28.04.2013 Views

la oscura quintería - Bibliotecas Públicas

la oscura quintería - Bibliotecas Públicas

la oscura quintería - Bibliotecas Públicas

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

nadie nada sobre ello cuando regresó en el<br />

bando de los perdedores al pueblo. Nunca trató<br />

de hacer valer ante Ramón cuando se convirtió<br />

en inspector de policía ese secreto que los unía.<br />

Solo su Filomena reconocía exactamente lo que<br />

expresaban sus ojos cuando aquel a quien salvó<br />

de una muerte terrible le hacía alguna visita para<br />

cobrarle gabe<strong>la</strong>s o lo acusaba de naderías y le<br />

zurraba una paliza. Solo el<strong>la</strong> observaba como el<br />

odio le crecía lentamente y corroía el resto de <strong>la</strong><br />

inocencia que pudo conservar durante <strong>la</strong> guerra<br />

y que le permitió sobrevivir. Veinte años así,<br />

desde que Ramón retornó al pueblo en el bando<br />

de los vencedores y lo primero que hizo fue<br />

facilitar su nombre para que lo fusi<strong>la</strong>ran. Se<br />

libró de pura chiripa, porque no todos acabaron<br />

locos tras aquel<strong>la</strong> cruenta lucha, porque había<br />

gente con fe en el futuro como única arma para<br />

sobrevivir.<br />

La puerta anunció su apertura con el chirrido<br />

oxidado de los goznes al girar y le despabiló <strong>la</strong><br />

soñarrera cansina en <strong>la</strong> que había caído. Se<br />

estiró todo lo que pudo sobre <strong>la</strong> corteza de <strong>la</strong><br />

vieja encina escondiendo su cuerpo en <strong>la</strong><br />

sombra y aguardó con el puño prieto en torno a<br />

su navaja. Haciéndose daño en los nudillos para<br />

no perder concentración. Ramón siempre hacía<br />

idéntico recorrido a través de <strong>la</strong> <strong>oscura</strong> glorieta<br />

cuando acababa el trabajo diario y siempre<br />

torcía a <strong>la</strong> misma altura para llegar a un pequeño<br />

arbusto detrás del cual se refugiaba fuera de <strong>la</strong><br />

vista de los alguaciles, quienes le aguardaban<br />

fumando un pitillo, para cagar. De todos era<br />

conocida esa afición suya a cagar en mitad de <strong>la</strong><br />

noche en mitad de <strong>la</strong> glorieta. Todos conocían<br />

aquel lugar como <strong>la</strong> letrina de Ramón. La<br />

elección de aquel<strong>la</strong> encina cerca de <strong>la</strong> letrina no<br />

fue fruto del azar como tampoco que su<br />

DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 5 – JUNIO 2010<br />

5<br />

hermano lo localizara tan pronto. Observó cómo<br />

se bajaba los pantalones y se agazapaba y cómo<br />

bril<strong>la</strong>ba <strong>la</strong> b<strong>la</strong>nca piel de <strong>la</strong>s nalgas con <strong>la</strong> luz de<br />

<strong>la</strong> luna. Ramón se tiró un par de pedos tras los<br />

cuales se oyeron <strong>la</strong>s sofocadas risas de los<br />

guardias. Hijos de puta les obsequió antes de<br />

conseguir tras ímprobo esfuerzo descargar. Se<br />

levantó tras acabar y se subió los calzones sin<br />

limpiarse. El otro abandonó su escondite y se<br />

acercó lentamente a él mientras pensaba que<br />

encima de mal parido era un soberano guarral.<br />

Le llegó el olor de <strong>la</strong> mierda de Ramón, el<br />

mismo olor ya olvidado de aquel lejano día,<br />

mientras lo cogía de <strong>la</strong> garganta para que no<br />

gritase y le torcía <strong>la</strong> cabeza para que le fuera<br />

dado el contemp<strong>la</strong>r a quien pertenecía el brazo<br />

ejecutor. Levantó el brazo y lo soltó. Rápido,<br />

cegador, fácil. Escuchó cómo el corazón se<br />

rompía al paso del filo de <strong>la</strong> navaja. Lo dejó<br />

caer y sacó del bolsillo de su chaqueta <strong>la</strong> ba<strong>la</strong><br />

que compró por media botel<strong>la</strong> de vino y <strong>la</strong><br />

colocó dentro del destrozado órgano. Vio cómo<br />

los guardias habían comenzado a aproximarse al<br />

no obtener respuesta a <strong>la</strong>s l<strong>la</strong>madas que hacían<br />

al inspector y reflexionó un segundo sobre su<br />

siguiente paso. Se encontró demasiado viejo y<br />

fatigado para huir y se sentó a esperarles, tal vez<br />

con suerte lo mataran allí mismo.<br />

Los guardias abrieron los ojos espantados ante<br />

el espectáculo y como autómatas b<strong>la</strong>ndieron los<br />

fusiles hacia de<strong>la</strong>nte buscando aterrados algo<br />

sobre lo que disparar. Encontraron a Julián<br />

sentado mirándoles, <strong>la</strong> luna iluminando a los<br />

tres, el muerto en penumbra sobre sus<br />

excrementos. Lo reconocieron y bajaron <strong>la</strong>s<br />

armas, se miraron un segundo y uno de ellos<br />

preguntó inseguro, “¿qué hacemos?

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!