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VI / dominical <strong>La</strong> <strong>Opinión</strong> - El Correo / Domingo, 5 <strong>de</strong> febrero <strong>de</strong> 2006<br />

DELFINARIO DELFIN RODRIGUEZ<br />

Los apuros <strong>de</strong> un<br />

paleto en Madrid<br />

<strong>La</strong> venganza <strong>de</strong><br />

LA PATA<br />

RESUMEN DE LO PUBLICADO<br />

NUESTRO PROTAGONISTA<br />

PASA EN MADRID MAS<br />

HAMBRE QUE UN MAESTRO DE ESGRIMA.<br />

LA MALA COSTUMBRE DE COMER LE<br />

LLEVO A UNA SITUACION ANGUSTIOSA.<br />

LA FRASE<br />

“Mejor<br />

tonto que<br />

muerto”<br />

ROBERT STEVENSON<br />

●<br />

<strong>La</strong> cosa en Madrid se estaba<br />

poniendo mu malita. Sin un duro<br />

en el bolso ni un mal bocata que<br />

llevarme a la boca, aquella mañana opté<br />

por atacar a la mosquera <strong>de</strong> la patrona.<br />

Siempre tenía algún esqueleto <strong>de</strong> gallina<br />

que rañar y yo era un artista escarbando<br />

en el tuétano <strong>de</strong> los huesos. Quiso la mala<br />

suerte que <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> <strong>de</strong>spepitar los<br />

huesos <strong>de</strong> la gallina me quedara con<br />

igual hambre. Rebusqué en la mosquera<br />

y encontré. Rañando estaba mi hallazgo,<br />

que era un trozo <strong>de</strong> espinazo rancio que<br />

había sobrado <strong>de</strong> un cocido agua más<br />

que sustancia, cuando entró en la cocina<br />

el amante patapalo <strong>de</strong> la patrona.<br />

Al verlo me quedé con la boca parálisis<br />

total. El diente hincado en la grasa se<br />

fue aflojando poco a poco para que la<br />

lengua dijera aquella enorme tontería:<br />

no... no... no es lo que parece. El querido,<br />

que era más malo que unos sabañones<br />

en la oreja, apoyó el culo en el frega<strong>de</strong>ro,<br />

se inclinó hacia la pata <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra<br />

y comenzó a <strong>de</strong>senroscarla. Luego se la<br />

sacó por la pernera abajo y la alzó contra<br />

mi con enorme furia. De no haberle dado<br />

la espalda, a estas horas tendría un trozo<br />

<strong>de</strong> cabeza en cada esquina <strong>de</strong>l frega<strong>de</strong>ro.<br />

Me rebelé, pero sin llegar a alzarle la<br />

mano. Le llamé mamón, hijo <strong>de</strong> puta y<br />

otras cosas y a lo más que me atreví fue<br />

a darle un baldón en el pecho. Como te<br />

pue<strong>de</strong>s imaginar con una pierna sola sujetando<br />

aquella masa barriguda, el equilibrio<br />

se perdió al instante y el rufián se<br />

fue <strong>de</strong> cabeza al suelo. Me asusté porque<br />

la que me esperaba era cojonuda. Pero<br />

no podía <strong>de</strong>jarme atropellar por aquel<br />

chupón que el único mérito que tenía en<br />

aquella casa era beneficiarse con éxito a<br />

la jefa.<br />

Me eché a la calle rumiando mi venganza.<br />

Algo tendría que hacer. Aquel<br />

trance <strong>de</strong> sacudirme con la pata <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra<br />

