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XIV / dominical <strong>La</strong> <strong>Opinión</strong> - El Correo / Domingo, 5 <strong>de</strong> febrero <strong>de</strong> 2006 Domingo, 5 <strong>de</strong> febrero <strong>de</strong> 2006 / <strong>La</strong> <strong>Opinión</strong> - El Correo<br />

dominical / XV<br />

El 250 aniversario <strong>de</strong>l nacimiento <strong>de</strong> W. A. Mozart ha<br />

originado una avalancha <strong>de</strong> interpretaciones en torno a<br />

su legado que saca a la luz una trayectoria vital dura<br />

sobre la que logró brillar su inmensa capacidad creativa<br />

MOZART,<br />

un genio en el mercado<br />

●<br />

¿Qué es el «año Mozart»? A primera<br />

vista no es otra cosa que una gran operación<br />

mediática en la que las casas <strong>de</strong><br />

discos seguirán engordando sus ingresos mediante<br />

reediciones sin <strong>de</strong>masiados costes y con<br />

muchos beneficios y, <strong>de</strong> forma colateral, también<br />

cualquier otro aporte <strong>de</strong> índole variada –literario<br />

o incluso gastronómico, ya sea en la venta<br />

<strong>de</strong> bombones, licores y hasta sujetadores bajo<br />

advocación mozartiana– y, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> luego, una opción<br />

<strong>de</strong> promoción turística <strong>de</strong> primer or<strong>de</strong>n para<br />

Austria, país especializado en el turismo musical<br />

que se verá incrementado en el provinciano<br />

Salzburgo natal <strong>de</strong>l compositor que, paradojas<br />

<strong>de</strong> la vida, él mismo llegó a <strong>de</strong>testar. Al final, todos<br />

somos palmeros improvisados <strong>de</strong> esta gran<br />

operación comercial que bienvenida sea si contribuye<br />

a generar nuevos empleos y mayor actividad<br />

económica en los diferentes sectores.<br />

Sin embargo, conviene quedarse con todo lo<br />

bueno <strong>de</strong> este empeño mozartiano, que no es<br />

otra cosa que la revisión <strong>de</strong> algunas <strong>de</strong> las gran<strong>de</strong>s<br />

obras <strong>de</strong> la historia <strong>de</strong> la música escritas por<br />

un genio aún enigmático en muchos aspectos<br />

que, a pesar <strong>de</strong> una vida corta (Salzburgo 1756-<br />

Viena 1791), se reveló como una existencia plena<br />

y madura más que otros compositores <strong>de</strong> una<br />

trayectoria vital más longeva.<br />

Wolfgang Ama<strong>de</strong>us Mozart fue un niño<br />

prodigio explotado por su padre, que vio <strong>de</strong> inmediato<br />

el filón que suponía la genialidad <strong>de</strong> su<br />

pequeño, llevándolo a constantes viajes por<br />

media Europa en los que asombraba y divertía<br />

en los salones aristocráticos, muchas veces como<br />

un mero bufón. Su talento excepcional, a la<br />

vez que le convertía en objeto <strong>de</strong> permanente<br />

curiosidad, le llevó a la composición muy tempranamente<br />

y con gran habilidad asimiló todas<br />

las influencias <strong>de</strong> su tiempo para darles la vuelta<br />

con ingenio, perspicacia y unas soluciones<br />

que llamaban la atención por su osadía. <strong>La</strong> síntesis<br />

que logró ha mantenido intacta su presencia<br />

más que otras pretenciosida<strong>de</strong>s vacuas que<br />

conforman el día a día <strong>de</strong>l mundillo musical.<br />

Hijo <strong>de</strong>l compositor y violinista Leopold<br />

Mozart y <strong>de</strong> Anna Maria Pertl, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> los 3 o<br />

