revista 31 - Asociación Cultural Salvadme Reina de Fátima
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Típicamente brasileño<br />
Dios multiplicó las naciones sobre la faz <strong>de</strong> la tierra<br />
para que reflejaran mejor sus cualida<strong>de</strong>s infinitas.<br />
Sabiendo admirar las cualida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> cada pueblo,<br />
amamos a Dios, su creador.<br />
Un amigo <strong>de</strong> São Paulo<br />
–profesor catedrático<br />
<strong>de</strong> Historia– recibió<br />
una vez en su<br />
casa a cierto visitante<br />
francés. Era la primera ocasión en<br />
que éste tomaba contacto con Brasil.<br />
Como es natural, el anfitrión quiso<br />
ser lo más amable y acogedor posible<br />
<strong>de</strong> acuerdo a las leyes <strong>de</strong> la hospitalidad,<br />
que aquí no están escritas en<br />
el papel sino en el corazón. No hay<br />
quien visite Brasil y no se sienta bien<br />
recibido; ni quien al <strong>de</strong>jarlo no pruebe<br />
una pizca <strong>de</strong> aquel sentimiento exclusivamente<br />
luso-brasileño: las sauda<strong>de</strong>s…<br />
Mi amigo, pues, le mostró al visitante<br />
su resi<strong>de</strong>ncia. Era una persona<br />
<strong>de</strong> mucha fe, cultura y refinado<br />
buen gusto, y había <strong>de</strong>corado su casa<br />
con primor. A medida que le mostraba<br />
tal o cual <strong>de</strong>talle a su visitante,<br />
hacía notar su preferencia por la cultura<br />
francesa a fin <strong>de</strong> <strong>de</strong>jarlo más a<br />
gusto. De hecho, uno <strong>de</strong> los salones<br />
tenía muebles Luis XV, en otro eran<br />
estilo Imperio, y algunos objetos eran<br />
<strong>de</strong> artistas franceses. Al fin, <strong>de</strong> los labios<br />
<strong>de</strong>l huésped, en don<strong>de</strong> se perfilaba<br />
una sonrisa maliciosa, saltó una<br />
pregunta aguda:<br />
Heraldos <strong>de</strong>l Evangelio · <br />
Jsé Antni Dminguz<br />
–Pero… profesor, ¿no tiene usted<br />
un salón en estilo típicamente brasileño?<br />
Nuestro anfitrión comprendió la<br />
perplejidad <strong>de</strong> su visitante francés…<br />
típicamente francés. Y con una afable<br />
sonrisa le respondió:<br />
–Exacto, una <strong>de</strong> las características<br />
<strong>de</strong>l espíritu típicamente brasileño<br />
consiste en admirar y asimilar las<br />
cualida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> otros pueblos. Por eso,<br />
usted acaba <strong>de</strong> ver una casa típicamente<br />
brasileña.<br />
Suce<strong>de</strong> que para el brasileño, que<br />
recibe en su país-continente a hijos<br />
<strong>de</strong> casi todas las naciones <strong>de</strong> la tierra,<br />
cada pueblo es como una piedrecilla<br />
<strong>de</strong> colores <strong>de</strong> un magnífico<br />
mosaico (el conjunto <strong>de</strong> las naciones).<br />
Sabiendo admirar las cualida<strong>de</strong>s<br />
<strong>de</strong> cada pueblo, amamos a Dios<br />
que los creó.<br />
* * *<br />
A veces, esas cualida<strong>de</strong>s son antagónicas<br />
y sería casi imposible representarlas<br />
en un solo pueblo. Por eso,<br />
Dios multiplicó las naciones sobre la<br />
faz <strong>de</strong> la tierra para que reflejaran<br />
mejor sus cualida<strong>de</strong>s infinitas.<br />
Ejemplo <strong>de</strong> lo dicho son las dos<br />
ciuda<strong>de</strong>s que el lector pue<strong>de</strong> apreciar<br />
en las fotos.<br />
La primera es <strong>de</strong> Alemania: la<br />
hermosa ciudad <strong>de</strong> Rothenburg. En<br />
sus construcciones, tan perfectamente<br />
conservadas que parecen terminadas<br />
ayer, en la limpieza <strong>de</strong> las calles,<br />
en la <strong>de</strong>coración floral <strong>de</strong> las ventanas,<br />
sobresale la noción <strong>de</strong> or<strong>de</strong>n.<br />
En los pueblos germánicos se diría<br />
que esa noción es casi más fuerte que<br />
el mismo instinto <strong>de</strong> conservación:<br />
el alemán entrega su vida por <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r<br />
el or<strong>de</strong>n. Y lo que sería normal<br />
en cualquier ser humano, como es la<br />
ten<strong>de</strong>ncia al <strong>de</strong>sor<strong>de</strong>n a consecuencia<br />
<strong>de</strong>l pecado original, parece no existir<br />
en los alemanes; a tanto llega la fuerza<br />
<strong>de</strong> su amor al or<strong>de</strong>n. La disciplina<br />
no les cuesta esfuerzo, sino, al contrario,<br />
les proporciona bienestar, les<br />
hace la vida más plácida y los ayuda a<br />
subir hasta Dios, que or<strong>de</strong>nó tan admirablemente<br />
todo el universo.<br />
La segunda foto es <strong>de</strong> una ciudad<br />
medieval italiana, tan encantadora<br />
por su historia como por sus pintorescas<br />
calles sinuosas, sus callejones y<br />
escalinatas gastadas por los caminantes:<br />
Genazzano. En su corazón se sitúa<br />
el santuario <strong>de</strong> la Madre <strong>de</strong>l Buen<br />
Consejo, milagroso fresco que recibe<br />
al peregrino con dulzura maternal.