la oscura quintería - Bibliotecas Públicas

HISTORIA
Inglaterra contra España. Felipe II el Prudente
contra Isabel I, la Reina Virgen. Pero también el
servicio secreto más extenso y complejo de la
mayor potencia de la época contra un espionaje
astuto y agresivo, recién creado o recreado por
el despiadado y talentoso secretario de Estado
inglés Francis Walsingham.
Al adentrarse en la década de 1580 la poderosa
monarquía española entra en una fase de
apogeo… al menos, sobre el papel. Completada
la anexión de Portugal con las brillantes
campañas navales del marqués de Santa Cruz en
las Azores, en tregua con el imperio turco y con
Francia paralizada por las guerras entre
católicos y hugonotes protestantes, en esos años
todo parecía posible para la España de Felipe II.
Las victorias del gobernador de los Países Bajos
Alejandro Farnesio, particularmente la toma de
Amberes (la más rica ciudad flamenca) y el
asesinato de Guillermo de Orange, líder de la
revuelta neerlandesa, hacen presagiar, si no un
fulgurante triunfo español en la larga guerra de
Flandes, sí un colapso a medio plazo de la
resistencia de Holanda y Zelanda, bastiones de
la revuelta.
Felipe II
Al otro lado del mar, a apenas unos kilómetros
del puerto flamenco de Dunquerque, Inglaterra
observa con aprensión la amenaza continental
que supone una España victoriosa tan cerca de
sus costas. Tras décadas de alianza entre ambas
coronas, la llegada al trono de Isabel I (1559)
supone el comienzo de un terremoto
diplomático. La nueva reina apenas tarda unos
meses en reimplantar el protestantismo y se
rodea de consejeros fervientemente protestantes,
marginados o perseguidos en el reinado de la
anterior soberana católica María Tudor. La
DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 5 – JUNIO 2010
DUELO DE ESPÍAS
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Carlos Carnicer
suerte de Isabel y de sus partidarios, su propia
supervivencia, dependen del triunfo de la causa
protestante en la isla.
Irónicamente, en esos primeros años, la mayor
amenaza para Isabel no proviene de España,
sino de Francia. En especial cuando suben al
trono los jóvenes Francisco II y su bella esposa,
la escocesa María Estuardo, quienes proclaman,
orgullosamente sus derechos a los tronos de
Escocia y de la propia Inglaterra. A pesar de los
recelos de Isabel hacia España, Felipe II no va a
mover entonces un dedo en su contra, pues no le
conviene favorecer a su enemigo más temible:
Francia.
Pero las cosas, entonces como ahora, cambian
muy deprisa. La política religiosa de Isabel
expulsa de Inglaterra a un número creciente de
católicos que se refugian en Flandes, Francia y
España. La revuelta flamenca lleva al duque de
Alba y a los ejércitos españoles a la vecindad de
Inglaterra. Pío V excomulga a Isabel y clama
por una invasión que restaure el catolicismo en
la isla.
Sin aliados firmes, espléndida, pero también
dramáticamente aislada, la Inglaterra isabelina
va convirtiéndose en el refugio, la esperanza y
la cabeza de los protestantes europeos.
Contrarréplica perfecta de la polaridad contraria
que representa la España católica de Felipe II.
Un anticipado telón de acero confesional va
adensándose y separando a los europeos del
último tercio del siglo XVI.
La hostilidad hacia España y lo que representa
se manifiesta pronto en la piratería consentida y
aun impulsada por el gobierno inglés contra las
naves y las posesiones españolas en América, a
menudo indefensas. Es la hora de los Hawkins,
Frobisher y Drake. Entre 1568 y 1572 se vive
una situación de guerra no declarada, con mutua
expulsión de embajadores y embargos de naves
y mercancías. También hacia 1568, en esta
partida de ajedrez entran en juego nuevas
piezas: la rebelión en Flandes, el ejército de
ocupación de Alba amenazadoramente cerca de
las costas inglesas y María Estuardo, derrocada
del trono de Escocia y que cae prisionera de
Isabel cuando se refugia en suelo inglés.
Una rebelión de nobles católicos en 1569 y la
conspiración del florentino Ridolfi en 1571
muestran pronto lo peligrosa que para Isabel va
a resultar la prisión en Inglaterra de su católica
prima María: su causa sirve de catalizador de