombre<br />
Sapricio. Su activo celo le había<br />
atraído un joven laico llamado Nicéforo,<br />
el cual, pasado el tiempo, llegó<br />
a ser un auxiliar indispensable en la<br />
arriesgada faena apostólica que <strong>de</strong>sarrollaba<br />
Sapricio en medio <strong>de</strong> la persecución.<br />
Por motivos que la tradición no dice<br />
ni la Historia registra, cierto día<br />
tuvieron una diferencia, y una enemistad<br />
profunda los separó al punto,<br />
que uno y otro evitaban encontrarse<br />
en la misma calle.<br />
No duró poco esta situación nada<br />
ejemplar. Pero Nicéforo, arrepentido<br />
<strong>de</strong> comportarse más como un paga-<br />
no que como discípulo <strong>de</strong> Cristo, buscó<br />
algunos amigos <strong>de</strong> Sapricio y por<br />
su intermedio le envió un pedido <strong>de</strong><br />
clemencia. Éste, sin embargo, con el<br />
orgullo herido, se negó a perdonarlo.<br />
Nicéforo renovó varias veces la manifestación<br />
<strong>de</strong> su arrepentimiento y el<br />
pedido <strong>de</strong> reconciliación, pero Sapricio<br />
se mantuvo inflexible en su repudio,<br />
negándose incluso a recibir los<br />
mensajeros <strong>de</strong>l amigo <strong>de</strong> antaño.<br />
Desconsolado, Nicéforo se presentó<br />
en casa <strong>de</strong> Sapricio y se arrojó a<br />
sus pies, exclamando:<br />
–¡Padre, perdóname por amor <strong>de</strong>l<br />
Señor!<br />
Pero aquel sacerdote, cuya condición<br />
lo llamaba a ser ejemplo <strong>de</strong> benevolencia<br />
y humildad, permaneció<br />
obstinado en su rencor.<br />
Frío y silencioso <strong>de</strong>sdén<br />
Seguía en pie esta lamentable<br />
enemistad cuando la policía imperial<br />
<strong>de</strong>tuvo a Sapricio y lo llevó al tribunal.<br />
Después <strong>de</strong> reconocerse co-<br />
A la izquierda, san Lorenzo<br />
frente al emperador<br />
Valeriano el año 258 (fresco<br />
<strong>de</strong> Capilla Nicolina, Roma,<br />
pintado por Fra Angélico).<br />
Al lado, monedas con la<br />
efigie <strong>de</strong> aquel emperador<br />
mo sacerdote <strong>de</strong> Cristo y negarse<br />
a adorar a los ídolos, sufrió crueles<br />
tormentos y, por fin, recibió la sentencia<br />
irrevocable: sería <strong>de</strong>gollado<br />
<strong>de</strong> inmediato.<br />
La pena capital se aplicaba fuera<br />
<strong>de</strong> las murallas <strong>de</strong> la ciudad, como<br />
era costumbre. Y allá partió el reo,<br />
exhausto y tambaleante por los tormentos<br />
pa<strong>de</strong>cidos.<br />
Los dramáticos sucesos llegaron a<br />
oídos <strong>de</strong> Nicéforo, que se dirigió presuroso<br />
al encuentro <strong>de</strong> la escolta que<br />
llevaba al sentenciado y se arrojó a<br />
sus pies, suplicándole una vez más:<br />
–Mártir <strong>de</strong> Cristo, ¡perdóname las<br />
ofensas que cometí contra ti!<br />
Pero los labios <strong>de</strong> Sapricio no se<br />
abrieron; un frío y silencioso <strong>de</strong>sdén<br />
fue la única respuesta.<br />
Nicéforo, sin embargo, no renunció.<br />
Se les a<strong>de</strong>lantó por un atajo, y<br />
antes <strong>de</strong> la salida <strong>de</strong> la ciudad suplicó<br />
nuevamente en voz alta:<br />
–Mártir <strong>de</strong> Cristo, te lo ruego, perdóname<br />
y olvida las ofensas que te hi-<br />
· Heraldos <strong>de</strong>l Evangelio 1<br />
www.cngcoins.com