en las costillas había sido tan doloroso<br />

moral como físicamente. Yo creo<br />

que era la primera vez que alguien me<br />

pegaba así, a conciencia y todo por un<br />

mierda espinazo que a<strong>de</strong>más estaba más<br />

rancio que la madre que lo parió.<br />

No tardé en dar con la venganza a<strong>de</strong>-<br />

«Tragué saliva y<br />

la nuez me bailó<br />

en la garganta.<br />

Luego oí pasos<br />

que se dirigían a<br />

la cocina»<br />

«Aquel trance <strong>de</strong><br />

sacudirme con la<br />

pata <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra<br />

fue tan doloroso<br />

moral como<br />

físicamente»<br />

cuada. El querido, cuando se quedaba a<br />

dormir en casa <strong>de</strong> la patrona, que era casi<br />

siempre, solía <strong>de</strong>senroscarse la pata en<br />

el sofá <strong>de</strong>l salón y la <strong>de</strong>jaba tumbada en<br />

el mismo sofá. Eso me brindaba una ocasión<br />

maravillosa para hacérselas pasar<br />

putas al maltratador. Así que, bien entrada<br />

la noche y cuando todo el mundo dormía,<br />

abrí sigilosamente la puerta <strong>de</strong> mi<br />

habitación y me dirigí a la cocina.<br />

Quién anda ahí, oí gritar a mi patrona<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> la habitación. Contuve la respiración.<br />

Me metí <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> la puerta <strong>de</strong> la<br />

cocina y esperé unos minutos. Al cabo<br />

<strong>de</strong> un rato, proseguí con mi plan. Abrí la<br />

puerta <strong>de</strong> una especie <strong>de</strong> alacena y saqué<br />

un viejo serrucho que se utilizaba para<br />

serrar los huesos <strong>de</strong> jamón que a veces le<br />

regalaban en la pollería que también vendía<br />

huesos.<br />

Con el arma en la mano me dirigí al<br />

salón. Tentando sobre el respaldo <strong>de</strong>l sofá,<br />

alcancé a ver en la oscuridad la pata<br />

barnizada <strong>de</strong> mi enemigo. <strong>La</strong> cogí y me<br />

dirigí con ella <strong>de</strong> nuevo a la cocina. Cerré<br />

la puerta y con un cuidado rayano en<br />

lo escrupuloso, asenté la pata en el culo<br />

<strong>de</strong> una silla y comencé a aserrar por la<br />

mitad <strong>de</strong>l palo. Se iba a enterar aquél<br />

<strong>de</strong>sgraciado <strong>de</strong> cómo nos las gastábamos<br />

la gente <strong>de</strong> Sanabria.<br />

El serrín fue cayendo poco a poco al<br />

suelo hasta que, por fin, la pata quedó<br />

hecha dos trozos, pero con tan mala<br />

suerte que uno <strong>de</strong> ellos cayó al suelo con<br />

gran estrépito. Mi patrona volvió a gritar<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> su habitación, quién anda ahí... Yo<br />

volví a meterme <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> la puerta tratando<br />

<strong>de</strong> hacerme invisible. Vi por <strong>de</strong>bajo<br />

<strong>de</strong> la puerta la claridad amarilla que<br />

daba la bombilla mortecina llena <strong>de</strong> cagaditas<br />

<strong>de</strong> mosca. Había encendido la luz<br />

<strong>de</strong>l salón. Aquello se ponía feo.<br />

Domingo, 5 <strong>de</strong> febrero <strong>de</strong> 2006 / <strong>La</strong> <strong>Opinión</strong> - El Correo<br />

