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X / dominical <strong>La</strong> <strong>Opinión</strong> - El Correo / Domingo, 5 <strong>de</strong> febrero <strong>de</strong> 2006<br />

●<br />

Una lectura etnográfica <strong>de</strong><br />

Don Quijote <strong>de</strong> <strong>La</strong> Mancha (VI)<br />

<strong>Zamora</strong> en el<br />

QUIJOTE<br />

CAPITULO DECIMOCTAVO.<br />

Don<strong>de</strong> se cuentan las razones<br />

que pasó Sancho Panza con su<br />

señor don Quijote, con otras<br />

aventuras dignas <strong>de</strong> ser contadas.<br />

“Aunque don Quijote intenta explicar el manteamiento<br />

como fruto <strong>de</strong> un encantamiento, Sancho es<br />

consciente <strong>de</strong> que los manteadores eran seres reales cuyos<br />

nombres pudo escuchar. A poco <strong>de</strong> allí tiene lugar<br />

la aventura <strong>de</strong> los rebaños a los que don Quijote toma<br />

por dos ejércitos –el <strong>de</strong> Alifanfarón, furibundo pagano,<br />

y el <strong>de</strong> Pentapolín <strong>de</strong>l arremangado brazo– alanceando<br />

a las ovejas. El resultado es que los pastores apedrean a<br />

don Quijote, que pier<strong>de</strong> buena parte <strong>de</strong> su <strong>de</strong>ntadura.<br />

Este no sólo no se <strong>de</strong>sespera sino que cita <strong>de</strong>l Evangelio<br />

para afirmar su fe en la Provi<strong>de</strong>ncia divina, lo que<br />

lleva a Sancho a pensar que podía ser un buen predicador.<br />

A continuación vuelven a tomar el camino real.<br />

(Enciclopedia <strong>de</strong>l Quijote. Planeta. César Vidal)<br />

Sancho propone a don Quijote lo que haría cualquier<br />

vecino que emigraba temporalmente en los difíciles<br />

años <strong>de</strong> principios <strong>de</strong>l siglo pasado a las minas <strong>de</strong><br />

León o a la recogida <strong>de</strong> la aceituna en Andalucía: volver<br />

en verano “a nuestro lugar, ahora que es tiempo <strong>de</strong><br />

la siega y <strong>de</strong> enten<strong>de</strong>r en la hacienda” Es el sentido inverso<br />

<strong>de</strong> lo que hacían antiguamente muchos otros jornaleros,<br />

por ejemplo los gallegos hacia Castilla León o<br />

los extremeños, murcianos y alicantinos hacia Castilla<br />

<strong>La</strong> Mancha, que buscaban trabajo en la siega por los<br />

pueblos castellanos. ¡Contradictorio tiempo <strong>de</strong> verano!<br />

Cuando unos iban otros venían, cruzándose por los<br />

mismos intereses: sacar jornal, sacar provecho “<strong>de</strong>l verano”.<br />

Sancho, <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong>l sentido común ajeno a don<br />

Quijote, propone dos refranes para convencer a su<br />

amo: No <strong>de</strong>ben andar errantes, buscando aventuras, “<strong>de</strong><br />

la Ceca a la Meca”, <strong>de</strong>l Zoco o Ceca (lugar <strong>de</strong> comercio<br />

y dinero) a la mezquita, ni “<strong>de</strong> zoca en colodra”, no<br />

confundir el zueco o cholo con la colodra, la vasija <strong>de</strong><br />

ma<strong>de</strong>ra <strong>de</strong>corada y tallada para beber o echar la leche<br />

or<strong>de</strong>ñada <strong>de</strong> las ovejas, ambos términos al<strong>de</strong>anos y<br />

pastoriles.<br />

Este capítulo cuenta la historia <strong>de</strong>l ataque <strong>de</strong> don<br />

