Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
XVI / dominical <strong>La</strong> <strong>Opinión</strong> - El Correo / Domingo, 5 <strong>de</strong> febrero <strong>de</strong> 2006<br />
●<br />
<strong>La</strong>s voces «Mozart» y «genio» parecen<br />
inseparables. En la multiforme celebración<br />
<strong>de</strong> los 250 años <strong>de</strong>l nacimiento<br />
<strong>de</strong>l músico, esta dialogía será tópica rutina si no<br />
escarbamos un poco en el subsuelo <strong>de</strong>l concepto<br />
aplicado a un hombre y una obra sin posible parangón.<br />
<strong>La</strong>s audiciones <strong>de</strong> uno <strong>de</strong> los gran<strong>de</strong>s<br />
conciertos para piano, las mejores sinfonías, los<br />
últimos quintetos para cuerdas, el <strong>de</strong> clarinete,<br />
Don Giovanni, Così, la Gran misa en do menor,<br />
el propio Réquiem inacabado y tantas otras<br />
obras –o una simple melodía– serán contactos con<br />
la oscura percepción <strong>de</strong> lo genial que nos emociona<br />
más allá <strong>de</strong>l pensar o mueve en nosotros sensaciones<br />
por encima <strong>de</strong> lo sensible inmediato. Pero,<br />
¿qué significa la genialidad <strong>de</strong> Mozart?<br />
No es fácil racionalizar estas cosas y menos<br />
aún explicarlas. Sin embargo, las tesis platónicas<br />
y aristotélicas sobre el genio suministran<br />
en un salto <strong>de</strong> siglos datos tan valiosos para<br />
enten<strong>de</strong>r a Mozart como los <strong>de</strong> sus contemporáneos<br />
–es en el siglo XVIII cuando empieza a<br />
aplicarse la noción <strong>de</strong> «genio» a la estética y la<br />
filosofía <strong>de</strong>l arte– y los <strong>de</strong> los pensadores románticos.<br />
Divina locura<br />
En el Fedro <strong>de</strong> Platón (diálogo sobre la<br />
Belleza) está la imagen <strong>de</strong>l alma como auriga<br />
sobre un tiro <strong>de</strong> dos caballos alados, uno amable<br />
y otro <strong>de</strong>sbocado. De ahí dimana un símbolo<br />
<strong>de</strong>l conocimiento, la vida virtuosa y la<br />
misma filosofía. No todas las almas tienen para<br />
Platón el mismo <strong>de</strong>stino, porque unas poseen<br />
la capacidad <strong>de</strong> elevarse hasta la región <strong>de</strong><br />
las esencias eternas, en tanto que las <strong>de</strong>más<br />
perciben en el mundo un tenue reflejo <strong>de</strong> la belleza<br />
i<strong>de</strong>al. Platón entien<strong>de</strong> la inspiración como<br />
«locura divina».<br />
Según los relatos coetáneos, la inspiración<br />
es en Mozart arrebato, huida súbita <strong>de</strong>l marco<br />
racional o ensimismamiento que se asemeja a<br />
la locura humana pero diviniza sus efectos. El<br />
caballo bestial tira más que el caballo dócil.<br />
<strong>La</strong>s evoluciones <strong>de</strong> su existencia aparente, a<br />
saltos entre el capricho, la prodigalidad, los<br />
placeres triviales, el juguetón erotismo, la ludopatía<br />
y el humor <strong>de</strong> trazo grueso, abonan<br />
aquella impresión y confun<strong>de</strong>n con el <strong>de</strong>sequilibrio<br />
los muy frecuentes instantes <strong>de</strong> divina<br />
locura en que el artista penetra en el fondo <strong>de</strong><br />
la naturaleza humana con incomparable luci<strong>de</strong>z.<br />
