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garcia, pedro - mi h.. - 10

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tantos caínes modernos, que la derraman con las guerras injustas,<br />

los asesinatos y la exter<strong>mi</strong>nación de muchos inocentes,<br />

- infunde, Dios nuestro, senti<strong>mi</strong>entos de amor, de bondad y de<br />

compasión en todos los hombres.<br />

Para que perseveremos en el amor a tu Nombre, manifestado en<br />

nuestra piedad para con tu Hijo Sacramentado,<br />

- concédenos, Dios nuestro, amar cada día con más ardor a tu<br />

Hijo Jesucristo.<br />

Padre nuestro.<br />

Señor Sacramentado, que en la Eucaristía nos das tu Sangre<br />

preciosa para que nos embriague de gozo celestial. Danos sed de ti,<br />

para que, al querer apagar nuestra sed, no anhelemos otra bebida<br />

que esa divina que Tú nos das. Sólo ella saciará nuestras ansias de<br />

amor, y sólo en ella encontraremos la salvación que anhelamos. Tú<br />

que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.<br />

Recuerdo y testimonio...<br />

1. Monseñor Osear Romero, el Arzobispo santo y mártir que mezcló<br />

su sangre con la de Cristo en el <strong>mi</strong>smo altar, le decía en San Salvador al<br />

autor de este libro: "Ya ve, nosotros planeando medios y más medios para<br />

arreglar el mundo, y el buen Papa Juan XXIII inculcándonos la devoción<br />

a la Sangre de Cristo, y haciéndonos repetir en las alabanzas al Santísimo:<br />

¡Bendita sea su preciosísima Sangre!"...<br />

2. Morir mártir Mons. Romero durante la Eucaristía, a causa de su<br />

opción decidida por los pobres, fue para él una gracia y para nosotros un<br />

aviso. Margarita de Beaune, jovencita mística del siglo diecisiete, oyó de<br />

Jesucristo estas palabras: "La mayoría de los hombres son tan crueles con<strong>mi</strong>go<br />

que me escarnecen en la persona de <strong>mi</strong>s pobres. No sólo no se dignan<br />

dirigirme la palabra, sino que hasta evitan volver hacia mí los ojos. A<br />

<strong>mi</strong> <strong>mi</strong>sma persona van dirigidos tales desprecios". Entonces la santa dirigía<br />

al Señor esta plegaria: "Señor, da a los hombres la gracia de amar a los<br />

pobres. Dales la gracia de comprender que son realmente tus <strong>mi</strong>embros.<br />

Hazles sentir que hay que amarlos de verdad y tratarlos con dignidad.<br />

Ablanda los corazones de los ricos para que amen a los pobres, nuestros<br />

hermanos. Los que mendigan su sustento son, Señor Jesucristo, las niñas<br />

de tus ojos".<br />

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26. JESÚS, EL RESUCITADO<br />

Reflexión bíblica. Lectura, o guión para el que dirige<br />

De la carta de San Pablo a los Romanos. 6,8-11.<br />

Si hemos resucitado con Cristo, creemos que también viviremos<br />

con él, sabiendo que Cristo, una vez resucitado, ya no<br />

muere más, y que la muerte no tiene ya señorío sobre él. Su<br />

muerte fue un morir al pecado, de una vez para siempre, pero<br />

su vida, es un vivir para Dios. Así también ustedes, considérense<br />

como muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo<br />

JeSÚS. PALABRA DE DIOS.<br />

"¡Ha resucitado! ¡No está aquí!". Es el grito más jubiloso y<br />

triunfal que ha resonado en la Tierra y jamás será oído otro igual.<br />

En la Resurrección de Jesús desemboca la Historia anterior y de<br />

ella arranca la nueva creación. Jesús Resucitado es el eje, el quicio<br />

sobre el que gira el Universo entero y en el que se centran todas las<br />

cosas, porque es el Rey inmortal de los siglos, constituido Señor<br />

por el Padre, y al que Dios ha sometido todas las cosas en el Cielo<br />

y en la Tierra,las visibles y las invisibles, ya que todo fue creado<br />

por Él y para Él, y en Él se sostiene todo (Colosenses 1,16-18).<br />

Se acabó para Jesús el padecer. Los sufri<strong>mi</strong>entos de la cruz no<br />

fueron más que el ca<strong>mi</strong>no por el que iba a entrar en su gloria, como<br />

les dijo el <strong>mi</strong>smo Jesús a los de Emaús {Lucas 24,26). Y acabamos<br />

de oír a San Pablo: "Cristo, resucitado de entre los muertos, ya no<br />

muere más. La muerte no tiene ya ningún do<strong>mi</strong>nio sobre Él", porque<br />

"Su vivir es para Dios", es decir, vivirá resucitado <strong>mi</strong>entras<br />

Dios exista.<br />

San Pablo, sabiendo que nosotros hemos resucitado en Cristo<br />

por el Bautismo, nos saca la consecuencia más natural y más clara:<br />

"Si han resucitado con Cristo, busquen las cosas de allá arriba, donde<br />

Cristo está sentado a la derecha de Dios. Gusten y saboreen las<br />

cosas del cielo, no las de la tierra. Porque están muertos para el mundo<br />

y su vida está escondida con Cristo en Dios" (Colosenses 3,1-3).<br />

La Eucaristía es para nosotros la vivencia más espléndida y más<br />

gozosa de la Resurrección de Jesús. ¡Aquí está Él, Él <strong>mi</strong>smo!, con todo<br />

el esplendor de su gloria, pero oculta bajo los velos sacramentales.<br />

La Eucaristía es la comunión de la vida de Cristo, "que resucitó<br />

para nuestra justificación" (Romanos 4,25), y ahora, al venir a nosotros,<br />

nos trae la plenitud de su Espíritu, que nos regala como pri<strong>mi</strong>cia<br />

de su Resurrección (Juan 20,22)<br />

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