Quijote a dos rebaños <strong>de</strong> ovejas y carneros, creyendo<br />

que son dos ejércitos enfrentados en batalla. Todavía se<br />

pue<strong>de</strong> ver por los campos zamoranos gran<strong>de</strong>s rebaños<br />

que hacen trashumancia a pastos estivales <strong>de</strong> montaña<br />

o a rastrojeras otoñales. <strong>La</strong> polvareda que levantan y el<br />

rastro <strong>de</strong> bolitas negras que <strong>de</strong>jan les <strong>de</strong>lata. Los pastores<br />

se <strong>de</strong>fien<strong>de</strong>n <strong>de</strong>l ataque inesperado <strong>de</strong> don Quijote<br />

con hondas y buena puntería. El pastor en su tiempo libre<br />

labraría cuernos <strong>de</strong> carnero o cabra, trozos <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra,<br />

colodras, etc... y el menos habilidoso jugaría con<br />

el perro o pasaría el rato haciendo puntería con la honda.<br />

Después <strong>de</strong> la <strong>de</strong>rrota, y <strong>de</strong> las mutuas vomitonas,<br />

<strong>de</strong> don Quijote a Sancho y <strong>de</strong> Sancho a don Quijote, el<br />

caballero, ya sin dientes, tiene hambre. Esta vez prefiere<br />

lo que cualquier vecino adquiría en la venta “un<br />

cuartal <strong>de</strong> pan o una hogaza y dos sardinas arenques”,<br />

en vez <strong>de</strong> lo que los libros <strong>de</strong> caballería mencionan sobre<br />

la dieta <strong>de</strong> sus héroes... frutos silvestres y “cuantas<br />

yerbas <strong>de</strong>scribe Dioscóri<strong>de</strong>s”.<br />

Es muy frecuente en este libro, como así lo estamos<br />

<strong>de</strong>mostrando, hacer metáforas con los elementos propios<br />

<strong>de</strong> la actividad rural, en este caso “...que la boca<br />

sin muelas es como un molino sin piedra”, las dos<br />

JOSE MANUEL RODRIGUEZ IGLESIAS<br />

muelas <strong>de</strong>l molino que molturan el grano movidas por<br />

la fuerza <strong>de</strong>l agua. O <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> recordar su manteo en<br />

la venta, humillante experiencia, Sancho afirma que<br />

“daré al diablo el hato y el garabato”. El hato ya hemos<br />

visto que pue<strong>de</strong> ser muchas cosas: una especie <strong>de</strong> bolsón<br />

improvisado con tela para llevar lo necesario en el<br />

camino, el lugar don<strong>de</strong> los gañanes, mozos <strong>de</strong> mula o<br />

segadores <strong>de</strong>jan sus cosas y su merienda mientras trabajan,<br />

y también una parte <strong>de</strong> un rebaño <strong>de</strong> ovejas. El<br />

garabato es una vara con un gancho al final. Cuando un<br />

labrador o al<strong>de</strong>ano se quiere referir a enganchar algo o<br />

a colgar algo, suelen <strong>de</strong>cir: “haces un garabato así, y ya<br />

está”. También volvemos a encontrarnos con esas contracciones<br />

que todavía perduran en el lenguaje rural,<br />

“esotro”, “estotra”, “<strong>de</strong>sotro”... o “<strong>de</strong>nantes”, que está<br />

en el siguiente capítulo. Por último me llama la atención<br />

el término “neguijón”, cosa negruzca, para referirse<br />

a una caries <strong>de</strong>ntal.<br />

Y como siempre vuelven al camino real (¿el camino<br />

<strong>de</strong>l reino o el camino <strong>de</strong> la realidad? ¿a cuál <strong>de</strong> los dos<br />

se refiere Cervantes?), el camino <strong>de</strong>l que siempre se sale<br />

don Quijote en sus <strong>de</strong>svaríos caballerescos.<br />

CAPITULO DECIMONOVENO. De las<br />

discretas razones que Sancho pasaba<br />

con su amo y <strong>de</strong> la aventura que le sucedió<br />

con un cuerpo muerto, con otros<br />

acontecimientos famosos.<br />

“Al llegar la noche se produce la aventura <strong>de</strong>l cuerpo<br />

muerto que unos encamisados trasladan <strong>de</strong>s<strong>de</strong> Baeza<br />

a Segovia. Don Quijote arremete contra tan extraña<br />

procesión –posiblemente la que trasladó los restos mortales<br />

<strong>de</strong> san Juan <strong>de</strong> la Cruz <strong>de</strong> Ubeda a Segovia en<br />

