15 LA SUCESIÓN A LOS BIENES DE JUAN ANTONIO LLORENTE ...
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<strong>LLORENTE</strong> FRENTE A SÍ MISMO<br />
de ciencia» 29 . Pero Llorente, claro está, nunca se consideró a sí mismo<br />
«incapaz de ciencia». Yo «soy tonto, pero no tanto», dijo alguna vez con<br />
fácil juego de palabras. Ahora, otro juego de igual nivel: cautos / castos:<br />
«Los clérigos son hoy más cautos, pero no más castos. Todos procuran<br />
ocultar el vicio; pero lo tienen... Muchos clérigos que temen la pérdida<br />
de su opinión en el trato con personas de otro sexo acuden al onanismo;<br />
y sea de un modo, sea de otro, viven sin la continencia que Siricio y sucesores<br />
dijeron buscar en los ministros del altar» 30 .<br />
Lo cual no quiere decir que Llorente careciese de conciencia católica.<br />
La vida del hombre es una profundidad abisal y nunca es posible cortar<br />
de un tajo –sin arriesgarse a cometer injusticia– los nudos gordianos que<br />
presentan la psicología y la existencia. Debe recordarse que el pulso vital<br />
de su época era revolucionario, marcado en la mayoría de sus horas por<br />
opiniones exaltadas –muchas de ellas, de altísima eficacia–. El dogma de<br />
la Infalibilidad Pontificia no estaba aún definido. No hace falta recordar<br />
que el Concilio Vaticano I iba a contribuir decisivamente a configurar la<br />
mentalidad de los católicos del siglo XX. Por el momento –en las primeras<br />
décadas del ottocento–, el influjo ilustrado había contribuido a prestigiar la<br />
razón con tal exceso que, en muchos ámbitos (no sólo Llorente era racionalista),<br />
el vigor propio del argumento de autoridad –del Magisterio de la<br />
Iglesia, por tanto– había llegado a ser considerado inadmisible como sustento<br />
de una tesis con valor científico. Se discutían, como si se estuviera<br />
en época constituyente, cuestiones teológicas y praxis canónicas de gran<br />
rango. Todo esto no es disculpa de la irresponsabilidad. Pero es una precisión<br />
necesaria. De hecho Llorente nunca toleró verse tratado como anticatólico<br />
o acatólico. «Sí señor –responderá a quienes acusan sus expresiones<br />
acerca del Santísimo Sacramento–, tengo esta fe, tal vez mucho más firme<br />
y mejor fundada que los censores. La distinción entre los dogmas anunciados<br />
por los Apóstoles y los definidos por los concilios generales, está ya<br />
explicada en su verdadero valor; y cuando no tuviese yo pruebas evidentes<br />
de la Presencia real en los cuatro Evangelios y en las Epístolas de S. Pablo,<br />
me bastaba y sobraba la definición del santo Concilio Tridentino, al cual<br />
como a todos los otros ecuménicos sujeto mi razón en todos los puntos<br />
dogmáticos, aunque no lo haga siempre cuando se trata de puntos de disciplina,<br />
por las razones antes apuntadas» 31 .<br />
29. Ibidem, 192.<br />
30. Ibidem, 166.<br />
31. Defensa de la obra intitulada «Projet d’une constitution religieuse, considérée comme<br />
faisant partie de la constitution civile d’une nation libre independante, écrit par un Améri-<br />
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