Carta 27 Universidad - ausjal
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HACIA EL ENCUENTRO CON EL PADRE GENERAL ESPECIAL<br />
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Jesuitas a señalar su presencia y a ser testigos de ese<br />
fuego, siguiendo a Jesús con la Cruz a cuestas. Nuestras<br />
obras –nuestras universidades por lo tanto- están invitadas<br />
a participar de ese fuego, ser testimonio en un mundo<br />
roto e injusto.<br />
A la luz de esto sería bueno que como universidades nos<br />
planteáramos –tal vez una vez más- algunas preguntas<br />
fundamentales, para volver a nuestro “Principio y<br />
Fundamento”:<br />
¿Son nuestras <strong>Universidad</strong>es amigas de los pobres?<br />
¿Tienden puentes o viven presas de su lógica académica,<br />
cuando no de una lógica que reproduce los axiomas del<br />
neoliberalismo? ¿Nuestras universidades favorecen<br />
relaciones de justicia con Dios, con los demás seres<br />
humanos y con la Creación, como invita el documento<br />
sobre la Misión?<br />
El P. General Adolfo Nicolás, en su primera homilía<br />
como General nos dijo que debíamos ir a las naciones<br />
de los pobres. Un programa amplio y desafiante. ¿Cómo<br />
responderemos las <strong>Universidad</strong>es Jesuitas?<br />
“A través de un discernimiento orante, de diálogo franco y<br />
de conversaciones espirituales, una y otra vez hemos tenido<br />
el privilegio de conocernos como uno en el Señor1: un cuerpo<br />
unido, apostólico, que busca lo mejor para el servicio de<br />
Dios en la Iglesia y para el mundo. Esta experiencia de<br />
gracia nos recuerda la experiencia narrada en la Deliberación<br />
de los Primeros Padres. Nuestros primeros compañeros,<br />
procedentes de lugares tan diferentes y a pesar de que se<br />
reconocían “débiles y frágiles”, encontraron juntos la voluntad<br />
de Dios en medio de tan gran diversidad de opinión2. Su<br />
“decidida atención y vigilancia para iniciar un camino<br />
totalmente abierto” y el ofrecerse plenamente a él para la<br />
mayor gloria de Dios, les permitió encontrar la voluntad de<br />
Dios3. De este modo comenzaron una historia; encendieron<br />
un fuego que fue transmitido de generación en generación<br />
a todos aquellos que se encontraron con la Compañía,<br />
haciendo posible que las historias personales de<br />
generaciones se hayan integrado en el conjunto de la historia<br />
de la Compañía. Esta historia colectiva ha constituido el<br />
fundamento de su unidad; y en su centro estaba Jesucristo.”<br />
CG35. Decreto 2. Un fuego que enciende otros fuegos. Redescubrir nuestro carisma<br />
Nota del editor. El texto completo del documento “Un fuego que enciende otros fuegos. Redescubrir nuestro carisma” está disponible en<br />
www.<strong>ausjal</strong>.org/documentos.php