Su agu<strong>de</strong>za en el análisis <strong>de</strong>l alma participa<br />
<strong>de</strong>l propio dualismo y sobrepasa las reglas<br />
canónicas <strong>de</strong>l arte musical, las normas contemporáneas<br />
y el ingenio <strong>de</strong> los buenos libretistas.<br />
Esas iluminaciones no <strong>de</strong>jan en sombra uno<br />
solo <strong>de</strong> los rasgos <strong>de</strong> la criatura mortal, especialmente<br />
la femenina, y revelan la capacidad<br />
proyectiva <strong>de</strong> una espiritualidad apenas perceptible<br />
en los hechos, las palabras y las reacciones<br />
cotidianas <strong>de</strong>l <strong>de</strong>miurgo que la convierte<br />
en música.<br />
Mo<strong>de</strong>los y normas<br />
Para enten<strong>de</strong>rnos con imágenes populares,<br />
la tesis <strong>de</strong>l genio está bien plasmada en la película<br />
Ama<strong>de</strong>us <strong>de</strong> Peter Shaffer y Milos Forman.<br />
El trágico estupor <strong>de</strong> Salieri ante la música<br />
<strong>de</strong> Mozart alegoriza las i<strong>de</strong>as <strong>de</strong> un contemporáneo<br />
<strong>de</strong> ambos, Alexan<strong>de</strong>r Gerard,<br />
para quien el genio es la originalidad. No la<br />
imitación excelente <strong>de</strong> un mo<strong>de</strong>lo (Salieri) sino<br />
la producción <strong>de</strong>l mo<strong>de</strong>lo (Mozart). Ahondando,<br />
para Kant es el genio «la disposición<br />
mental innata mediante la cual la Naturaleza<br />
da la regla al Arte». El genio implica una cualidad<br />
propia que ningún talento o ingenio posee:<br />
la <strong>de</strong> producir reglas. No necesita someterse<br />
a ellas, puesto que las produce sin arbitrariedad;<br />
es <strong>de</strong>cir, las reglas que produce no <strong>de</strong>rivan<br />
<strong>de</strong> otros mo<strong>de</strong>los pero también se erigen en reglas.<br />
Salieri era un brillante servidor <strong>de</strong> las<br />
normas <strong>de</strong> su tiempo y rechazaba racionalmente,<br />
con todas sus fuerzas, la invención mozartiana<br />
<strong>de</strong> otra normativa; pero, como artista dotado<br />
y culto, reconocía con <strong>de</strong>sesperación la<br />
superioridad <strong>de</strong> aquella ruptura. Lo que el cine<br />
falsea en la relación personal <strong>de</strong> ambos es más<br />
simbólico que interesadamente fabulador. <strong>La</strong><br />
naturaleza genial <strong>de</strong> Mozart indujo en Salieri<br />
un rencor <strong>de</strong>structivo. Aquél lo sabía y alu<strong>de</strong><br />
en sus cartas manuscritas a las intrigas <strong>de</strong>l envidioso,<br />
siempre fallidas. Y no es menos inquietante<br />
la referencia epistolar a la sospecha<br />
250 AÑOS DEL NACIMIENTO DE MOZART<br />
Un loco divino,<br />
fieramente<br />
HUMANO<br />
<strong>de</strong> envenenamiento que precipitó en 1791 la<br />
ruina física y la muerte cuando contaba 39<br />
años.<br />
Lo nada excelso<br />
En la doctrina aristotélica, el genio es la<br />
capacidad inventiva pero no necesariamente<br />
irracional o «loca» <strong>de</strong>l artista. Mozart fue<br />
siempre consciente <strong>de</strong> su don y <strong>de</strong> la distancia<br />
que le separaba <strong>de</strong> sus contemporáneos,<br />
incluso los mejores. Pue<strong>de</strong> que esta autognosis<br />
–más que sobrestima– le i<strong>de</strong>ntifique<br />