4 años dio muestras <strong>de</strong> una sorpren<strong>de</strong>nte memoria<br />

acústica comenzando a tocar el clavicémbalo.<br />

Su padre –muy estricto– se convirtió<br />

en su profesor y en 1761 presentó a su hijo en<br />

la Universidad <strong>de</strong> Salzburgo, causando gran admiración<br />

entre los músicos allí presentes. Al<br />

año siguiente llevaría a Wolfgang y a su hermana<br />

a Munich y a otras ciuda<strong>de</strong>s <strong>de</strong> Centroeuropa.<br />

Después recorrería el resto <strong>de</strong>l continente<br />

co<strong>de</strong>ándose con la aristocracia, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> Versalles<br />

hasta Buckingham y, eso sí, también con intelectuales<br />

<strong>de</strong> prestigio. Entre todos convirtieron<br />

a Mozart en un adolescente admirado y venerado<br />

como uno <strong>de</strong> los gran<strong>de</strong>s músicos <strong>de</strong> su<br />

tiempo y también su situación generó que el<br />

padre realizase una total presión sobre sus hijos<br />

que llevaron al propio Mozart al agotamiento y<br />

la <strong>de</strong>presión. <strong>La</strong> figura <strong>de</strong> Leopold es lo más<br />

cercano que hoy po<strong>de</strong>mos enten<strong>de</strong>r por un<br />

agente artístico pícaro. Mentía sobre la edad <strong>de</strong><br />

su hijo, agigantaba sus logros y lo exhibía sin<br />

pudor, como un fenómeno circense, sin el menor<br />

sentido <strong>de</strong>l ridículo. Un ejemplo: en Londres<br />

hizo imprimir anuncios en los que se ex-<br />

COSME MARINA<br />

plicaba que los dos hermanos tocaban el clave<br />

a cuatro manos con un paño encima <strong>de</strong>l teclado<br />

con el fin <strong>de</strong> no ver las teclas. Esto llevaba a<br />

que los músicos en las actuaciones sometiesen<br />

al joven intérprete a todo tipo <strong>de</strong> pruebas para<br />

contrastar hasta dón<strong>de</strong> llegaba su pericia. Pese<br />

a todo, el talento <strong>de</strong> Mozart pasó por encima <strong>de</strong><br />

toda esta merca<strong>de</strong>ría y consiguió dotarse <strong>de</strong> un<br />

instinto artístico y <strong>de</strong> una formación técnica<br />

muy importantes.<br />

Elogios en ese primer período <strong>de</strong> su vida recibió<br />

muchos, dinero no tanto, e incluso muchos<br />

nobles calificaban a la familia como «pordioseros<br />

que andan rondando por el mundo».<br />

Sin embargo, sus paulatinas composiciones, tanto<br />

operísticas como sinfónicas y <strong>de</strong> cámara, le<br />

fueron proporcionando otras adhesiones y fuentes<br />

<strong>de</strong> ingresos, aunque siempre ajustados. Sus<br />

primeras sinfonías, títulos líricos como <strong>La</strong> finta<br />

sempice, Bastian y Bastiana y Lucio Sila, estrenada<br />

cuando tenía 17 años, le llevaron a una<br />

madurez creativa asombrosa que en las sinfonías<br />

y cuartetos <strong>de</strong> su nueva estancia en Viena ya <strong>de</strong>jaba<br />

claro otro escalón en su categoría artística,<br />

incrementado tras el conocimiento <strong>de</strong> la obra <strong>de</strong><br />

Haydn. <strong>La</strong> turbulencia <strong>de</strong> su vida privada y los<br />

éxitos artísticos se fueron sucediendo y con 21<br />

años ya había escrito más <strong>de</strong> trescientas composiciones,<br />

a pesar <strong>de</strong> seguir ligado a su Salzburgo<br />

natal y al arzobispo Hieronymus Colloredo, que<br />

ataba al compositor a su servicio propiciando en<br />

él un sentimiento <strong>de</strong> asfixia creativa. Cuando logró<br />

la liberación también se lanzó a la incertidumbre<br />

económica y a unas relaciones cada vez<br />

más difíciles con su padre que se amansaron con<br />

su vuelta a Salzburgo y al yugo <strong>de</strong> Colloredo. Escribe<br />

en ese nuevo período alguna <strong>de</strong> sus gran<strong>de</strong>s<br />

