JUAN EMAR UMBRAL - Memoria Chilena
JUAN EMAR UMBRAL - Memoria Chilena
JUAN EMAR UMBRAL - Memoria Chilena
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
contra todo y contra todos y con risible ropa empapada. Vas con un terremoto dentro de<br />
ti. Per0 ni un gato ni un mosc6n te acompaiian.<br />
?No es verdad, mi gran amigo, que habria tenido que llegar una noche asi, una noche<br />
de tempestad?<br />
Es ahora lo que has perdido.<br />
Yo soy Bgrbara, nada m5s que la pobre B5rbara.<br />
38<br />
(Gris)<br />
Todo esto es lo malo: que usted, Guni, se vaya o no se vaya; que, a1 irse, lo haga por<br />
Antofagasta o Puerto Montt; que, a1 no irse, quede en su casa o alcance hasta mi catedral;<br />
o me sorprenda en casa de un amigo; o venga hasta ac5 donde ahora estoy. ?No sabe usted<br />
d6nde estoy? jAh, ah! Tengo yo tambiin mi pequetio sitio de misterio. Aqui me siento<br />
guarecido de mandiocas, nieves y mujeres. Guni, he arrendado un pequetio departamento<br />
en la calle Carlomagno 106. No le dire m5s por ahora. Por ahora me contento con escribir<br />
directamente -trat5ndolo de “usted”- a un ser que ya no es, inexistente. Esto me sumerge<br />
en el mundo literario y me saca del mundo epistolar, ese mundo con carne, huesos, sangre<br />
y muchas cosas m5s en su final, all5 donde es el final del camino del cartero. Asi me<br />
vengari si esto continua: no m5s con salpicaduras de rojo en pulmones reventados, no:<br />
me vengari haciendo un poema sobre el final del camino de un viejo cartero, cartero<br />
santiaguino por aiiadidura. Si, senora mia, volvamos a1 mundo literario, volvamos a nues-<br />
tros personajes y sus andanzas. Fuera de ellos ... in0 es mi oficio, Senora! iNo lo es! Por<br />
olvidarlo ante visiones femeninas me han caido tantas calamidades.<br />
Piense, querida amiga ... iAlto! No sigo escribiindole a usted. Usted se ha ido. Piinsese<br />
-eso es-, piinsese. Bien. Piinsese en lo que mi catedral est5 convertida. Juro -corn0 se jura<br />
ante el Altar de la Verdad- que cuantos han traspuesto su umbral -masculines o femeni-<br />
nos, j6venes o viejos, nacionales o extranjeros- han coincidido en un gesto o grito de<br />
admiracibn, de franco reconocimiento ante las cualidades de sosiego, de armonia y de<br />
belleza que alli dentro habitaban sin agrietarse, sin posibilidad de grieta ninguna. Y hoy ...<br />
piinsese.<br />
BBrbara est5 alli, enseiioreada, ama avasalladora, omnipotente y con Colomba tras<br />
ella. iAdi6s mi buena catedral, la del sosiego y 10s vidrios multicolores! Todo esto es lo<br />
maIo: tengo que abandonar mi catedral. Quede alii. No puedo olvidar mi compromiso<br />
con Lorenzo, Rosendo y Cia. Tengo que escribir sus andazas. ?Par qui? Esto no se pregun-<br />
ta porque nadie lo sabe, ni Dios ni Sat5n. Tengo ... y basta. En mi catedral no puedo hacer-<br />
lo: B5rbara se pondria a hablar y, lo que es peor, a hacerme hablar; y Colomba, jvaya yo<br />
siquiera a sospecharlo! ?Qui me tendr5 reservado la inmensamente herniosa y enigm5tica<br />
Colomba con su boquita que no se ve? Nadie puede escribir vidas ajenas -ni la propia,<br />
aunque esto no sea del caso- en tal ambiente. Me voy, me voy. Aqui estoy: Carlomagno<br />
106. Claro est5 que de cuando en cuando volveri a sentarme en mi sill6n, a someterme a<br />
la luz azul, roja y gris de mis cristales; es cuesti6n de ver que tal las cosas van alli dentro.<br />
Per0 hacer de alli dentro mi trono con mi cetro de tinta, no. B5rbara y Colomba se han<br />
adueiiado de todo eso, es decir, de mi. Esto es lo malo: que todavia mujeres puedan adue-<br />
226