1593– y provoca la caída <strong>de</strong>l bachiller Alonso López<br />

<strong>de</strong> Alcobendas que se quiebra una pierna. Don Quijote<br />

se disculpa ya que respeta a la Iglesia y es católico y<br />

fiel cristiano. A la luz <strong>de</strong> una hacha, Sancho contempla<br />

el aspecto <strong>de</strong> su amo y piensa que podría llamársele el<br />

Caballero <strong>de</strong> la Triste Figura, apelativo que éste acepta<br />

inmediatamente. En un valle escondido almuerzan con<br />

la salsa <strong>de</strong> su hambre aunque se ven obligados a pa<strong>de</strong>cer<br />

el tormento <strong>de</strong> la sed”. (Enciclopedia <strong>de</strong>l Quijote.<br />

Planeta. César Vidal)<br />

En este capítulo se <strong>de</strong>scribe el traslado <strong>de</strong> un clérigo<br />

muerto, acompañado <strong>de</strong> otros sacerdotes con hachas y<br />

velones. Algunos comentaristas creen que está <strong>de</strong> fondo<br />

el secreto traslado <strong>de</strong> san Juan <strong>de</strong> la Cruz <strong>de</strong> Ubeda<br />

a Segovia en 1593. <strong>La</strong> aventura nocturna se presenta<br />

como la aparición <strong>de</strong> “<strong>La</strong> Santa Compaña”, no sólo gallega<br />

sino también sanabresa... “que iban venían hacia<br />

ellos gran multitud <strong>de</strong> lumbres, que no parecían sino<br />

estrellas que se movían”. <strong>La</strong> santa compaña es la procesión<br />

<strong>de</strong> difuntos, almas <strong>de</strong> vecinos muertos que todavía<br />

están en el purgatorio, y recorren su municipio <strong>de</strong><br />

noche. Si alguien vivo se encuentra con ellos <strong>de</strong> noche<br />

pue<strong>de</strong> ser llevado o simplemente es requerido para que<br />

cumpla lo que ellos no pudieron cumplir <strong>de</strong> vivos: pagar<br />

una misa, hacer una romería, cumplir un voto... Esta<br />

situación produce gran pavor a Sancho, y el otras veces<br />

valiente don Quijote “no las tuvo todas consigo”.<br />

Cervantes <strong>de</strong>scribe unos “encamisados”, o sea, unos<br />

curas con sobrepelliz o roquete sobre su hábito o sotana,<br />

camisa especial blanca con puntillas, propia <strong>de</strong> los<br />

clérigos para asistir a <strong>de</strong>terminados actos litúrgicos, como<br />

una procesión, una bendición, etc. Sancho tirita<br />

tanto <strong>de</strong> miedo que parece tener frío <strong>de</strong> “cuartana”, es-<br />

Domingo, 5 <strong>de</strong> febrero <strong>de</strong> 2006 / <strong>La</strong> <strong>Opinión</strong> - El Correo<br />

calofríos que produce una fiebre intensa e intermitente cada<br />

cuatro días. Es fácil leer en el Diccionario <strong>de</strong> Madoz, al <strong>de</strong>scribir<br />

las enfermeda<strong>de</strong>s más frecuentes en los pueblos, que se<br />

dan “tercianas y cuartanas”, fiebres producidas por infecciones<br />

contagiosas producidas por la falta <strong>de</strong> salubridad <strong>de</strong> sus<br />

aguas, fuentes, charcas, a veces estancadas y malolientes. Los<br />

pueblos que no tenían un arroyo o río al lado <strong>de</strong>bían disponer<br />

<strong>de</strong> una gran charca a la entrada <strong>de</strong>l pueblo don<strong>de</strong> bebieran los<br />

animales, estoy pensando en Villalpando o el foso <strong>de</strong>l Fuerte<br />

<strong>de</strong> Carbajales... Cuando hiciese calor y bajase el nivel <strong>de</strong>l<br />

agua sería un foco seguro <strong>de</strong> infecciones. Precisamente el<br />

muerto que llevan <strong>de</strong> Baeza a Segovia lo había sido “por unas<br />

calenturas pestilentes”<br />

Toda esta situación recuerda las manifestaciones tradicionales<br />

alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> la muerte, el duelo, el luto y las obligaciones<br />

que se contraían para satisfacer el <strong>de</strong>seo <strong>de</strong>l difunto expresado<br />

en vida o escrito en el testamento.<br />

Don Quijote no se <strong>de</strong>tiene y ataca esta visión nocturna aterradora.<br />