mejor con la doctrina aristotélica que con la<br />
platónica, pero la abrupta contradicción entre<br />
el refinamiento supremo <strong>de</strong> su música y<br />
el mal gusto <strong>de</strong> muchos <strong>de</strong> sus actos y expresiones<br />
evoca el vínculo entre genio y locura<br />
estudiado por Lombroso, cuya «teoría<br />
patológica <strong>de</strong>l genio» incluye caracteres <strong>de</strong><br />
<strong>de</strong>generación.<br />
En realidad, es frecuente que los genios<br />
<strong>de</strong>sarrollen en su cotidianeidad facetas nada<br />
excelsas. El divino Mozart no escapa a esa<br />
especie <strong>de</strong> mecanismo <strong>de</strong> compensación que<br />
sin duda está estudiado y clasificado por los<br />
psicólogos. Volviendo al personaje cinematográfico,<br />
los mozartistas que no soportaron<br />
la banalidad pueril, las bromas <strong>de</strong> dudoso<br />
gusto ni la risa tonta <strong>de</strong>l ídolo revisitado no<br />
imaginan que Shaffer y Forman tal vez se<br />
quedaron cortos en algunas facetas, particularmente<br />
la <strong>de</strong>l humor escatológico y la <strong>de</strong>l<br />
rego<strong>de</strong>o sexual que Wolfgang Ama<strong>de</strong>us <strong>de</strong>splegaba<br />
entre quienes podían llamarle «Wolfi».<br />
No es <strong>de</strong>ducción especulativa ni narración<br />
<strong>de</strong> terceros, sino la pura literalidad <strong>de</strong><br />
sus cartas manuscritas.<br />
Resultan paradigmáticas las dirigidas a su<br />
prima Ana Tecla, con la que compartía el<br />
gusto por la jocosidad pestilente. <strong>La</strong> escrita<br />
en Mannheim el 5 <strong>de</strong> noviembre <strong>de</strong> 1777<br />
contiene <strong>de</strong>talladas alusiones a las ventosida<strong>de</strong>s,<br />
el culo y la caca que seguían motivando<br />
su hilaridad ya bien sobrepasada la<br />
edad infantil (tenía 21 años):<br />
GUILLERMO GARCIA–ALCALDE<br />
<strong>La</strong> inspiración<br />
es en Mozart<br />
arrebato, huida<br />
súbita <strong>de</strong>l marco<br />
racional o<br />
ensimismamiento<br />
que se asemeja a<br />
la locura humana<br />
pero diviniza sus<br />
efectos<br />
«Que duermas bien, con el culo en la<br />
sien... ¡Me pica muchísimo el culo! ¡Qué será<br />
esto! ¿Querrá salir la caca? Sí, sí, caca, yo<br />
te conozco, te veo, te saboreo y, ¿qué es esto?<br />
¡Es posible! ¡Cielo santo! Oído mío, ¿no<br />
me engañas? No, es así, ¡qué nota más larga<br />
y triste!».<br />
Más abajo: «A don<strong>de</strong> quiera que vaya,<br />
apesta. Si me asomo a la ventana el olor se<br />
disipa, si me vuelvo hacia a<strong>de</strong>ntro, el olor<br />
aumenta otra vez. Por fin me dice mi mamá:<br />
apuesto a que te has <strong>de</strong>jado escapar uno. No<br />
creo, mamá. Sí, sí, seguro que es eso, hago<br />
la prueba, me meto el índice en el culo, me<br />
lo llevo a la nariz, y «ecce provatum est».<br />
Mamá tenía razón».<br />
Escandalizado Beethoven<br />
Por esas fechas ya habían nacido <strong>de</strong> su genio<br />
nueve óperas, varios oratorios y mucha escritura<br />
sinfónica y camerística <strong>de</strong> inmortal calidad,<br />
a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> seguir asombrando como concertista<br />
y compositor a las casas reales <strong>de</strong> media<br />
Europa.<br />
<strong>La</strong>s expresiones reproducidas, que tal vez<br />