obras, entre ellas Idomeno re di Creta, la Misa<br />

<strong>de</strong> la Coronación y varias sinfonías.<br />

Al final, harto <strong>de</strong> humillaciones, se vuelve a<br />

instalar en Viena, don<strong>de</strong> se casa y vive <strong>de</strong> las<br />

clases hasta el éxito apoteósico <strong>de</strong> El rapto <strong>de</strong>l<br />

serrallo. Después llegarían la Sinfonía Haffner,<br />

los conciertos para trompa, los Seis cuartetos<br />

op. 10, <strong>de</strong>dicados a Haydn, a la vez que ingresó<br />

en la masonería, consiguiendo en 1786 otro fastuoso<br />

éxito con <strong>La</strong>s bodas <strong>de</strong> Fígaro. Una estancia<br />

en Praga propiciaría la escritura <strong>de</strong> la Sinfonía<br />

n.º 38, Praga y Don Giovanni, título con<br />

el que ridiculizaba Una cosa rara, <strong>de</strong> Martín y<br />

Soler, que le había eclipsado en Viena. A pesar<br />

<strong>de</strong> su consagración, la situación económica personal<br />

continuó siendo lamentable y sus tres últimos<br />

años <strong>de</strong> vida fueron ejemplo <strong>de</strong> ese <strong>de</strong>sastre<br />

y también <strong>de</strong>l máximo esplendor en sus tres últimas<br />

sinfonías, la Sinfonía n.º 39, la Sinfonía n.º<br />

40 en sol menor y la Júpiter, n.º 41. <strong>La</strong> clemenza<br />

di Tito y <strong>La</strong> flauta mágica fueron otras<br />

obras maestras que prece<strong>de</strong>rían al Réquiem, que<br />

<strong>de</strong>jó inconcluso a su muerte. In<strong>de</strong>pendientemente<br />

<strong>de</strong> todos estos sucintos datos biográficos, la<br />

existencia <strong>de</strong> Mozart está llena <strong>de</strong> enigmas y<br />

misterios que le confieren una indudable aura<br />

romántica, una serie <strong>de</strong> máscaras y veladuras<br />

que concuerdan muy bien con su carácter alegre<br />

y vital que supo estar muy por encima <strong>de</strong> la mediocridad<br />

y <strong>de</strong> la mezquindad que le ro<strong>de</strong>ó. Mozart<br />

fue gran<strong>de</strong> y su mo<strong>de</strong>rnidad y vigencia están<br />

en su búsqueda incesante <strong>de</strong> libertad, creativa<br />

y vital, frente a la convención.<br />

PARA LEER MOZART<br />

Vida <strong>de</strong> Mozart Misterioso Mozart<br />

Mozart,<br />

Stendhal<br />

Philippe Sollers biografía <strong>de</strong> uno<br />

Alba Editorial<br />

Alba Editorial <strong>de</strong> los gran<strong>de</strong>s genios<br />

136 páginas<br />

216 páginas<br />

<strong>de</strong> la humanidad<br />

Gabriel Jackson. Ed. Península<br />

Primero la música, <strong>de</strong>spués la palabra. O sea, <strong>de</strong>spués<br />

<strong>de</strong> escuchar a Mozart en sus creaciones más geniales, na-<br />

● da mejor que sumergirse en los numerosos estudios realizados<br />

sobre el compositor, muchos <strong>de</strong> ellos reeditados aprovechando<br />

la efeméri<strong>de</strong> y otros <strong>de</strong> nuevo cuño que llegarán a lo largo<br />

<strong>de</strong>l año.<br />

Abundan las biografías, entre ellas la Vida <strong>de</strong> Mozart <strong>de</strong> Stendhal,<br />

editada por Alba y <strong>de</strong> gran valor documental y dramático. Otras más recientes,<br />

como la Peter Gay y la <strong>de</strong> John Rosselli, ayudan a contextualizar<br />

al genio con nuevas aportaciones, <strong>de</strong>l mismo modo que Gabriel<br />