Cervantes, por medio <strong>de</strong> su héroe, apalea a algunos<br />

eclesiásticos. Uno <strong>de</strong> ellos le avisa <strong>de</strong>l “sacrilegio” que está<br />

cometiendo. Como tantos otros hechos <strong>de</strong>l libro, éste <strong>de</strong>be ser<br />

eco <strong>de</strong> algún altercado o problema que tuvo el escritor con la<br />

Iglesia. Parece ser que fue “<strong>de</strong>scomulgado”, como <strong>de</strong>cía mi<br />

abuela, por quitar o exigir comisiones <strong>de</strong> trigo y cebada a varios<br />

canónigos <strong>de</strong> Ubeda. Cervantes caracteriza la escena <strong>de</strong><br />

esperpento al semejarla a un carnaval o fiesta nocturna, porque<br />

todo “no parecía sino máscaras<br />

que en noche <strong>de</strong> regocijo y fiesta corren”.<br />

Sancho roba las cosas <strong>de</strong> comer<br />

que los eclesiásticos traían en una acémila<br />

<strong>de</strong> repuesto, mula o macho <strong>de</strong><br />

carga. Les recuerda el cura herido que<br />

“queda <strong>de</strong>scomulgado por haber puesto<br />

las manos violentamente en cosa<br />

sagrada”. Todo lo que tocaba el sacerdote<br />

entraba en contacto con lo sagrado.<br />

Sus manos habían sido consagradas:<br />

una <strong>de</strong> las costumbres rurales<br />

más llamativas era besar la mano al<br />

sacerdote como saludo. <strong>La</strong> función social<br />

<strong>de</strong>l sacerdote estaba <strong>de</strong>terminada<br />

por su estatus privilegiado, que si no<br />

lo ejercía con pru<strong>de</strong>ncia (virtud propia<br />

<strong>de</strong> los que mandan, según los antiguos<br />

filósofos), el cura, humano como todos,<br />

podía aprovecharse <strong>de</strong> ellos.<br />

Sancho, impelido por el hambre,<br />

no hace caso a las amenazas: “Váyase<br />

el muerto a la sepultura y el vivo a la<br />

hogaza”. Así, “almorzaron, comieron,<br />

merendaron y cenaron (comidas <strong>de</strong><br />

una jornada <strong>de</strong> trabajo en el campo segando<br />

o trillando) en un mismo punto”<br />

<strong>de</strong> la fiambrera <strong>de</strong> los curas “que<br />

pocas veces se <strong>de</strong>jan mal pasar”.<br />

CAPITULO VIGÉSIMO. De<br />

la jamás vista ni oída aventura<br />

que con más poco peligro<br />

fue acabada <strong>de</strong> famoso<br />

caballero en el mundo, como<br />

la que acabó el valeroso<br />

don Quijote <strong>de</strong> la Mancha.<br />

“Mientras sufren a causa <strong>de</strong> la sed,<br />

don Quijote y Sancho se ven enfrentados<br />

con la <strong>de</strong>nominada aventura <strong>de</strong><br />

los batanes. Un sonido <strong>de</strong> agua como<br />

si cayese <strong>de</strong> los montes <strong>de</strong> la Luna<br />

unido a golpes acompasados con crujir<br />

<strong>de</strong> hierros y ca<strong>de</strong>nas, provoca en<br />

don Quijote el <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> enfrentarse con la nueva aventura y<br />

un pánico espantoso en su escu<strong>de</strong>ro. Este le suplica que espera<br />

a la mañana para ir a enfrentarse al peligro y ata las patas<br />

<strong>de</strong> Rocinante para impedir que se vaya. Como entretenimiento<br />

comienza a relatarle la historia <strong>de</strong>l pastor Lope Ruiz y la<br />

pastora Torralba. Al llegar la mañana, don Quijote se dirige<br />

hacia el lugar don<strong>de</strong> se escuchaba el estruendo para <strong>de</strong>scubrir<br />

que el mismo era causado por unos batanes. Semejante circunstancia<br />

provoca la risa <strong>de</strong> Sancho y la cólera <strong>de</strong> su señor<br />

que le repren<strong>de</strong> por su comportamiento impropio <strong>de</strong> escu<strong>de</strong>ro.”<br />

(Enciclopedia <strong>de</strong>l Quijote. Planeta. César Vidal).<br />

Este es uno <strong>de</strong> los capítulos más graciosos y más interesantes.<br />

<strong>La</strong> aventura <strong>de</strong>l batán y su olorosa consecuencia en<br />