provoquen el escándalo <strong>de</strong> algunos (lo que haría<br />
partirse <strong>de</strong> risa al que las escribió), abundan<br />
y aun suben <strong>de</strong> tono en otras misivas.<br />
Los manuscritos <strong>de</strong> las dirigidas a su esposa<br />
Constanza fueron muy censurados por el segundo<br />
marido <strong>de</strong> ésta, pero quedan párrafos<br />
elocuentes. En los que seleccionamos, los puntos<br />
suspensivos son tachaduras resistentes a las<br />
radiografías aplicadas al papel a principios <strong>de</strong>l<br />
siglo XX.<br />
«Prepara muy limpiamente tu nidito tan bonito<br />
y querido, pues mi pillastre lo merece en<br />
verdad; se ha portado muy bien y no <strong>de</strong>sea nada<br />
más que poseer tu arrebatador (...). Imagínate<br />
si será gamberro que, mientras escribo estas<br />
líneas, se <strong>de</strong>sliza sobre la mesa y me pregunta,<br />
y yo, francamente, le doy un papirotazo,<br />
pero sólo consigo (...). Y ahora el muy tunante<br />
ar<strong>de</strong> aún más y no se <strong>de</strong>ja domar».<br />
En su espléndido libro Misterioso Mozart,<br />
el fundador <strong>de</strong> Tel Quel, Philippe Sollers,<br />
consi<strong>de</strong>ra que lo <strong>de</strong>scrito por Mozart en esa<br />
carta (la menos atrevida en alusiones genitales)<br />
es una masturbación. Y habla <strong>de</strong>l clarinete,<br />
instrumento predilecto <strong>de</strong>l artista, como símbolo<br />
fálico. Y evoca la sexualidad explícita en<br />
personajes y escenas <strong>de</strong> <strong>La</strong>s bodas <strong>de</strong> Fígaro,<br />
Don Giovanni y Così fan tutte (sobre todo la<br />
última). Y evoca el malestar <strong>de</strong>l puritano Beethoven<br />
ante Don Giovanni: «El arte nunca <strong>de</strong>bería<br />
<strong>de</strong>jarse <strong>de</strong>scarriar por la extravagancia <strong>de</strong><br />
un tema tan escandaloso».<br />
Humano, sobrehumano,<br />
inhumano<br />
Como en tantos casos, dicta Nietzsche el<br />
diagnóstico exacto al discurrir en su Ecce homo<br />
sobre «un i<strong>de</strong>al <strong>de</strong> bienestar y <strong>de</strong> benevolencia<br />
humanamente sobrehumana que parecerá<br />
fácilmente inhumana cuando, por ejemplo,<br />
colocándose junto a toda la seriedad reverenciada<br />
hasta ahora, junto a toda la solemnidad<br />
reinante hasta hoy en el gesto, el verbo, el tono,<br />
la mirada, la moral y el <strong>de</strong>ber, se revelará<br />
involuntariamente como su parodia encarnada;<br />
él, que sin embargo está <strong>de</strong>stinado, quizás, a<br />
inaugurar la era <strong>de</strong> la gran seriedad, a ser el<br />
primero en poner en su sitio el gran punto <strong>de</strong><br />
interrogación, a cambiar el <strong>de</strong>stino <strong>de</strong>l alma, a<br />
hacer avanzar la aguja, a alzar el telón <strong>de</strong> la<br />
tragedia...».<br />
Parodia y simulacro son las claves –nada<br />
<strong>de</strong>smitificadoras en nuestro propósito, sino al<br />
contrario– <strong>de</strong> un Jano genial. Nos llevan a la<br />
llamada «concepción romántica» <strong>de</strong>l genio, la<br />
<strong>de</strong> Schopenhauer, que ve la I<strong>de</strong>a en el fenómeno.<br />
Es la capacidad <strong>de</strong> revelar lo Absoluto y<br />
su encarnación misma. De ahí la soledad, la infelicidad,<br />