Jackson en Península traza un perfil biográfico con garra, titulado Mozart,<br />

biografía <strong>de</strong> uno <strong>de</strong> los gran<strong>de</strong>s artistas <strong>de</strong> la humanidad.<br />

También en Alba merece <strong>de</strong>stacarse un acercamiento singular titulado<br />

Misterioso Mozart, <strong>de</strong> Philippe Sollers. Del mismo modo se pue<strong>de</strong>n<br />

realizar acercamientos a través <strong>de</strong> su correspon<strong>de</strong>ncia, también editada,<br />

o, ya si se busca una aproximación erudita y muy completa, el Mozart<br />

<strong>de</strong> Jean y Brigitte Massin que está en Turner. <strong>La</strong> Guía <strong>de</strong> Mozart <strong>de</strong><br />

Erich Valentin, <strong>de</strong> Alianza Editorial, con más <strong>de</strong> 1.500 páginas, constituye<br />

una buena herramienta para realizar consultas concretas acerca <strong>de</strong><br />

una obra <strong>de</strong>terminada.<br />

MOZART,<br />

revisitado<br />

ANGEL MEDINA<br />

Mozart, a diferencia <strong>de</strong> otros compositores<br />

(como Vivaldi, por ejemplo), no tuvo períodos,<br />

● ni siquiera breves, en los que parte <strong>de</strong> su obra no<br />

gozase <strong>de</strong> la estimación general <strong>de</strong> los melómanos. Los<br />

compositores <strong>de</strong>l siglo XIX le tuvieron en alta consi<strong>de</strong>ración<br />

y tejieron una aureola romántica sobre su biografía,<br />

in<strong>de</strong>pendientemente <strong>de</strong> que escribiesen unas músicas<br />

bien distintas a las <strong>de</strong>l genio <strong>de</strong> Salzburgo.<br />

Sin embargo, el peculiar dinamismo estético <strong>de</strong>l siglo<br />

XX propició la existencia <strong>de</strong> corrientes <strong>de</strong> gran calado en<br />

las que el mo<strong>de</strong>lo mozartiano podía servir <strong>de</strong> acicate para<br />

los creadores <strong>de</strong> ese momento. Es conocido, a este respecto,<br />

el consejo que le dio Maurice Ravel a Ralph<br />

Vaughan Williams en 1908. En esta fecha el compositor<br />

inglés se hallaba sumido en una seria crisis artística.<br />

«Cuando le hube mostrado algunas <strong>de</strong> mis obras», refiere<br />

Vaughan Williams, «me dijo que como primera lección,<br />

lo mejor sería para mí écrire un petit menuet dans le style<br />

<strong>de</strong> Mozart» (escribir un pequeño minueto en el estilo <strong>de</strong><br />

Mozart). Para un artista amante <strong>de</strong> lo exquisito, como lo<br />

fue Ravel, Mozart encerraba un sinfín <strong>de</strong> valores que las<br />

tormentas románticas y la grandilocuencia y retórica posrománticas<br />

no habían conseguido difuminar.<br />

En esa misma línea, el «nuevo clasicismo» preconizado<br />

por el inmenso pianista, pensador y compositor Ferruccio<br />

Busoni en 1920, buscaba traer al presente la soli<strong>de</strong>z<br />

<strong>de</strong>l pasado y la unidad <strong>de</strong> estilo. Busoni también albergó<br />

el sueño <strong>de</strong> explorar, con nuevos lenguajes, la «serena<br />

objetividad» que aquellos mo<strong>de</strong>los parecían irradiar.<br />

Mozart, a quien Busoni había estudiado en las clases <strong>de</strong><br />

Wilhelm Mayer, es uno <strong>de</strong> esos mo<strong>de</strong>los, o, por ser taxativos,<br />

el mo<strong>de</strong>lo por excelencia.<br />

Busoni fue, a su vez, maestro <strong>de</strong> Kurt Weill, compositor<br />

que tomaría <strong>de</strong>rroteros harto distintos. El célebre autor<br />

<strong>de</strong> <strong>La</strong> ópera <strong>de</strong> tres peniques, tan amigo <strong>de</strong> los ritmos<br />

