Carta 27 Universidad - ausjal
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CON SELLO AUSJAL<br />
44<br />
Por esos mismos pasillos el personal de electricidad entra<br />
a cada uno de los doscientos sesenta y tres salones a<br />
revisar que las luces prendan correctamente, que los<br />
apagadores funcionen. Tras ellos la gente de Intendencia<br />
empieza a limpiar y acomodar bancas de los salones en<br />
donde ya terminó la clase; algunas fueron breves porque<br />
sólo se entregaron trabajos, otras hasta las nueve<br />
concluirán, sin embargo todos los minutos que se pueda<br />
adelantar la limpieza es oro molido para ese sector de<br />
servicio, ya que a las nueve de la mañana toca baños,<br />
pasillos, derrames de café y botes de basura.<br />
Los jóvenes se concentran en los pasillos esperando,<br />
algunos, los minutos de tolerancia para “matar” clase,<br />
otros no se ponen de acuerdo en qué cafetería desayunar,<br />
algunos comentan del fútbol y, en fin, ese espíritu<br />
estudiantil recorre toda la universidad. A lo lejos se ve<br />
al profesor acercándose y buscando en su saco los<br />
plumones y moviendo la cabeza, recuerda que los dejó<br />
en casa, junto a los exámenes que estuvo calificando<br />
por la noche; entonces le pide a uno de sus alumnos:<br />
“corre a Control de Salones por plumones y borrador.<br />
Aquí esta mi credencial de profesor de asignatura”.<br />
Son las diez de la mañana, el comedor de empleados<br />
comienza a recibir al personal del primer turno, para<br />
servir la comida. Sí, parece ser temprano pero ellos<br />
entraron a las seis de la mañana y la comida es merecida.<br />
Entonces, por radiocomunicador se escucha: “Personal<br />
de jardinería, ¿podrían ayudar con una maceta que se<br />
rompió y con las lluvias que no han parado se está<br />
escurriendo la tierra por las oficinas?” Rápidamente<br />
algunos terminan su comida y se acercan al área con un<br />
diablito para llevar la maceta al respectivo taller.<br />
Cerca del mediodía confirman que el Jefe de Gobierno<br />
asistirá al evento que se realizará en el auditorio Sánchez<br />
Villaseñor. —Pero ¿qué pasó?, había dicho que no. —<br />
Cierto, comenta un joven del staff organizador, pero su<br />
coordinador de logística ya está en el plantel y me acaba<br />
de hablar al celular avisándome que en media hora llegará<br />
el licenciado. De nuevo, personal de seguridad es<br />
desplazado a las puertas y se verifica las condiciones<br />
dentro y fuera de donde se llevará a cabo el evento para<br />
dar una mejor presencia. Intendencia manda personal<br />
por si acaso hay algo que se pueda limpiar de último<br />
momento. Por supuesto, el personal de Control de<br />
Eventos rápidamente modifica las sillas en el estrado y<br />
dispone de otro micrófono para el invitado.<br />
Por la tarde, después de comer, la comunidad universitaria<br />
disfruta de un espectáculo de luz y sonido. En esta época<br />
del año (mayo) la lluvia y los truenos no cesan. Sabemos<br />
que en esta zona de la ciudad sí sabe llover y ante nuestros<br />
ojos presenciamos una cascada en plena escalera magna:<br />
es la lluvia que a fuerza de empujar, venció la resistencia<br />
de la coladera y se precipitó por una de las lámparas.<br />
Como pequeñas hormigas aparece personal de<br />
Intendencia defendiendo a la biblioteca para que no<br />
ingrese el agua, hasta que después de una feroz lucha, la<br />
naturaleza nos perdona la vida y el agua cesa. El cielo<br />
está obscuro y nos invita a la nostalgia y a la reflexión.<br />
Unos se asoman por la ventana y sin que todos lo sepan<br />
es un momento difícil para el Jefe de Mantenimiento,<br />
pues él sabe que las lluvias significan la posibilidad de<br />
fallos, es ahora cuando su pensamiento es ratificado por<br />
la ley de Murphy: se escucha un estallido fuera del plantel<br />
y la luz desaparece en todos los rincones del mismo.<br />
Uno, dos, tres, cuatro, cinco…, comenzamos a contar<br />
para saber cuánto tiempo se tarda la planta de emergencia<br />
en proveer de luz a la universidad. Se oyen comentarios:<br />
“¡ya se tardó!!, otros dicen: “Aquí no hay planta de<br />
emergencia”. Aproximadamente diez segundos más tarde<br />
comienzan a parpadear las luces, no al cien por ciento,<br />
pero sí en un cincuenta por ciento, en los pasillos,<br />
salones, oficinas. Ya se escucha el espantoso sonido de<br />
los no-break de las computadoras, pi… pi… pi…, para<br />
recordarnos que no hay luz, como si no nos hubiéramos<br />
dado cuenta, pi… pi… pi… Alguno dice: “yo ya me voy,<br />
porque quién sabe a qué hora llegará”, y algún compañero<br />
contesta: “Mejor quédate, está peor el tráfico”. Para estos<br />
momentos el agua corre como río de la plaza comercial<br />
hacia nosotros, llevando piedras y lodo.<br />
En la Jefatura de Mantenimiento comienzan a sonar los<br />
teléfonos. —Oigan, ¿ustedes saben por qué no hay luz?<br />
—¿Me pueden decir a qué hora llegará la luz? —En mi<br />
oficina no prendió ninguna lámpara y llevo cinco minutos