Tragué saliva y la nuez me bailó en la<br />

garganta. Luego oí pasos que se dirigían<br />

en dirección a la cocina. Escondí la cabeza<br />

con el mandil lleno <strong>de</strong> grasa que<br />

siempre colgaba tras la puerta. <strong>La</strong> patrona<br />

abrió y me aplastó la hoja <strong>de</strong> la puerta<br />

contra la nariz. Dio la luz al tiempo<br />

que susurraba, qué recio anda esto. Husmeó<br />

asegurándose <strong>de</strong> que nada anómalo<br />

ocurría y afortunadamente apagó <strong>de</strong><br />

nuevo.<br />

El patapalo gritó <strong>de</strong>s<strong>de</strong> su cama, ven<br />

“pacá” que <strong>de</strong>ben <strong>de</strong> ser los hijoputas<br />

gatos <strong>de</strong> la vecina. Cuando todo volvió<br />

a quedarse en silencio, recogí el serrín<br />

con la escoba y la badila y lo eché a la<br />

basura. Cogí un trozo <strong>de</strong> pan duro, lo<br />

metí en agua e hice una masa pegajosa.<br />

Con ella pegué los dos trozos <strong>de</strong> pata y<br />

los apreté durante unos minutos. Cuando<br />

el engrudo estuvo seco, comprobé<br />

que se sujetaban como si la pata estuviera<br />

entera. Sabía que mucho no podría<br />

durar pegada, pero sería lo suficiente<br />

como para jo<strong>de</strong>r al enemigo.<br />

Acabado el trabajo, volví al salón a <strong>de</strong>positar<br />

la pata sobre el sofá.<br />

Torné a mi habitación, me quité la<br />

chaqueta y la camiseta y me miré la espalda<br />

dolorida en el espejo. Una especie<br />

<strong>de</strong> cinta morada me recorría la piel<br />

como si fuera la tercerola <strong>de</strong> un guardamontes.<br />

Me apliqué un poco <strong>de</strong> unto<br />

que siempre tenía en la maleta para<br />

darle a las botas <strong>de</strong> cuero y luego me<br />

metí en la cama. Todavía tenía el corazón<br />

acelerado y encogido. Estaba temeroso,<br />

pero con una extraña alegría interior.<br />

Sólo había que esperar a que llegara<br />

la mañana para comprobar que con<br />

aquella pata aquel tío no volvía a medirme<br />

los riñones.<br />

Me quedé dormido y a<br />

eso <strong>de</strong> las nueve <strong>de</strong> la mañana<br />

oí un ruido enorme,<br />

como si se hubiera producido<br />

un terremoto. Luego<br />

un griterío que procedía<br />

<strong>de</strong>l salón que podrían oírlo<br />

también en la calle Fuencarral.<br />

Me asomé. El patapalo<br />

<strong>de</strong>cía: me mató el hijoputa<br />

sanabrés me mató<br />

voy a rebanarle el pescuezo<br />

con la cheira.... Eso y<br />

otras cosas así <strong>de</strong>cía. Abrí<br />

una pizca la puerta y oí<br />

también a la patrona. Dios<br />

mío -<strong>de</strong>cía ella- estás en el<br />

suelo levántate qué te pasó...<br />

Y él: el hijoputa sanabrés<br />

que me aserró la pata<br />

y al ponérmela y levantarme<br />

fui a tomar por culo...<br />

El patapalo se incorporó<br />

y quedó sentado en el sofá.<br />

Miró en dirección a mi habitación<br />

y me <strong>de</strong>scubrió<br />

Con la media pata rota en<br />

la mano me señalaba como<br />

si fuera una pistola a punto<br />

<strong>de</strong> apretar el gatillo: te mato<br />

reza lo que sepas vete<br />

confesándote porque hoy<br />

te mato hijoputa, repetía.<br />

<strong>La</strong> patrona vociferó<br />

mientras con sus huesudas<br />

manos le acariciaba una<br />

calva que comenzaba en<br />

los ojos y acababa en la espalda:<br />

lo <strong>de</strong>spido hoy mismo<br />

encuantis que me pague<br />

lo <strong>de</strong>spido... Pero la<br />

verdad es que a mi aquello<br />

me importaba tres, porque<br />

ya sabía que el efecto <strong>de</strong><br />

aserrarle la pata no iba a<br />

ser mucho menos que un<br />

<strong>de</strong>spido e incluso un intento<br />

<strong>de</strong> asesinato.<br />

Di un paso al frente haciéndome<br />

el loco, el inocente.<br />

