reflexión crítica del bicentenario - Confiar
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mismo tiempo. Está claro. De verdad que me parece un juego de la sinceridad<br />
maravilloso: los borbones y la Telefónica de España celebrando un segundo<br />
centenario de unos pueblos que dijeron que se habían liberado. Un evento<br />
literariamente de gran anchura y como una suerte de mezcla de ácido ribonucleico<br />
de memorias pasadas, presentes y futuras genéticamente extrañas; o sea, si<br />
América Latina tiene cola de chancho ya entendemos por qué, aquí hay una mezcla<br />
rarísima. Y nosotros celebramos el segundo centenario en muchas partes como una<br />
fiesta trivial y cualquiera, sin caer en la cuenta de que no es una celebración propia.<br />
Lo tercero. Creo que de forma un poquito difícil tenemos que explicar que aquí<br />
hubo una doble torsión: por un lado el conflicto sobre el cual la narrativa ha<br />
avanzado inmensamente en el campo científico, histórico e incluso filosófico (y ahí<br />
hallamos unos ciertos mo<strong>del</strong>os): qué es el tema de la independencia. Por otro lado,<br />
descubrir que los sujetos de los cuales nos independizamos estaban siendo<br />
sometidos en ese momento. O sea, aquí está todo Freud junto: el padre, la madre,<br />
el Edipo, todo junto; nos independizamos de unos tipos que fueron invadidos; es<br />
como romper con la mamá cuando descubro que tiene un amante y que además se<br />
enamora <strong>del</strong> amante. O sea, el lío es complejo, por eso tenemos todos estos tics<br />
nerviosos como civilización latinoamericana.<br />
La ambigüedad no es un rasgo exclusivo de la independencia latinoamericana; lo<br />
mismo podría decirse de la norteamericana, sino que de ésta hay un mejor relato,<br />
un relato más cohesionado. En Latinoamérica nos independizamos de unos tipos<br />
que habían vivido un periodo realmente breve. Analicen ustedes cuántos siglos van<br />
desde la expulsión de los árabes hasta las invasiones napoleónicas. O sea, unos<br />
tipos que tampoco habían logrado cumplir su tarea de construir un Estado en<br />
forma, unos tipos que inventaron la contrarreforma y que influyeron decisivamente<br />
en los discursos políticos de América Latina, además de habernos legado una cierta<br />
tradición política e intelectual que es bastante compleja en términos de lo que<br />
señalaba antes: la lealtad, vinculada a la iglesia y a la política, la ausencia de<br />
pensamiento crítico y de comunidad democrática. Unos tipos de los cuales nos<br />
independizamos como yéndonos por la puerta de escape, y ellos se dieron cuenta a<br />
poco andar de que nos habíamos ido de verdad, y nosotros a poco andar que hoy<br />
íbamos a tener que enfrentarnos porque ya nos habíamos ido. Entonces ahí hay<br />
una situación que cubre unos cuatro o cinco años (dice Gabriel Salazar, un<br />
historiador) y que es de tal complejidad que me permite introducir otro rasgo de<br />
nuestra independencia: cómo los que nos liberan no logran cumplir la tarea de<br />
construir una nueva élite democrática. San Martín muere en el exilio, en París,<br />
O´Higgins en Lima.<br />
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