populares, concebiría con Bertold Brecht la teoría <strong>de</strong> la<br />

«música gestual». Es precisamente a Mozart a quien<br />

Weill pone <strong>de</strong> ejemplo <strong>de</strong> esta música gestual, en la que<br />

el dramatismo resi<strong>de</strong> en su propia estructura, <strong>de</strong> manera<br />

clara, incluso en las obras no escritas para la escena.<br />

Por poco espacio <strong>de</strong>l que dispongamos aquí, no es posible<br />

<strong>de</strong>jar <strong>de</strong> mencionar a Igor Stravinsky. Estamos en<br />

Estados Unidos, a mediados <strong>de</strong> siglo. El compositor ruso<br />

asiste a una representación <strong>de</strong> Cosi fan tutte, <strong>de</strong> Mozart.<br />

Le acompaña el poeta W. H. Au<strong>de</strong>n. De ese encuentro<br />

entre el escritor, que colaboraría en el libreto, y el músico,<br />

nace la impagable ópera <strong>La</strong> carrera <strong>de</strong>l libertino. Con<br />

Mozart <strong>de</strong> fondo. Su límpida transparencia camerística<br />

no es más que uno <strong>de</strong> los aspectos en los que la lección<br />

mozartiana se hace patente. Stravinsky ya había frecuentado<br />

otras músicas <strong>de</strong>l siglo XVIII como base <strong>de</strong> sus<br />

obras, sin <strong>de</strong>spreciar los repertorios más ligeros. Pero es<br />

aquí, justo en un momento en que su obra iba a abrirse a<br />

otras opciones, cuando medita más profundamente sobre<br />

la música <strong>de</strong>l Clasicismo. Y lo hace, naturalmente, <strong>de</strong> la<br />

mano <strong>de</strong> Mozart, no sólo a partir <strong>de</strong> la ópera citada, sino<br />

también <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el estudio <strong>de</strong> Don Giovanni, <strong>La</strong>s bodas<br />

<strong>de</strong> Fígaro y <strong>La</strong> flauta mágica.<br />

En líneas generales, los compositores <strong>de</strong>l pasado siglo<br />

y los actuales utilizan a Mozart en términos altamente<br />

conceptuales. No se limitan, pongamos por caso, a la<br />

simple cita literal o a la variación, todo lo mo<strong>de</strong>rna que<br />

se quiera, <strong>de</strong> alguna <strong>de</strong> sus i<strong>de</strong>as musicales. Y es que citar<br />

a Mozart es peligroso. Ocurre con Mozart lo que<br />

Nietzsche <strong>de</strong>cía que sucedía con Schopenhauer: lo citas<br />

y aquella perla <strong>de</strong>staca y brilla con luz propia. Da lo<br />

mismo que el discurso en que la hayas engastado sea <strong>de</strong><br />

oro, pues quedará convertido en hierro <strong>de</strong> inmediato a<br />

causa <strong>de</strong>l préstamo fatídico. A Mozart casi es mejor parodiarlo,<br />

cosa que hizo alguna vez Dimitri Skostakovich<br />

con buenos resultados. Y aún mejor, como han hecho los<br />

compositores las más <strong>de</strong> las veces, sacarle un partido<br />

abstracto, en términos <strong>de</strong> forma o <strong>de</strong> concepto compositivo.<br />

Así es el caso, por concluir con un ejemplo español<br />

<strong>de</strong>l siglo XXI, <strong>de</strong>l Quinteto para clarinete y cuarteto<br />

<strong>de</strong> cuerdas <strong>de</strong>l clarinetista y compositor Jesús Villa Rojo.<br />

Atraído <strong>de</strong>s<strong>de</strong> siempre por los logros técnicos y la<br />

extrema belleza <strong>de</strong>l Quinteto en <strong>La</strong> mayor Kv 581 <strong>de</strong><br />