Yo me esforzaba en<br />

vano en <strong>de</strong>cir que lo <strong>de</strong> la<br />

pata no era cosa mía, que a lo mejor habían<br />

sido los ratones, la polilla, Los gatos<br />

<strong>de</strong> la vecina, qué se yo… A<strong>de</strong>más<br />

todo el mundo sabía que aquella pata no<br />

parecía <strong>de</strong> muy buena calidad, vamos,<br />

que era una pata <strong>de</strong> mierda, así que a mi<br />

no se me podía culpar <strong>de</strong> aquel atropello…<br />

El patapalo me <strong>de</strong>jó acabar la frase.<br />

Me tiró con la mitad <strong>de</strong> la pata a la cabeza<br />

y yo me agaché. <strong>La</strong> pata fue a dar<br />

al cristal <strong>de</strong> la ventana y salió como si<br />

fuera un misil a la calle. A los dos minutos<br />

sonaron en la puerta unos aldabonazos<br />

fuertes y que <strong>de</strong>notaban urgencia.<br />

Fue a abrir la patrona y antes <strong>de</strong> que hubiera<br />

franqueado la puerta <strong>de</strong>l todo, ya<br />

había entrado un guardia feo y gordo<br />

con una porra en la mano, una brecha en<br />

la cabeza y dos ojos que <strong>de</strong>spedían un<br />

fuego capaz <strong>de</strong> <strong>de</strong>rretir a un queso duro.<br />

El patapalo me apuntó a mi con lo<br />

que le quedaba <strong>de</strong> la prótesis, ese señor<br />

guardia ese es el asesino que le tiró con<br />

la pata <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra… Pero yo muy sereno<br />

le razoné al guardia, señor guardia como<br />

podrá comprobar usted mis patas no son<br />

<strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra mire bien a ver a quién le falta<br />

el trozo que le dio a usted en la cabeza<br />

y <strong>de</strong>scubrirá al agresor. Y el guarda,<br />

que tonto no era, le dijo al patapalo queda<br />

usted <strong>de</strong>tenido por falso testimonio y<br />

agresión sígame. Pero el patapalo no podía<br />

seguirlo porque con una pata sola no<br />

sabía andar, así que tuvo que venir un<br />

land-rover <strong>de</strong> la policía a llevárselo por<br />

atentado a la autoridad y asesino.<br />

Cuando salía, yo me froté las manos.<br />

El se volvió a mi y me enseñó el puño<br />

jurando matarme. Yo no me amilané. Le<br />

saqué la lengua y santaspascuas.<br />

E-mail: <strong>de</strong>lfín_rod@hotmail.com<br />

dominical / VII<br />

NO-ticia<br />

<strong>de</strong> la semana<br />

LA ENSEÑANZA EN ESPAÑA ES UN FRACASO. NUESTROS HIJOS<br />

SON UNOS PRESUNTOS BURROS. LOS ADULTOS “MUXO +”.<br />

QUE HAY FRACASO ESCOLAR, LO SABE TODO EL MUNDO. QUE A<br />

LOS POLITICOS SE LA TRAE FLOJA, TAMBIÉN. QUE LO QUE LES IN-<br />

TERESA EN SUS PLANES DE ESTUDIOS ES ADOCTRINAR MAS QUE<br />

ENSEÑAR, PUES POR SUPUESTO. QUE ESTAMOS CONVIRTIENDO A<br />

NUESTROS HIJOS EN UNOS BURROS, NO HAY DUDA. SIN EMBAR-<br />

GO, A VECES OIGO CON DOLOR CULPAR A LOS NIÑOS DE ESE FRA-<br />

CASO. QUE SI LA JUVENTUD SOLO PIENSA EN EL BOTELLON, QUE<br />

SI LOS ORDENADORES, QUE SI…<br />

Yo creo que <strong>de</strong>trás <strong>de</strong>l alarmante fracaso estamos todos: Niños, educadores,<br />

políticos y padres. Pero creo que lo están, <strong>de</strong> forma fundamental,<br />

los redactores <strong>de</strong> los libros <strong>de</strong> texto. Que manda cojones como<br />

redactan los tíos.<br />

Estos días <strong>de</strong> niebla y nieve, he tenido la peregrina i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> <strong>de</strong>jar <strong>de</strong><br />

lado mis articulitos para echarle una mano en lo <strong>de</strong> los estudios a mi<br />

hija Nuria. Y sin que sirva <strong>de</strong> excusa para ella y para los millones <strong>de</strong><br />

niños que se pegan todos los días con los libros, comprendí que no <strong>de</strong>n<br />

una en el clavo.<br />

Mira si no lo que literalmente pone el libro <strong>de</strong> lengua explicando no<br />