Sancho, acaba en una serie <strong>de</strong> reveladores consejos que da<br />

don Quijote a su escu<strong>de</strong>ro para que aprenda a ser buen criado,<br />

tal cual como ocurrió hasta la mitad <strong>de</strong>l siglo XX en la relación<br />

amo-criado en muchos pueblos zamoranos.<br />

Los ruidos <strong>de</strong>l batán, “un cierto crujir <strong>de</strong> hierros y ca<strong>de</strong>nas,<br />

que, acompañados <strong>de</strong>l furioso estruendo <strong>de</strong>l agua”, <strong>de</strong>tienen a<br />

nuestros protagonistas. Se producen por “seis mazos <strong>de</strong> batán,<br />

que con sus alternativos golpes aquel estruendo formaban”.<br />

Muchas veces el trabajo en molinos y batanes se hacía <strong>de</strong> noche,<br />

sobre todo en verano, porque el agua era escasa y se em-<br />

dominical / XI<br />

Sancho saca <strong>de</strong><br />

vez en cuando<br />

su saber agrícola<br />

y pastoril. En<br />

concreto al medir<br />

el tiempo durante<br />

la noche, sin sol,<br />

mirando el<br />

movimiento <strong>de</strong><br />

las estrellas: “no<br />

<strong>de</strong>be <strong>de</strong> haber<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> aquí al<br />

alba tres horas,<br />

dice, porque la<br />

boca <strong>de</strong> la bocina<br />

(una<br />

constelación)<br />

está encima <strong>de</strong> la<br />

cabeza, y hace la<br />

media noche en la<br />

línea <strong>de</strong>l brazo<br />

izquierdo...”.<br />

pleaba para regar durante el día. Esto era motivo en algunos<br />

pueblos <strong>de</strong> picardías y apariciones extrañas y sustos para que<br />

nadie <strong>de</strong>sviara el agua que movía estas máquinas. <strong>La</strong> oscuridad<br />

y el ruido constante lo favorecían. El batán es un “instrumento<br />

empleado en la elaboración <strong>de</strong> telas o cueros. Consiste<br />

en unos gruesos mazos <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra, recubiertos <strong>de</strong> cuero, que<br />

golpean las telas <strong>de</strong> lana o las pieles para limpiarlas <strong>de</strong> grasa y<br />

enfurtirlas; sobre el tejido se echa la llamada tierra batán, greda<br />

en polvo o en pasta. Los mazos se mueven como en las ferrerías<br />

(o los molinos rastreros), por la fuerza <strong>de</strong>l agua encauzada<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> algún río por alguna presa...” (Don Quijote <strong>de</strong> la<br />

Mancha. Crítica. Edición <strong>de</strong> Francisco Rico). Un batán ha sido<br />

<strong>de</strong>scrito con <strong>de</strong>talle, todavía en pleno siglo XX, por Luis<br />

Cortes, el batán <strong>de</strong> Trefacio en Sanabria. En muchos otros<br />

pueblos zamoranos queda el recuerdo o el nombre <strong>de</strong>l pago<br />

don<strong>de</strong> estuvo el batán.<br />

Sancho saca <strong>de</strong> vez en cuando su saber agrícola y pastoril.<br />

En concreto al medir el tiempo durante la noche, sin sol, mirando<br />

el movimiento <strong>de</strong> las estrellas: “no <strong>de</strong>be <strong>de</strong> haber <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />

aquí al alba tres horas, dice, porque la boca <strong>de</strong> la bocina (una<br />

constelación) está encima <strong>de</strong> la cabeza, y hace la media noche<br />

en la línea <strong>de</strong>l brazo izquierdo...”. <strong>La</strong> bocina es la constelación<br />

que tiene la estrella polar, esto es, la Osa menor, que muchos<br />

llaman el Carro menor.<br />

Para pasar esta mala noche llena <strong>de</strong> terror y miedo, el escu<strong>de</strong>ro<br />

