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Cuadernos Templarios Nº 16 - Marzo 2013

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Como era viernes y el banco había cerrado, recién volvieron al mediodía del lunes siguiente. La<br />

pobre empleada las recibió con los brazos abiertos y los ojos llorosos. Había confundido francos<br />

viejos con francos nuevos. Su error le habría costado dos meses de sueldo.<br />

"PARA LOS VIAJEROS"<br />

Fue en la primavera del año 70. Habíamos llegado a la ermita de Dionel y Teresa, cerca de la ciudad<br />

de Jujuy. Nos quedamos tres días en el hermoso lugar. Habíamos decidido que Juan de Jorge y<br />

Shantidas regresaran en avión, mientras Juancito (el Pico) y yo lo haríamos por tierra en mi auto.<br />

Eran casi 2.000 km de viaje y Shantidas ya no era joven. Recuerdo que respiraba con dificultad en la<br />

alta montaña. Momentos antes de emprender el regreso con Juancito, nos sentamos a desayunar.<br />

Teresita había cocinado un enorme pastel de manzana. Lo presentó orgullosa a la mesa. Era una<br />

buena cocinera. Repartió generosas porciones. Shantidas probó un bocado y nos miró con ojos<br />

sorprendidos. Al probar yo también, comprendí su expresión. El pastel estaba horrible. Un<br />

mazacote. Parecía engrudo para encuadernar.<br />

Todos tragamos con esfuerzo y buenos modales, bebiendo entre bocado y bocado un buen trago de<br />

té para empujar aquel engendro.<br />

Al terminar la penosa operación, Shantidas, con gesto triunfal y ojos brillantes envolvió los restos<br />

del pastel prolijamente y me lo extendió con ambas manos, diciendo: "¡Para los viajeros!"<br />

"LAS ARMAS, NO" (Recuerdo de Dionel)<br />

Corría el año 1977. La Argentina padecía la opresión de la dictadura militar que tanto horror y<br />

vidas le costaría al país. La Ermita del Arca de Dionel y Teresa estaba ubicada en la "zona roja", es<br />

decir en una provincia limítrofe con Bolivia y Chile. Ellos veían como brillaban en algunos puntos de<br />

la montaña reflejos que indicaban que eran observados. Llevar barba en aquellos tiempos era muy<br />

peligroso. Dionel llevaba una gran barba<br />

Nos contó que un día se produjo lo que temían. Se presentó una patrulla militar con uniforme de<br />

batalla y armados hasta los dientes. Con prepotencia se prepararon para irrumpir en el salón de<br />

oración. Dionel se interpuso y les dijo con firmeza: "Esta es una casa de oración. ¡Uds., pueden<br />

entrar, las armas, no!"<br />

El oficial al mando aceptó y él y su gente, dejando el armamento afuera, entablaron un buen diálogo<br />

y finalmente todos terminaron recitando una plegaria. Luego de este hecho, Teresa y Dionel<br />

notaron que dejaron de ser observados.<br />

"SERAS UN FANTASMA"<br />

Viajamos a Mar del Plata, la hermosa ciudad balnearia sobre el Atlántico a 400 km de Buenos Aires.<br />

Permanecimos tres días allí. Las calles estaban empapeladas con la noticia de la visita de Lanza del<br />

Vasto. Nuestra agenda era muy densa. Lo acompañamos mi socio, Héctor Merino Juan de Jorge y yo.<br />

Entre conferencia y conferencia, estábamos descansando en el hotel, cuando alguien golpeó a la<br />

puerta. Se trataba de un señor que nos informó que era director de la Escuela Espiritista Basilio.<br />

Nos pidió que Shantidas les pronunciara una conferencia.<br />

<strong>Cuadernos</strong> <strong>Templarios</strong>. Número <strong>16</strong>, <strong>Marzo</strong> de <strong>2013</strong> Página 33

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