JUAN EMAR UMBRAL - Memoria Chilena
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se chocaban explotando tan fuertemente que las copitas del bar en miniatura, colocado<br />
en un artistic0 recodo del hogar de la chimenea, se entrechocaban y lanzaban a su vez por<br />
10s aires decenas de sonoros pajaritos de cristal. Mas la mar tranquila no se arrugaba;<br />
seguia cual espejo meciendo a1 gran trasatlfintico de 10s conceptos vilucanos. Lorenzo<br />
supo, naturalmente, que alli se abordaban asuntos de literatura, canto y pintura amen de<br />
t6picos sobre sociologia, numism5tica y zoologia; mas no era esto lo que le interesaba.<br />
Lorenzo esperaba ansioso la partida de 10s tres o cuatro contrincantes para luego abordar<br />
a Ascanio y pulsar si, tras tantas contradicciones, alguna duda se habia filtrado por entre<br />
10s principios empotrados en cement0 en medio de su testa.<br />
Partieron 10s ya nombrados. Por varios momentos aiin se oyeron sus conceptos surgir<br />
de las veredas del jardin, enredarse en las flores y golpear en 10s cristales, temblantes cual<br />
si fueran oscuras golondrinas. Luego el rodar de 10s autos y autobuses apag6 a las golon-<br />
drinas que, sin ofrecer mayor resistencia, murieron. Pues ellas siempre han sido pajaritos<br />
timidos, fr5giies y enemigos de las contiendas.<br />
Ahora Ascanio y Lorenzo estaban frente a frente. El primer0 desapareci6 un minuto<br />
por entre las brasas de su chimenea, luego reapareci6 golpeado por cfilidos reflejos de<br />
bermejo y bermell6n y trayendo una copa de gin en cada mano. Dej6 entonces 10s reflejos<br />
entre sus brasas de origen, se sent6 nuevamente y se bebi6 el contenido, mas no la copa,<br />
de su copa.<br />
Lorenzo le record6 que sus visitantes de hace un rat0 pensaban diferentemente a 61<br />
y luego le insinu6 la posibilidad de que existieran otros puntos de vista para considerar no<br />
s610 literatura, canto y pintura sino sociologia, numism5tica y zoologia y, adem5s y tal vez,<br />
la vida toda. Viluco tuvo esta sorprendente respuesta:<br />
-Por el contrario; no puede haber otros puntos de vista a no ser que se coloque usted<br />
en el error. Muy por el contrario: a1 ser rebatido me confirm0 mfis pues pienso, con Clara<br />
16gica, que el hecho mismo de que otros opinen diferentemente, prueba que cada hom-<br />
bre es una entidad absoluta, definida y delimitada. Por lo tanto tal soy yo. Ycomo tal, todo<br />
cambio o modificaci6n seria algo totalmente il6gico. Cuanto a las jerarquias de las entida-<br />
des absolutas y delimitadas, seiior Angol, la cosa cae por su propio peso. Ellos (indic6 hacia<br />
10s ventanales que dan sobre el jardin) se apoyan en ellos mismos, es decir, improvisan;<br />
yo, yo me apoyo sobre la tradicibn, es decir, sobre la filtraci6n de 10s siglos. De un lado, lo<br />
ligero; del otro, lo de peso.<br />
Lorenzo se limit6 a decirle que 61 no pensaba asi y, despuis de dos o tres palabras<br />
amables, se despidi6. Ascanio qued6 pensando que, sin disputa, Angol se habia hecho<br />
comunista.<br />
Se alej6 iste a largos pasos y fue dejando atrfis jardincillos, palacetes, plazoletas, esta-<br />
tuillas y estilitos venidos desde un pequeiiito Egipto hasta un reducido siglo XX, pasando<br />
por una Grecia en miniatura y un Renacimiento de microscopio. Luego empezb a engol-<br />
farse por entre ladrillos, adobes, tejas y cementos amontonados. Entr6 en un hotel en una<br />
de cuyas habitaciones Rubin de Loa preparaba su equipaje, cosa que no extrafib a Loren-<br />
zo pues de Loa, siempre que se encuentra fuera de San Agustin de Tango, est5 preparando<br />
su equipaje.<br />
Se saludaron y apenas hablaron. Lorenzo record6; Rubin sonri6. Record6:<br />
De Loa tenia en San Agustin de Tango un taller acufitico. Al entrar en 61, el visitante<br />
se sentia pez si caminaba; alga, si se sentaba; coral, en todo momento. El pintor, para<br />
verificar la solidez de sus telas, iba a casa de una vieja vecina y las colocaba frente a un<br />
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