Mozart, para los mismos efectivos, nos <strong>de</strong>ja con su obra<br />

el testimonio <strong>de</strong> su talla como creador. Y es, a<strong>de</strong>más,<br />

una muestra fehaciente <strong>de</strong> que el genio <strong>de</strong> Mozart sigue<br />

siendo vital y nutricio siglos <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> su breve paso<br />

por la vida.<br />

●<br />

<strong>La</strong>s notas que se<br />

AMAN<br />

Mozart, su mera evocación<br />

es música, sólo<br />

fue hermoso <strong>de</strong>spués <strong>de</strong><br />

Mozart, cuando el i<strong>de</strong>al romántico<br />

fundió y confundió su mitificada<br />

tragedia personal con la nítida belleza<br />

<strong>de</strong> la obra. En realidad, Mozart<br />

sólo fue hermoso en la música<br />

que lo ha sustituido contaminando<br />

su iconografía. Vivió rápido, murió<br />

joven, pero no <strong>de</strong>jó un bello<br />

cadáver. De hecho, ni siquiera <strong>de</strong>jó<br />

un cadáver. Sus partituras quedaron<br />

libres <strong>de</strong> todo lastre mortal.<br />

Me regalan una imagen i<strong>de</strong>alizada<br />

<strong>de</strong>l genio <strong>de</strong> Salzburgo. En<br />

su rostro no <strong>de</strong>sentona una estri<strong>de</strong>nte<br />

nariz, ni dan la nota unos<br />

ojos saltones ni disuena una piel<br />

escandalosamente pisoteada por la<br />

viruela.<br />

Hay, sin embargo, una honda<br />

verdad o al menos cierta justicia<br />

poética en esa aparente impostura.<br />

Porque Mozart cambió la faz <strong>de</strong>l<br />

mundo. Ahora sí es verdad tanta<br />

belleza. En su música es cielo y es<br />

azul.<br />

*Leo en Celebraciones <strong>de</strong> Michel<br />

Tournier una frase <strong>de</strong>liciosa<br />

que yo creía <strong>de</strong> Karl Barth y el<br />

autor francés atribuye al místico<br />

Angelus Choiselus: «Cuando los<br />

ángeles músicos ofician para Dios,<br />

tocan a Bach. Pero cuando se reúnen<br />

entre ellos, tocan a Mozart. Y<br />

Dios viene a escuchar <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> la<br />

puerta».<br />

Es la guinda <strong>de</strong> un ensayo poético<br />

titulado Anatomía <strong>de</strong>l ángel<br />

en que Tournier alza sonriente la<br />

cabeza para asomarse a las puertas<br />

<strong>de</strong>l cielo evocando otra frase feliz<br />

<strong>de</strong> G. K. Chesterton: «Los ángeles<br />

vuelan porque se toman a sí<br />

mismos a la ligera».<br />

Mozart es el ángel leve, ingrávido,<br />

que no necesita levantar la<br />

voz para alcanzar el cielo porque<br />

viene <strong>de</strong> arriba y que no se toma<br />

<strong>de</strong>masiado en serio, como si intuyera<br />

que la armonía universal es la<br />

risa contenida <strong>de</strong> Dios que se escon<strong>de</strong><br />

por <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> la puerta.<br />

*Al entierro <strong>de</strong> Verdi acudieron<br />

miles <strong>de</strong> personas. Mi padre sonríe<br />

malicioso y bromea con la cifra:<br />

«Miles <strong>de</strong> personas <strong>de</strong> la época.<br />

Tú fíjate al cambio lo que sería».<br />

Al féretro <strong>de</strong> Mozart lo siguió un<br />

perro. ¿A cuántos perros tocaría<br />

hoy la soledad <strong>de</strong>l genio?<br />

*El cielo ha estado hoy algo Beethoven<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> por la mañana. A<br />

primera hora <strong>de</strong> la tar<strong>de</strong> incluso<br />

amenazó Wagner, pero apenas<br />

cayeron cuatro gotas <strong>de</strong> Schubert.<br />

Mozart no ha salido en todo el día.<br />

El sol se ha ido con la música a<br />

otra parte.<br />

*El Tratado <strong>de</strong> armonía <strong>de</strong><br />

Rameau, no el <strong>de</strong> Schönberg.<br />

<strong>La</strong> Armida <strong>de</strong> Gluck, no la <strong>de</strong><br />

