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Ensayos materialistas - Fundación Gustavo Bueno

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dores incluso teístas, como es el caso de los epicúreos y del<br />

propio Hobbes, o Gassendi. Hobbes defendió de un modo<br />

clásico la existencia de Dios, con la condición de que Dios<br />

fuese corpóreo. Recíprocamente, y no sin cierta paradoja, me<br />

atrevería a afirmar que los más ardientes defensores del espiritualismo<br />

suelen ser corporeístas, es decir, <strong>materialistas</strong> groseros.<br />

Su enfrentamiento con el corporeísmo habitual no es<br />

vacío, ciertamente: su esplritualismo significa algo así como<br />

la defensa de la esperanza o de la fe en otros cuerpos de distinta<br />

naturaleza de los sólidos o los líquidos —es decir, una<br />

preferencia por el estado gaseoso de los cuerpos—, empezando<br />

por el mismo concepto del "pneuma", que es "aire" o "aliento",<br />

y terminando por algunas de las versiones espiritistas del<br />

"cuerpo astral". Así, en líneas generales, podría ensayarse la<br />

tesis de que el esplritualismo "mundano" no es otra cosa sino<br />

una variedad del materialismo grosero, a saber: aquel materialismo<br />

corporeísta que adorna con atributos morales y estéticos<br />

al estado gaseoso de las substancias materiales.<br />

Sin embargo, la conexión entre el esplritualismo y la preferencia<br />

por el estado gaseoso no es meramente mitológica, sino<br />

que forma seguramente parte de la dialéctica misma que conduce<br />

al materialismo filosófico, en tanto que, partiendo, desde<br />

luego, del estado sólido o líquido, es decir, del estado condensado<br />

de la materia —que es el sentido fuerte del concepto<br />

mundano de "substancia corpórea"—, se ve obligado a reconocer<br />

la realidad de entidades no-corpóreas, aun cuando siempre<br />

a partir de la escala corpórea. El estado sólido es, sin<br />

duda, el estado en el cual la conciencia corpórea —con todas<br />

las categorías de la racionalidad práctico-crítica— se ha constituido.<br />

Los conceptos de "caza", "lucha", "afecto", "marcha",<br />

"ataque y defensa", que configuran el universo práctico arcaico,<br />

digamos neolítico, son todos ellos conceptos solidarios del<br />

estado sólido o líquido de los cuerpos. Ordinariamente se lucha<br />

con cuerpos: las "luchas con fantasmas" rituales forman ya<br />

parte de la dialéctica a que me vengo refiriendo. Ahora bien,<br />

si esto es así, es evidente que, en el estado gaseoso, nuestras<br />

categorías racionales comienzan a disolverse, comienzan a hacerse<br />

también "gaseosas", es decir, caóticas, si nos atenemos<br />

al sentido originario que van Helmont dio a su neologismo<br />

("gas", de -/áüiz). Nuestra razón procede de la corporeidad só-<br />

<strong>Gustavo</strong> <strong>Bueno</strong>, <strong>Ensayos</strong> <strong>materialistas</strong>, Taurus, Madrid 1972 www.fgbueno.es<br />

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