sé qué: "En el arte, el misticismo finisecular está representado por la<br />

arquitectura <strong>de</strong> Gaudí". Tiene mandanga. Yo no soy un genio <strong>de</strong> las letras,<br />

pero les aseguro que con lo elemental me <strong>de</strong>fiendo. Pues bien, no<br />

supe cómo <strong>de</strong>cirle a mi hija que <strong>de</strong>bía <strong>de</strong> empaparse lo <strong>de</strong>l misticismo<br />

finisecular.<br />

Y surgió la pregunta que tanto me temía y que me <strong>de</strong>jó la pierna<br />

temblando. Mi hija me dijo, papi qué significa eso <strong>de</strong>l misticismo finisecular.<br />

Y yo, les juro, no tengo ni puta i<strong>de</strong>a, así que tuve que fingir<br />

que me vibraba el móvil y <strong>de</strong>cirle, uy me llaman es urgente ya te lo explico<br />

mañana...<br />

Y lo que me vibraba era el cerebro <strong>de</strong> pensar en el burrazo que llevaba<br />

<strong>de</strong>ntro. Pero trataría <strong>de</strong> ilustrarme para explicárselo mañana. No<br />

quería <strong>de</strong>fraudar a la niña <strong>de</strong> mis ojos. Pero mañana llegó y tampoco<br />

pu<strong>de</strong> explicárselo. Fui a un humil<strong>de</strong> diccionario <strong>de</strong> Sopena, pastas ver<strong>de</strong>s<br />

y en la “f” <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> lo que <strong>de</strong>bía ser finisecular, venía finis coronat<br />

opus y <strong>de</strong>pués Finisterre. Finisecular no estaba, no era, no existía.<br />

Seguro que si busco en otro diccionario lo encuentro, pero coño, señores<br />

redactores <strong>de</strong> libros <strong>de</strong> texto, si uste<strong>de</strong>s lo sabían, ¿no podían haberlo<br />

expresado <strong>de</strong> forma más humana?”.<br />

No es el único caso. Ojeando otro libro <strong>de</strong>scubro un auténtico trabalenguas<br />

que <strong>de</strong>jaría pequeño al “<strong>La</strong>s tablas <strong>de</strong> mi balcón están mal entarabincontincoladas…”<br />

etc. Lean si no lo que dice: “los digresores,<br />

los conectores contraargumentativos, los reformuladores rectificativos,<br />

los operadores <strong>de</strong> refuerzo argumentativo, los marcadores conversacionales<br />

<strong>de</strong> modalidad, los conectores aditivos…”. Sinceramente, eso me<br />

sonó a cables y clavijas a<strong>de</strong>rezados con pimentón.<br />

Qué lejos aquella “Enciclopedia Alvarez, intuitiva, sintética y práctica”<br />

que para enseñarnos los tiempos <strong>de</strong>l verbo nos ponía el dibujo <strong>de</strong><br />

un niño escuálido con un racimo <strong>de</strong> uvas pelado en la mano y <strong>de</strong>cía:<br />

pasado, comí; luego el mismo niño llevándose a la boca una uva: presente,<br />

como; y finalmente el niño aupándose para coger un racimo <strong>de</strong><br />

la parra: futuro, comeré… Aquello sí que era práctico y didáctico.<br />

Estamos ante el fracaso <strong>de</strong> la palabra. <strong>La</strong> comprensión <strong>de</strong> los textos<br />

llevada a su grado mini. Por si fuera poco, merced a las nuevas tecnologías<br />

se sistematiza tanto que se llega al absurdo. Un poner. Para enviar<br />

por móvil el mensaje: “Oye, mañana nos vemos para ir al cine”,<br />

ponemos el icono <strong>de</strong> una oreja que expresa el “oye” y “mñn cne” con<br />

el icono <strong>de</strong> un ojo, que expresa el “vemos”. Esta economía en el lenguaje<br />

conduce a que nuestros hijos no aprendan a expresarse ni a compren<strong>de</strong>r.<br />

Volvemos al lenguaje <strong>de</strong> los signos, al jeroglífico. Que a lo<br />

mejor tampoco está mal. Tenemos otros PK2 peores.<br />

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