Dvorak. El Réquiem <strong>de</strong> Mozart,<br />

no el <strong>de</strong> Verdi. En cuestión <strong>de</strong><br />

música casi siempre prefiero quedarme<br />

unos pasos atrás. No se<br />

trata <strong>de</strong> llegar más lejos, sino más<br />

alto.<br />

*<strong>La</strong>s bodas <strong>de</strong> Fígaro. Casi<br />

tres horas en la cima <strong>de</strong> la <strong>de</strong>licia.<br />

Se haría difícil volver al mundo si<br />

no fuera porque Mozart siempre<br />

viene para quedarse un tiempo.<br />

*Così fan tutte (sic). Los duen<strong>de</strong>s<br />

<strong>de</strong> la imprenta han <strong>de</strong>slizado<br />

en el programa una errata muy<br />

significativa. <strong>La</strong> música <strong>de</strong> Mozart<br />

sonríe con la broma, como<br />

sonríe por igual con los virtuosos<br />

afectos <strong>de</strong> Fiordiligi y la afectada<br />

virtud <strong>de</strong> Dorabella, con el pronto<br />

<strong>de</strong>sengaño <strong>de</strong> Ferrando y el<br />

prematuro orgullo <strong>de</strong> Guglielmo,<br />

con la oscura luci<strong>de</strong>z <strong>de</strong> don Alfonso<br />

y la ingenua malicia <strong>de</strong><br />

Despina, con la íntima armonía<br />

<strong>de</strong> todos los contrarios.<br />

*Los idiotas son como los asesinos,<br />

siempre <strong>de</strong>jan sus huellas<br />

en el lugar <strong>de</strong>l crimen. Me encuentro<br />

con la orgullosa firma <strong>de</strong><br />

uno <strong>de</strong> ellos (<strong>de</strong> los idiotas) en un<br />

ejemplar <strong>de</strong> la biografía <strong>de</strong> Mo-<br />

zart preparada por Fernando Vela.<br />

Ha acribillado el libro a base<br />

<strong>de</strong> llaves, barras, ridículas anotaciones<br />

escolares y subrayados<br />

con línea gruesa e irregular que<br />

más parecen tachones amordazadores.<br />

¡Aparta tus sucias manos <strong>de</strong><br />

Mozart!, o tendrás que vértelas<br />

conmigo y con Manuel Vicent.<br />

Fernando Vela reflexiona sobre<br />

la milagrosa sencillez <strong>de</strong>l creador<br />

<strong>de</strong> <strong>La</strong> flauta mágica: «Un<br />

agua oscura hace sospechar más<br />

<strong>de</strong> lo que hay; en cambio, la música<br />

<strong>de</strong> Mozart permite ver hasta<br />

el fondo y parece mucho menos<br />

profunda. En el primer caso, el<br />

oyente pier<strong>de</strong> en el engaño; en el<br />

segundo, gana. Mozart es como<br />

el jugador que hiciese trampa para<br />

colmar <strong>de</strong> dinero a su contrario<br />

y se lo metiese a montones en los<br />

bolsillos sin que éste se diera<br />

cuenta. Hay quien sale <strong>de</strong> un concierto<br />

<strong>de</strong> Mozart ignorante <strong>de</strong> que<br />

lleva encima un tesoro».<br />

*«Busco las notas que se<br />

aman», le <strong>de</strong>cía a su padre atónito<br />

el pequeño Mozart mientras jugaba<br />

en el clave a ser compositor.<br />

Yo también busco las notas que<br />

se aman, jugando a recomponer<br />

mi vida en otra clave. Yo también<br />

ensayo esa recóndita armonía, ese<br />

acor<strong>de</strong> perfecto que por tónica,<br />

dominante y subdominante tiene<br />

la belleza, la verdad y la alegría.

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