El estilo barroco aristocrático - BiblioMaster.com Inglés
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a las Tres Parcas para hilar una tela brillante <strong>com</strong>o destino para ella. La institutriz que la enseñó a leer<br />
fue nada menos que Minerva, en tanto que su preceptor de música fue el mismo Apolo. Su mítica<br />
elocuencia vino de los labios de Mercurio y toda fascinación posible femenina le fue impartida por las<br />
Tres Gracias. Cuando este parangón de brillantez y virtud llegó a su máximo de gracia y belleza, el Trío<br />
Capitolino mismo presidió la escena de Enrique IV recibiendo el retrato de María de Medias. Minerva<br />
<strong>com</strong>o diosa de la paz y la guerra susurra palabras de sabiduría en los oídos del Rey, en tanto que los<br />
cupidos dan un toque juguetón y simpático al tratar de levantar en sus juegos el pesado casco y el<br />
escudo de la armadura del Rey La escena celestial asegura a todos los participantes que los<br />
matrimonios son obra del cielo, en donde Júpiter con su águila y Juno con su pavo real dirigen a la<br />
pareja sus bendiciones olímpicas.<br />
En un cuadro de los últimos años de Rubens, <strong>El</strong> Jardín del Amor, volvemos a encontrar el ideal <strong>barroco</strong><br />
de riqueza y suntuosidad. <strong>El</strong> verdadero escenario de esta alegoría fue el jardín de su casa palaciega en<br />
Amberes, y aún existen el vestíbulo con la columna adornada y su arco en el fondo. <strong>El</strong> tema a la manera<br />
de bacanal se desarrolla en una línea diagonal que <strong>com</strong>ienza con los regordetes querubines en la parte<br />
inferior izquierda. <strong>El</strong> mismo Rubens está en la <strong>com</strong>posición, instando a su segunda esposa Helena<br />
Fourment, que aparece en otros muchos cuadros suyos, a unirse a los demás en el jardín del amor. <strong>El</strong><br />
resto del cuadro se desenvuelve en una serie de espirales que culminan en la figura de Venus, quien,<br />
<strong>com</strong>o parte de la fuente, preside las festividades. <strong>El</strong> empleo de grandes manchas de colores primarios<br />
fuertes <strong>com</strong>o rojos, amarillos y azules, da vida a la escena y refuerza la estructura pictórica.<br />
Rubens con éxito <strong>com</strong>binó el rico colorido de Ticiano y la tensión dramática de Tintoretto, con una<br />
energía ilimitada y exuberancia física personales. Sus <strong>com</strong>posiciones tienen algo de la majestad heroica<br />
de Miguel Ángel, si bien carecen de la introspección y contención de este último. Su organización<br />
<strong>com</strong>pleja de espacio y libertad de movimiento nos recuerda al Greco, pero sus figuras son tan redondas<br />
y robustas, <strong>com</strong>o altas y enflaquecidas fueron las del maestro griego. Sus felices resultados en la pintura<br />
religiosa, escenas de caza y paisajes, al igual que en las pinturas mitológicas tan acordes a su<br />
temperamento, muestran la enorme envergadura de su potencia pictórica. En lo que respecta a<br />
invención imaginativa audaz y bravura con un pincel, rara vez ha sido igualado, si es que alguna vez lo<br />
ha sido.<br />
Mientras Rubens ejecutaba sus murales para la sala de festivales, un obscuro pintor francés llamado<br />
Nicolás Poussin que había trabajado en decoraciones menores, dejó el palacio de Luxemburgo por la<br />
atmósfera menos opresiva de Roma. Pronto se fabricó una sólida reputación que atrajo la atención del<br />
cardenal Richelieu, que adquirió muchas de las pinturas de Poussin y decidió hacer retornar al artista a<br />
París. En 1640, Poussin volvió para decorar la gran galería del Louvre, y recibió de Luis XIII<br />
innumerables favores y el aspirado título de primer pintor del Rey. Las inevitables intrigas de la corte<br />
fueron consecuencia de la marcada preferencia por Poussin y lo hicieron tan desgraciado, que después<br />
de dos años regresó a Roma. Ahí actuó <strong>com</strong>o el embajador artístico de Francia y supervisó el trabajo de<br />
los pintores franceses enviados con subsidios oficiales para estudiar y copiar las obras maestras<br />
italianas, y para la decoración del Louvre. En Roma por el resto de su vida, Poussin gozó de la libertad<br />
para continuar sus estudios clásicos, tener la independencia suficiente para desarrollar sus propios<br />
principios e ideales, y el tiempo para pintar cuadros cuyos temas abarcaron desde los mitológicos y<br />
religiosos hasta grandes lienzos pictóricos y paisajes arquitectónicos.<br />
Típico de un aspecto de la obra de Poussin es el Rapto de las Sabinas. <strong>El</strong> tema es la legendaria<br />
fundación de Roma, según los historiadores Tito Livio y Plutarco. Rómulo, después de haber fracasado<br />
en la negociación de esponsales para sus guerreros, dispuso una celebración religiosa con juegos y<br />
festividades <strong>com</strong>o una estratagema para atraer al foro romano a las familias del cercano poblado de<br />
Sabina. En la interpretación del tema, Poussin intentó recrear el pasado clásico y recurrió a museos<br />
romanos en busca de modelos de muchas de sus figuras y a Vitruvio por su decorado arquitectónico.<br />
Desde su posición prominente en el pórtico del templo, a la izquierda, Rómulo da la señal convenida al<br />
abrir los pliegues de su manto, instante en que todos los romanos caen sobre las sabinas para hacerlas<br />
sus cautivas. A pesar de que el tema es de pasión y violencia, Poussin se las arregla para atemperar su<br />
<strong>com</strong>posición con una yuxtaposición juiciosa de puntos antagónicos. La ira y desesperación de las<br />
víctimas ultrajadas contrasta con la calma impasible de Rómulo y sus a<strong>com</strong>pañantes. Como gobernante,<br />
Rómulo sabe que el futuro de la ciudad depende de la fundación de familias y que en este caso el fin<br />
justifica los medios. La turbulenta acción humana es equilibrada también por el tranquilo reposo del<br />
fondo arquitectónico y el paisaje. Las suaves formas marmóreas de las mujeres contrastan con la<br />
potente musculatura de los romanos debajo de la piel bronceada, y los perfiles de las figuras suelen<br />
estar netamente definidos <strong>com</strong>o si hubiesen sido esculpidos en piedra. La preocupación ininterrumpida<br />
de Poussin por la escultura antigua se advierte fácilmente cuando se <strong>com</strong>para el grupo del primer plano<br />
en la derecha con el Gálata y su Esposa helenístico. A pesar de que estas derivaciones directas son