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JUAN EMAR UMBRAL - Memoria Chilena

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encon trz ido a1 fin la misteriosa puerta del gato, por ella se haya metido y, como no era gato,<br />

haya pac lecido suerte adversa.<br />

El c; is0 es que Lorenzo Angol se encontraba en la mencionada ciudad y yo tambitn.<br />

Sin titnd ose mi amigo algo indispuesto fue a visitar a1 doctor Hualant, por aquellos dias a<br />

si1 vez all i. Award6 en el tedio de la sala de espera. Alpnos cuadros colgaban de 10s muros.<br />

Fue haci a uno de ellos: pequeiia naturaleza muerta; firmada: Rafael Valdts; fecha: 1918.<br />

Des1 iuts de haber sido revisado por el facultativo -que, sea dicho de paso, no le encontr6<br />

a bsolutamente nada y, por lo tanto, se vi0 obligado a recetarle varias medicinas<br />

(nuestro Doctor cuida muy bien su reputaci6n)-, despuis, digo, volvi6 a su casa y escribi6<br />

a1 autor I sobre su hallazgo.<br />

Estal ba kste en su tumba, en el cementerio de Quillota, desde el dia siguiente a su<br />

fallecimi ento, acaecido el 20 de marzo de 1923. Encontr6 Lorenzo un solo medio para<br />

describir .le su pequeiia y olvidada naturaleza muerta:<br />

Querido Rafael:<br />

Acabo de encontrarme con una tela tuya que yo no conocia. Ella est& aqui en<br />

San Agustin de Tango, en la calle del Escapulario, entre Sursum Corda y de la<br />

Penitencia, piso 6Q de una especie de edificio moderno. Es el departamento de un<br />

mtdico cuya sala de espera mira sobre el tejado del Arzobispado y sobre la parte<br />

posterior de la torre unica de la Asunci6n. El cielo estaba azul con algunas nubes<br />

blancas de formas que te enviart en sobre aparte. El rio Santa Bgrbara se veia a<br />

trechos y muy verde. Conmigo esperaba una anciana en charla con una muchacha<br />

morena de nariz puntuda. Se oia una radio que cantaba: El copihue rojo. Habia un<br />

vago olor a sindalo. Dur6 tu Naturaleza muerta no menos de media hora, lo<br />

mismo que duraron las nubes, el Arzobispado, la torre, el cielo, el rio, la anciana,<br />

la muchacha, la nariz, el sindalo, el copihue y yo mismo. Past a1 gabinete del<br />

doctor lleno de visiones del aiio 18. Mi examen mtdico fue excelente. Fuera de<br />

las inyecciones de tetrametalmetilo de oxalato de tungsteno, me recet6 c5psulas<br />

de jalapa y ponerme, por las noches, sobre 10s riiiones, compresas de hidrometempsicosis<br />

de antimonio. Nada mgs. Puedo comer de todo. La fortaleza de mi<br />

organism0 fue atribuida no s610 a la misma de mis senores padres sino ademis a<br />

las medicinas anteriores y a la vida sana y exenta de trajines que llevo en mi fundo<br />

de La Cantera, donde paso la mayor parte del tiempo. No rebato este parecer. Por<br />

el contrario, me parece muy acertado per0 incompleto. Debi6 agregarse la existencia<br />

real del period0 entre 1918 y 1926, es decir, entre el nacimiento de tu<br />

pintura y mi sorpresivo encuentro de hoy con ella; tu permanencia en tu sepultura;<br />

la ciudad de San Agustin de Tango a mis pies; el sol que la quemaba; la bifurcaci6n<br />

de 10s caminos que hemos seguido tu y yo; y la idea que ahora tengo de<br />

escribirte la presente.<br />

Afectuosamente te abraza tu amigo<br />

Lorenzo Angol<br />

Esta carta fue echada en el buz6n del Cementerio Apost6lico. Seguramente ha de<br />

haber 11c :gad0 a1 pequeno cementerio de Quillota y ha de haber sido recibida por el que<br />

fue siem pre el talentoso, grande y leal hombre llamado Rafael Valdts.<br />

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