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JUAN EMAR UMBRAL - Memoria Chilena

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Algo a mi derecha, cerca, est5 vestida de terciopelo negro con una banda granate; armo-<br />

niza bien con su cabello azabache y sus ojos verdes oscuros; su mirada es dura; sus labios<br />

est5n firmemente marcados. Algo a mi izquierda, un paso m2s atr5s, est2 vestida de or0<br />

brillante con una gran banda de plata; tambiin esto armoniza con sus cabellos rubios y sus<br />

ojos celestes sin mirada alguna; su boca, apenas marcada, no tiene voz.<br />

La primera me dice:<br />

-Me llamo B2rbara.<br />

Luego indica a la otra y agrega:<br />

-Ella es Colomba.<br />

Queda largo rat0 en silencio. Por fin habla de este modo:<br />

-TU me llamaste desde 10s corredores. Yo habria venido a tu llamado. 2Por quk no?<br />

TU llamabas para que dos manos muy diestras y veloces, te modelaran segUn un sueiio<br />

indefinido que siempre sobrevolaba por tu existencia.<br />

Sabias que tu solo jamas lograrias descifrar esos vuelos, jqui decir “darles cuerpo”!<br />

Per0 intuias que, proyectados a mi, filtrados por mi ser, recaerian sobre ti y tu, entonces<br />

-despierto, dormido o son2mbulo-, te pondrias en marcha. Por eso me anhelabas con un<br />

ansia vecina a la locura, porque no podias seguir detenido viendo moverse todo a tu lado;<br />

porque querias moverte tu sobre un mundo inm6vil que d6cil se prestara a tu observacibn,<br />

a todas las yemas de tus dedos devenidas puntas de un laboratorio que yo habria mante-<br />

riido siempre tibio para tu meditacibn, siempre ardiente para tus pasiones, siempre glacial<br />

para tus conclusiones. jHaz memoria! Asi querias y asi llamabas.<br />

2Por qui no habria yo venido a tu Ilamado?<br />

Si hay una voluptuosidad en el hombre a1 no ser si mismo en lo que m5s il mismo es,<br />

la creacion, jsu creacih!; la hay tambiin en la mujer a1 coger, modelar, poseer a quien<br />

dicese que ha nacido para poseer 61, modelar il, coger 61. Hay una voluptuosidad para el<br />

hombre a1 dejarse ir bajo Ella; la hay para la mujer a1 enterrar, como garras, su domini0 y<br />

empujar sobrekl. jY dudas de que sea yo mujer?<br />

Tus ojos quieren desviarse ahora hacia 10s oros brillantes, las bandas de plata, la vista<br />

que no ve y la boca muda. Buscas a Colomba ... Quieres rehabilitarte en tu orgullo de<br />

macho ..., isabes?, de macho ia medias!; est& alegando dentro de tu vanidad que el hom-<br />

bre manda y la mujer se agacha; dices que la naturaleza, ioh!, ila Naturaleza!, asi lo ha<br />

ordenado. Y temes -jcobarde!- ser contranaturaleza.<br />

jBusca, busca a Colomba!<br />

No la encontraras hasta que yo te ordene y te permita.<br />

iY cu5ndo asi ser5 mi antojo?<br />

Cuando reconozcas que la ley soy yo; que la ley es Ella planeando en lo alto, 61 mar-<br />

chando en lo bajo; cuando te sometas a Ella, a mi, sin vacilar. iIdiota! 2Quk no ves que de<br />

este modo habria llegado yo a quedar atada a ti? Per0 habria sido segUn la ley, es decir, sin<br />

dolor y recreando tu universo. Entonces, entonces tus ojos habrian podido ver a Colomba,<br />

palpando sus oros y su plata como un pincel.<br />

Pudo todo ello haber sido muy hermoso ...<br />

Porque yo, enlazada en mis instintos primeros y puros, habria regresado a la natura-<br />

leza gest5ndose en su primera y pura ebullici6n. tAlcanzas a vislumbrar cu5ntos sueiios,<br />

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