inicia un cuento, una conseja (narración con enseñanzas<br />

morales) o patraña (historia que proviene<br />

<strong>de</strong> los padres, pater, patris):<br />

“érase que se era, el bien que viniere<br />

para todos sea, y el mal para quien lo<br />

fuere a buscar.” Es una cantinela típica<br />

<strong>de</strong> abuela, dicha al nieto impertinente<br />

que le pi<strong>de</strong> otro cuento cuando<br />

ella ya está cansada <strong>de</strong> contar varios...<br />

o <strong>de</strong>l que se quiere burlar <strong>de</strong> otro que<br />

espera que le cuente un cuento. Don<br />

Quijote recrimina a Sancho su forma<br />

<strong>de</strong> burlarse y <strong>de</strong> contar un cuento, como<br />

el <strong>de</strong>l cabrero Lope Ruiz, pero “<strong>de</strong><br />

la misma manera que yo lo cuento...<br />

se cuentan en mi tierra todas las consejas,<br />

y yo no sé contarlo <strong>de</strong> otra...”.<br />

Cervantes, cliente habitual en ventas y<br />

funcionario en trato constante con labradores,<br />

<strong>de</strong>bió escuchar muchos <strong>de</strong><br />

estos cuentos, consejas o patrañas que<br />

pone en boca <strong>de</strong> Sancho.<br />

En este capítulo se hace <strong>de</strong> nuevo<br />

alusión a la mujer en su relación amorosa:<br />

“esa es natural condición <strong>de</strong> mujeres...<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong>ñar a quien las quiere y<br />

amar a quien las aborrece”, cualidad<br />

que manifiesta capricho y superficialidad<br />

<strong>de</strong> carácter. <strong>La</strong> imagen <strong>de</strong> la mujer<br />

era peyorativa y discriminatoria,<br />

sobre todo en la presentación <strong>de</strong> las<br />

relaciones amorosas. El ejercicio <strong>de</strong><br />

amar estaba regido por reglas o leyes<br />

<strong>de</strong> Derecho. <strong>La</strong> mujer que no se sometía<br />

a ellas era para los hombres, como<br />

la Marcela <strong>de</strong> la novela pasada,<br />

“¿quién se habrá creído que es ésta?”<br />

Se mencionan castaños como árboles<br />

propios <strong>de</strong> la sierra don<strong>de</strong> han<br />

ido a parar los dos aventureros, buena<br />

ma<strong>de</strong>ra para hacer los batanes.<br />

Acaba el capítulo con las i<strong>de</strong>as <strong>de</strong><br />

don Quijote sobre cómo <strong>de</strong>be ser la<br />

relación entre amo y criado. El amo,<br />

por ser caballero, no tiene obligación<br />

<strong>de</strong> saber qué artefacto era el que producía<br />

los sonidos que les asustaban,<br />

un batán. <strong>La</strong> nobleza, la aristocracia, estaba muy alejada <strong>de</strong> la<br />

industria y <strong>de</strong>l progreso. Sin embargo, él sí, por ser campesino,<br />

“como villano ruin que sois, criado y nacido entre ellos”.<br />

El amo <strong>de</strong>be tratar a su criado según el refrán <strong>de</strong> todo maestro<br />

y superior, “ese te quiere bien, que te hace llorar”. El criado<br />

no <strong>de</strong>be hablar mucho con el amo, sino sólo lo necesario, “jamás<br />

he hallado que ningún escu<strong>de</strong>ro hablase tanto con su señor<br />

como tú con el suyo”, y si habla con él, “siempre hablaba<br />

con su señor con la gorra en la mano, inclinada la cabeza y<br />

doblado el cuerpo, more turquesco”... Así ocurría hasta el siglo<br />

XX. Parece que muchos amos <strong>de</strong> tierras zamoranas habían<br />

leído el Quijote y seguían el protocolo que proponía don<br />

Quijote. Hablaban tan poco amo y criado y había por tanto<br />

tantos malentendidos que llegaba el caso <strong>de</strong> que un criado antes<br />

<strong>de</strong> acabar su contrato, su ajuste, ya se había apalabrado<br />

con otro amo, porque el que tenía todavía no le había dicho<br />

nada días antes <strong>de</strong> terminarlo.<br />

En fin, “es menester hacer diferencia <strong>de</strong> amo a mozo, <strong>de</strong><br />

señor a criado y <strong>de</strong> caballero a escu<strong>de</strong>ro... nos hemos <strong>de</strong> tratar<br />

con más respeto”. Era el mo<strong>de</strong>lo social que <strong>de</strong>finía las relaciones<br />

cercanas y familiares, un mo<strong>de</strong>lo paternalista: “y porque,<br />

<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> a los padres, a los amos se ha <strong>de</strong> respetar como<br />

si lo fueren”.

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