la melancolía <strong>de</strong>l genio, así como su<br />
inconmensurabilidad social y ética respecto <strong>de</strong><br />
los <strong>de</strong>más seres humanos. Por supuesto que no<br />
hay posible medida entre el genio y los mortales,<br />
entre Mozart y sus contemporáneos. <strong>La</strong>s<br />
cartas mencionadas, sólo un par entre docenas,<br />
no representan lo esencial <strong>de</strong>l epistolario mozartiano<br />
pero <strong>de</strong>linean facetas aparentemente<br />
incompatibles con la exquisita elegancia <strong>de</strong> sus<br />
serenatas y divertimentos, la trágica <strong>de</strong>solación<br />
<strong>de</strong> obras tan vulgarizadas como la Sinfonía 40<br />
en sol menor, la diluida, casi metafísica melancolía<br />
<strong>de</strong>l último Concierto para piano, y<br />
cientos <strong>de</strong> ejemplos equiparables.<br />
Dolor y placer <strong>de</strong>l<br />
querer-vivir<br />
Esa escisión tiene en Schopenhauer su mejor<br />
intérprete. Tal como lo conocemos, el<br />
mundo no es más que la representación que <strong>de</strong><br />
él tenemos y carece <strong>de</strong> realidad en sí. Sólo es<br />
«ensoñación <strong>de</strong> nuestro cerebro», tan estructurada<br />
como se quiera pero sin más realidad que<br />
la <strong>de</strong>l sueño. <strong>La</strong> experiencia interior es la que<br />
nos hace conocernos como individuos con<br />
ten<strong>de</strong>ncias, necesida<strong>de</strong>s, aspiraciones y, en<br />
sentido amplio, voluntad. Esta voluntad está<br />
tan estrechamente ligada a nuestro cuerpo que<br />
toda ten<strong>de</strong>ncia o <strong>de</strong>seo se traduce inmediatamente<br />
en un movimiento corporal. «<strong>La</strong> voluntad<br />
es el conocimiento a priori <strong>de</strong>l cuerpo, y el<br />
cuerpo, el conocimiento a posteriori <strong>de</strong> la voluntad.<br />
Mi cuerpo es la objetividad <strong>de</strong> mi voluntad».<br />
El dolor <strong>de</strong> Mozart nace <strong>de</strong> su querervivir,<br />
única realidad positiva, y el placer eclosiona<br />
incontenible en los momentos en que el<br />
dolor cesa. Su genio encuentra en la alternativa<br />
<strong>de</strong>l dolor y el placer el conocimiento directo<br />
<strong>de</strong> la esencia <strong>de</strong>l mundo, y, por su medio,<br />
una liberación <strong>de</strong> la acción nociva <strong>de</strong> la voluntad.<br />
Por muy diversas que sean las reacciones<br />
ante el cuerpo-voluntad <strong>de</strong>l hombre-Mozart, su<br />
música las unifica en el reconocimiento espontáneo,<br />
incluso informulado, <strong>de</strong>l Mozart-dios.<br />
El divino loco, fieramente humano, que acce<strong>de</strong><br />
a las simas más profundas <strong>de</strong>l alma y la proyecta<br />
a la cumbre <strong>de</strong> la belleza y el conocimiento<br />
absolutos, va a reiterar durante un año<br />
<strong>de</strong> celebraciones el axioma <strong>de</strong> que esa belleza,<br />
cuanto más conmovedora, menos se parece a<br />
la perfección. El genio pue<strong>de</strong> consistir en eso:<br />
en romperlo todo, <strong>de</strong>sechar los cánones, las reglas<br />
y las normas <strong>de</strong>l saber, para hacer comunicable<br />
la realidad que tan sólo existía en el<br />
sueño. En resumen, <strong>de</strong>scubrir la cara oculta <strong>de</strong><br />
lo real y constituir otro mundo.